5, nos volvemos a ver.

Estaba nerviosa, no entendía nada de lo que sucedía, término por concluir que el mundo estaba mal, que su sacrificio no sirvió de nada.

Tratando de calmarse una poco, intento salir de la cama. Pese s la debilidad en sus piernas, hizo unos pasos hasta notar que estaba enchufada. Se sacó todo lo que la mantenía unida a la máquina, y se asomó a ambos lados del pasillo para ver que nadie la vigilará.

Salio de hospital, a pesar de estar en bata nadie la detuvo. Camino con miedo por una ciudad nueva, Arcadia estaba lejos de ser lo que una vez fue en sus memorias. Estaba plagada de paz, sin importar lo ajetreado del horario, donde niños y adolescentes recién salían de la escuela, o la gente del trabajo. La magia, que siempre fue parte de la ciudad, era visible, no solo la podía sentir atravesando su cuerpo como ráfagas, sino que veía a otros seres hacerla.

Estaba sucediendo algo que nunca creyó que viviría, la magia y la humanidad convivían en paz y armonía.

Para cuando lo noto estaba en medio de la plaza, en centro de Arcadia. Algunas personas la veían al pasar, aun seguía vestida de hospital.

—Mejor vuelvo de donde salí, creo que me estoy por desvanecer.— se dijo así misma, viendo sus manos, con la visión un tanto borrosa.

Al dar la vuelta para volver al hospital, algo la detuvo. Algo que conocía de memoria. No importaba la distancia o su condición, si sentía su magia atravesar su pecho, iría tras esta a pesar de estar a punto de desmayarse.

Atravesó la plaza, cruzo la calle sin ver el camino, siguió hasta detenerse frente a un almacén de música. Eso era nuevo, y por donde se lo viera gritaba su nombre, Hisirdoux Casperan.

Estaba nerviosa, nunca se ponía así de nerviosa, pero estuvo dormida por mucho tiempo, no sabia nada de su vida, de la vida de nadie. Trataba de prepararse para lo haya del otro lado.

Las campanitas de la puertas tintinearon con su paso al pequeño local. A simple vista no había nadie, lo que la decepcionó, podía sentir su magia pero no verlo, quizás era algo del lugar, que mantenía fresca su esencia.

Escucho voces de fondo, aun que su instinto le decía de correr hacia el sonido, se resguardó para no tener que ver algo que no quisiera.

Debía llamar la atención de quien sea. Busco algún timbre, algo que hacer sonar que no sea una guitarra. La solución estaba, literalmente, en las palmas de sus manos. Empezó a aplaudir, como cuando iba a visitar a alguien en alguna zona rural y el timbre aun no se había inventado o no tenía campanas para hacer sonar.

—Enseguida.— aviso una voz de lejos.

 Un ligero gemido se escapó de su boca, que tapo de inmediato. Su voz, una sola palabra, casi la quebraba en ese lugar; no podía aguantar más la incertidumbre del momento, su cuerpo mucho menos.

—No es que te quiera apurar, pero me estoy por desmayar.— comentó Arabella, apoyándose sobre el mostrador al sentir la debilidad en sus piernas.

A lo lejos pudo escuchar como alguien se acercaba corriendo. Cuando lo vio, asustado, como si hubiese visto un fantasma, su mente se apago por completo.

Por suerte para Arabella, Hisirdoux estaba a una distancia corta, a tiempo para sostenerla y que no cayera al suelo.

 No podía creer lo que veía, después de tanto años, y pensando que aún faltaba más, en sus brazos yacia desmayada Arabella. Estaba tan pálida, con las mejillas enrojecidas, y su cabellera rubia parecía un manto que carecia de brillo; era su débil magia lo que más lo asustaba. 

 Llamo a Zoe, quien llegó espantada, y juntos se apuraron para devolverla al hospital. Muchas dudas atravesaron sus mente, pero una fue más fuerte que otras ¿Por qué despertó mucho antes de tiempo? 

  En el hospital podía escuchar múltiples voces de fondo. No podía distinguir si discutían o celebraban. Sentía una pesadez en los ojos, deseaba abrirlos para ver que sucedía, pero no podía.

—¿Pueden hablar un poco mas bajo?— preguntó al fin, frotando su mirada cerrada.—¿Hace cuanto que estoy acá?

Cuando al fin pudo parpadear, los vio a todos frente a su cama. Hisirdoux estaba sentado a un lado, tomándole la mano, con cara de alivio.

—Casi una semana.— le respondió dando una pequeña risa de alivio.—¿Cómo te sientes?

—Como si un caballo me hubiese atropellado, pero mejor ahora que puedo verlos.— respondió al abrir los ojos por completo, para ver mejor a todos.

Los presentes ahí, fueron uno por uno saludando a quien recién despertaba. Arabella los recibía con los brazos abiertos, extrañaba a sus amigos, y verlos de pie, le llenaba de energía.

—Alguien me puede contar porque desperté tan fuera de tiempo.— pidió dando una sonrisa de satisfacción.

 Nadie tenía una respuesta clara de porque estaba despierta menos tenían una respuesta a porque estaba tan sana. A pesar de no saber bien lo que ocurrió, Olivia no pudo aguantar mas guardar un secreto como con el que cargaba. Nenet quiso detenerla, pero la joven bruja de ojos color plata fue mas rápida que su hermana mayor.

—Yo, yo quería saber cuando despertaría y vi que sucedería mas pronto de lo que mucho pensaban.— confeso, cargando con toda la culpa. 

—No, fue mi error.— agrego Nenet sintiendo el peso de la culpa.—Hice que sintiera curiosidad, y fuimos juntas a la tumba.— continuo, dando un paso encima de Olivia, que quiso detenerla y tampoco pudo.—Por años supe que Arabella despertaría pronto. 

 Arabella las vio a las dos, eran las únicas caras de las cuales no sabia bien sus nombres a pesar que a una le veía rostro conocida, se hacia similar a alguien mas, solo que aun su cabeza no terminaba de unir todas las pieza.  

—No entiendo nada.— dijo consternada.—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué a ti te veo cara familiar?

—Claro, claro, aun no sabes de ellas.— analizó Hisirdoux, ante toda la situación.

Se puso entre las hermanas, y empujo para que dieran un paso al frente.

—Pues te presento a Olivia ¿Recuerdas? Nunca llegaste a conocerla, es mi hija y de Circe.— comento señalando a la de cabellera castaña, y ropa oscura.—Y ella es Nenet, por eso le ves cara conocida es la hijita de Circe y Baltimore.— señalo a la melena llena de bucles, que vestía un vestido verde claro, haciendo que resaltarán sus ojos.—Lo bueno es que comparten a una misma madre, y no le va a gustar lo que sus dos hijas hicieron.

 Arabella les pidió que se acercaran, para poder verlas mas de cerca. Las tomo a ambas de las mejillas, y les sonrió agradecida. Después de todo la sacaron del lugar en donde menos quería estar.

—No se como lo hicieron, pero gracias.— agradeció acariciando por las mejillas. 

—¡No!— grito Nenet apartándose.—Esta mal, los engañe a todos, y por mi culpa estas aquí antes de tiempo.— dijo a modo de confesión.

—¿De que hablas Nenet?—pregunto Clara, con la misma cara de preocupación que tenían todos. 

—Si soy hija de Circe y Baltimore, y si, fue una casualidad que nos hayamos cruzado en Grecia, pero de igual forma iba a venir a Arcadia.— admitió, haciendo su rostro a un lado, no podía evitar sentirse mal, con todos ahí viéndola de manera sospechosa.—Soy parte de la Comisión Reguladora de Magia, me estaba ocupando que un compañero no se llevara la tumba de Arabella. 

—Espera, no hice nada malo, aun. Digo, recién despierto, todos saben que soy inofensiva durmiendo ¿No?— comento Arabella, viendo un tanto graciosa a Nenet para evitar que se sintiera peor de los que estaba. 

—Resulta que despertaste ante porque andabas absorbiendo energía dormida, y eso le puso un ligero precio a tu cabeza.— respondió ante la dudas que todos tenía pero ninguno sabia como ponerla en palabras.    

 Hisirdoux y Zoe se llevaron a Nenet para hablar con ella sobre el asunto de la comisión mágica. 

 Por mucho tiempo la Comisión estuvo detrás de Arabella, mas aun después de los sucedido en 1920, donde nadie supo con exactitud que fue lo ocurrido, puesto que la principal sospechosa no estaba del todo consiente, y mucho menos presente. 

Zoe que supo trabajar para un grupo de la Comisión, sabía de ante mano que eran las personas mas insistentes cuando se trataba de atrapar sospechosos. Pese a que era libre de toda culpa, el expediente de la bruja siempre estuvo abierto para nuevos tropiezos.

—Lo raro es que esta escrito sobre la ayuda contra la Orden Arcana.— sostuvo Zoe.

—Lo se, leí, pero este tipo se quiere limpiar las manos de alguna forma.

—¿Cómo?— preguntó preocupado Hisirdoux.

—Haciendo algo que nunca nadie pudo, atrapar y apresarla.— respondió con bastante seriedad, su mirada oscurecida era igual de furiosa que Circe y Baltimore.—Pero no dejaré que eso ocurra, lo prometo.

 Jim llego junto con Tobías, que saludaron alegres a Arabella, sin saber bien lo ocurrido.  

—¿Ocurrió algo?— pregunto Jim.—¿Por qué esa cara?  

—Te cuento de camino a casa.— le respondió Clara, yendo hasta la cama de Arabella para saludarla.

Le dio un fuerte abrazo, y luego se apartó para verla mejor.

—Nos alegra que estés con nosotros.— añadió.—Mañana te darán el alta, y haremos algo para celebrar.

—Eso me suena bien.— dijo Arabella sonriendo.

Los tres se fueron de cuarto dejando a Olivia junto con Arabella, que no se movería de ahí, al menos no lo haría hasta quedar por completo sola.

  La mas joven tenía cientos de preguntas para hacerle, pero no se animaba a hablar, a pesar que la recién despierta no se veía intimidante como en su época de juventud, su presencia podía quitarle las palabras a cualquiera.   

 —¿Qué quieres saber?— le pregunto como si le hubiese leído la mente.

—¿Es verdad sobre esa segunda oportunidad que te dieron? Ya sabes, cuando la hechicera te apuñalo con una daga. Es que mi padre dijo que antes que él se desmayara no podía ver tu respiración, ni sentir tu energía.— le preguntó, haciendo toda una reflexión continua sin dar un solo respiro.

 Arabella la vio con sorpresa no estaba esperando esa clase de preguntas, a nadie le interesaba tanto sus sacrificios, hasta donde su memoria llegaban muchos se interesaba sobre sus maldiciones y todo aquello que hizo temblar a más de uno.

—De todo lo que sabes de mi ¿Eso es lo que te llama mas la atención?— le cuestiono sonriendo, creyendo que le preguntaría sobre alguna maldición o algún robo grande de magia.—Resulta que si, me dieron una segunda oportunidad, las diosas se encargaron de restregármelo, pueden ser un poco vanidosas.  

Se pusieron a conversar con mucha fluidez y tranquilidad. Olivia estaba alegre de haberla conocida al fin despierta, y Arabella disfrutaba de su presencia. Sabia que no era hija biológica de Hisirdoux sin embargo parecía que hablaba con él, tenía hasta gestos similares, llegándose a notar que fue él quien la crió. Era como ver un calco.

—¿Por qué no fuiste a mi fiesta de quince? Recuerdo que mamá Circe te mando la invitación.— preguntó dando un salto en el lugar.

Arabella río ante el recuerdo, pero no pudo responderle porque Hisirdoux la llamo, distrayendolas.

—Olivia.— la llamo Hisirdoux, interrumpiendo la conversación.—Te vas junto con Nenet a hablar con Circe.

—¿Tu no me defenderás?— le preguntó poniendo ojos de cachorro.

—No pongas esa mirada luciérnaga, la inventé yo. No, no voy a defenderte.— le respondió sin tantos rodeos.

Olivia se despidió de Arabella, y le dio una última mirada a su padre.

Cuando quedaron solos, Hisirdoux se sentó a un lado de la bruja, esta la vio esperando a que se retracte por mandar a su única hija a ser juzgada por Circe, y ambos sabían que la hechicera podría ser muy buena pero también muy tirana en cuanto a retos se trataba.

—No la defiendes porque también le temes.— sostuvo Arabella luego de unos minutos de silencios.

—Aun me da miedo verla enojada.— respondió riendo.—Pobre Nenet aun no ha visto furiosa a Circe.

Se echaron a reír recordando las veces en que la joven Circe, a pesar de ser la menor de los tres, los retaba por hacer tonterías con consecuencias evitables.

Arabella dio una largo suspiro tras casi ahogarse con su propia risa, y de la nada, abrazó a Hisirdoux, tomándolo por completo desprevenido. Subió sus manos por la espalda, hasta llegar a su nuca y hundir sus finos dedos entre los oscuros cabellos. Olfateo su cuello para sentir ese aroma amaderado que siempre le fascinó y nunca descubrió a qué perfume pertenencia.

—Lo siento, quiero saber que esto es real.— confesó en un susurro sin soltarlo.—Siento que te he extrañado toda una vida.

 Hisirdoux se tenso a sus palabras, él sentía lo mismos. Se estaba impacientando con todos a su alrededor, y no poder estar aún que sea un minuto solo con ella. Lo único que quería en ese momento era solo estar con Arabella.

—No te preocupes, es muy real.— dijo, correspondiéndo el abrazo.—Estas despierta, estas bien Arabella.

Se quedaron por un rato hablando, unidos por el abrazo, aunque era Hisirdoux el que hablaba sobre cualquier tema, y Arabella se limitaba a escuchar. En diez años había pasado tanto que no sabia por donde empezar.

—¿Vamos Douxie?— intervino Zoe desde la puerta del cuarto.—No te preocupes ya mañana tendrás el alta pero si él no te suelta no tendrás departamento.

—Claro, con Zoe arreglaremos donde estuviste viviendo, así mañana tendrás un lugar sin tanto polvo donde estar.— agregó Hisirdoux.

Arabella los vio a ambos con tristeza, no quería quedarse sola, y no dejaban que White entrara al hospital como una serpiente, ni como ningún otro animal. Estar sin su familiar por tanto tiempo le generaba un vacío, que le era difícil de disimular. Sus ojos se habían llenado de agua, y amenazaban con inundar todo el cuarto con lágrimas.

—¿No se pueden quedar conmigo esta noche?— preguntó en un sollozó con voz temblorosa.—Extraño a White, y la calidez humana. Quédense conmigo.— volvió  repetir.

Zoe vio a Hisirdoux por un momento, y largo un suspiro. Se sentó del otro lado de Arabella para darle un fuerte abrazo, algo que no hacia de no ser necesario. Después de todo también la extrañaba, y mucho.

—Pero es la última vez que estamos los tres en la misma cama, o se tendrá que ir Hisirdoux.— bromeo soltando el abrazo.

Después de mucho años, y con un mal recuerdo de su última vez despierta, se rió hasta las lágrimas. 

★★★

 Muy buenas ¿Cómo les va? Espero que bien y tan emocionades como yo. 

 Este capítulo es un disparo de alegría, quería que fuera emotivo, necesito lagrimitas de felicidad para seguir trabajando. 

 Espero que lo hayan disfrutado, y sin más que decir, besitos besitos, chau chau

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