Capítulo 30. Conexión y Tensión.
Yujin.
La junta en la sala de conferencias comenzó con una aparente normalidad, pero pronto se convirtió en un caldero de tensión contenida. Mientras los profesores discutían sobre el nuevo plan de estudios, Jackson me lanzaba miradas furtivas que me hacían sentir nerviosa. Su proximidad, al sentarse a mi lado, aumentaba los latidos de mi corazon, su rodilla tocaba la mía disimuladamente..
—¿Qué piensas sobre el nuevo plan de estudios? —preguntó Jackson, su voz profesional apenas disimulaba el toque de intimidad que siempre me hacía estremecer.
—Me parece interesante —respondí, evitando su mirada, pero sintiendo su cercanía.
El profesor Manshik intervino, para dar su opinión.
—Debemos enfocarnos en mejorar la calidad de la educación, no solo en cambiar el plan de estudios.
Asentí, tomando notas mientras la profesora Woori apoyaba la idea.
—Estoy de acuerdo. Debemos considerar las necesidades de nuestros estudiantes.
Jackson se inclinó para recoger un papel que se le había caído, su brazo rozó el mío, enviando una descarga eléctrica por mi cuerpo.
—Gracias —dijo, sonriendo ligeramente, solo para mí.
La junta continuó, con nosotros dos intercambiando miradas y sonrisas discretas. La tensión crecía, pero nadie parecía notarlo.
Después de la junta, salí del salón de conferencias, buscando un momento de tranquilidad. Pero Jackson me siguió, alcanzándome en el pasillo.
—Yujin —dijo suavemente, deteniéndome.
Me giré y mi corazón latió más rápido. Su mirada intensa me hizo sentir débil.
—¿Qué pasa? —pregunté, y mi voz apenas era audible.
—Nada —dijo—. Solo quería verte.
Sentí un escalofrío. Nuestra relación secreta era un riesgo, pero en este momento, no me importaba.
—Deberíamos volver —dije.
Jackson asintió, pero no se movió. Su aliento en mi piel, su proximidad, me hizo temblar. Dejó pequeños besos en mi cuello y un rápido beso en mis labios.
—Pronto —dijo, su voz baja—. Pronto podré verte sin temor.— me mostró una cálida sonrisa. —Mañana podemos vernos en mi departamento.
Asentí, estremeciéndome, mi corazón latía con rapidez.
Más tarde, nos reunimos en la sala de profesores para organizar el festival de arte que Jackson había propuesto.
—Quiero que sea un evento que inspire a nuestros estudiantes —dijo, su entusiasmo era contagioso.
—Me encanta la idea. ¿Qué tienes en mente?
Jackson explicó su visión mientras yo tomaba notas. Su cercanía era intensa en ese espacio más íntimo.
—Podemos incluir exposiciones de arte, conciertos y obras de teatro.
—Suena increíble —respondí, en completo acuerdo.
Mientras trabajábamos juntos, nuestra conexión era palpable. Sentía que estaba cayendo más profundamente ante los encantos de este hombre que me hacía sentir viva.
—Gracias por tu ayuda, Yujin —dijo Jackson, su mirada cálida me envolvía.
—De nada —respondí en tono suave.
La tensión crecía moría por lanzarme sobre él y besar esos labios exquisitos, pero en ese momento, no podía. Estábamos juntos, trabajando hacia un objetivo común, y pasar tiempo con él era lo mejor de mi día.
DÍAS DESPUÉS...
Los días siguientes transcurrieron en un torbellino de actividades. Pasamos más tiempo juntos, trabajando en los preparativos del festival de arte. Nuestra conexión crecía con cada paso; con él, todo fluía con naturalidad.
Sin embargo, no todos compartían nuestro entusiasmo al vernos juntos. La profesora Suah, una mujer elegante y sofisticada, seguía mostrando un interés excesivo en Jackson.
—Profesor Wang, ¿puedo hablar con usted un momento? —dijo Suah, sonriendo seductoramente.
Jackson se giró, sorprendido, y prestó atención a ella.
—Claro, profesora Suah —dijo.
Suah se acercó en voz baja y provocativa.
—Quiero ayudarlo con los preparativos del festival. Estoy segura de que podemos trabajar bien juntos —dijo, jugueteando con su cabello.
Observé la escena, sintiendo una punzada de celos. ¿Por qué Suah se comportaba de esa manera? Jackson, sin embargo, parecía incómodo.
—Gracias, profesora Suah, pero creo que ya tenemos todo bajo control —dijo intentando alejarse.
La profesora no se rindió.
—Estoy segura de que puedo ayudar de alguna manera —insistió.
—Profesora Suah, necesitamos ayuda con los estudiantes de arte de esculturas. ¿Podría encargarse de eso? —interrumpí.
Suah se giró, con expresión seria, parecía no caerle en gracia que interviniera en su coqueteo.
—Sí, por supuesto —dijo de mala gana.
Ella se dirigió a los estudiantes para ayudarlos a organizar sus exposiciones de arte.
—Gracias —dijo Jackson—. No sabes cómo me has salvado.
Yujin sonrió.
—De nada, Jaxi —dije.
—¿Jaxi? —frunció el entrecejo.
—Es un diminutivo de Jackson —sonreí, y a él pareció agradarle.
Mientras continuábamos trabajando, no podía evitar sentirme insegura. ¿Podría confiar en Jackson? ¿O sucumbiría a los encantos de Suah? No podía culparlo si decidía involucrarse con ella; es bonita y, sobre todo, con ella no tendría que esconderse.
La profesora Suah no se rindió en su intento de seducir a Jackson. Continuó flirteando con él, tocándolo ligeramente en el brazo o sonriendo seductoramente.
Observaba la escena, sintiendo una incomodidad en el pecho. ¿Por qué Jackson no la rechazaba claramente?
Decidimos inspeccionar el auditorio donde se llevarían a cabo las danzas y obras de teatro, verificando que todo estuviera en perfectas condiciones. Suah se acercó a Jackson y comenzó peinarlenel cabello alborotado.
—Debes lucir perfecto para el festival —dijo Suah, sonriendo—. Puedo ayudarte a elegir un conjunto especial y lucirás aún más perfecto de lo que ya eres.
—Gracias, profesora Suah, pero creo que puedo arreglarme solo —dijo Jackson, dándose la vuelta y dejándola ahí mientras se alejaba.
Él me miró directamente al darse cuenta de que había presenciado aquella escena cercana entre ellos dos.
—Ella está encima de mí en todo momento —trató de justificar.
—No tienes que explicarme nada —dije, comprimiendo mis labios. ¿Cómo podía reclamarle algo estando casada? —Sigamos con los preparativos —dije, restándole importancia a lo ocurrido.
Pasé toda la mañana verificando y ayudando a Jackson. Dentro de una hora tenía un compromiso al cual no podía faltar, por eso cubrí la mayor parte de mis responsabilidades del festival.
—Jackson, ya tengo que irme —le avisé.
—Quiero hablar contigo —dijo.
Asentí y nos dirigimos a su oficina. Él cerró la puerta, asegurándose de que tuviéramos completa privacidad.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Jackson me miró con intensidad.
—No te preocupes por Suah —dijo—. No me interesa. Solo me interesas tú.
Su mano acomodó mi cabello detrás de la oreja.
—Solo puedo mirarte a ti.
—¿De verdad? —pregunté con inseguridad.
Jackson asintió.
—De verdad —dijo.
Sonreí, sintiendo una oleada de alivio y felicidad. Mi corazón le creía.
—No creas que te estoy exigiendo algo —dije—. Yo no podría, estoy en un matrimonio y tú me aceptas así.
—Eso no me importa —dijo—. En este momento, solo quiero estar con una mujer, y esa eres tú.
Acunó mi rostro en sus manos y su boca se unió a la mía en un beso intenso y pasional.
Nos despedimos y salí de su oficina directamente hacia el auto, donde me esperaba Dongsun.
—A casa de los Choi.— le dije cuando me subí al auto.
En el camino, le escribí a Hyori invitándola al festival y sugiriendo que saliéramos juntas a algún lugar para divertirnos como en los viejos tiempos.
En menos de lo que esperaba, llegamos a la imponente mansión de los Choi. No venía aquí por voluntad propia, pero si la madre de Minho le decía que vine a pasar tiempo con ellos, eso lo mantendría tranquilo y se le pasaría el mal humor de la última llamada que tuvimos.
La familia de Minho era conocida por su influencia y poder en la sociedad coreana, y sabía que debía comportarme de manera adecuada. Bajé del auto y me decidí a pararme frente a la puerta principal, siendo recibida por el mayordomo.
—Bienvenida, señorita Yujin —dijo, haciendo una reverencia.
Imité su acción y después me guió a la sala de estar. Allí encontré a la familia Choi reunida. Yonhun, el padre de Minho, era un hombre alto y delgado con una mirada severa. Dulmi, la madre de Minho, era una mujer elegante y refinada. Chungho, el hermano mayor de Minho, era un hombre serio y responsable, pero machista y misógino, al igual que su padre y su hermano. Gamri, la hermana menor de Minho, era una chica insoportable, como ya lo había mencionado antes.
—Bienvenida, Yujin —dijo Yonhun, mi suegro.
Me incliné y saludé a cada uno de los miembros de la familia.
La reunión comenzó con una comida tradicional coreana, y me esforcé por ser amable y respetuosa. Sin embargo, no podía evitar pensar en Jackson y en el festival que estábamos planeando. Prefería pasar mi tiempo con él; no hubiera venido aquí si no lo considerara necesario.
La convivencia se estaba llevando de manera cordial, pero pronto se convirtió en un interrogatorio. La familia de Minho estaba decidida a saber por qué no había quedado embarazada de nuevo después de la pérdida de mi pequeña niña.
—Dinos, Yujin, ¿pronto nos sorprenderán con un bebé? —preguntó el señor Choi.
—No creo que sea pronto.
—¿Por qué no? —insistió—. Ustedes son jóvenes y están en la edad precisa para tener todos los bebés que mi hijo requiera de ti.— mis ojos se abrieron más de lo habitual por lo dicho.
Olvidaba que, para esta familia, solo soy una incubadora de pequeños bebés Choi que lleven los genes de su amado hijo, continuando con su dinastía.
—Debes darle otro bebé a Minho —dijo Dulmi, la madre de Minho—. Es su derecho como esposo.
Empezaba a incomodarme; todo el tiempo mencionaban ese tema. Antes de perder a Ara, que recién había cumplido tres años, empezaron con su insistencia de que tenía que parir más bebés para la familia y darle hermanos a mi hija. Cuando perdimos a mi pequeña, ellos se detuvieron un tiempo por mi estado de salud mental, pero desde que me dieron de alta de la clínica psiquiátrica, insisten en que debo embarazarme de nuevo. Sobre todo porque su única nieta ya no está.
—Entiendo su preocupación, pero no es tan fácil —dije, llevando un bocado de kimchi a mi boca.
Gamri, la hermana menor de Minho, se rió de mí.
—¿No es fácil? ¿Qué es lo que no es fácil? —preguntó—. ¿No quieres darle un heredero a Minho?
Traté de mantener la compostura, me aclaré la garganta antes de hablar.
—No es solo cuestión de darle un heredero —expresé—. Es cuestión de mi salud y bienestar.
El padre de los Choi, intervino.
—No necesitas preocuparte por tu salud, sabes que tendrás las mejores atenciones médicas —dijo le señor Yonhun—. Tu deber es darle un hijo a Minho.
Chungho, el hermano mayor asintió.
—Sí, Yujin, debes cumplir con tus obligaciones como esposa —se atrevió a decir.
—No entienden —dije frustrada fingiendo una sonrisa—. No puedo simplemente decidir tener un bebé porque ustedes lo digan.
—Yujin, debes entender que tu deber es darle un heredero a mi hijo —dijo Yonhun—. Es importante continuar con el legado de los Choi; en nuestra familia, es una cuestión fundamental.
—Sí, entiendo —respondí.
El señor Choi parecía satisfecho al haber obtenido esa vaga respuesta de mi parte.
—Además, ¿por qué sigues trabajando? —preguntó Dulmi—. Deberías dedicarte a tu hogar y a tu familia.
—Mi trabajo es importante para mí —dije, un tanto seria.
—No es importante para una mujer casada —dijo Yonhun—. Tu lugar está en el hogar.
Me sentía desesperada y sola. No sabía cómo manejar la situación; lo peor de todo es que fui yo quien se metió en la boca del lobo.
—Necesito un poco de aire fresco —dije, levantándome de la silla.
—No, no —dijo Dulmi—. Ven conmigo. Quiero hablar contigo.
Dulmi y Gamri se levantaron y, tomándome del brazo, me llevaron a una habitación privada sin siquiera preguntarme si quería ir con ellas.
—Siéntate —pidió la mayor.
Lo hice sin decir nada, sintiendo que me ahogaba y que debería salir corriendo.
—Yujin, ¿hay algún problema entre tú y Minho? —preguntó mi suegra.
—¿Qué tipo de problema? —la observé confundida.
—En la intimidad —dijo—. ¿Es eso por lo que no has quedado embarazada de nuevo?
—No hay ningún problema —dije.
—¿Minho se pone preservativo, acaso?— esa pregunta la hizo Gamri.
—No.— negué.
—¿Él termina dentro de ti?— las preguntas se estaban haciendo más íntimas por parte te la menor.
—Es muy raro que estés preguntando esas cosas, es tu hermano de quien estás hablando.— fruncí ligeramente el entrecejo.
—Pregunto para que te podamos ayudar.— justificó —Responde
—Sí, termina dentro.— baje la mirada por vergüenza.
—¿Cómo es posible que no estés embarazada?— pregunto Dulmi.
—No lo sé —dije—. No es algo que pueda controlar.— no podía revelar que me había negado a tener intimidad con Minho; solo dos veces lo habíamos hecho, pero gracias al implante subdérmico no había quedado en cinta. Ellas no sabían que tenía el dispositivo, o convencerían a Minho de llevarme a que me lo quitaran.
—Es porque en ocasiones te niegas a complacerlo.— dijo Gamri con seguridad.
—¿Tu que sabes?— la mire frunciendo el entrecejo.
—Logré escuchar a Minho hablando con Namoo sobre lo ansioso que estaba por saciar sus ganas, pero que tú lo rechazabas cuando intentaba tocarte.— Gamri me miró mal —No lo complaces.
—Debes hacer algo al respecto —dijo Dulmi—. No puedes dejar que Minho se sienta insatisfecho.
Se sentaron más cerca de mí, sus voces bajando a un tono conspirativo.
—Yujin, debes entender que un hombre como Minho tiene necesidades —dijo Dulmi.
—Sí, necesidades que debes satisfacer —añadió Gamri, sonriendo de manera inapropiada.
Esto era incómodo y vergonzoso; no quería hablar con ellas sobre la intimidad con Minho. Era su hijo y su hermano, ¿por qué querían saber esas cosas?
—No entiendo por qué insisten en esto —dije.
—Porque es importante para la felicidad de mi hijo — Dulmi elevó el mentón y se enderezó —. Y para la estabilidad de tu matrimonio.
—No puedes dejar que Minho se sienta insatisfecho —dijo—. Debes hacer lo que sea necesario para mantenerlo feliz.
Me sentí ofendida por los comentarios sugestivos y sexuales que estaban haciendo.
—Eso no es asunto suyo —dije, intentando mantener la calma —Ests conversación es incómoda.
—Yujin, eres su esposa.— me recordó Dulmi —. Es tu deber satisfacer sus necesidades.
Gamri asintió.
—Si no puedes satisfacerlo —dijo Dulmi, su voz tomó un tono amenazante—, entonces Minho buscará a otra mujer que lo haga feliz.
—Sí, hay muchas mujeres que estarían encantadas de satisfacer las necesidades de mi hermano.—, Gamri apoyo a su madre.
Me sentí como si hubiera recibido un golpe. ¿Estaban tratando de manipularme?
—¿Están insinuando que Minho me dejará por otra mujer? —pregunté con el entrecejo fruncido.
Dulmi se acercó más, su voz tomó un tono severo.
—Yujin, no te equivoques, eres su esposa y no te dejará —dijo—. Minho necesita una esposa que pueda satisfacer sus necesidades.
—Y una de esas necesidades es tener un heredero —dijo la menor.
Su madre suspiró.
—Minho, ciertamente no te dejará, pero... —dijo—. Si no lo satisfaces tú, entonces otras mujeres lo harán.
—¿Estás diciendo que Minho tendrá amantes? —pregunté directamente.
Ambas asintieron al mismo tiempo.
—Sí, eso es exactamente lo que estoy diciendo —dijo con una sonrisa—. Y no puedes hacer nada para evitarlo.
—Minho siempre ha sido un hombre con un gran apetito sexual —platicó Gamri—. Le conocí varias conquistas con las que tenía sexo casual antes de casarse contigo.
—¿Cómo pueden aceptar eso? —pregunté.
Dulmi se encogió de hombros.
—Es la realidad —dijo—. Y debes aceptarla. Si quieres mantener a mi hijo a tu lado, debes darle lo que quiere.
Me quedé en aquella habitación, mirando fijamente a las dos féminas frente a mí, que ahora me causaban repulsión. No eran tan diferentes a mi madre.
—Si yo tuviera amantes, ¿les importaría? —pregunté desafiante.
—Eso es diferente —dijo Dulmi ofendida.
—¿Por qué es diferente? —arquee una ceja.
—Los hombres tienen necesidades —respondió Gamri—. Un insaciable apetito en la intimidad. Es natural.
—Y las mujeres no tienen necesidades —mi rostro estaba completamente serio—. ¿Es eso lo que están diciendo?
—Las mujeres deben ser respetables —mencionó Dulmi—. Una mujer casada como tú y una señorita como Gamri no pueden estar con cualquiera abriéndole las piernas. Eso les quitaría todo valor como mujer.
—Entonces, es aceptable que Minho tenga amantes, pero yo no —dije—. Doble moral.
—Es la realidad —dijo Dulmi encogiéndose de hombros—. Los hombres siempre han tenido más libertad que las mujeres.
—No puedo creer que estén diciendo esto —dije—. No puedo creer que estén justificando la infidelidad.— me sentí mal de tener esa misma doble moral, no por ellas, ni por Minho, sino por mi misma. Pero no me sentía con la voluntad para alejarme de Jackson.
Dulmi se puso de pie y se acercó, tomó mis manos y mirándome fijamente a los ojos.
—Yujin, hija mía —dijo—. Harás lo mejor para la familia. Dejarás que Minho tenga intimidad contigo las veces que sean necesarias hasta que quedes embarazada de nuevo.
Traté de retirar mis manos, pero Dulmi las sostuvo con firmeza.
—Y dejarás que Minho se sienta completamente satisfecho —continuó Dulmi—. Porque Minho es mi hijo, y es un hombre. Y como todo hombre, tiene necesidades necesitan ser atendidas con urgencia o recurrirá a otras cosas.
Me sentía como si estuviera siendo obligada a aceptar algo que no quería.
—No puedo creer que esté escuchando esto —dije, tratando de liberar mis manos—. Eso no es amor y no se puede ser feliz así.
—El amor es una ilusión y la felicidad es subjetiva —dijo Gamri—. Yujin, no seas tonta. Lo que importa es la comodidad, seguridad y lujos que Minho te ofrece.
—¿Seguridad, comodidad y lujos? —repetí—. ¿A cambio de mi dignidad?
—Tienes lujos, comodidades, tarjetas de crédito y una hermosa casa. ¿Qué más puedes pedir? Si pones de tu parte, pueden ser felices como tanto quieres. Ya lo eran antes de que perdiéramos a mi sobrina.— Gamri me miraba con aburrimiento.
Dulmi devolvió su mirada hacia mí, su voz seguía teniendo un tono autoritario.
—Yujin, no tienes opción —repitió Dulmi—. Minho te tomará en la intimidad, con o sin tu consentimiento. Así que es mejor que aceptes la realidad y te sometas, puedes sacar provecho de la situación y de todo lo que él puede darte si eres inteligente, aprende m niña.— Acarició mi cabello.
—No sé —dijo Gamri—, siento que en el psiquiátrico te lavaron el cerebro.
—No seas irrespetuosa Gamri.— reprendió a su hija.
—Mamá, creo que la estamos abrumando mucho —dijo Gamri—. Poco a poco entenderá. ¿Vamos de compras o al spa?
—Solo una cosa más —dijo Dulmi—. Yujin, debes entender. Esto es por el bien de la familia. Debemos mantener la reputación intacta.
—La reputación de la familia —repetí—. ¿Es eso todo lo que importa?
—Lo entenderás con el tiempo —su sonrisa parecía genuina, pero era una experta en el engaño—, cuando de ti nazcan más bebés preciosos como lo era nuestra querida Ara.
Sentí tanto desprecio por esa señora al mencionar a mi hija solo para ejercer con mayor fuerza su manipulación. Pero solo pude asentir a lo que dijo.
Necesitaba salir de aquí.

¿Ya dije que odio a los Choi?, pues si, odio a los Choi. :)
Pero eso no me impediría darle sus besotes a Minho😶🌫️
JAJAJAJAAJA.
Gracias por leer.
Mon💜
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