La muerte

Esta vez sí que sabes qué hacer. Estas vistiéndote completamente de negro. Tratas de no llorar y de salir corriendo diciendo: esto no es justo.

Es la primera vez que vas a un lugar de estos. La ceremonia se te hace increíblemente larga. Todos están llorando, pero tú por dentro estás pensando: estos hipócritas. Al terminar, sales corriendo al baño, te lavas la cara, miras al espejo y notas tus ojos. Están rojos, tienes ojeras. Quieres llorar, pero no lo haces. Quieres gritar hacia el cielo expresando tus sentimientos pero no das para hacerlo. Ya es muy tarde. Ya se fue, y esta vez es para siempre.

Hoy ya es el segundo día que no le escribes. Te sientes raro. No tienes con quién hablar. Era tu mejor amigo. Con el que siempre contabas, al que siempre le contabas todo. Pero, no te diste cuenta de lo mal que él estuvo los últimos días o sí lo hiciste, pero no prestaste atención. Sonrisas falsas. Chistes sólo para subirte el humor a ti.

El día que no hablaste con él te sentiste raro. Sentiste que una parte de ti murió, pero no le prestaste atención. Pensaste que el estaba durmiendo. Al día siguiente te enteraste que había muerto dormido. El siempre decía que quería una muerte así. Morir sin sentir dolor, morir sin tener el que sufrir por su muerte. El siempre decía: "ojalá la parca cuando me visite este dormido. No quiero verla a los ojos".

Ya es pasado el mediodía. Te encuentras sentado en la grama de donde sus familiares se encuentran reunidos comiendo y riendo. Tú tienes los audífonos puestos, miras el cielo mientras que las lágrimas caen en silencio. No soportas como su familia celebra luego que un integrante fallezca. Tú no das para sonreír. El dolor en tu rostro, pecho y alma impide la sonrisa. Miras con cuidado la mesa. No hay ninguna foto de él. Solo vez botellas de licor de diferentes marcas. Te levantas y corres hacia otro lado. Te apoyas en un árbol y vomitas. No soportas estar un minuto más ahí.

Sales del lugar y te diriges a tu casa. La música no te deja huir del dolor, aún está allí, pero dejas de llorar. Llegas, abres la puerta y corres a tu cuarto. Cierras la puerta y lloras hasta quedarte dormido.

El tercer día es peor. Necesitas hablar con alguien. Sólo hablabas con él. Él te entendía. Él siempre estuvo allí para ti.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top