●[Capítulo 7]●


□|Sin perder las costumbres|□

Nadia


La conocí hace seis años, no hacía mucho de mi llegada al pueblo y de haber conocido a Jace.

Me costaba mucho acostumbrarme a mi nueva familia. Era una chica sumamente solitaria, tanto así que la amistad más cercana que tenía era Jace. Él creyó que lo mejor era que nos conociéramos, que sería mi primera y verdadera amiga.

Qué equivocado estaba. Nunca supo que mis sentimientos posesivos hacia él comenzaron con la aparición de su mejor amiga. Odiaba que ella estuviera en todos lados y siempre acompañara a Jace.

¿Por qué ella sabe todo de él y yo no? ¿Qué tiene ella de especial? ¿Están saliendo? Esas preguntas rondaron en gran parte de mi adolescencia, por mucho que Jace tratara de disuadir dichas dudas. Una relación entre nosotras nunca se pudo dar pese a los grandes intentos de Jace.

¿Cómo puedo aceptar una amistad con su mejor amiga que, además, está enamorada de él?

Laura me mira impaciente esperando a que responda, pero su presencia, para nada deseada por mí, me impide contestarle.

—Nadia, responde —me sigue llamando—. ¿Jace sabe que estás aquí?

—¿Tú qué crees? —Chris nos mira a ambas con el ceño fruncido y mirada interrogante.

—Tú no aprendes, sigues cometiendo el mismo error una y otra vez —Pasa una mano por la cara y luego aparta los mechones negros que parecen molestarle.

—Tú tampoco entiendes —replico—, aún crees que me importa tu opinión.

El sonido de las despreocupadas risas y el tintineo de las botellas de cerveza llena el silencio que se instala entre nosotras. Chris, a mi lado, aprieta mi brazo, tal vez pidiendo una explicación o tratando de transmitirme apoyo.

Las tres nos giramos a la misma dirección en el momento en el que el ruido de los motores sobrepasa a todo el bullicio. Somos espectadoras de cómo Jace lidera el primer lugar con una gran ventaja ante los demás concursantes. Las personas allí presentes lo aclaman y admiran, parecen conformes con el resultado de la rotunda victoria.

Tan hermoso como siempre. Pienso cuando lo observo quitarse el casco a la distancia, pudiendo, también, ver los mechones desordenados que caen en su frente.

—Bien, si no vas a actuar como la misma niña que salió huyendo la última vez —dice Laura entonces, logrando que sus palabras enciendan mis mejillas de la rabia y la vergüenza—, te llevaré conmigo.

Trata de agarrarme por la muñeca, pero aparto mi mano alejándola de su alcance y continúo acribillándola con la mirada.

—Muy bien, haz lo que quieras —Comienza a caminar adelantándose unos metros.

De mala gana inicio la caminata, pero Chris, quien sigue enganchada a mi brazo, me detiene.

—¿Quién es ella, nena? ¿Qué está pasando? —pregunta confundida, el signo de interrogación parece estar pintado en su cara.

La insto a movernos y juntas tratamos de seguirle el ritmo a Laura, pero manteniéndonos a cierta distancia de ella.

—¿Recuerdas la chica de la que te hablé? ¿La que está enamorada de Jace y es su mejor amiga? —Chris asiente en respuesta—. Es ella.

—Oh, rayos, qué jodida suerte tenemos para encontrarla.

—La misma suerte que tuve yo hace tres años —digo suspirando.

Seguimos los pasos de la pelinegra, consiguiendo, en el proceso, alejarnos del tumulto de personas y llegando a la zona donde inicialmente habíamos aparecido mi mejor amiga y yo. El improvisado estacionamiento tiene menos autos estacionados que antes, y apenas hay un par de personas rodeándolo.

Laura se detiene y se gira hacia nosotras con los brazos cruzados, el cuero de la ajustada cazadora adhiriéndose a cada curva de su mitad superior.

—¿Dónde está el carro? —pregunta.

—Por allá —responde Christina con un gesto de su cabeza a la dirección y señalando con el índice de la mano izquierda.

—¿Pueden darme las llaves? No tengo con qué llevarlas y no es seguro dejar el vehículo aquí —explica.

Chris se descuelga de mí y, sacando las llaves de su sujetador, las entrega.

—Espero que sepas manejar, chica, ese auto cuesta una fortuna —Hace un ridículo puchero y se vuelve a acercar a mí.

—No te preocupes por eso —le resta importancia Laura.

Nos dirigimos a la dirección antes señalada. El Mercedes negro de Christina está a pocos metros de distancia, lo suficiente cerca para que Laura extienda su mano y logre desbloquear el seguro con el mando a distancia.

Rodeo el auto y me adentro en el asiento copiloto, al mismo tiempo que Chris se acomoda en los asientos traseros. Laura logra poner en marcha el vehículo y retrocede dirigiéndose fuera de la zona estacionaria.

—¿Por qué nos estás ayudando? —pregunto extrañada. Siempre fue de las que se mantenía al margen de mi situación con Jace, a pesar de su encaprichamiento con él.

—No lo estoy haciendo —niega con los ojos fijos en la senda—, te estoy llevando al bar donde quedamos en reunirnos todo el grupo.

—Ya se me hacía raro —digo poniendo los ojos en blanco. Arrugo la frente cuando una duda me surge—. ¿Cómo ibas a ir hasta allá si no tenías transporte?

—Tu hermano quedó en llevarme.

—No es mi hermano —mascullo entre dientes desviando mis ojos hasta la ventanilla de mi lado.

—Qué curioso —su tono irónico logra irritarme— que a estas alturas enfatices en eso.

No contesto, pero vuelvo la mirada a ella.

—Me doy cuenta de que sigues siendo el perrito faldero de mi hermano.

—No me ataques, Nadia —pide—. No estoy de ánimos para tu mal humor.

—Yo solo quiero que aceptes que estás enamorada de Jace.

El silencio se instala entre todas. Sé que ella no me responderá, aunque dicha respuesta sea más que obvia, aún después de ella habérmelo negado hace tres años.

—Uff, espero que en ese bar haya bastantes botellas de vodka —dice entonces Chris, y debo aguantar la risa ante el intento de mi amiga por alejar el aire incómodo del ambiente.


●●●●●


Después de un cuarto de hora, llegamos a un bar solitario en la carretera y alejado del pueblo. Es de aspecto rústico y, a pesar de la oscuridad, se puede vislumbrar la edificación confeccionada en madera hosca. A través de las ventanas se escapa una fuerte luz ambarina proveniente de su interior.

No conozco este sitio, pero parece ser un lugar que frecuenta Jace con sus amigos, pues Laura nos llevó por una ruta de la que ni tenía conocimiento mientras ella nos desplazaba cómodamente por esta.

Nos metemos en la zona de hierba baja a un lado del bar, allí también se encuentran otros autos y motos.

Laura espera a que salgamos del vehículo. Le entrega las llaves a Chris y encamina sus pasos rodeando la zona. Mi mejor amiga revienta el globo de su recién estrenado chicle y yo aprieto ambas manos en puños, reuniendo valor para lo que se avecina; juntas seguimos los pasos de Laura.

Rodeamos el bar hasta detenernos en la entrada. Levanto la mirada en dirección al gigante letrero de luces coloridas, que se destaca anunciando ¨Bar Junior´s¨.

   Entramos al antro, quedo maravillada con el aspecto acogedor y sencillo de este, decorado en colores oscuros y muebles sencillos con diseños enmaderados. La primera impresión que tengo es la de sorpresa por la tranquilidad y familiaridad que allí se percibe.

—Síganme —pide Laura.

Continuamos hasta el fondo del bar, a medida que avanzamos inspecciono a una mesa fijada entre la esquina de la pared del fondo, que está siendo ocupada por un grupo de chicos; allí nos dirigimos.

Llegamos y todos se quedan mirando hacia nosotras, terminando así la conversación que están teniendo. Las expresiones de ellos rozan la confusión y la curiosidad, a excepción de un chico de ojos azules y cabello oscuro que mira fijamente a Laura mientras bebe de un vaso con algún liquido dorado. El chico aparta los ojos de ella desplazándolos hacia mí, los cuales agranda ligeramente, el reconocimiento y sorpresa de improviso en ellos.

El chico que está sentado a su lado —una copia de cabello castaño y ojos chocolate grisáceos al otro chico que tiene en frente— inclina su cabeza mientras nos mira y decide levantarse.

—¡Abejita! —exclama llegando a sorprenderme su euforia—. Pensé que vendrías con Jace, pero ya veo que traes compañía. ¿Cómo se llaman estas preciosidades?

—Nadia —respondo y me giro hacia Chris.

—Christina —dice ella, pero no está mirando hacia quien nos habla, sigo su mirada y advierto que observa con el ceño fruncido al que parece ser el otro gemelo, quien mira con semblante aburrido fuera de la ventana.

—Oh, Nadia… ¿Por qué tu nombre me suena de algo? —pregunta poniendo un dedo en su barbilla.

—Es la hermanastra de Jace —interviene Laura.

  —¡Oh! —suelta el chico al haber caído en cuenta del porqué. Se hace a un lado señalando el espacio libre—. Ven, siéntate, Jace debe estar al llegar. Mmm… Lyam, dale un espacio a su amiga.

El nombrado, su evidente hermano, por fin parece volver al interior del local y clava su mirada en mi amiga.

—¿Quién dejó que viniera una menor al local? —pregunta este después de dejar espacio para Chris de mala gana.

Me acomodo en el espacio que me brindaron y veo a Chris hacer lo mismo, demasiado callada para su forma de ser. Lo que significa…

—Tengo la edad suficiente para hacer lo que se me pegue la regalada gana —responde en mala forma, poniéndose al instante a la defensiva.

—¿Estás segura? Con esa actitud y aspecto diría que tienes quince años como mucho —responde volviendo su mirada a la ventana, en un evidente modo de ignorar.

—Y con tus modos diría que eres un imbécil amargado en cuerpo perfecto. Qué lástima de hombre —Chris se cruza de brazos. Mi amiga de verdad parece enfadada, cosa que no suele suceder con facilidad.

—Laura, ¿para qué traes a esta loca contigo? —pregunta el tal Lyam, que ahora puedo describir como el menos amistoso.

—Tú, idiota, estúpido… —Mi amiga abre grandemente los ojos y luego los estrecha en pequeñas rendijas— ¡Oh, por dios! ¡Me estás ignorando!

—Pensaba que no te darías cuenta nunca —alega él.

Todos nos quedamos mirando el altercado de ambos en silencio y sorprendidos. En verdad no me creo que sea Laura la de la mala actitud, siempre suele ser amigable y buena con todos, no sé cómo este chico logró sacarla de sus casillas solo conociéndola por dos minutos.

—Yo pensé que no hablaba —dice entonces la chica, una morena de cabello multicolor y ojos almendrados, que está sentada al lado del apático gemelo al final de la mesa. Su sorpresa es tan evidente como la de todos allí presentes.

—Es mi hermano y pensaba que era mudo —susurra el otro hermano a mi lado.

Laura, quien hasta el momento ha estado parada frente a la mesa, se aclara la garganta en un intento de aligerar la tensión del entorno.

—Ahora vuelvo con ustedes —Me mira entonces—. Espera a Jace, pronto llegará.

Se aleja en dirección a la barra desapareciendo entre los grupos de personas que están ahí. Vuelvo la mirada a mi amiga, quien continúa observando a Lyam, parece querer fulminarlo allí mismo.

—Bueno, ya que estamos, haré las presentaciones —dice el hermano bueno, mientras pone su brazo en el espaldar de mi asiento—. Ese que parece una copia barata mía es Lyam, como ya antes mencioné, y, obviamente, es mi gemelo.

El nombrado siquiera presta atención, solo continúa tomando de su vaso y mirando a la nada. Es increíble el parecido entre ambos hermanos, aunque en carácter sean totalmente distintos.

—La chica sentada a su lado es Tina —continúo diciendo.

La aludida hace un breve saludo con su mano y me sonríe, evidenciando de sobremanera su belleza exótica y rasgos latinos.

—Él es Ian.

El chico de hermosos ojos azules me mira atento. Parece la viva imagen de un ángel…un magnífico ángel caído.

—Y esta preciosidad que te habla se llama Bryan —Se señala con la mano libre sonriendo.

Todos se quedan callados después de terminar de hablar Bryam, menos Chris, quien parece seguir blasfemando en voz baja en dirección a Lyam. En realidad, no tengo un tema con el que hablar con ellos, cada vez que pasa el tiempo y Jace no llega, me pongo más nerviosa. Me siento incómoda, como una intrusa en una reunión íntima entre amigos cercanos.

—Voy a ver si encuentro algo que tomar —aviso—. Chris, ¿quieres que te traiga algo?

—Espero que tengan tragos de vodka o chikitos de tequila muy fuertes, de verdad —pide mientras eleva sus hombros y se recuesta al espaldar de su asiento. La miro con los ojos entrecerrados y el ceño arrugado, ella aparta la mirada, algo que también es poco común en ella.

Me dirijo a la barra y espero a que me atiendan. Unos minutos después, el encargado se acerca y pido las bebidas.

—Es curioso, pero es la primera vez que te veo —susurran a mi oído, antes de que pueda ver quien es, Ian se sienta en el asiento a mi derecha con una sonrisa ladeada—. Eres la hermanastra de Jace, seguro que tienen una relación muy estrecha. ¿Dónde has estado, Nadia?

—Estuve estudiando fuera del pueblo —respondo apartando mis ojos de su mirada escrutadora.

—Oh, eso había oído, linda —acota Ian. El sonido de sus movimientos me hace volver a estar atenta a él, viendo sus intenciones de invadir mi espacio personal cuando se inclina hacia mí—. Es una lástima que no nos conociéramos antes. ¿Te conseguiste a algún novio londinense en la gran ciudad?

—No creo que sea de tu incumbencia, pero sí.

—Lástima —Hace un movimiento con su mano llamando al barman y este viene enseguida a rellenarle la copa que trajo con él—, seguro tu hermanastro está muy feliz por esa noticia.

—No creo que eso te importe en lo más mínimo —Tuerzo los labios y cojo los dos vasos que dejan frente a mí.

—En eso tienes razón —Toma un pequeño sorbo de su trago y se apoya con un codo a la barra —, aunque…

—Aléjate de ella, Ian —Laura se posa detrás de él en cuanto llega a nosotros.

—¿Qué te preocupa, ángel? Solo hablamos —Un curioso brillo malicioso ilumina sus pozos azules y, con una sonrisa indemne en su boca, se lleva el vaso a sus labios.

—Solo aleja tus letales ojos de ella —Laura lo rodea y se planta a un lado de él.

—¿Y cómo sabes que son tan letales? —La mira en un intento de aparecer inocente. Muy fallido, por cierto—. ¿Alguna experiencia con ellos en particular?

—Tanta que me hace alejar a otras de tus garras —Los miro confundida ante la extraña comunicación entre ellos.

—No te preocupes por eso, Lau. Ian no será tan imbécil como para ponerle una mano encima a mein lichtstrahl —Un hormigueo recorre mi piel cuando escucho su voz y posa sus manos en mis hombros.

Ian se toma de un trago lo que queda en su vaso y se levanta.

—Mira que sois intensos —comenta—. Vamos, ángel, quiero saber más sobre esa experiencia tuya con mis ojos.

Laura lo acribilla con la mirada, pero aun irritada sigue sus pasos.

—Es hora de irnos, lichtstrahl —Me da un leve apretón, sus palabras haciendo cosquilla en la piel de mi cuello.

—Chris vino conmigo, no puedo dejarla aquí —Su cercanía entrecorta mi voz y respiración.

—Bien, vamos a buscarla e irnos de aquí ahora mismo —Se aleja y me doy la vuelta viéndolo con el mismo atuendo con el que participó en la carrera.

Mete sus manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros mientras se me queda mirando, y yo imito su acción. La cazadora de cuero negro y el pelo desordenado le confiere ese aspecto de chico malo que llevaba hace unos años; se me hace extraño verlo ahora vestido así. Saliendo de mi inspección, decido moverme primero, pero él se queda en el mismo lugar.

Camino hasta la mesa, sosteniendo los tragos que había pedido, y veo a Christina charlando con Tina.

—Chris, ya nos vamos —digo en cuanto pongo las bebidas frente a ella.

—Oh, si quieres vete tú con Jace, Nady —ofrece mientras coge uno de los vasos y mira al gemelo sentado al lado de ella—. Me quedaré un rato conociendo a mis nuevos amigos.

—¿Estás segura? —Está actuando demasiado fuera de lo común.

—Por supuesto, no te preocupes.

Asiento indecisa y me despido de todos rápidamente. Me giro y alcanzo a ver a Jace en la entrada del bar. Cuando llego a donde está, toma mi mano y salimos allí.

—Jace —lo llamo al llegar a donde se encuentra su moto.

Se detiene y se vuelve hacia mí cruzándose de hombros. Pienso que va a estar enfadado, pero la pequeña sonrisa, que empieza a formarse en sus labios, me dice lo contrario.

—Sabía que me seguirías, pero no que traerías compañía —Abro la boca para responder, pero la vuelvo a cerrar al darme cuenta que sí nos escuchó cuando estábamos espiándole.

—Pues ya ves —digo intentando sonar inalterable.

Jace se acerca a mí, quedando solo a unos centímetros, y se inclina hasta mí oído, todo intento de mi parte de parecer indiferente yéndose por la borda.

—No dejemos que se pierdan tus viejas costumbres, Nadia —dice, el bajo sonido acariciando el lóbulo de mi oreja. Y termina dándome un sonoro beso en la mejilla antes de alejarse.

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N/A: ¡Hola, corazones míos! ¿Cómo les ha tratado el día?

¿Les gustó el capítulo? Sí es así, pónganme este emoji:😍

¿Quien, de todos los personajes presentados hasta ahora, les gusta más? Sinceramente, yo no decidirme.

Bueno, espero que se hayan reído un rato y disfrutando el capítulo.

Besos y abrazos virtuales para todos ♡♡♡

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