10, ¿Algo azul?

Junto con Hisirdoux, acompañados de Zoe y ambos familiares, fueron a la biblioteca de Baba, donde Nari los recibió con entusiasmo. Estaba feliz de verlos a pesar del gran estrés que estaba pasando tratando de mantener un equilibrio entre diferentes mundo.
—Quizas debas buscar un reemplazo. — le sugirió Hisirdoux al ver las grandes ojeras bajo sus oscuros ojos.

—Nadie es capaz de llenar los espacios, lo intento pero o tienen miedo o no son tan fuertes.— respondió cruzándose de brazos y largando un bufido.—Solo Baba es capaz pero no quiere.

—Me desligue de ese mundo hace tiempo pequeña Nari.— comento Baba ingresado al cuarto donde estaba todos.—Prefiero estar entre humanos, pese a la idiotez que hizo Merlín en su juventud, este sigue siendo mi lugar.

—El se disculpó por eso.— agregó Hisirdoux entre una risa nerviosa.

—Eso no es cierto, muchacho.— le contradijo Baba.

Baba les explico donde podrían estar los escritos que buscaban, solo esperaba que un papel tan antiguo que registraba cada movimiento hecho dentro del consejo no lo hayan destruido porque con solo la palabra de Nenet las diosas que mantenían la magia bajo control no le iban a creer.

—Conozco al consejo casi desde sus inicios, y no son tan flexibles, menos con los tan jóvenes.— agregó Baba antes que se vayan.—Imaginense que le dieron una gran tarea a la pobre Nari, y ningún tipo de ayuda.— dijo acariciando la cabeza de la semidiosa que estaba abrazada a su pierna.—Quizás Atia, la sierva de Nix, les pueda dar una mano.

Aquel nombre retumbó en la mente del mago. Si Hisirdoux recordaba bien aquel día, estaba seguro que la ayuda que les pudiera brindar Atia no sería la mejor de todas.

—Que Aquehua los ayude.— dijo Nari al escuchar a Baba.

Olivia les entregó su llave para los portales, así podían viajar con mayor facilidad de un lado a otro. No era fácil localizar a la gran bruja que crió a Nenet, si la primera vez llegaron a ella casi por accidente, ahora estaban por completo desorientados.

Cayeron en tres templos diferentes, irrumpiendo con rituales o festejos, hasta que por fin dieron con el lugar indicando.

—Odio estos viajes.— se quejó Arabella frotando su sien adolorida por los viajes.—¿Qué es este sitio?— preguntó al ver mejor donde estaba parada.

—Aca es donde Circe murió por primera vez.— respondió Hisirdoux ante el agrio recuerdo tan lejano en el tiempo, pero fresco en su memoria.

Un escalofrío trepo por todos ahí al sentir como una extraña energía se hacía presente, envolviendolos en una neblina. Hisirdoux se sacudio, y les indico a los demás que avanzarán.

—No pasemos mucho tiempo aquí dentro.— agregó yendo por delante.

Caminaron casi medio kilómetro en dirección a lo que eran las ruinas de un templo antiguo.

—Si no hubiésemos quedado en la fiesta de Lule todo sería mas divertido.— murmuró Arabella, viendo a duras penas por donde andaba.—¿Por qué es tan oscuro?

—Es un castigo.— respondió por lo bajo White.

El sitio estaba justo como lo recordaba Hisirdoux. El sol no alumbraba, el viento no corría, y la vida escaseaba.

La entrada de las ruinas estaban siendo custodiada por un gran dragón de comodo, aquel animal les hizo frenar el paso.

—Vaya, vaya, vaya ¿Qué tenemos acá?— cuestionaba la intrusión una voz femenina que los hizo retroceder.

—¿Me recuerdas Atia?— exclamo al aire Hisirdoux.

Una nube escalo como espiral por su piernas hasta dejar al descubierto a una antigua bruja. Estaba identifica, su piel oscuridad no había envejecido, y ni una cana decoraba su largo cabello. Sólo su mirada verde estaba apagada.

—Claro que recuerdo, Hisirdoux Casperan.— respondió Atia tomándolo por la espalda, pasando una filosa uña como garra por su mejilla.—Solo me gustaría poder ver para recordarte mejor.— agrego soltándolo.

Camino al rededor de Zoe, viéndola con sus ojos ciego, y se detuvo frente a Arabella. Pese a no ver nada, la analizaba con su mirada vacía.

—No las conozco, pero intuyó que tu eres esa chica la cual el mago no podía dar con su rastro ¿O me equivoco?— indagó girando en dirección a Hisirdoux, quien estaba tan nervioso como todos ahí.—Alguien mas esta con ustedes.

Se alejó de Arabella, y fue tanteando el aire con sus manos, cerrando sus ojos, buscando otra fuente de magia que se le hacia familiar.

—Arwen, maldita miserable, estas aquí.— señalo con su fino dedo en dirección a White, que la miraba de lejos.

Alzo su mano al altura de sus hombros, y con chasquido atrajo a la gata blanca que estaba escondida para evitar ser reconocida. El grito de Arabella no se hizo esperar al ver como Atia asfixiaba a la gata, a la par que varios espectros de sombras capturaban a los demás.

—Suéltala, la lástima.— imploraba Arabella sin poder liberarse. —¡White!

—Ya veo, decidiste ser la mascota de una bruja.— dedujo, apretando con mas fuerza su garganta.—¡Revelatis!

Su mano brillo, y una neblina brillante cubrió al animal hasta dejar en su lugar a una antigua bruja de cabellera blanca y largo vestido azul oscuro.

Arwen hizo lo posible para zafarse del fuerte agarre, pero no tenia magia, solo la capacidad de cambiar de forma como cualquier otro familiar.

Arabella no entendía nada, pero no se iba a quedar viendo como maltrataban a su familiar o lo que fuera aquella mujer.

—¡Solaria!— grito Arabella desvaneciendo las sombras.—Que la sueltes.— amenazado alzando hacia Atia su arco y flecha.—Tu no sabes quien soy, no me puedes ver, pero soy Arabella de Pericles, hija de Morgana, bruja de vasija, y justo ahora te apunto con un arma que podría dejarte sin una pizca de magia.

Atia soltó a Arwen al sentir la magia de Arabella, y alzo las manos por encima de sus hombro, esbozando una extraña sonría.

—Déjala Atia, el problema es conmigo. — carraspeo White, tratando de recomponerse.— Fue mi culpa que las diosas te dejaran encerrada acá, porque apestas a muerte.— se río ante el recuerdo de miles de años atrás.

Sin embargo dejo de reírse, no estaba en posición de provocar aún mas la vieja hechicera.

—Necesitamos tu ayuda, estamos buscando los pergaminos o manuscritos.— pidio viendo a la mujer frente a ella.—Basilisa cree que tu los tienes, para matar el tiempo.

  Atia dirigió su mirada al sitio de donde venía la voz de White, poniendo cara de disgusto. No tenía intensiones de darle una mano a la bruja que hablo de mas y por la cual vivía en un sitio a donde la luz del sol no llegaba.

Tan solo pensar en darle una mano a quien la traicionó, le daba escalofríos así como risa, una que dejo escapar y detuvo en seco.

—¿Por qué debía ayudarlos? No me interesa nada de lo que les pase.— cuestionó cruzándose de brazos.—Siempre se meten en problemas, los generan y después andan lloriqueando por ayuda.

—No lo hagas por nosotros.— respondió Hisirdoux caminando hasta ella.—Hazlo por Nenet, necesita tu ayuda.

El rostro de la bruja se apaciguó ante el nombre de la niña que crio por varios años.

La noche que recibió al bebe humano, lo sintió mas como un castigo para ambas que una manera de protegerla a la criatura. Sin embargo le tomo cariño, y la amo como a una hija. Si hubiera sabido que era la sangre de Circe a quien cuidaba, la hubiese devuelto el día que la hechicera fue en busca de respuestas.

Sin embargo, si también lo hubiese sabido, no lo iba hacer, no solo porque era su responsabilidad ante las Diosas criar a la niña, sino también porque era la primera vez que había luz en un sitio tan oscuro, y no estaba dispuesta a perder eso.

—No son los primeros en buscar esos manuscritos.— confesó caminando a su trono de piedra.—El idiota que me dejo ciega también los buscaba.— recordó, haciendo aparecer una copa de vino entre sus dedos.—Félix, lo recuerdo, porque me reí con lo que leí, el muy idiota dejo de vigilar a la Orden Arcana, y por eso casi hacen cenizas el mundo.

—¿Cómo sabias eso?— preguntó Zoe.

—Tengo el don de ver las idioteces que pasan.— respondió vagamente.

—¿Y no lo reportaste?— inquirió, un poco más enfadada.

—Para ser honesta, ya nada me interesa, después de todo vivo en la oscuridad.

Todo ahí gritaron sorprendidos ante los nuevos acontecimientos, y estaba seguros que sus despiste no comenzaban ahí.

Por lo visto, Félix no solo perdió de vista a los semidioses, sino que por su culpa muchos cambiantes quedaron libres, y el fácil acceso a Morgana era su culpa. Sin embargo nadie hacia nada para detenerlo.

—El muy estúpido no me creyó, y me dejo ciega, pero a mi nadie me escucha solo vienen cuando se quedan sin recursos.— decía agitando la copa sin quitarle los ojos.—Vayan a ver a Moira, perdió todo sin embargo la creación de Nix no pierde de vista nada.

Volvió a chasquear los dedos haciendo que White volviera a ser la gata de siempre. Corrió a los brazos de Arabella, quien la abrazo cuando esta salto a su pecho. 

—¿Qué es todo esto?— preguntó Arabella sin soltarla.

—Lo siento brujita, voy a explicar todo cuando sepa que estas a salvo.— se limitó a responder hundiéndose entre los cabellos rubios.

 La bruja volvió la mirada a Atia. Hacia mucho que no escuchaba el nombre de la antigua reina. Eso seria un problema mas adelante porque estaba junto con dos personas que se enojarían con ella si supieran sobre la hermana de Moira.

Suspiro cansada, y empezó a caminar en dirección a la salida. No quería pasar ni un segundo mas ahí.

—Conozco esa cara, no creo que te recuerde, todo estará bien.— trato de tranquilizarla White.  

 Hisirdoux se despidió de Atia, prometiéndole arreglar su visión, esta simplemente lo ignoro.

 Volvieron al inicio de todo, se preguntaban donde podía estar la antigua reina. Otra vez tuvieron que volver a la biblioteca de Baba para pedirle indicaciones.

El día se les estaba haciendo eterno, y por dentro Arabella deseaba haber llegado esa mañana a lo de Olivia para hablar sobre vestidos de novia, todo le seria menos complicado. 

—Esta en Francia.— respondió a sus dudas Baba.

 Los tres gimieron del cansancio. Al ser Zoe la que manejaba los portales, algo que le consumía mucha energía, se quejo aun mas por el nuevo viaje que estaban a punto de hacer. 

—Es media noche en Francia.— les aclaro Zoe abriendo el portal.—Llegamos y buscamos donde quedarnos porque no doy mas. 

—Creo que Rebecca esta en Francia, podemos quedarnos con ella.— sugirió Hisirdoux.

—¿Cómo sabes?— pregunto con curiosidad Arabella, tratando de sonar lo mas tranquila, y que nadie la vieran como una celosa empedernida.—Para saber no mas, hace mucho que no escuchaba de ella.  

—Es florista, y le pregunte sobre flores para la boda.— le respondió, evitando sonreír de forma burlona.

—Muy bien a Francia, a lo de tu ex, la cual dejaste por mi.— agrego Arabella, tomando a White y caminando hasta donde estaba Zoe presenciado la evidente escena de celos.

—Que intenso.— se burlo la pelirosa abriendo un portal.—A Francia, que quiero dormir. 

  Se despidieron de Baba y de Nari, quien se quedaba dormida de pie al lado de la antigua bibliotecaria.   

 Llegaron a una antigua plazoleta de un pequeño pueblo llamado Locronan. Rebecca ya los esperaba al lado de una vieja fuente agua que le daba cierto aire mágico, aun mas. 

—Douxie, Zoe, que bueno verlo.— los recibió a los dos con los brazos en el aire.—Y Arabella, tan hermosa como siempre.— agrego viendo a la rubia acercarse por detrás. 

—Lo mismo digo.— comento casi en un susurro cuando la castaña la abrazo, tomándola desprevenida.

—Vamos, mi casona queda por acá.— les indico con la mano en el aire.—Espero que tengan hambre porque me sobro una cena espectacular.— les contó mientras daba los primeros pasos a la gran casa al fondo del camino.  

Al llegar, Rebecca les indico donde quedaban las habitaciones para huéspedes que podían albergar hasta la mañana siguiente.

  Zoe corrió escaleras arriba para meterse con urgencia bajo el agua y después a la cama. Cuando Arabella quiso hacer lo mismo, fue emboscada por la dueña y un perfumado té de frutillas. 

—Justo lo que necesitabas Arabella, un rico y relajante té.— comento Hisirdoux.—Por mi parte iré a calentar la cama, muero de sueño.— le dio un beso en la mejilla, provocando que la rubia lo vea de reojo por abandonarla con su ex.—Que lo disfrutes lindura. Hasta mañana Becca.   

 Ambas se despidieron del mago, y volvieron sus miradas al frente, aunque Arabella se perdió en el fondo de la taza que traía entre manos. Era incomodo, siempre fue incomodo verse con la bruja herbolaria, que antes era modista en Portugal.

 Se sentaron, y quedaron en silencio por un momento. Se podía oír los sorbos nerviosa de la bruja. Por dentro ansiaba salir corriendo para ir a ahorcar a su novio por haberla dejado en una situación tan incomoda. 

 La historia nunca fue confusa, solo que preferían hacer de cuenta que nunca sucedió, mas que nada Arabella quien fue la mente maestra detrás de todo el engaño. Y nunca tuvo el valor de disculparse. 

—Estas perdonada.— dijo en un sin sentido Rebecca, levantándose de su lugar.—Hace mucho que sane lo que hiciste, y me decidí por perdonarte el que hayas provocado mi ruptura con Hisirdoux.— suspiro, formando una sonrisa en sus labios, los cuales Arabella de alguna manera envidiaba, se notaba que no traía una gota de maquillaje e irradiaba una naturalidad que a cualquiera le gustaría poseer.—De igual forma, nuestro matrimonio no iba a funcionar, el siempre te amo.— agrego un tanto sonrojada. 

 Arabella tomo aire ante las palabras de Rebecca, por dentro se sentía mal por temerle. Sin pensarlo dos veces, se levanto de su lugar, y corrió hasta la castaña para abrazarla.

—Gracias Rebecca.— dijo dándole un fuerte apretón.—Eres tan hermosa, y buena, y tu cabello huele a flores.— decía sin soltarla, a pesar que la castaña no la abrazaba con la misma intensidad. 

 La soltó, la vio por unos segundo, y corrió escaleras arriba hasta el cuarto que compartía con Hisirdoux. Este dio un sobresalto en la cama, desprendiendo luz azul de sus ojos por el susto. Arabella se pego a la puerta tras cerrada, lo vio atentamente, pensado si debía contarle sobre lo ocurrido en Francia durante 1810.

Todo indicaba que podían discutir sobre el pasado de forma civilizada o no.  

—Hisirdoux, hay algo que debo contarte.— dijo al fin, llevándose toda la atención de su pareja.     


★★★

 Muy buenas ¿Cómo los trata el lunes? Espero que bien. 

 Todes: que fácil, es solo buscar un pergamino. 

El pergamino: no se donde estoy. 

 Conflictos del pasado, algunos resueltos, otros no tanto, y se quedaran así, sin resolver. Dudo que White, o Arwen, se arrepienta de lo que hizo, por eso es la familiar de Arabella, las dos son tal para cual. 

 Y Atia le importo muy poco que Circe haya buscado su hija por años, es mala, no hay de otra. No le importa nada. 

 Aquehua es una extraña diosa del norte de Argentina que simboliza el sol y la creación. ¿Quieren saber que hizo Merlín? Bueno, en un relato lo van a saber (y también sabrán de esta diosa)  

 Cada día mas cerca de la boda 👀¿Qué mas falta luego de lo nuevo y azul?

 En fin, sin mas que decir, besitos besitos, chau chau. 


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