●[Capítulo 11]●
□|Inesperado|□
[Día 8-9, alrededor de 6 días para su partida]
Nadia
Envuelvo mis brazos a mi torso, mi cuerpo, estremecido por el frío, apenas siente consuelo por el grueso abrigo que lo cubre. No me sorprende la glacial temperatura; el paisaje está abarrotado, casi en su totalidad, de la más blanca de las nieves.
Estamos fuera de casa, frente a la vereda de la entrada, la única zona que, actualmente, no se parece afectada por la anterior nevada, gracias al quitanieves que pasa todas las mañanas para recogerla de las calles.
—¿Tienes frío? —pregunta Jace, quien se gira hacia mí en cuenta nos detenemos frente a su moto.
—¿Tú qué crees? —Mis palabras salen en un balbuceo por el castañeo de mis dientes—. ¿En serio quieres que salgamos así? ¿Y en moto? ¿Por qué mejor no me dejas durmiendo en mi cálida habitación?
—Venga, ya, no te eches atrás ahora. —Se acerca y me abraza. Me envuelvo en sus brazos con gusto, encantada con la calidez que desprende su cuerpo y la cercanía que nos está regalando—. Cuando lleguemos allá, se te quitará.
—¿Después de un paseo en moto? Lo dudo —Su respiración impacta en mi cabello, pero apenas siento el frío que la acompaña, parece que ya estoy entrando en calor—. ¿Por qué mejor no vamos en tu coche?
—Lo dejé en mi departamento en Londres —explica—, además, debo competir con la moto.
Siento la pérdida del auto más que la pérdida de contacto de Jace cuando se aleja, era mi única opción de tener un transporte cómodo y con calefacción. Miro a la moto asustada, y esta parece estar riéndose de mí, prometiendo un paseo muy helado.
—Venga, vámonos antes de que te acobardes —Toma mi mano, la cual sujeto con fuerza, a pesar de no sentir el contacto por los guantes de lana.
Me incita a caminar, pero me vuelvo a detener, buscado cualquier excusa en mi mente para retrasar el viaje.
—¿Este es uno de esos métodos tuyos para conquistarme? —Es la primera pregunta que se me ocurre.
—Puede ser. ¿Está funcionando? —Sigo el movimiento de su mano derecho cuando se alza y rasca con sus dedos la nuca.
—¿Quién sabe? —Arrugo la nariz que, por cierto, la siento congelada; ahora mismo debe estar compitiendo con los tomates—. Aunque, eso del chico malo que le da un paseo en moto para impresionar a la chica, es muy trillado.
—Pero yo no soy un chico malo —Siento un agradable calor en el pecho cuando lo veo haciendo un puchero, le queda hermoso y tierno.
—Tampoco eres uno bueno —Entrecierro los ojos y sonrío—, ¿o se te olvida que me andas secuestrando?
—Si la chica sabe que se la están llevando, ¿cuenta como secuestro? —Une sus brazos, cruzándolos frente a su pecho.
—Supongo que no.
—Bien, entonces somos solo dos chicos escapándose a una carrera clandestina —expresa—, una a la cual llegaremos tarde.
Me quejo cuando me agarra el brazo y me incita a montarme, aunque solo es una débil protesta, ya que, en realidad, sí estoy emocionada por esta salida —no cita— juntos.
●●●●●
Jace se baja de la moto y deja una mano en el aire, ofreciéndose a ayudarme.
—¿Ves que no era para tanto? —Tengo ganas de pegarle un guantazo, pero como apenas puedo moverme del frío que cala mis huesos, opto por aceptar su ayuda.
Intento mantenerme erguida cuando llego al suelo, pero, la verdad, solo tengo deseos de echarme al piso hecha un ovillo.
—Vuelves a repetir eso, y no sé cómo, pero me vuelvo por donde vine sin tu ayuda. —Jace ríe despreocupado y pasa su brazo por mis hombros, pegándome a su costado en el proceso—. ¿Cómo es que esta gente puede estar aquí afuera?
Con el brazo libre, señala al centro del gran grupo de personas, quienes están congregadas alrededor de una gigantesca hoguera. Deben ser mucho sus deseos y su aburrimiento en casa para querer ver una carrera de barrio con este tiempo. Aunque no soy quien, para juzgar, también estoy aquí, pero por razones distintas y en forma de persona.
—¿Dónde están tus amigos? —pregunto.
—Por allá, es el grupo más apartado —Cambia la dirección de su mano hacia donde quiere señalar y, gracias a la enorme fogata, puedo vislumbrar al grupo señalado.
Mientras caminamos, trato de identificar a los integrantes, sin embargo, es esfuerzo empleado en vano.
—¿Tu amiguita anda por aquí? No me parece verla —Sí, vale, quiero saber si esa chica anda por aquí.
En verdad no me gusta su mirada en Jace, la ternura y aprecio que siempre irradia me llega a incomodar, a eso agrégale admiración y apoyo incondicional. No me molestaría si no supiese que está enamorada de él.
—Nadia… —dice Jace en tono de reprimenda.
—Que sí, vale, sí. —Ruedo los ojos y poso una mano en el antebrazo que cuelga por mis hombros, sin apartarlo de su posición. Intento sonar lo más condescendiente posible—: ¿Dónde está Laura?
—Se sentía mal y no pudo venir —Jace suspira seguido de sus palabras como si lamentara dicho motivo.
—Oh, vaya.
—Sí, mejor dejémoslo en un ¨vaya¨ —masculla, más bien para sí mismo—, si ella se siente mejor diciéndonos eso como excusa, que así sea.
Jace parece enfadado y afligido al mismo tiempo por la actitud de Laura y eso, más que molestarme por la atención que le da, me inquieta. ¿Qué podía estar sucediendo con esa chica?
—¿Por qué dices eso? —interrogo.
—No es nada, no te alarmes —Posa su mano libre en la nuca—, son cosas de ella.
—Como quieras, aunque, si te soy sincera, me da curiosidad.
—Si no fuera así, no sería tú, mein lichtstrahl —Su risa ronca y alegre, seguido de un beso que me da en la cien, me devuelve la sonrisa a mi rostro.
Quédate. Me susurra mi subconsciente, y suena tan tentador. A lo mejor puedo, quizás…
Detengo mi charla mental cuando, sorprendida, borro la sonrisa de mis labios y abro grandemente los ojos. Acabamos de llegar al grupo de los amigos de Jace, quienes aún no han notado nuestra presencia; tampoco la persona que se encuentra allí con ellos.
—¿Chris? ¿Qué haces aquí? —pregunto estupefacta.
Los que están presentes y la susodicha se giran en nuestra dirección. Su cara también denota sorpresa, pero, con una extraña capacidad que posee, se recupera rápido.
—Nena, no esperaba verte por aquí —sonríe, soltando involuntariamente una risita nerviosa—. Tina me invitó a pasar el rato con ellos.
Entrecierro los ojos y ella aparta la mirada ante mi escrutinio, Sé que me oculta algo, la conozco. Y por encima de eso, llevamos días sin vernos ni hablar, y mira dónde me la encuentro.
—Nadia, debo ir a prepárame para la competencia. —Jace se aparta de mí y yo asiento en acuerdo, pero con mis ojos aún clavados en la evasiva de mi amiga—. Oye —Me sostiene la barbilla para que le mire—, esta vez, vas a observar en primera fila, y no a escondidas—Recalca esto último—, una de mis carreras.
La alegría y emoción que irradia Jace logra calentar mi corazón en la más tierna de las emociones, al darme cuenta de que su felicidad es gracias a mi presencia.
—Gracias por tal privilegio —Pongo los ojos al cielo y tuerzo los labios intentando ocultar una sonrisa.
Con unas últimas palabras, se despide y se aleja a nosotros. Cuando no puedo verlo entre la muchedumbre de jóvenes, me giro hacia sus amigos, pero antes de que pueda volver a hablar, Bryam se me lanza encima en un abrazo que me cubre por completo, al punto de la asfixia.
—¡Nadia! ¡Qué bueno volver a verte! —No puedo ver nada, mi cabeza está completamente tapada por su sobretodo—. No sabíamos que vendrías. ¿Cómo estás? Hey, ¿Por qué no hablas?
—¿Será porque no la dejas, idiota? —le dice riendo la voz que reconozco como la de mi mejor amiga—. Venga, suéltala, que la vas a ahogar.
—Ay, lo siento, linda —se disculpa Bryam mientras se aleja.
Cuando por fin tengo vista amplia de lo que me rodea, noto a Tina que me saluda con una mano, por lo cual devuelvo el gesto. El único que no se ha unido es Lyam, quien está apoyado al capó del de un auto mientras se bebe una cerveza, ajeno de su alrededor.
—¿Has visto alguna vez cómo se ponen los niños cuando consumen azúcar? —pregunta, con una sonrisa divertida en sus labios, Tina—. Pues es lo mismo con Bryam, aunque, con este chico, notarás que siempre esparce felicidad.
Río ante su comentario y observo al gemelo eufórico soltarle una palabrería sin sentido a la chica del pelo multicolor.
Me percato que falta el demonio de ojos azules y Laura, un curioso par ausente, pues el día que llegué ambos tuvieron un intercambio muy extraño. Me entra la duda de si esos dos tienen algo, tal vez pueda preguntárselo más tarde a Jace.
Alejo mi atención del pequeño grupo de amigos y me centro en Christina, quien no ha dejado de mirar sus botas, rehuyendo de cualquier intercambio de miradas conmigo.
Me acerco a ella y agarro su brazo, incitándola a que nos alejemos de allí. Cuando me parece que estamos a una buena distancia, le hablo:
—Ahora mismo me vas a explicar por qué no devuelves mis llamadas ni te has mostrado por ningún lado —le digo, la preocupación que sentía por ella convirtiéndose en indignación—. Estaba preocupada, Chris, no estás actuando muy normal que digamos.
La oigo suspirar y esta vez sí tiene la voluntad de levantar la cabeza para mirarme. Si no estoy mal, creo percibir vergüenza n su expresión, pero debo estarme equivocando, Christina nunca sentiría pudor por nada.
—Prometo que te contare mañana, ¿sí? —Es lo único que me dice.
—De mañana no pasa porque si…
—¡Albina!, ¡Albina! —Una voz, que se aproxima a nosotros, me interrumpe. Cuando miro a la dirección de donde proviene, veo a Bryam, que se está acercando a nosotras—. ¡Vamos, hermosas! Dentro de nada va a empezar el show.
—Bryam, sabes que no soy albina, ¿verdad? —Frunzo el ceño cuando el gemelo cuelga un brazo en mis hombros mientras nos encaminamos el lugar inicial de la reunión.
—¿Cómo que no? Eres rubia —dice como si eso no lo justificara.
—Eso no significa que sea albina, cabeza hueca —le explica Chris detrás de nosotros.
—Mira, albina.
No tiene caso corregirlo.
Bryam sale corriendo hacia el auto que reconozco como el de Christina. El otro gemelo, Lyam, parece haberse desaparecido de la zona y Tina es quien está apoyada en un lado del auto, ahora frente a nosotros, mientras habla por su celular.
—¡Traje provisiones! Ahora la bebida no faltarña —comenta alegre el chico en lo que abre el maletero del coche y me muestra una nevera pequeña.
Bryam continúa paloteando con Chris, quien solo asiente a lo que le dice y se encoge de hombros de vez en cuando, con un mayor interés en mirar a su alrededor que prestar atención a lo que le dicen.
—Ese chico es un loco, ¿eh? —Tina se acerca a mi guardando el celular en un bolsillo de su abrigo—. Espero que te sientas cómoda entre nosotros, sé que no te conocemos desde hace mucho, pero si eres importante para Jace, lo eres para nosotros.
—Muchas gracias, en serio —Siento una sonrisa deslizarse por mis labios y mi corazón conmoverse ante sus dulces palabras.
—No es nada, tranquila.
—Albina, mira, toma…
Bryam se mete en medio de nosotras y me alcanza una botella de cerveza, justo en el momento en que el conocido sonido de un claxon lo interrumpe. El castaño mira hacia una pequeña caseta vieja, que se vislumbra a lo lejos gracias a las incandescentes luces multicolores que la bordean.
—¡Empieza la carrera! —grita emocionado.
Chris se engancha a mi brazo en ese momento y Tina nos aconseja a movernos más cerca del camino donde se desarrollará la carrera.
Reconozco la voz de la joven mujer que comunica el comienzo de la competencia, la misma de la vez anterior. Sus palabras, rebosantes de orgullo y emoción, son un casete rayado repitiendo el similar anuncio. Con el corazón retumbando en mi garganta, la adrenalina y entusiasmo del público también consumiéndome, escucho la presentación de los personajes. Uno a uno llegan a sus posiciones y, antes de que pueda procesarlo todo, comienza la carrera.
Mis sentidos se agudizan, tomando cada minúsculo detalle del ambiente y el suceso: el bullicio enloquecido, el ronroneo enfurecido de las motos, la música a tope y el gélido viento dando fuertes sacudidas.
Los gritos de repente enmudecen, convirtiéndose en un trasfondo en mis oídos; las emociones se acoplan en mi pecho, una mezcla de euforia y preocupación combatiendo por el primer puesto. La velocidad con la que inicia la competición me mantienen nerviosa durante el trascurso de la misma. El vello de mi piel se eriza, tal vez por el frío, o quizá por la ansiedad, que me recorre a raudales al sentir el peligro al que se está sometiendo Jace.
—No le sucederá nada —Es tanto mi ensimismamiento que, cuando Tina habla, pego un brinco sobresaltada—, es el mejor esto.
—¿Tú crees? —La preocupación se percibe en mi pregunta.
—Claro que sí.
Inhalo una bocanada de aire y, cuando noto la ausencia de calor en mi lado izquierdo, comienzo a buscar a Christina con la mirada.
—Oye, ¿has visto a Christina? —le pregunto a Tina.
—Estaba aquí hace un momento, no sé —indica y se une en mi búsqueda visual hasta que comienza a saltar de la nada—. ¡Mira, mira, ya está llegando Jace!
Todas las motos derrapan por el camino arenoso, levantando una gran cantidad de polvo, solo visible por la luz provocada de la gran fogata y por las personas que están más cerca de la senda. Una vez más presencio como Jace gana con una facilidad aplastante en una competencia de estas. Es después de que detiene el motor del vehículo, que vuelvo a respirar tranquila.
—¿No te lo dije? —Tina cuestiona retóricamente y se gira hacia mí con la felicidad bailando en sus ojos avellana—. Los años de práctica hacen al profesional.
—Tienes toda la razón —concuerdo con ella. Ambas compartimos una pequeña risita cuando vemos a Bryam correteando hasta donde esta Jace—. Tina, en un momento vuelvo, voy a buscar a Chris.
Apenas doy un par de pasos, mis objetivos se vuelven añicos cuando mi mirada conecta con la de Jace a través de la multitud. Es imposible no olvidarme de todo cuando lo veo, por inercia camino hacia su dirección.
Quiero abrazarle, lanzarme a sus brazos, demostrar toda la felicidad que siento por estar compartiendo momentos juntos en su territorio y con sus amigos. Pero, antes de que pueda cercarme, otra persona se abalanza hacia él.
A pesas de estar a unos metros de ellos, puedo escuchar su conversación:
—¡Jace, estuviste increíble! —La chica, que parece haber aparecido por arte de magia, continúa pegada a él—. ¿Iremos a celebrar hoy?
—Melanie… —Jace mira en mi dirección unos segundos y vuelve la mira hacia la chica—. ¿Por qué no vas con Bryam al bar y me esperan allí? Tengo que hablar con mi hermanastra un momento.
—Te hermanastra… —Se desprende del cuello de Jace y se gira para verme. Una pecosa cara y ojos castaños me devuelven la mirada—. Oh, disculpa, no te había visto. Soy Melanie, ¿cómo te llamas, linda?
—Nadia —respondo con sequedad. Carraspeo tratando de aligerar el doloroso nudo en mi garganta.
—Un gusto, Nadia —dice la chica y devuelve su atención a Jace—. Vale, entonces te estaremos esperando en donde siempre.
La tal Melanie, se aleja de nosotros encaminándose en dirección a Bryam, quien tenía las manos resguardadas en los bolsillos del abrigo y la mirada apartada de nosotros. Apenas llega a donde está él, lo agarra del brazo y se lo lleva de allí.
Intento hacer memoria para recordar de donde me suena conocida su cara; sé que la conozco de algún lado. Las piezas de mi rompecabezas mental encajan de golpe: es la pelirroja que ha salido en las publicaciones con Jace.
Oh, carajo. ¿Por qué siempre tiene que complicarse todo?
No puedo simplemente quedarme aquí viendo cómo ella le hace ojitos a Jace o el intercambio de coqueteo entre ellos. Así no es como me imaginé nuestra salida juntos y, estoy segura, él tampoco lo esperaba de este modo.
Pruebo salir de allí, al menos para esclarecer mis confundidos pensamientos, pero Jace sujeta mi muñeca derecha evitando que pueda irme.
—Nadia… —dice mi nombre como una advertencia.
—No quiero oír explicaciones, Jace.
—No pensaba dártelas —La irritación parece haberse apoderado de su tono.
¡Oh, se pasó!
Ofuscada, aparto mi mano con brusquedad y atravieso la multitud tratando de salir de allí, mis pasos yendo a la deriva y sin dirección aparente.
—¡Nadia, espera, joder!
Su voz suena demasiado cerca para lo que tengo previsto y, antes de que pueda advertirlo, me agarra del brazo girándome repentinamente hacia él. Sus ojos, sin rastro de la dicha que acoplaban cuando llegamos, me observan con una emoción distinta y que arde desconocida en su interior.
—¿Por qué tienes que ser complicada?
—¿Y tú por qué tienes que ser tan idiota? —contraataco exasperada.
Intento zafarme, pero me toma desprevenida cuando me empuja hacia él y termina estampándome un beso en los labios.
Apenas puedo procesar el beso robado cuando, a través de mis labios entreabiertos por la sorpresa, introduce su lengua en un ávido recorrido. Coloco mis manos en su torso para alejarlo, sin embargo, actúan con voluntad propia y estrujan las solapas de su cazadora acercándolo más.
Termino correspondiendo al beso durante un momento, otorgándome el placer de haber obtenido lo que desde hace tiempo deseaba que ocurriese, mis labios bailan una danza sincronizada con los suyos. Por un momento me dejo llevar, hasta que me doy cuenta que esta no era la manera en la que debería haber ocurrido.
Interrumpo el beso y Jace une nuestras frentes mientras arrastra sus manos a mi cintura, estrujando los costados con ligereza y acercándome más a él. Nuestras respiraciones son una entremezcla de vahos producidos por el frío.
—No me hagas esto, Jace —hablo cuando logro normalizar la respiración.
Estoy tan confundida, dos emociones distintas se produjeron en mi interior esta noche. Ambas se desbordaron de mis poros, una queriendo iluminar mis días y la otra queriendo quemar cada recóndito lugar de mi corazón hasta volverlo nada.
Celos y deseo. ¿Cuál sentimiento más intenso?
—No somos nada, Nadia —explica entonces—. Ella solo formó parte de mi vida, como algunas otras, cuando la posibilidad de que no sucediera nada entre nosotros parecía extinta.
Se confesión parece avivar un poco más la llama recelosa en mí, pero me digo que no puedo culparle. No éramos nada, todavía hay tachones desdibujados en nuestra relación. ¿Cómo puedo recriminarle si yo también había seguido con mi vida?
—Déjame ir, por favor.
—Lichtstrahl…
—Por favor, Jace —vuelvo a pedir—, vuelve con tus amigos, yo… debo buscar a Christina. Le pediré que me deje en casa.
Pienso por un momento que me dirá que no cuando sigue sin liberarme de la sujeción de sus manos, pero al final sede su agarre y se aleja.
—Si es lo que quieres…
Observo cómo guarda sus manos en los bolsillos y aprieta sus labios en una fina línea comprimida. Siento la humedad y el ardor de las lágrimas contenidas en mis ojos cuando lo veo dar media vuelta y alejarse.
Es mi culpa, lo sé, como también sé que, al parecer, retrocedimos diez pasos más de los cinco que habíamos dado. ¿Conclusión? Sigue siendo mi error. Tal vez sea una pobre excusa que me estoy dando para alejarlo de mí, pero no puedo dejar de pensar en los celos que me consumieron cuando lo vi con ella.
Necesito un descanso de todo esto, tiempo para pensar, tiempo que parece no quedarme…
Empiezo a caminar saliendo de la zona de autos, busco entre el gentío, sigo sin ver a Chris entre tanta multitud. Tal vez ha regresado con el grupo, pero no quiero volver allí para buscarla…
—¿Nadia? ¿Adónde vas? —Una voz, que conozco a la perfección, me llama.
Detengo el paso y me giro, las luces delanteras del auto me ciegan por un momento, a tal punto, que debo colocar una mano sobre mis ojos para protegerlos.
—¿Y tú? ¿Dónde estabas, Christina? Me tenías muy preocupada, se te está dando muy bien tenerme en ese estado.
Sin esperar respuesta de su parte, rodeo el auto y me adentro al lado copiloto este. Cuando me giro a mirar a mi amiga, debo achicar los ojos para visualizar mejor, ya que percibo algo raro en el rostro. Con mi intento visual fallido, opto por encender la pequeña lamparita del interior del coche y abro los ojos sorprendida.
—¿Tienes el labial corrido? —Chris se inclina con rapidez para mirarse por el espejo retrovisor y es la primera vez que la veo sonrojarse desde que la conozco.
—Después te contaré —Pone en marcha el auto y comienza a desplazarnos por la zona—. ¿Sucedió algo con Jace? Me dijo que él se las apañaría con el grupo y que fuera a buscarte.
—Después te cuento —digo, imitando sus palabras, después de una larga exhalación.
●●◇●●
N/A:
¡Buenas noches! Capítulo interesante y explosivo para ustedes.🔥🔥
¿Qué les pareció? ¿Les gustó el deseo que explotó en ese beso entre nuestros protagonistas?
La loca de Chris tiene mucho que contarnos, hay datos candentes sin narrar por aquí.😏
Espero que les haya gustado. Pueden dejarme sus opiniones del capítulo y/o los personajes por aquí.
¡Saludos, lindas personitas!
♥️¡Nos estaremos leyendo!♥️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top