capitulo 10
Por los pasillos de ese inmenso lugar que parecía una cede bien protegida en vez de una mansión lujosa con tantos lugares hermosos, camina un hombre de altura promedio, esbelto, de cabello cafe. Su aspecto no se veía para nada bien, se encuentra muy nervioso, transpirando mucho por el miedo de enfrentar al dueño de tan majestuosa propiedad.
—¿El jefe se encuentra adentro?—Hasta aquí me llega el hedor a sangre.
¿Quién lo hizo enojar a parte de mí? ¡Mierda, no tengo suerte! Sí tan solo hubiera tenido otro día lejos de aquí, antes de poder rendir cuentas con él. Sería menos sofocante el estár de pie a fuera de está gran puerta lúgubre, tan lúgubre cómo mi vida.
Creí que me había liberado de su irá, ya que me mandó a realizar otro trabajo antes de volver y decirle del porqué no logre traer a ese niño.
Fui nuevamente a esas calles con la intención de volver a ver ese moscoso entrometido, sin embargo no lo volví a ver. Aparte tampoco es como si recuerde como era, todo fue muy rápido y tampoco le estaba prestando atención.
—Sí—Responde con simpatía—Tu suerte es tan lamentable.
—Ni me lo digas—Suspiro profundamente antes de tocar la puerta.—Jefe, soy yo. Siervo—Es su nombre clave.
En este lugar está prohibido dar su verdadero nombre, de esa manera sus enemigos no tendrán ni la más mínima oportunidad de encontrar alguna información sobre ellos.
—Adelante.
Siervo se tesón con solo escuchar esa voz grave, no era necesario verlo a la cara para temblar de miedo. Después de todo conocen su temperamento.
Entrar a la habitación fue como entrar a una carnicería, el olor a sangre se encuentra impregnado por todo el lugar, la nariz ardía de solo inhalar un poco de aire, hasta el punto en que podrías vomitar por el asco.
—¿Regresaste?—Preguntó monótono.
Lo único que podías ver de esa persona en esa oscuridad, es su ancha espalda bien definida, que una vez estuvo cubierta de cicatrices a causa de quemaduras, pero que ahora son reemplazadas por todos tatuajes.
Uno de los tatuajes representa la vida y el otro es la muerte con su velo negro, en una de sus manos lleva una craneo y en la otra la guadaña.
—¿Y por lo visto solo?—Dio medía vuelta, caminando un poco hacia la poca luz tenue del lugar.
Aún así no podías ver su cara, solo su grandes pectorales y ese grandioso abdomen super marcado con cicatrices de balas. Lo que más resaltaba era el tatuaje en su pecho a lado del corazón, es ahí donde se encuentra el tatuaje de la organización "Aves de la noche"
—¿Algo que decir?
La persona que se encuentra con la mirada en el piso, no puede evitar tensarse de solo escuchar esa voz. Era demasiado escalofriante por más monótono que se escuchará.
—Espero que tus excusas sean buenas, o si no.
Disparo tres veces hacía atrás, dándoles directamente en la cien de esas tres personas, que se encontraban crucificadas en la pared. Tuvieron que hacer algo terrible como para terminar de esa manera.
—Terminaras como ellos—Giro hacía al frente—Levanta la cabeza.—Ordenó.
No quería mirarlo, verá el miedo en mis ojos, lo sé. No puedes ocultar nada frente esa mirada penetrate y feroz. Sus ojos es la cosa que más miedo da, sin embargo también es lo más deslumbrante.
—¿Quieres que lo vuelva a repetir?—Lanzo un cuchillo, mechones de cabellos cafes cayeron al suelo. Por poco y le corta la oreja a Siervo.
Es muy obvio que no falló, ese corte solo fue una advertencia. Llevo tantos años trabajando para él, lo admiró pero también es inevitable el no tenerle miedo. No por nada su apodo es cancerbero el perro del infierno.
—¡No!—Levanto su cabeza. Llevo sus manos atras de su espalda, parándose rectamente—No tengo excusas para mí incompetencia, Jefe—Vuelve sus manos en un puño.
Aún en esa oscuridad puedo ver sus ojos, brillan como los de un animal a mitad de la noche en busca de algo o alguien a quien cazar.
—¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Sentí mi cuerpo enfriarse al escuchar esa pequeña sonrisa, eso solo podía significar una cosa,"estoy muerto" moriré si no le digo algo que calme su enojó.
—¿Perdiste a ese niño y eso es lo único que tienes que decir?—Afila uno de los tantos cuchillos, ese ruido era horripilante—Veo que mi gente se está convirtiendo en inútiles, o soy yo, quién está reclutado a personas estúpidas.
Lanzo el cuchillo quedado pegado a la puerta, siervo ni siquiera hizo un ruido por más doloroso que haya sido esa corta en su mejilla, la sangre no tardó en deslizarse hacia su boca.
Apesar de que fue cortado agradece que ese cuchillo no le haya atravesado su corazón o otra parte de su cuerpo, una pequeña herida en su mejilla, eso no es nada.
—Todo iba según lo planeado—Comenta con su corazón latiendo al cien—Solo teníamos que cruzar el semáforo, pero entonces ocurrió un imprevisto inesperado. Ese niño perteneciente algún orfanato, hizo un alboroto.
Quién pensaría que gritaría esa mentira con esa voz desesperada llena de terror. Lo hubiera traído conmigo si todo el lugar estuviera solitario, un niño más no haría la diferencia.
—Jajajaja—Sonrío diabólicamente—¿No pudiste lidiar con un niño?—Lanzo otro cuchillo, hiriendo la otra mejilla de Siervo.—¿Es en serio?
Aunque creo que fue lo mejor, ese niño Ryu no es estúpido. Se dejó atrapar demasiado rápido y sin hacer nada de alboroto. Ese otro niño fue más bien una bendición disfrazada, sin embargo no puedo tolerar la ineptitud de mi gente, no les pago grandes cantidad de dinero para que fallé.
—No me estoy excusado—Traga grueso—Solo que ese niño, comenzó a gritar que lo había tocado....
—¡¿Tocaste a un niño?!—Le quitó el seguro al arma.—¿No recuerdo a ver enseñado tal acto imperdonable?—Apunto hacía la frente de Siervo.
—¡Nooo!—Negue rápidamente, es la primera vez que su voz deja de ser monótona y se distorsiona de esa forma tan espeluznante. Fue como escuchar el llamado de la muerte tocado tu puerta.
Su enojó es algo irracional después de todo es él, quién nos manda a raptar a esos niños, pero luego los suelta. Es bien raro, sigo sin entender el por qué nos hace pasar por eso si al final los deja ir. Hay ocasiones en la que los envía a un lugar mucho mejor que su propios hogares.
Al principio creí que los quería para entrenarlos, pero no. No es así. A causa de eso nos hemos ganado una rara reputación. No obstante no me atrevo a decir mis pensamientos en voz alta o terminaré siendo comida para ese par de bebés tiburón.
—No soy una bestia para hacerle eso a un niño, Jefe.—Suda frío—El niño gritó eso para atraer a las demás personas y de esa manera salir huyendo con el joven maestro Ryu Mansell.
—¿Cómo era ese niño?—Vuelve a darle la espalda.
¿Muy inteligente o muy estúpido? ¿Valiente quizás? Debió de estar asustado pero aún así, le ayudó a un completo desconocido sin importarle en que lío se estaba metiendo. ¿Como de dió cuenta de que era un secuestro? ¿No creo que ese niño Ryu, le haya pedido ayuda?
—No le preste atención, lo siento.
—Entiendo, puedes retirarte.—Se deja caer en el sofa—Pero no te salvarás del castigo, los chicos te están esperando en el gimnasio. Ya sabes lo que te espera, ¿Verdad?—Enciende un cigarro.
—Sí, jefe—Solo espero que no me vayan a romper los huesos.
—Tienes prohibido defenderte, solo esquivar—Solto una bocarada de humo.
—Entiendo—Asiente—Con permiso.—Salió.
Esto se está volviendo complicado y me estoy empezando a desesperar, son dos veces en las que van fallando. Es más fácil cuando no pertenecen a una familia prestigiosa.
Sin embargo, no puedo rendirme. Tengo que dejarlo fuera de la lista, esa lista que no disminuye ni siquiera un poco....Maldición.
—¿Jefe?—Toca dos veces la puerta—¿Puedo pasar?
—Adelante, Brandon.
—Permiso.
La persona que entró tiene un aspecto amable, es un hombre con una estatura de 1.80 metros, cuerpo atlético. Con solo verlo podías notar que bajo de ese pulcro traje negro, se encuentra unos músculos y pectorales marcados.
Cabello corto ondulado negro, de hermosa piel morena y unas cejas pronunciadas. Esos lentes de montura negro no opacan esa mirada amable. Su pestañas son tan largas tupidas que hacen resaltar esos grandes y bonitos ojos claros.
—¿Por que se encuentra a oscuras?—Apesta a sangre.
No es para menos si, esos pobres diablos están en el más allá. Tendré que llamar a los chicos para que limpien todo este desastre, otra vez. ¿Cuántas veces han sido en un día?
—No enciendas la luz—Ordenó.—¿Que quieres?
—Solo venía a infórmale que tiene una reunión en—Ve su reloj—Menos de 15 minutos.—Suspira al ver el semblante de su jefe.
—¿Cómo resultó? ¿Lo era?—Aprieta sus puños.
—Lo lamento—Niega con su cabeza—No concuerda ni siquiera con en 20% ya quedó tachada de esa lista. En estos momentos está siendo envidia con su nueva familia.
—Ya veo—La decepción en su voz es lamentable de escuchar—¡¿Cuánto más tengo que esperar?!—Lanzo una copa de vino al piso—¿A quien debo de rezarle para que me lo diga?—Sonríe con tristeza—¿A Dios? ¿Al Diablo? ¿A quien? Solo díganme y lo haré.
—¿Y si va con el viejo y le obliga a decirle la verdad?—Sugiere. Ha Brandon le dolía ver a su jefe en ese estado tan desesperado, con ojeras bajos sus ojos. Solo sabe dormir unas dos o tres horas. Sufrí de insomnio.
Todavía puedo recordar su expresión agonizante cómo si fuera ayer, esa desesperación que lo volvió loco. Fue al infierno con la esperanza de que le dijeran lo que tanto deseaba solo para que al final, eso fuera en vano. Una mentira más de su familia para usarlo como el perro que se suponía que era.
—Ese viejo no está fingiendo—Apaga el cigarro—Ya perdió las cabales, maldita la hora en la que se volvió loco—Rechino los dientes—Y esa maldita solo se largo así, sin más.—Pateando fuertemente la mesa—Tuvo suerte de escapar.
—¿Cómo íbamos a saberlo? ¿Debí de torturarla más ese día?—Preguntó Brandon con frialdad—¿Le hubiese cortado la cara? ¿Debí dejarla sin respirar?—Abraza la cintura estrecha de su jefe.—Si hubiera ido detrás de ella en vez de salvarme a mí, las cosas serían diferentes.—Es algo que no podré perdonarme, jamas.
—Tal vez—Ve esos bonitos ojos claros—Y sí, debimos cortar su garganta desde un principio.
Levanta en sus brazos a Brandon, este enreda sus piernas en esas filosas caderas de su jefe. Se ven uno a otro con cariño.
—No me arrepiento de verte salvado, nunca lo haré—¿Como podría?—No obstante, todavía hay tiempo para castigarla—Besa el cuello de Brandon—Su hora llegará y su sufrimiento será el más terrible.—Desliza su mano bajo esa camisa ajustada.—Tendra algo que ame estoy seguro de ello, y yo me encargaré de quitárselo frente a sus ojos.
—Jefe, tiene una reunión....
—Esos bastardos pueden esperar—Beso los labios de Brandon.
Ambos se escondieron en esa oscuridad, solo se podía escuchar los jadeos de ese ardiente beso o el sonido de su ropa cayendo al piso.
—No respondas—Sugiere entre jadeos, no obstante el celular de Brandon no dejaba de sonar.
—Puede ser importante—A ciegas busca su celular.
—¿Esa llamada es más importante que yo?—Mueve sus caderas, presionado profundamente el interior de Brandon.
—¿H-Hola?—Respondió la llamada, no podía hablar bien por la opresión en su estómago.
Al estar montado a su jefe, la magnitud de la exploración en su interior es más profunda, hasta el punto de dejarlo sin aire. No era para menos, la cosa dentro de su interior no es pequeña, esa cosa el condo extragrande aún le queda pequeño.
—¿Señor Brandon?—Preguntó.
—¿Si, soy yo?—Con su mirada ansiosa le dice a su jefe, que no se atreva a moverse.
—Me disculpo por llamarle sin previo aviso—Sonaba nervioso—Soy el asistente del Ceo Mansell.
El jefe de Brandon estaba por agarrar las esbeltas caderas de su asistente, para subirlo y bajarlo sobre su erecto miembro. Sin embargo, detuvo su movimiento al escuchar quién era esa persona que llamaba.
—¿Por qué motivos me llamaría el asistente del Ceo Mansell?—Preguntó curioso.
—Bueno...mi jefe quiere hablar con su jefe—No es por nada pero siento un sudor helado sobre mi espalda.—Se que es algo imposible dado la circunstancias, no obstante quieren por lo menos hablar con usted, por una situación que a surgido con su familia y la familia Reynolds.
—¿Qué tipo de situación?—Fingio no saberlo.
—Es algo que les gustaría hablar en persona, ¿Si se puede?
Brandon vio a su jefe, este asintió en acuerdo. Dejándole saber que, será él mismo quien se reunirá con todos ellos. Es momento que algunas personas lo conozca.
—Bien, le enviaré la hora y el lugar donde nos reuniremos. Adiós—Finalizo la llamada—¿Por qué querrían una cita con usted? ¿Cree que sospechen o querían realizar algún pedido? ¿No recuerdo que tuviéramos algo que ver con los Reynolds?
—Lo sabremos cuando hablemos con ellos—Muerde el pezón de Brandon—Por el momento solo concéntrate en mí—Abofetea esos bonitos glúteos—Muevete.
Brandon no refuta y solo obedece lascivamente moviéndose de arriba abajo, mientras sus manos se aferran a los anchos hombros de su jefe, degustando de los rojos labios del jefe. Ignorando por completo los pobres diablos sin vidas sobre el suelo. Muy locos los dos.
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