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-ahora prueba- dijo Erika dándole un trozo de lo que acababa de cocinar a Dakota

-uhhhh, picante- sonrió -sabe muy bien ¿Qué es?-

-son chiles jalapeños rellenos- ella sonrió

-deliciosos- rió levemente -ya debo irme, mi hora de almuerzo casi acaba- dijo un poco desanimada

-te guardaré unos cuantos para cuando salgas- sonrió la pelinegra -¡Raph!-

-¿Qué quieres mujer?- dijo mientras guardaba una caja en una estantería

-lleva a Dakota a su trabajo, llegará más rápido en el mini- miró al ojiverde

-¿Por qué yo?- se recostó en la pared a un lado de la estantería

-porque tu linda esposa te lo pide amablemente- rió

-¿Y que gano a cambio?- la miró con una sonrisa maliciosa

-te haré la pasta con albóndigas y salsa chipotle que tanto te gusta- sonrió y sus rasgados ojos se hicieron más pequeños

-te espero en el auto- dijo mientras tomaba las llaves y se iba hacia el mini

-gracias por el favor- sonrió la pelinaranja

-cuando quieras, te enviaría con Mikey pero ahora él me está ayudando en la cocina- dijo algo apenada

-no te preocupes, de seguro con Raphael llegaré más rápido y con suerte pueda salir más temprano y venir a ayudarte a cerrar- sonrió

-Mikey consiguió una buena chica- rió y fue a la cocina con el menor de los hermanos

Dakota sonrió, tomó sus cosas y se fue al mini en donde la esperaba el temperamental, emprendieron camino, iban en silencio, pero no era un silencio incómodo.

Ella se sentía a gusto con el ojiverde, sabía que podía confiar en él y que en cualquier caso iba a defenderla.

-no olvides tu saco- dijo Raphael viéndola bajar del mini

-¡Si! Gracias por darme un aventón- sonrió

-como sea- sonrió levemente de lado -cuídate-

-claro, los veré después- cerró la puerta del mini

-¡Dakota!- dijo una voz femenina y conocida

-¡Molly!- saludó con la mano a su amiga

La pequeña castaña quedó pasmada al ver al ojiverde, su cabello, sus ojos, su piel, le parecía atractivo, no pudo articular palabra después de mirarlo.

-gracias de nuevo Raphael, dile a Mikey que lo veo más tarde- dijo la pelinaranja

Él asintió y emprendió su camino de vuelta al restaurante, su pequeña pelinegra lo esperaba con un plato de pasta recién hecha.

-¿Es tu novio?- sonrió

-no, es hermano del chico con el que salgo- sonrió y comenzó a caminar para entrar al banco dejando atrás a su amiga

-es muy guapo- sonrió con un ligero brillo en sus ojos

Ella siguió a su amiga y se adentró en el banco para ir directamente a su puesto, sin embargo no podía sacar a aquel pelirrojo de su mente.

-Hola Molly- dijo con voz muy alegre

-¡Oh! Hola Kenny- sonrió al verlo

-hoy luces linda-

-¿O sea que nunca me veo linda?- frunció levemente el seño

-¡No! A lo que me refiero es a que luces más linda que de costumbre-

-¿O sea que me veo menos fea que ayer?- se cruzó de brazos

-no quise decir eso... Simplemente me refiero a que eres muy bonita, pero hoy luces más bonita que nunca-

-eres fastidioso, solo me confundes- suspiró un poco frustrada -ve a dejarle esto a la señorita Jackson, ella va a revisarlo-

-claro... No te preocupes...- él tomó el sobre que ella le dió y se fue a la oficina de la señorita Jackson

-¿Tendrá novia?- dijo mientras suspiraba pensando en aquel pelirrojo mal encarado

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La hora de salida de la pelinaranja llegó, recogió todas sus cosas, dejó limpió su escritorio, se despidió de su jefe y caminó lentamente hacia la salida.

-hola Dakota- dijo Kenny quien estaba afuera alistandose para irse en su motocicleta -¿Necesitas un aventón?-

-¿Seguro?- ella sonrió

-claro que si, pontelo- le ofreció el casco -iré despacio- rió levemente

-gracias- ella sonrió y se colocó el casco

Lo ajustó y se subió en la parte trasera, se aferró con cuidado a su compañero de trabajo y emprendieron rumbo.

Dakota le iba indicando por donde ir, en cuestión de unos cuantos minutos llegaron, ella se bajó y le regresó el casco.

-muchas gracias Kenny- sonrió

-no hay de que, es un lindo lugar-

-algún día te invitaré a comer aquí, es un buen lugar- rió levemente -cuídate, no aceleres de más-

-soy adicto a la adrenalina, así que no prometo nada- rió -buenas noches Dakota-

Ella se despidió con la mano al verlo alejarse, entró al restaurante y en la cocina estaban la pelinegra y el menor de los hermanos lavando unos platos.

-hola ¿Necesitan ayuda?- sonrió

-no te preocupes preciosa, ya casi terminamos- sonrió el ojiazul -¿Qué tal tu día?-

-estuvo bien, lleno de números- rió levemente

-admiro a las personas que saben mucho de números, a mi me cuesta un poco, nunca me entró del todo en la cabeza, en la secundaria Maggie y yo íbamos con mi abuelo para que nos enseñara- rió y se secó las manos en su mandil

-yo tampoco soy muy bueno para eso- rió Mikey -a pesar de todo Shane sabe de números-

-supongo que eso es parte de Raphael- sonrió -al ser hermano de Donnie-

-puede ser, aunque la inteligencia se hereda de la madre y la estatura del padre- dijo Dakota mientras abrazaba a Mikey por la espalda

-bueno, en fin, yo solo quiero que mis hijos sean personas con un buen futuro y que tengan una linda vida- sonrió

-de seguro lo harán, tanto Raphael, Leonardo y tú son buenos padres- sonrió la pelinaranja

-gracias, bueno, yo me voy a casa- suspiró -Mikey, limpia cuando termines- rió

La pelinegra caminó hacia la tapa de alcantarillado, la levantó con facilidad y se metió para luego cerrarla.

-¿Aún tienes algo que hacer?- ella miró al ahora castaño

-tenemos- corrigió

-¿Qué vamos a hacer?- dijo un poco confundida y emocionada al mismo tiempo

-tú solo cierra tus lindos ojos, yo te guiaré-

Ella obedeció y sintió las manos de Mikey sobre sus hombros, caminó con un poco de miedo al tener los ojos cerrados.

-abrelos- dijo dulcemente

Dakota abrió los ojos y se sorprendió al ver una mesita para dos muy bien decorada, con unas lindas lamparitas blancas de papel, dos platos con lo que parecía ser lasagna con salsa blanca.

-Oh Mikey...- ella sonrió

-quise darte algo lindo después de un duro día de trabajo- sonrió y le acercó la silla para que se sentara -gracias hermano-

-como sea- dijo Raphael mientras caminaba para irse directo a casa, él había ordenado las cosas en la mesa

-es precioso, las lamparitas son muy lindas-

-Eri y el Sensei las hacen, ella suele venderlas aquí a sus clientes- él se sentó también

-no conozco a tu Sensei- ella lo miró

-bueno, es que, nosotros no llevamos a cualquiera a conocer a nuestro padre, Eri y Maggie esperaron un mes para conocerlo- sonrió -pero tú ya no eres cualquiera-

-espero agradarle- ella sonrió

-lo harás, eres una linda chica- él tomó su mano -ahora vamos a comer porque se enfría- rió

-luce delicioso-

Ambos comenzaron a comer tranquilamente, entre risas y una plática muy amena, disfrutaron su bella velada juntos.

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