Sentimientos
—Pero es que no ve el peligro que corre Yamato, que tal si se vuelve como él, si lo contagia... —argumento Yuuko con el semblante afligido.
—Estaría muy orgulloso de parecerme a Taichi —interrumpió Yamato apareciendo en escena. —Es una gran persona, y dentro de pocos años estoy seguro se convertirá en un hombre maravilloso.
—Solo un marica hablaría así de otro marica —insulto Susumo con desprecio marcado.
—Cuidado en cómo le habla a mi hijo —reto Hiroaki.
Susumo contemplo al hombre rubio que con mirada fiera defendía a los muchachos.
—Está divorciado ¿cierto? —arguyo Susumo con tono despectivo. —¿No será que también le gusta que le den por el culo? Pobre de su esposa, seguro que por eso ella lo dejo llevándose a su hijo menor, a nadie le gusta estar con un...
—No meta a mi familia en esto porque...
—A mí no me amenace, un puto gay no puede hacer nada aparte de parar el rabo y gemir como perra en celo...
Y Susumo jamás vio venir el puñetazo que Hiroaki le encajo en pleno rostro. Yuuko grito de la impresión y corrió a socorrer a su esposo mientras Yamato y Taichi contemplaban atónitos como el padre de Matt acechaba con aura amenazante al hombre en el suelo.
—No comprendo como una escoria como tú pudo criar a un chico tan maravilloso. Esta vez solo te rompí la nariz, a la otra te castro infeliz. No vuelvas a acercarte a mi familia y eso incluye a Taichi. Entendiste.
Susumo solo mascullo insultos, se levantó a toda prisa y tomando de la mano a su esposa puso distancia de por medio. Ya a unos pasos se giró para mirar a Taichi.
—Estas muerto para nosotros, y ni intentes acercarte a mi hija porque no respondo —amenazo para luego continuar caminando.
Taichi se dejó caer al piso apenas sus padres desaparecieron de su vista. Todo su cuerpo temblaba y su corazón latía como el de un colibrí. Sentía su alma ser partida en miles de pedazos, un dolor jamás sentido se adueñó de él al ver una vez más el asco, desprecio y vergüenza en los ojos de quienes debieron amarlo por sobre todo. Podía ser valiente y enfrentarse al mundo, pero... que pasa cuando en quien más confías te traiciona, cuando pierdes hasta el piso en el que caminas.
—Lo siento —dijo en apenas un susurro. —Yo de verdad lo lamento...
Yamato bajo la cabeza sin saber que decir, pues a pesar de pasar gran parte de su vida solo, en los temas importantes como el de ahora, siempre sintió el apoyo incondicional de su familia. Y cuando necesito de un apoyo extra Taichi no dudo en brindarle su hombro para llorar.
Un suave empujón hizo a Yamato comenzar a moverse, quizás él no sabía cómo reaccionar pero su cuerpo si, pues sin dudarlo se arrodillo y envolvió entre sus brazos a un destrozado Taichi que se refugió sin pensarlo en él.
Unos instantes después la mano grande y varonil de su padre les acaricio con ternura las cabezas a ambos, y supo que esa fue la misma mano que lo había incitado a actuar.
—Vamos a casa niños —dijo con un tono que Yamato solo recordaba de cuando era muy pequeño y que siempre le hizo pensar que su padre era fuerte y poderoso.
Taichi los miro a ambos, Hiroaki le sonrió con ternura y Yamato le sujeto la mano con firmeza.
—Gracias...
Kari dio un suspiro involuntario mientras sus dedos se entrelazaban con los de su hermano. Yamato sentado frente a ellos los observaba. Era hermosa la relación que había entre ellos, incluso en ese momento le llegaban a la cabeza las palabras de Kari el día que pensaron que Tai había muerto.
Yo también quiero desaparecer.
Una frase que destrozo a Tk al comprender que Taichi sin duda siempre seria el hombre de la vida de Kari. Y ese sentimiento era completamente correspondido, porque Taichi la amaba por sobre cualquier persona. Era la luz de su vida.
Se encontraban tomando un refrigerio en una pequeña cafetería del centro comercial, Taichi y Hikari de un lado de la mesa y al otro Matt y Tk. Un silencio se había cernido sobre ellos después de que Matt relatara el encuentro con los padres de los Yagami.
—Te amo, te amo —dijo Hikari aferrándose a la mano de su hermano —y no creo que seas nada de lo que ellos dicen, por eso... —y lo miro con los ojos aguados. —Por eso... no te alejes de mí. Me moriría si te pierdo —gimió abrazándose desesperada a Taichi.
Tai se sintió conmovido, ahí estaba él sintiendo que todo el mundo le dio la espalda cuando su pequeña y dulce hermana sufría por su situación y no perdía ocasión para reiterarle su amor incondicional.
—Yo también te amo Kari —respondió él abrazándola con verdadero cariño.
Al entrar al departamento Yamato no pudo evitar notar el caminar lento y desgarbado de Taichi, mirando al suelo como lo hace un ave que no puede volar.
—Tai —llamo sujetando su mano y entrelazando sus dedos. Notando la fría temperatura contrastar contra la suya.
—Sabes Matt... —comenzó Taichi y luego se detuvo como si se estuviera debatiéndose entre contarle un secreto o no. —Sé desde hace poco mi... pues, mi inclinación. No fue fácil. De hecho siempre me decía que tal vez solo estaba confundiendo el cariño de amigo con algo más.
Yamato se mordió los labios, luego dio un suave apretón a la mano que sujetaba preguntándose, desde cuando entrelazar la mano con su mejor amigo se había vuelto un gesto tan significativo. Cierto es que desde la primera vez que sus manos se unieron, jamás llegaron a soltarse del todo, pero... bueno, el sentir su tacto, su ser a través de ese gesto parecía un tanto, tal vez demasiado, intimo.
—Pero llego un momento en que ya no pude engañarme, en que fue más que obvio para mí que lo que sentía era amor. ¡Dios! Solo una palabra suya y mi corazón vibraba, no eran mariposas en el estómago, eran miles de pterodáctilos revoloteando y buscando salir. Y la sonrisa de idiota enamorado no la podía disimular.
Taichi se mordió los labios y luego lo miro con cierto temor.
—Dime si este tema te incomoda y yo...
—No —tajó Yamato con demasiado entusiasmo para su gusto. —Está bien, quiero saber de... ti.
—Cada vez que miraba a esa persona mi mente se imaginaba lo lindo que sería caminar tomados de la mano, compartir una malteada mientras nos mirábamos a los ojos, y un millón de otras escenas cliché que siempre pensé era de tontos, cursi, pero que al aplicarlos a él, pues... eran la cosa más maravillosa que jamás pudiera pasarme.
—¿Se lo has dicho?
—Eh —dijo Taichi sin comprender. —¿El qué?
—Que te gusta. Le has dicho que quieres ser más que un amigo.
—Oh Dios, no. Nunca lo haría...
Yamato ladeo la cabeza como si Taichi estuviera hablando en ruso.
—¿Por qué? No creo que nadie se negaría a ser tu pareja —comento con simplicidad, como si fuera la verdad más inherente de la tierra.
Taichi lo miro con sorpresa, luego se sonrojo furiosamente y finalmente agradeció el elogio con la cabeza gacha intentando ocultarse bajo su flequillo. Uno que por cierto ya estaba muy largo.
—Creo que deberías ir a cortarte el cabello.
—¿Se ve mal?
—No.
Taichi escogió ese momento para elevar la mirada y perderse en aquellos ojos tan azules como el cielo despejado de verano, eran hermosos y él los adoraba, los amaba desde hacía mucho. Por su parte Yamato respiro profundo olvidando que el tiempo existía mientras contemplaba cada detalle de aquellos ojos rasgados que en ciertas circunstancias parecían los de un felino al acecho. Como cuando tiraba a la portería enemiga, o tomaba una decisión difícil. Sus pestañas negras abanicaban como las alas de una mariposa, suave, etérea.
Dicen que los ojos son las ventanas del alma, si eso era cierto en ese momento Yamato juraría que no existía nadie tan puro y dulce como su amigo, aquel niño de valor desbordante, ideales fuertes y cariño sincero. Ese mismo muchacho que aun con dudas en el corazón daba todo de si para ayudar, por hacer de este mundo un lugar mejor. Uno que merecía ser amado, tanto como amaba.
Y ahora que lo escuchaba hablar de la persona elegida por su corazón, algo dentro de Yamato le hacía sentir un poquitín celoso. Quería ser visto con esa misma adoración, con ese mismo amor.
Su mano dejo los cabellos castaños para apenas rozar con la punta de sus dedos la piel de la frente y continuar hasta atrevidamente posarse sobre su mejilla.
¿Hace cuánto no se miraban de frente? por qué ahora notaba la diferencia de estatura, Taichi era por centímetros más bajito. Siempre habían sido casi iguales, tanto en estatura como en musculatura, pero los años poco a poco iban marcando diferencias que seguramente se harían más notorias cuando Taichi se dedicara completamente a la abogacía y él a la aeronáutica.
Esperaba que siquiera conservando a pesar de la madurez esa mirada dulce, ese tono amable y esa dócil aceptación, solo hacia él, que siempre mostro. Asemejaba a un cachorrito que mecía la colita en espera de su cariño, pero que si la situación lo ameritaba podía transformase en un poderoso dragón de dientes afilados y fieras garras, poderoso, amenazante... protector.
—Me gusta —musito Yamato sin percatarse en qué momento su otra mano le hizo compañía a su compañera, estaba sujetando el rostro de Taichi como si no quisiera soltarlo nunca.
Luego el brillo intenso en la mirada marrón le hizo comprender que aquellas palabras que nacieron naturalmente en su mente se le habían escapado también por los labios.
—Me gustas —repitió nervioso, soltando a su amigo —ERES UN INCREIBLE AMIGO, Y CREO QUE YA LO había dicho, —bajo el tono de voz comenzando a tartamudear. —Y y... un gran ser humano, me gustas tal y como eres... así que si esa persona que quieres, te pide que cambies entonces... no merece que lo ames con tanta pasión.
Taichi parpadeo y luego sonrio con la luminosidad de mil soles, con esa sonrisa tan hermosa que te hace feliz de solo poder contemplarla.
—Gracias Yama... tú también me gustas tal y como eres —respondió Taichi abrazando a Yamato con infinito cariño.
Continuara...
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N. A.
Lamento la demora, pero esta última semana hubo mucho movimiento debido al cierre de fin de año. Pero al menos espero que pasada esta racha de trabajo intenso pueda dedicarles más tiempo a las actualizaciones.
Les deseo un excelente día.
Atentamente su escritor incondicional.
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