Relaciones


Sora apretó la caja de almuerzo que había preparado para Yamato mientras observaba con odio infinito la que sostenía el rubio entre las manos. Su primer pensamiento fue buscar a la resbalosa que estaba intentando acercarse a su novio, luego noto el sticker de balón de futbol y una preocupación aun mayor se le instalo en el pecho al ver tan feliz a Matt.

—¿Ese almuerzo es de Tai? —pregunto Sora acercándose al pupitre del rubio con desconfianza.

—No, es mío —aclaro Yamato y sus dedos inconscientemente se aferraron al almuerzo.

—No estoy muy segura de como tomar eso... —dijo ella bajando la mirada. —Pero... en todo caso podemos intercambiarlo, mi comida...

—No, estoy bien con el mío —tajo Yamato.

—Pero...

—Sora, estoy bien, además Taichi se esforzó mucho en prepararlo y últimamente su sazón ha mejorado considerablemente, estoy ansioso de probarlo.

Sora parpadeo varias veces, como si no creyera lo que estaba viendo. Yamato acababa de ruborizarse, además de que ella pudo notar sin cavidad a duda, el brillo de ilusión en su mirada. Y todo eso debido al estúpido almuerzo que Taichi Yagami preparo para él.

Ella llevaba cerca de medio año regalándole cosas, desde cajas de almuerzo, hasta cuerdas para su guitarra, las cuales cabe mencionar no fueron fáciles de conseguir porque las marcas y los precios eran tan variados como horas tiene el año; y nunca, jamás lo vio poner esa expresión.

—¡Yama! —grito Taichi parado en la puerta del salón. Yamato no dudo en ponerse en pie e ir a su encuentro.

Sora se quedó en su lugar, como una estatua que solo puede mirar como la vida corre a su alrededor. Así vio sin intervenir como ambos se marchaban conversando animadamente.

—Sora —llamo Mimi tocando levemente su hombro. —¿Está todo bien? —pregunto la castaña.

—Mimi —murmuro Sora, las manos le temblaban y no sabía que resultaría de lo que estaba a punto de decir. —Yo... en este momento odio a Taichi —confeso intentando reprimir las lagrimas que pugnaban por salir de sus ojos.

—No puedes hablar en serio —intento restarle importancia.

—Hablo en serio, quisiera que desapareciera, que nunca se hubiera cruzado en la vida de Yamato.

Mimi se entristeció al escucharla y ver como derramaba lágrimas, pero sin importar cuanto la quisiera ella no podía decir que estuviera de acuerdo. Taichi era un buen amigo y un chico que había demostrado su valor, fuerza y entrega. Los había guiado en situaciones que hubieran superado a muchos adultos y por sobre todo les dio la confianza de continuar, de sobrevivir y hacer lo correcto a pesar de las dificultades. Por su parte Yamato era... bueno en pocas palabras, el complemento de Taichi, sin Matt, Mimi estaba segura Taichi nunca hubiera demostrado tantos atributos. Porque Matt era sin darse cuenta el respaldo, la seguridad, la mano amiga que sabe estará ahí para corregir, ayudar, y empujar cuando sea necesario. Era el refugio y el calor de hogar.

Pensándolo de esa manera Mimi solo podía sentirse miserable, porque a pesar de ver llorar a su amiga no podía darle la razón, Matt necesitaba a Tai, tanto como Taichi requería a Yamato. Eran dos mitades, complementos de una pieza que siempre sería mejor cuando estuviera completa.

—Deja de llorar —suplico Mimi abrazando a la pelirroja.

—No puedo, porque algo me dice que... que... que ya perdí —gimió llorando más fuerte. —Y quisiera odiar a Taichi por quitarme el cariño de Matt, pero... no puedo. No puedo...

Mimi acaricio los cabellos pelirrojos mientras la consolaba.

—Qué te parece si tomas tus cosas y vamos de compras —ofreció —sé que aún nos queda la mitad de las clases, pero ¡al diablo! Hoy vamos a disfrutar de nuestra juventud.

Sora se mordió el labio y tímidamente asintió agradeciendo tenerla por amiga.

—Gracias Mimi...

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Hiroaki caminaba a paso rápido, casi iba tropezando con sus pies debido al cansancio que llevaba encima, aun así no disminuyo su marcha. Quería llegar antes que los chicos al departamento. La razón... una llamada a su trabajo de parte del matrimonio Yagami.

Su mayor preocupación en ese momento era que se encontraran con Tai y Matt. No quería que su hijo se involucrara.

—Señor Ishida —lo llamaron antes de que comenzara a subir las escaleras rumbo a su departamento. —Lo estábamos esperando.

Hiroaki casi sintió que su corazón, de por sí desbocado por la carrera aumentaba su ritmo al tener frente de si a los padres del amigo de su hijo.

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Yamato resoplo indignado al ver su cama completamente desnuda.

—Mis sabanas estaban limpias Taichi —reclamo Matt cruzándose de brazos mientras veía como Tai metia las referidas a la lavadora.

—¿A qué llamas limpio Yamato? —cuestiono Tai mostrándole el agua de la primera lavada. —Hasta corto el jabón. ¿Hace cuánto que no las lavabas?

—Eso no es de tu incumbencia, además, casi no tengo tiempo para minimidades como esa.

—Bueno, pues yo sí. Así que si quieres ser útil ve i compra suavizante de telas, porque el que tenías ya se terminó —ordeno Taichi prendiendo la lavadora y girándose a la canasta de la colada para separar la ropa blanca de la de color.

—No quiero —se quejó Matt continuando con su berrinche.

Taichi rodo los ojos, y le lanzo a la cara una de sus camisas.

—Entonces iré yo, tu termina de separar la ropa.

Matt torció la boca, pero se resignó a hacer lo que le pedían.

Taichi tomo su cartera y salió del departamento. En su mente iba haciendo cuentas, aún quedaba la mitad de la quincena y en su haber solo tenía... pues unos pocos yenes, apenas si lo suficiente para dos cenas de sopas instantáneas, por suerte el padre de Matt aceptaba su trabajo doméstico como pago por las cenas y comidas. Estaba tan agradecido con él.

Con forme iba descendiendo las escaleras pudo escuchar la voz del patriarca Ishida, y se alegró porque Matt siempre estaba más feliz cuando su padre los acompañaba a comer o cenar. Y entonces toda su alegría se borró de tajo cuando le llego a los oídos un par más de voces que conocía muy bien.

—Piense en su hijo Ishida —alego Susumu Yagami.

—Lo hago —respondió Hiroaki con la mirada dura.

—Pues lo dudo. Permite que un degenerado conviva con él. ¿Y si lo a taca? —se alarmo Yuuko Yagami.

—Cómo puede hablar de esa manera de su hijo...

—Ese pervertido no es mi hijo. Y si vine hasta aquí es porque me preocupo por Matt. No es correcto que con su carita de mustio engañe a un buen chico —defendió Susumo, luego agregó. —Porque podría apostar de que antes de que YO le dijera la razón por la cual lo echamos, él no tuvo la cara para contarle la verdad.

Taichi que hasta ese momento se mantenía solo escuchando palideció completamente arrepintiéndose de no haberle contado la verdad a Matt y a su padre. Por eso y tomando todo el valor que tenía salió de su escondite.

—Tiene razón, nunca le dije el motivo y me disculpo con usted señor Ishida.

Tanto sus padres como Hiroaki se quedaron mudos al verlo aparecer.

—Lo que menos quería era causarle molestias —continuo hablando. —Le agradezco lo que ha hecho por mí, por eso yo voy a recoger mis...

—Tu no vas a ningún lado —tajó Hiroaki colocándose a su lado. —¿A dónde demonios se supone que iras?

—Yo...

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Matt saco las sabanas una vez que el siclo de lavado termino. De verdad que estaban sucias, aunque no pensaba admitirlo ni bajo tortura.

—Ahgggrrr —gruño molesto. —¿Cuánto puede llevar ir por suavizante? —se desesperó Matt.

Taichi llevaba fuera de casa más de quince minutos y él se estaba hartando de esperar, por eso sin más, pesco sus llaves de paso y salió del departamento pensando que cómo encontrara a Taichi perdiendo el tiempo en alguna tontería lo traería de regreso de la oreja.

Bajo las escaleras con una sonrisa malévola. Una que se borró al llegar a la planta baja y encontrarse con una escena para la que no estaba preparado.

Hiroaki, su padre interponía su cuerpo entre un muy enojado Susumo Yagami y un tembloroso Taichi que a pesar de todo no se dejaba intimidar.

—Si aceptaras que estas enfermo, podríamos...

—NO estoy enfermo. Maldita sea, ser homosexual no es un delito ni una peste. Yo solo... —grito Tai llorando. —Solo soy así... para ustedes puede estar mal, pero... no puedo cambiar lo que soy...

—Puedes tratar de hacerlo sonar bien —reto Susumo —Pero todos los aquí presentes sabemos que solo eres un desviado, un degenerado, un marica que le para el culo a ...

—Yo no pienso eso —defendió Hiroaki en extremo enojado por las blasfemias que escuchaba. —Ni yo ni mi hijo. Y estoy muy feliz de saber que Taichi es amigo de Yamato.

Continuara... 

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N. A. 

Respondiendo a los comentarios de Stony6, sus comentarios me hicieron reír y darme cuenta que de verdad parece disfrutar esta historia. Le agradezco infinitamente el tiempo que dedico a dejarme esos comentarios que hacen valga la pena las horas frente a la computadora. 

Atentamente su servidor incondicional. 

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