🔸Ocultalo a simple vista🔸

A un mes de saber de su embarazo, solo un par de personas tenían conocimiento de esto. Además de Baltimore y Nenet, también lo sabía Bárbara Lake y Arabella.

Circe confiaba en que nadie hablaría hasta estar segura que nada malo pasaría, pero no podía decir lo mismo de sus síntomas. Con rapidez estos empezaron a afectarle.

Aunque ella dormía de corrido la noche entera, sus ojeras eran inevitables, así como el oscurecimiento de sus tatuajes, y la magia que brotaba de la nada.

No había maquillaje que cubriera las manchas, ni hechizo que fortaleciera su propia magia.

—¿Cuándo le dirás a tu hermano? Se dará cuenta que lo evitas.— preguntó Baltimore.

Circe estaba frente al espejo tratando de recoger sus cabello, pero este solo se zafaba de cualquier intento.

—¿Nenet te ha dicho algo?

Él negó mientras se detenía a su lado para verse en el espejo.

—Bien, ahí tienes tu respuesta.— añadió.—Maldición, me voy a rapar, no puede ser con este cabello.

Baltimore rodó los ojos ante el mal humor de Circe, y dio un paso atrás de ella. Con un solo movimiento de mano atrapó la cascadas de rizos naranjas en una coleta.

Aunque Circe veía muchas ventajas de tener un esposo ágil e inteligente, que sea alto y con mano mas grandes también era algo que la beneficiaba; pese a que le gustaba ese tipo de ayuda, en ese momento de la mañana no porque solo significaba algo.

—Puedo sola.— dijo y agitó la cabeza.

El cabello se escapo del suave agarré, y ahora Circe volvía a forcejear con su peinado. Baltimore se alejó, aun era temprano, y no tenía ganas de discutir por algo que se sabría tarde o temprano.

—Eres increíble.— murmuró sarcástico.

Circe alzo una ceja y lo vio por el reflejó del espejos.

—No creas que no te escuche.

Pero este solo la ignoró y bajo a la cocina. Para su sorpresa se encontró a su hija mayor junto con Olivia. Ambas murmuraban algo, y la mas joven no se veía muy animada.

Se separaron al instante en que lo vieron, y saludaron al mismo tiempo. Las hermanas Hestigio eran mas similares de lo que cualquiera pudiera admitir, y a veces daba escalofrío lo sincronizadas que estaban.

—¿Qué ocurre?— preguntó Baltimore, frenándose frente a ellas.

Olivia se puso de pie, tomo una carpeta, y su bolso y camino al lado del brujo.

—¿No saludas?

—¿Evades?

Olivia alzo una mano, y ante una falta de respuesta solo se marcho de la cocina.

—No lo hago.— dijo volviendo.—Besitos besitos, chau chau.

En cuanto se aseguro de que la mas joven se marcho de la casa, Baltimore volteo a ver a su hija, quien cubría su risa con la taza de café. A diferencia de su papá, a ella no le gustaba el té, y no había forma de que lograra tomarlo sin sentir que perdía su tiempo.

—¿Qué hacía tan temprano?

—Problemas con un ex.— respondió.

—¿Alguna noticia?

Ella negó, se puso de pie, y se acerco para plantar un beso en su mejilla.

—Yo lo resuelvo.— sonrió.

Se podía sentir que no le estaba yendo tan bien como pensaba, o que no le estaban haciendo fácil el acercarse a una personificación de Nix o Selene. Pese a su edad, y la lealtad que tenia hacia el Consejo estos la seguían viendo como una joven hechicera.

 Nenet estaba sorprendida con que aun la trataran como a una niña, mas aun después de todo lo que hizo y logro por su cuenta en el mundo mágico. Estaba por encima de muchos seres de su edad, sin embargo no la trataban tan distinto que al resto.   

Se marchó, y en su camino se encontró con su mamá, quien la despidió con un abrazo y beso fugaz. Circe sonrió, pero dejo de hacerlo cuando llego a la cocina y se encontró con su esposo.

Baltimore negó, y mordió su sonrisa al verla con el ceño fruncido. Se acerco a ella, y deslizó sus manos por sus brazos.

—¿Por qué estas tan gruñona?— le preguntó.

Circe busco soltarse de su agarré, pero Baltimore puso resistencia, hasta que ella dejo de intentarlo.

—No es justo, tu sabes ¿Para que quieres que hables?— respondió, y tiro su cabeza hacia atrás.

—Me gusta oír tu voz, y no lo se todo.— dijo Baltimore.

Circe volvió la mirada al frente, y recostó su cabeza en el pecho del brujo. Estaba intranquila, y algunas veces oír como latía el corazón de su esposo, le daba calma.

—Me molesta no saber como continuar, no puedo controlar los síntomas del embarazo, y estoy segura que cuando se sepa me darán malas noticias.— respondió.

Él también estaba tan aterrado como ella, y Circe lo sabía. Se abrazaron por un momento, hasta que de alguna forma el miedo se disipó, al menos por esa mañana.

Desayunaron en calma, hablando de otras cosas que no estuvieran relacionadas con ninguna hija de nadie, y luego Circe se fue a trabajar.

Aun faltaba unos días para la fiesta en la nueva casa de Arabella e Hisirdoux, y los síntomas que surgieron con el embarazo, que se relacionaban mas con la magia, parecían haberse descontrolado.

Por momentos frente a Olivia, quien no parecía tener la mejor de las energías, podía controlar esa parte de su magia que mas se relacionaba con la muerte. Aunque volver el agua en algo putrefacto, y que las raíces de la naturaleza muerta se enreden s sus pies, se hacia cada vez mas complicado de ocultar.

 Y las extrañas vibras de su hija no la ayudaban demasiado.

—¿Estas bien ma? Estas muy pálida.— preguntó Olivia.

Baltimore y Nenet se miraron por un momento, mientras esperaban a que Circe formulara alguna respuesta. Tomo aire muy profundo, y lo exhalo largo y tendido. Olivia esperaba a que dijera algo. Ella algo sabía y, aquel secreto le pesaba, con lo que le ocurría no manejaba el mejor de los humores. 

—Esta todo bien hija, solo algo descompuesta.— respondió con una gran sonrisa.—Creo que comí algo que me cayo pesado, y el trabajo, ufff.— agito una mano a la par que inflaba sus mejillas pecosas.

 La menor la vio fijo, y decidido creerle, de alguna manera su madre era una excelente mentirosa cuando hacia falta. 

Circe se puso de pie, y fue hasta la heladera para sacar algo que comer, aunque ya habían almorzado, aun sentía el estomago vacío, y solo esperaba que la comida agridulce que allí había saciara ese extraño apetito. 

—¿Tu cariño, esta todo bien?— pregunto.—Te veo algo tensa, mas de lo normal. 

 Olivia se puso de pie con rapidez, y dio una sonrisa forzada. Tomo sus pertenencias, y fue a saludar al resto que la veía confundidos.

—Estoy excelente.— dijo con voz temblorosa.

 Le dio un beso y un abrazo a Circe, y salió de ahí, casi huyendo de la pregunta.  

—¿Qué le pasa?— pregunto Circe viendo la salida. 

 Dirigió su mirada a su esposo e hija y ambos se encogieron de hombros. 

—Algo saben y no me quieren decir ¿Cierto?

—Mejos acomodemos acá.— dijo Nenet yendo hasta la mesa.

 Los tres se pusieron a levantar la mesa, y limpiar lo sucio. Aunque Nenet le insistió a su mamá que no hiciera esfuerzos, esta se negó a quedarse quieta. No quería, aquello solo la haría pensar de mas, y retractarse de cualquier idea que pudo haber tenido en los últimos tiempos.

 Estaban en silencio, solo se oía el ruido del agua, y los platos chocando con los cubiertos, pero se podía sentir que la joven hechicera tenia algo que decir.

Lo que impacientaba a Circe. 

—Vamos cariño, dilo,— pidió tras cerrar la canilla. 

 Nenet dio un brinco en el lugar, y se pudo ver como perdió los colores frente al sonido de la voz de su madre. 

—Si es una mala noticia, es mejor saberlo ahora.— continuo en cuanto giro para verla. 

 La joven pelirroja dejo el plato que traía en mano, y alzo la vista para ver a sus padres. Estaban los dos juntos sosteniéndose, para evitar derrumbarse, esperando el golpe final. 

—Es que tengo noticias.— habló.

 Un nudo se le formo en la garganta, pero aquello no le impidió dar una temblorosa sonrisa, acompañadas de extrañas lagrimas ¿Eso era un símbolo de felicidad? Lo que fuera, Nenet se veía abrumada. 

Se encontraban en la entrada de la nueva casa besándose como si fuesen una pareja que no se veía en años. Por una parte el creciente deseo de la hechicera no solo era algo que nació con el embarazo y las buenas noticias, sino una contra parte de su propia magia.

Podía pasar días gruñendo, con la severa intensión de cortar cualquier mano que quisiera tocarla, o todo lo contrario. Y Baltimore que entendía sus miradas, sabia cuando debía alejarse, o dar un paso al frente.

Baltimore la alejo de su boca llevándose un gemido como respuesta. Estaba seguro que Circe le arrancaría partes del labio, o que en cualquier momento abrirían la puerta.

—Nos tendríamos que haber quedado en nuestra casa.— se quejo Circe.

Acomodo su cabello, y luego busco un espejo para ver que tan desastroso quedo su maquillaje. Lista, Baltimore tocó la puerta, y en unos segundos Hisirdoux ya los estaba recibiendo.

Saludo a ambos, y abrazo con fuerza a Circe, a quien no venia desde hace unas semanas. Al separarse reparo en ella, lo que la puso un poco nerviosa.

—¿Qué pasa?— preguntó Circe.

Su voz tembló un poco, lo que hizo crecer las sospechas de algo en su hermano.

—Eso mismo me preguntó.

Baltimore y Circe se vieron por un instante, y el brujo siguió para dejarlos a solas. Estaba claro que algo ocultaban.

—No pasa nada.— dijo ella.

Hisirdoux la tomo por los costado e inspeccionó su rostro.

—De verdad no pasa nada.— insistió, y dio una sonrisa.

—Bien, pasa, Arabella esta en la cocina.— dijo Hisirdoux.

Ella sonrió y siguió su camino. Pero antes de pasar a la sala, Baltimore la toma del brazo, y la arrastra lejos de la vista de los demás.

—Debes decirle.— dijo.

Pero Circe no parecía querer tener esa conversación o cualquier otra.

—Y lo haré, en otro momento.— murmuró, tomando su cuello, para acercase al él.

—¿De verdad?

Se acercó, y sonrió muy cerca de sus labios. Después de muchos años, no oculto el resplandor que producían sus ojos frente a algo, o alguien que le gustaba mucho.

—Si de verdad, galán.

En cuanto salieron de su escondite chocaron con Arabella, quien no evito verlos ofendida.

—No me importa que lo hagan en mi casa pero justo hoy.— se cruzo de brazos.

Baltimore no emitió ninguna palabra, que salio de ahí silbando. Mientras que Circe daba una sonrisa nerviosa, hasta que recordó que le debía decir algo. La tomo de la mano, y se metieron en donde estuvieron escondidos.

—Por mi madre Circe ¿Por qué acá?

Shhhh, tengo algo que decirte.

Desde afuera se escuchó un grito, y tras un corto silencio, Arabella salio de ahí mas alegre de lo que entro.

Por detrás fue Circe para detenerla, no debía hablar aun, no quería que todos lo supieran justo ese día.

—¿Por qué no?

—Hoy no, no estoy lista aun.— respondió un tanto nerviosa.

—¿Puedes por favor apurarte? Tu hermano me hará preguntas, y le tendré que mentir.— dijo.—No es difícil, pero no quiero. Después de todo tenemos una hija, no es justo.

Circe se río, aquella bruja no era quien supo ser, era una mejor versión, y le agradaba.

—Puedes decirle que estuve con Baltimore ahí dentro, eso desviara su atención.— propuso.

—Lo iba hacer de cualquier forma, no es que él crea que su hermana y su esposo son muy pudorosos.

La hechicera seco una lágrima que brotaba sin previó aviso, y salto a los brazos de Arabella. Quizás esta vez si eran sus hormonas hablando por ella, pero le era inevitable saltar de alegría.

—Tambien estoy feliz por esto.— susurró Arabella frotando su espalda.

Salieron al patio para reunirse con el resto, y Circe fue junto con Baltimore quien traía a Ámbar en brazos.

—Esta niña te adora.— dijo tomando su brazo.

Acarició el cabello de su sobrina, y sonrió ante su pequeña sonrisa.

—Esta vez sera diferente.— añadió apoyando su cabeza en el brazo.

Unos días después, en Arcadia.

Era miércoles, y no tenia que ir al trabajo. No tanto porque ella no quisieran, sino mas bien por orden de su superior tras verla débil mientras atendía a unos pacientes.

Ese mismo día había hecho llamar a sus amigos, entre ellos Hisirdoux, Olivia, Clara, Zoe e incluso a Peggy. Quien en su última visita no vio a la hechicera en sus mejores, y temía que algo malo le este sucediendo.

Pasando el medio día estaban casi todos, Arabella llegaría mas tarde, mientras que de Olivia no tenía noticias desde días atrás.

—¿Sabes algo de tu hija?— le preguntó a Hisirdoux, y este negó.—Estuvo actuando raro en estos días.

Se les acercó Peggy, y estos guardaron silencio al verla.

—Marius me aviso que no llegarán.— dijo sin despegar la vista del celular.—Pero que seguro pasaran mas tarde.

Circe se acercó a ella, y dio un sonrisa forzada.

—¿Tu por casualidad sabes como esta mi hija?

Margarita la vio, alzando una ceja.

—Quizas Marius te contó porque Livi esta mas rara de lo normal.— añadió.

—No es que su entorno sea el mas normal.— dijo Peggy.—Pero ni él me dijo nada, y ella no se, tampoco.

—Que mala madre.— dijo nerviosa Circe.—Me enfoco en una cosa, y me olvido que mi hija es una bomba de tiempo.

Tanto Peggy como Hisirdoux no pudieron aguantar la risa que les provocaba las palabras de Circe.

—No creo que lo seas tanto.— dijo Hisirdoux.

—Si, ella es grande, y aun te sigues preocupando, dudo que eso te haga mala madre.— añadió Peggy.—Y eso de ser mala madre.— hizo comillas con sus dedos.—Es algo del pasado.

—Eres la mejor a tu modo.— agrego Hisirdoux. —Es rara, si, pero lo hicimos bien. Ahora dame esos cinco.

Circe seco sus lágrimas, era algo que no podía controlar, pero no levantaba sospecha por el hecho que se la conocía por ser muy emocional. Les dio los cinco a ambos, y juntos entraron a la casa.

Era momento de dar el siguiente paso.

Mientras Baltimore era ayudado por Nenet y Natasha a hacer algo para comer, Circe le pidió a Zoe que les sirviera una copa de vino al resto. Aunque no era raro, porque siempre ofrecía aquella bebida italiana a sus invitados, se notaba que era por alguna clase de celebración.

Llegado el momento en que llenarán su copa, esta la quito con rapidez, haciendo que se derramaran un poco de vino sobre la mesa.

—¿Qué ocurre contigo? Este vino sale mas que vida.— se quejo Zoe.

Circe trago aire, y los vio. Estaba nerviosa, porque era mala para dar noticias, de hecho prefería que alguien mas las dijera por ella, o que la gente se enterara de maneras extrañas.

—Es que deje el vino desde que me hace hacer tonterías.— respondió, sin quitar los ojos de la copa.

—¿Cuál fue la última tontería? — pregunta Peggy con cierta gracias.

Circe alzo la vista, y dio una leve sonrisa.

—Bueno, la última vez quede embarazada.— respondió. —Va, quedamos, Baltimore también tomo.

Se hizo un silencio, y se pudo oír desde la cocina como Nenet y su novia se reían. Circe podía imaginar la cara que puso el brujo al oírla decir eso.

—Lo sabía.— festejo Peggy. —Sabia que algo malo pasaba, digo algo bueno ¿No?

Seguido de eso Zoe se río por el comentario, y fue a abrazar a su amiga por la noticia. Supuso que era algo bueno por la forma en que lo dijo, y a ellas se les unió Peggy y Clara.

Baltimore llego junto con Nenet y Natasha, para ofrecer que comer, y abrazar a Circe quien no paraba de llorar por haber dicho en voz alta eso que venia ocultando desde mes y medio.

—Bien, ya superamos esto, solo nos queda siete meses mas.— murmuró cuando el brujo la abrazo.

Quien parecía mas callado de lo usual, y no tan alegre por la noticia era Hisirdoux. Se mantuvo un tanto distante, y solo daba una que otra sonrisa entre conversaciones.

Tras unas horas se apartó, y Circe fue por él. Sabía el porque de su manera de actuar, después de todo fue él quien estuvo desde el momento cero hasta el final la primera vez.

—¿Todo bien?— le preguntó.

—¿Por qué lo se ahora? ¿No confías en mi?— respondió sin verla.

Circe río, y lo tomó del brazo para apoyarse sobre su hombro.

—Sos en quien mas confió tontito.— respondió.—Solo debía asegurarme de un asunto.

Hisirdoux acomodo su cabeza contra la de ella, y tomo la mano que lo sostenía. Guardaron silencio por un instante, contemplando momento, hasta que el pelinegro siguió hablando.

—¿Te querías asegurar que Baltimore sea el padre?

Circe se alejo para verlo ofendida sin poder evitar reír por ese comentario.

—Después de tantos años sigues siendo el mismo tonto de siempre.

Hisirdoux sonrió, y cerro los ojos. Eran buenas noticias, y su hermana se veía alegre con su decisión. Y aunque él no se sintiera tan seguro como ella, la acompañaría en cualquier momento.

—De verdad que eres la mejor madre.— le recordó.—Y Merlín estaría orgulloso de todo lo que haz logrado.

—De ti también lo estaría.— añadió dándole un fuerte abrazo.

Se habían marchado todos, solo quedaban ellos dos. Estaban contemplado la tarde en el patio, mientras tomaban algo dulce. Eran como una pareja de ancianos que no lucían como tal, Baltimore leía algo, mientras que Circe pensaba en que debía aprender algo nuevo para pasar el tiempo. 

—Quizás tejer o bordar.— pensó en voz alta.—O volver a cocinar ¿Recuerdas cuando lo hacia?

 Baltimore sonrió, y asintió, sin despegar los ojos de su lectura. 

—Hacia muchas cosas dulces, y los mejores desayunos ¿Recuerdas?— dijo sonriente.—Quienes iban al hostal les encantaba mis comidas por las mañanas. 

 Se puso de pie de inmediato, y agito sus manos frente a una ideas fugaz. 

—Ya se, deberíamos poner un hostal, de nuevo.— sugirió.—No acá, en algún pueblo perdido de Italia, que el bebe nazca haya.

 El brujo dejo su libro a un lado, y se paro junto con Circe que brincaba de la alegría. Estaba claro que no era ella quien hablaba, y que esta seguro no recordaba lo negativo de haber puesto un casa para descansar, o que en cualquier momento volvería a relajarse para pensar en algo menos pesado. 

 La abrazo, y esta le correspondió con rapidez, dando un suspiro de alegría. No tener que cargar con mas secretos de ese tipo era un peso menos, y se sentían livianos, con una única preocupación, la cual era seguir de pie durante los meses próximos.     

—Quizás deba volver a trabajar en el jardín.— dijo un poco mas calmada. 

—Lo que a ti te haga mas feliz. 

 Rio ante la escueta respuesta. 

—¿Sabes que no debes dejarme tomar una gran decisión bajo la hilarante magia de las emociones?

—Lo se.— respondió. 

—Bien, solo me quería asegurar que sabrás cuando frenarme. 

 Luego de unos minutos de pie, se volvieron a sentar a seguir con lo que hacían. Mientras Circe hacia surgir un par de elementos para bordar con ayuda de su magia, un gran vacío creció en su estomago que se expreso con un fuerte gruñido.  Baltimore voltio a verla, y esta ya estaba viéndolo esperando a su atención.

—Hare algo para cenar.— dijo dando una leve sonrisa. 

 Se puso de pie, le dio un beso en la frente, y se marcho, sin embargo se freno al ver a Olivia parada en la entrada a la casa. La mas joven no traía la mejor de las caras, y sus ojos enrojecidos solo indicaban que estuvo llorando hasta hace un momento. 

 Y aunque Baltimore algo sabía, porque Nenet le dijo, prefería no tener que meterse, y dejarlas que hablaran a solas.  

—¿Mamá?— la llamo.

 Circe volteo, y su sonrisa se borró cuando volteo a verla, como una vez se vio ella misma de joven. Se puso de pie, y fue hasta donde estaba estática Olivia. La abrazo, y esta solo siguió llorando. 

¿Qué ocurre hijita? Por favor dime.— le pidió tratando de contener sus propias lagrimas. 

Mamá, hay algo que debes saber.— balbuceo. 

Bonus.

Aunque estuvo inquieta por lo que le dijo su hija, aquello no la hizo dormir menos tranquila. Pero si la hizo soñar, y era algo que no se relacionaba con aquella magia oscura que supo tocar el corazón de Olivia, sino todo los contrario. 

 En medio de una cálida oscuridad pudo escuchar una voz que no tardo en reconocer. Era Madeleine, su madre. Otra vez se hacia eco las ultimas palabras de aquella mujer que a la fuera la trajo a la vida.

—Crecerás para ser libre, y la muerte no te detendrá.— murmuro la mujer. 

 Pronto la oscuridad se disipo, y pudo ver la figura de su madre. Al querer acercarse a ella, esta solo brillo con mucha intensidad, provocando que Circe abriera los ojos de repente.   

 Toco un par de veces a Baltimore, hasta que este despertó, sin salir por completo del sueño.

—¿Qué ocurre? ¿Te duele algo?— pregunto. 

 Al no recibir una respuesta con rapidez, despabilo y se sentó, imaginando lo peor en ese momento.   

—Circe ¿Qué ocurre?

 La pelirroja giro la cabeza para verlo, y le entrego una mirada de preocupación. 

—Creo que mi madre era una bruja.— respondió sin estar segura.—Soñé con ella. 

La preocupación se disipó, y ahora esperaba mantenerse despierto.

—¿Me quieres contar que viste?— pregunto, mientras acomodaba la cabeza en el regazo de la hechicera. 

—No, debemos ir con Baba.— se limito a responder. 

 Oyó un leve ronquido, y cuando lo noto, Baltimore se durmió otra vez, usando sus piernas como almohadas. 

—Claro, después que despiertes.— murmuro, pasando una mano por la cabellera blanca. 

 Dio una leve sonrisa, y vio por la ventana la gran luna se que resplandecía en el cielo. 

—No te preocupes Madeleine, ahora soy libre.— musito, mientras acariciaba su vientre. 

★★★

Buenas ¿Como les va mis soles brillantes? Esperó que bien u.u

Yo por suerte sobreviví a esta semana, pero aun me quedan 3 meses y medio mas *llora en estudiante*

Este capítulo me hace feliz de una forma, no de dan una idea. Es que quería explorar un poco a Baltimore y Circe, son la mejor dinámica, no lo digo yo, lo dice la ciencia.

Te amo brujo hermoso.

Por cierto soy fan de Peggy (fanfictioner67) como alguien que se preocupa, pero a la vez te tira un chascarrillo. Es una amiga de oro.

En fin, esperó que les haya gustado, y que también se hayan preocupado 👀

Hasta mañana ✨Besitos besitos, chau chau✨

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top