No somos... novios o ¿sí?
—No somos novios —dicen Matt y Tai al unísono.
—¿Enserio? —pregunta Ryō elevando una ceja de tal manera que logra hacer notar su escepticismo. —Pues cualquiera diría que llevan una relación de años —comenta elevando los hombros. —En todo caso. Es hora de tu descanso Tai.
Taichi no espero mayor indicación, se quitó el delantal para lanzárselo a Ryo, tomar la mano de Yamato y tirar de él hacía la salida.
Tai jala a Matt por al menos dos cuadras antes de detenerse, y más rojo que una granada tartamudea deseando menospreciar los comentarios de Ryo. Matt sonríe, le enternece de sobremanera esa faceta de Taichi, cuando deja de ser el adulto al mando y deja ver ese lado infantil que Yamato tanto ama.
—¿Qué deseas para cenar? —pregunta Matt dejando de lado todo rastro de incomodidad. —Hoy me toca a mí y...
—Cualquier cosa que prepares está bien, voy a llegar cansado y hambriento —responde acariciándose el estómago.
—Preparare hamburguesas —dice Yamato y no puede evitar sentir como su pecho se infla de emoción y orgullo al ver la ilusión en el rostro de Tai. —Debo irme, te veré en casa, no hables con extraños y no te entretengas con nada ni nadie. Si un desconocido te ofrece golosinas no las aceptes.
Taichi ríe, se cubre levemente la boca y luego deja salir una carcajada.
—Quien crees que soy. Yama no tengo cinco años.
Y Yamato en ese momento es feliz, es feliz de ver a Taichi reír, de verlo vivo y sin preocupaciones aparentes, de saber que puede hacerlo reír de esa manera y le gusta su sonrisa. Casi podría jurar que adora ese gesto, ver como sus ojos se entrecierran dejando apenas si lo suficiente para que los rayos del sol se cuelen entre sus pestañas y hagan brillar lo poco que asoma. Su nariz respingona que se arruga levemente, sus labios que adornan de manera perfecta sus dientes y sus mejillas rojas. Incluso es adicto al sonido que nace de su garganta. Es como el canto de una sirena y Taichi lo hace de manera tan trasparente que contagia su alegría.
—Amo verte reír —murmura Yamato sin darse cuenta.
Taichi lo observa, cómodo y alagado.
—Yo amo que me hagas reír...
Cinco, diez, quince segundos... un minuto, cinco... cual es la diferencia, lo único que saben es que en ese momento mágico mientras se sostienen la mirada solo ellos existen, en su pequeña burbuja su mundo es perfecto.
—Matt —llama Tk elevándo la mano para atraer la atención de su hermano y regresando a la parejita a la realidad. —Ahmmm ¿interrumpo algo? —pregunta el menor apenas llegar a su altura al observar como Taichi y Yamato desvían la mirada e intentan disimular el leve rubor que cubre sus mejillas.
—No —responde Yamato carraspeando con la garganta. —No, nada. ¿Qué necesitas?
—En realidad iba a casa de Daisuke cuando los vi y pensé en acercarme porque parecían a punto de agarrarse a golpes de lo fijo que se miraban. Aunque ahora que lo pienso su aura era más rosa, de enamorad... —la mano de Matt impidió que Tk terminara de hablar.
—Tai, creo que ya termino tu descanso, te veo en la casa, de acuerdo —comento Yamato sin soltar al bocazas de su hermano, atento a cuando Taichi asintió con la cabeza. —Entonces, bye —y arrastro a Tk lejos.
Tk forcejeaba, se estaba ahogando y Yamato parecía indiferente a su padecer mientras lo arrastraba por las calles. Su instinto de supervivencia gritaba por un poco de aire y eso le impulso a morder la mano que lo asfixiaba.
Yamato grito de dolor y soltó a su prisionero que inhalo aire desesperado.
—¿Querías matarme? —reclamo Tk mal mirando a Matt.
—Pues no tendría que hacer ese tipo de cosas si no fueras tan boca floja —contrataco Matt.
—Yo solo dije lo que vi, tampoco es como si fuera verdad... o ¿sí?
—Cállate —gruño Matt. —Me voy a casa.
Tk ladeo la cabeza, luego achino los ojos mientras los clavaba en la espalda de Yamato que se perdía entre la gente. Torció la boca pensando, apretó los labios antes de darse cuenta que en realidad no le molestaba para nada que Yamato fuera la pareja de Taichi. Y a decir verdad siempre quiso que el digielegido del valor fuera parte de su familia. Llamarlo hermano sería un honor porque lo admiraba, a ambos.
—Serian la pareja ideal... —murmuro, después sonrió como si el sol acabara de salir después de una gran tormenta. —Pronto tendré otro hermano —se alegró.
Yamato llego con paso tambaleante a la casa. Tenía muchas ideas rondándole la cabeza, como avispas que zumbaban sin permitirle enfocarse en una sola.
—Tal vez solo deba dejar de pensar —murmuro dejándose caer en el sofá de la sala.
—Pero no lo harás porque entonces no serias tú.
Matt casi salto al techo de susto. Su padre rio mientras terminaba de secarse el cabello con una toalla, llevaba puesto el pantalón de la piyama y el torso desnudo, seguramente acababa de llegar de la televisora.
—Y bien, ¿qué te atormenta?
—Nada —respondió Matt listo para abandonar la sala.
—Yamato —nombro Hiroaki logrando que su hijo lo mirara. —Sé que durante... pues toda tu vida has prescindido de mi consejo y protección. Yo... he hecho lo mejor que he podido... y no estoy buscando justificarme... lo que quiero decir —y soltó un resoplido, casi bufido mientras desviaba la mirada, se sentía un tanto expuesto. —Que no importa lo que pase, puedes y debes confiar en mí, voy a apoyarte.
Yamato parpadeo, como si no creyera lo que estaba viendo y escuchando, luego sonrió con ternura, una sonrisa que rara vez mostraba antes de agradecer de manera sincera las palabras de su padre, porque de hecho un gran peso, el cual aún no tenía nombre, pareció esfumarse.
—Te amo Matt, eres mi hijo y eso no cambiara nunca.
Yamato deshizo la distancia que lo separaba de Hiroaki para estrecharlo entre sus brazos, su corazón galopaba con fuerza mientras sus ojos aguantaban las lágrimas, tenía ganas de llorar aunque no sabía a ciencia cierta la razón, solo... quizás esa era la reacción más lógica de sentirse amado.
—Y yo que pensé que nunca más volvería a consolarte —susurro Hiroaki apretando a su primogénito.
—Si se lo cuentas a alguien voy a golpearte —dijo Matt avergonzado.
—Está bien, no le contare a nadie que el varonil Yamato Ishida lloro entre mis brazos —se burló Hiroaki —Auuchhh... —se quejó de manera teatral por el puñetazo que Matt le acomodo en el costado, y que en realidad no llevaba fuerza.
—¿Sostendrías tus palabras si te dijera que quiero un novio? —pregunto Matt temblando ligeramente.
Hiroaki se tensó cual cuerda de violín, luego al percatarse del tiritar de su hijo se contentó con mirar al techo, ya se imaginaba a quien se lo pediría y era mejor resignarse de una buena vez. Nada ganaría oponiéndose a una relación más que bien cimentada y a todas luces duradera. Además, el amor era amor a final de cuentas y él no era prejuicioso pues su trabajo le exigía tratar con miles de personas, algunas más excéntricas que otras, ¿así que porque serlo con su hijo? Ya tendría suficiente con que el mundo entero lo juzgara como para sumarles a sus más allegados. Por eso...
—Si ese es el caso... entonces solo voy a pedirte un favor —Matt lo miro curioso —Nunca bajes la cabeza, no tienes nada de qué avergonzarte y... ama mucho a Taichi.
Yamato se alejó lo suficiente como para mirarlo a los ojos, tenía la boca abierta ante la respuesta de su padre.
—Yo... bueno. Cielos, no sé qué decir, yo... Taichi y yo no... es que... Taichi si es... —tartamudeo Yamato sin lograr darse a comprender. Respiro profundo para aclarar sus ideas y explicar lo que rondaba su cabeza.
Hiroaki escuchó atentamente lo que Yamato acababa de descubrir, la razón real de porque Taichi no podía volver a casa, el repudio de sus padres, el golpe que tenía Hikari en el rostro y sobre todo el dolor y la angustia de ambos hermanos Yagami.
—Te pregunte lo del novio para saber cómo reaccionarias, ya no quiero exponer a Taichi a otro desprecio, así que...
—Hiciste de carnada —concluyo Hiroaki. —Si te rechazaba seria a ti y no a Tai.
Matt asintió y Hiroaki sonrió paternalmente. Eso era lo que más admiraba de Matt, siempre estaba dispuesto a darlo todo por aquellos que consideraba importantes.
—Taichi es bien venido el tiempo que sea necesario, por eso no debes preocuparte. Lo que si deberías de considerar es... —y el padre se quedó callado, quizás era mejor no meterse en terreno pantanoso y dejar que las cosas fluyeran. Si Matt sentía algo más que amistad por Tai ya se daría cuenta a su tiempo.
—¿Tu de verdad creíste que estaba enamorado de Tai?
Hiroaki ladeo la mirada, de hecho lo pensaba, pero no iba a decirlo.
—Yo solo creí que si se trataba de amar a otro chico, prefería que fuera Taichi. Lo conozco desde niño y confió en él. Sé que si lo eligieras nunca te haría daño.
Yamato pareció sopesar sus palabras, y felizmente estuvo de acuerdo.
—Te prometo que cuidare de él, tanto como él lo ha hecho conmigo —acepto medio en broma y medio enserio. —Y si nos casamos será él quien lleve el traje blanco, tu comprendes —comento guiñándole un ojo a su padre.
—No me cuentes esas cosas. Aghhhh... que horror —regaño Hiroaki tomando un almohadón del sofá para tirárselo a Yamato a la cara.
Yamato tomo otro proyectil para responder iniciando así una guerra. Ambos rieron y jugaron esa tarde hasta caer rendidos como nunca antes lo habían hecho.
Satisfechos, felices y tirados sobre la alfombra fue como Taichi los encontró al volver del trabajo.
continuara...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top