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Los momentos de paz que se pueden vivir en ese momento, simplemente eran los mejores y los que ninguno sería capaz de cambiar, ya que, comprendieron hace mucho tiempo que no había necesidad de cambiar nada de sus vidas, simplemente se trataba de avanzar con todas sus fuerzas para poder demostrar al mundo como al destino mismo, que serian capaces de conseguir todo si realmente se lo proponían. Un aprendizaje que hoy en día aun permanece con ellos. Aquellos cálidos rayos de sol matutino que se podían sentir en el cuerpo y que era capaz de calentar los huesos eran los mismos que saludaban diariamente para dar la bienvenida a un nuevo día, a nuevas oportunidades, a nuevas experiencias que siempre se encontraban a la esquina y que con una gran sonrisa como ese buen ánimo que es muy característico, es que seguirían aprendiendo.

Las personas caminando a tan temprana hora, algunos iban a su trabajo, a sus escuelas, otros más regresaban a sus casas después de un acalorado ejercicio matutino como otros más que simplemente regresaban a dormir un poco. Aquellos pequeños negocios que levantaban su cortina para empezar a trabajar y atender a toda persona madrugadora que pasaba por ahí y quería comprar algo de camino. Las risas de los estudiantes que entre broma y broma, de vez en cuando se encargaban de golpearse amistosamente como correr un poco apresurados porque su hora de entrada estaba próxima a llegar. El buen humor que era capaz de sentirse a tan temprana hora aunque nunca podían faltar aquellos que simplemente bostezaban en su camino o que eran capaces de dormirse un rato más en el transporte para llegar a su destino.

Ese era un mundo de ensueño.

Si, era de esa manera en que podía ser vista para muchos pero para otros que despiertan cada mañana, simplemente es el comienzo de otro día de su vida. Un día más que tenían que sacarle provecho y no quedarse atrás.

Inhalar con profundidad aquel aire frio y soltar todo lo que tus pulmones se encargaron de retener por unos cuantos segundos, era aquella gran satisfacción que uno no podía evitar ni mucho menos, podía evitar sonreír y sentir como sus cabellos danzaban con el aire mismo al momento de mirar el camino que estaba frente a uno. Al momento que uno cierra los ojos, es capaz de agudizar todos sus demás sentidos, escuchar con atención el más mínimo de los detalles que se puede encontrar a su alrededor, reconocer aquellos aromas que rodean a uno como sentir en la piel cada uno de aquellos movimientos a su lado, aquel escalofrió que es capaz de recorrer sus espaldas que era capaz de indicarle algún peligro, ese sudor frio que resbalaba por su frente cuando eran capaces de sentir que algo no estaba bien o como ese gran suspiro que uno era capaz de soltar cuando sentían que el peligro ya había pasado, un mundo de inseguridades y miedo, no era lo correcto cuando tus ojos se encontraban cerrados y simplemente tenías que valerte de tus sentidos. Pero, al momento de abrir los ojos, solo es capaz de soltar aquellas grandes carcajadas porque estar despierto, es mejor que estar dormido.

Si uno se encargara de dormir, se perdería de todo lo que se encuentra a su alrededor, se perdería de las pequeñas como de las grandes cosas, se perdería incluso, del verdadero significado de la vida. Si uno se encargara de abrir los ojos, se daría cuenta del mundo en que se encuentra, puede ser cruel y despiadado de las que muchas veces, uno no puede evitar querer caer de rodillas por lo cansado que es capaz de sentirse pero detrás de aquella oscuridad que es capaz de envolverte y arrullarte como si de una nana se tratase, siempre se encontraran aquellos rayos de luz que te ayudaran en cierto momento de tu vida, quienes se encargaran de levantarte y enseñarte el camino correcto, un camino de verdad como de mentiras, el mundo donde realmente se vive. Un camino donde no es necesario el tener que estar feliz y cegado en todo momento, uno puede reír pero también puede llorar, puede sentirse amado como también odiado. Puede ser uno y puede ser otro, contradicción tras contradicción, no es un mundo perfecto pero uno es capaz de transformarlo si así lo desea.

Uno es capaz de transformar su propio mundo como el de las personas que son capaces de encontrarse a su lado porque así lo desearon, porque así lo quisieron y no porque alguien les obligo hacerlo.

¿Qué era lo maravilloso de estar despierto?

Que uno era capaz de disfrutar de su propia vida. Levantarse sin importar si las rodillas se encuentran raspadas y el cansancio es el único capaz de dominar el cuerpo, caminar para encontrar lo que uno tanto desea. Y mirar a tu lado para encontrarte que no estás solo. Nunca estarás solo porque al mismo tiempo que empiezas a caminar y caes, serás capaz de encontrar personas que al igual que tú, se esforzaran por levantarse, personas que nunca se rinden y que serían capaces de enfrentar al enemigo más poderoso con tal de conseguir un poco de futuro, poder poner a claro sus sentimientos, poder ser más fuerte y mostrarle al mundo que no importaba si era débil cuando tenías aquella determinación en lo más profundo de tu ser.

Uno camina sin saber lo que se encontrara en su propio destino, uno camina a ciegas para que en el momento indicado, sea alguien quien te ayude y quien te apoye cuando más lo necesitas como cuando más solitario es capaz de sentirse uno. Quien te brinda grandes carcajadas como aquellos momentos de felicidad que de ninguna manera serías capaz de reemplazarlos, quien te brinda momentos de tensión o de tristeza, con quien eres capaz de comprender un poco lo que se esconde detrás de aquella falsa mascara. Aquella persona indicada que simplemente, estuvo destinado a cruzar sus caminos, porque al momento de ver aquellos ojos, saber que uno es afortunado de ello.

Si, esto era lo que significaba estar vivo.

Esto era lo que significaba estar despierto en lugar de quedarse dormido como originalmente querían que sucediera.

¿Cómo hubiera sido ese mundo de sueños?

Uno no puede evitar preguntarse como hubiera sido si realmente se hubieran dejado llevar entre tantos sueños, no puede evitar pensar que probablemente sería un tanto agotador, tanta monotonía que en algún momento llegaría a ser cansado, no era lo que uno quería, no serían aquellas mismas emociones que tuvo que aprender por su cuenta y de las que ahora es capaz de disfrutar. Por más que aquellas ilusiones eran un reflejo de lo que sus corazones tanto deseaban, no era lo mismo. Sentir aquella alegría como aquellas lágrimas, aquel dolor que es capaz de acompañarnos toda la vida, sentirse vivos como aquello que recorre las venas de un ser humano, era lo que uno realmente necesitaba.

Era aquello esencial de sus vidas y no tenerlo, simplemente era algo devastador.

Comprendió que por más que los sueños quieran protegernos, siempre habrá algo que va a querer romper con todo. Simplemente, los seres humanos serían frágiles tan fáciles de romper y tan fáciles de manipular, los seres humanos serían vacios, unos cascarones que al momento de romperse, se temería sobre su alrededor, incluso sobre su propia sombra. Esa no era la naturaleza correcta. Por eso es que uno tenía que aprender al momento de caer, uno tenía que aprender a levantarse y saber que a pesar de los golpes que le pueda otorgar el mundo, siempre hay que levantarse con una sonrisa y continuar con la vida.

No importaba si los sueños se rompían, simplemente se encargaría de armar más, se encargaría de continuar con los mismos para poder encontrar algo nuevo, una nueva motivación.

Razón suficiente para llegar a este presente y el deseo de querer hacer algo más, era más que suficiente para continuar.

-¿En que estas pensando esta vez, Hiro? -Se escucho un suspiro.- ¿O es que ya te perdí entre tanto pensamiento?

Al momento que Ryugasaki Hiro miro a su lado, no pudo evitar sonreír y rascar su nariz ante aquel gesto divertido que no importaba los años que pasaran y que ahora se tratase de un joven adulto, nunca se iría. Aquellos ojos amarillos encontraron a su lado al dueño de aquellos ojos rojo como si de hermosos rubíes se tratasen. Aquel cabello blanco que se movía con el viento y aquella tierna sonrisa que es capaz de aparecer en su rostro cada vez que sus ojos chocan. No importaba los años que pasaban, Yonazuki Lucia no sería capaz de cambiar, muchas veces, el de cabellos rojos y mechones negros había bromeado que se debía a su deck de Vampiro ya que se sabe que estos mismos eran inmortales, claro, ante aquella mala broma es que Lucia le daba un golpe en la cabeza para que dejara de decir tantas tonterías porque ya no eran aquellos niños que se convertirían en adolescentes, simplemente eran aquellos jóvenes adultos que estaban en la espera de poder continuar con sus sueños.

Aquellos niños se quedaron atrás para verse en ese instante como unos jóvenes adultos. Creciendo y aprendiendo, disfrutando de los nuevos retos que puedan llegar a enfrentarse y terminar de decidir con Shadowverse, era más que suficiente.

-Pensaba en algunas cosas -Sonrió Hiro.- Tenemos un gran camino por delante ¿Cómo sería bueno atacarlo?

-No se debe atacar -Le regaño Lucia.- Simplemente se debe de enfrentar con todas nuestras fuerzas y hacer todo lo posible por cambiarlo ¿Acaso nunca aprendes?

-Es que, es tan emocionante el poder enfrentarnos a tantas cosas que nunca llegamos a imaginarlo -Lloriqueo un tanto infantil.- Aunque -Dejo de sonreír para mirar frente a él.- Ya no somos esos niños que arreglábamos todo con un juego de Shadowverse y mucho menos aquellos niños que decidieron enfrentar al destino como al peligro mismo -Una pequeña sonrisa apareció, subió su mano para posar sus cabellos rojos detrás de su oreja, aunque por más que lo hiciera, estos siempre se desacomodarían.- Un sueño que todo mundo olvido y que ahora somos capaces de construir con nuestras propias decisiones, con nuestras propias manos ¿Qué será lo que nos encontraremos más adelante? Supongo que será un misterio eterno ¿No es así, Lucia?

-Podemos encontrarnos muchas cosas en el camino -Dedujo Lucia subiendo su mano a su mentón.- Quizá nos encontraremos a más villanos peligrosos que en su momento nos tocara derrotar pero se de algo importante -Sonrió Lucia para mirar a Hiro.- Sé que sin duda, si nos mantenemos juntos, podremos derrotar a todo aquel que intente derrotarnos, en Shadowverse el juego no se termina hasta que uno resulte el ganador y todo puede pasar, eso fue lo que aprendí en ese entonces y aunque esta no sea la manera en que debemos controlar nuestras vidas, podremos hacer algo para poder divertirnos ¿No es así, Hiro?

-Tienes razón -Sonrió Hiro de oreja a oreja, ganándose una tierna risita de Lucia a su lado mientras mencionaba que su amigo nunca iba a cambiar.- Esto aun no ha terminado y podremos encontrarnos muchas cosas interesantes

¿Cuál era el motivo de esa gran sonrisa marcada en el rostro de Hiro?

Porque sabía que no estaría solo.

Aun si no tuviera a sus padres a su lado, sabía que tenía algo mucho más valioso en su lugar. A su abuelo que sin duda lo seguiría hasta que su vida le dé oportunidad de seguir como a sus amigos, a esos compañeros de aventuras que conoció y que ahora, eran tan inseparables. Hiro, con tener a Lucia a su lado, le otorgaba aquella paz y tranquilidad que nunca imagino tener, tener a su lado a ese mejor amigo que pudo ayudar a sus problemas y que se mantiene a su lado para detenerlo o para decirle que continúe sin dudar, era lo único que necesitaba. Tenerlos a todos ellos a su lado y a su mejor amigo, era lo que le otorgaba mucho.

-Aunque quizá hay una cosa que Shadowverse no pueda resolver -Comento Lucia con una sonrisa en su rostro, mirando de reojo a Hiro.- Pero bueno, de eso se trata crecer

-¿Eh?

-Después lo sabrás pequeño Hiro -Bromeo Lucia mientras caminaba desinteresado a otro lado y soltaba risitas, agitaba su mano de un lado a otro en señal de burla alejándose de un molesto Hiro.- Aun eres un niño que no sabe sobre la verdad de este mundo y los misterios que se esconde detrás del mismo

-¡Oye! -Se quejo Hiro al seguir sus pasos.- ¡Ya no soy tan pequeño! He crecido más que tú en estos años -Se quejo de forma infantil.- ¡No me ignores Lucia! ¡Oye!

Si, esto era lo que significaba estar despierto.

Y se sentía bien.

.o.

-¡Muchas gracias chicos! -Una dulce voz se escuchaba en el escenario al mismo tiempo que el público presente gritaba de euforia por ella.- ¡Es una completa pena que este sea el último espectáculo de la temporada! Pero ¡Alice volverá con más conciertos! -Un grito mayor hizo retumbar el lugar.- ¡Esperen para más información! ¡Bye, bye!

Aquella tierna chica hizo una reverencia para bajar del escenario y perderse entre la oscuridad de ese momento que la envolvió para que poco a poco, el público presente empezara a retirarse del lugar.

Mimori no podía evitar aplaudir contenta en el momento que Alice entraba a su camerino y se dejaba caer derrotada en el sillón que se encontraba ahí. Resoplaba como mascullaba algunas palabras y se quitaba aquel estúpido gorro de su cabeza, no dejaba de suspirar cansada por el reciente espectáculo que había terminado que realmente agradecía que fuera el último de esa temporada mientras rezaba a todos los dioses por ya no tener más espectáculos tan ridículos como esos. Aunque por una parte, agradecía que su amiga se encontrara a su lado, ver una cara amigable en lugar del rostro amargado de su madre, era más que suficiente para continuar con aquella ardua tarea de una Idol, de ser aquella estrella de la televisión tan perfecta que sea pero que gracias a ello, es que había ganado tanta popularidad. Y aunque Mimori solo soltaba pequeñas risitas nerviosas por la actitud un tanto rebelde que había tomado su pequeña amiga Alice, no podía evitar consentirla con un poco de agua o preguntando sobre alguna que otra cosa para poder distraerla mientras la alistaba para poder salir a otro lugar ahora que todo había terminado, al menos por el momento.

A todo el mundo, incluso a esos seis niños que se encargaron de salvar el mundo ellos solos, los años son capaces de afectarlos, unos más son capaces de cambiar a pesar de que guardan ciertas características únicas y otros más, son capaces de buscar la manera de evolucionar y querer subir al siguiente nivel, otros más simplemente quieren seguir con sus vidas normales, tener una vida normal aunque por dentro, sean aquellas personas especiales que fueron capaces de cambiar todo a su favor. Aquellos niños que eran, desaparecieron en el momento que se convirtieron en aquellos jóvenes adultos que son capaces de tomar las mejores decisiones para ellos mismos y que no permiten que un adulto o alguien más, intente hacer u opinar algo que a ellos no les gusta. Aquellos niños con tantos sueños y ganas de seguir para poder cambiar aquel destino, simplemente, son capaces de ver con otros ojos su propio futuro. Aquellos adultos en los que se convirtieron, sin duda, se esforzarían por conseguir lo que tanto han deseado.

Este fue el caso de Mimori y Alice, las dos únicas chicas del grupo de héroes de Shadowverse, aquellas dos niñas crecieron para convertirse en hermosas señoritas con esa alma dulce y tierna que guardan en lo más profundo de su ser. Crecieron un poco más, sus facciones femeninas se hicieron mucho más hermosas y delicadas que sin dudar, eran capaces de robarse las miradas de todo aquel que cruce miradas con la misma. Aunque Alice tomo un poco más de provecho para poder conseguir algunas cosas gratis aunque seguía estando un tanto interesada por Kai que sin duda, no le hacía caso y de alguna manera, era eso lo que le llamaba la atención a la de cabellos purpuras.

Mientras que Mimori, seguía con su vida normal. Siendo aquella chica que ahora se esfuerza en la universidad mientras ayuda medio tiempo a Alice y en algunas otras cosas. Pero que sin duda, la usuaria del deck Hada, era imposible que la misma dejara de buscar aquello que sus ojos tanto ansiaban por ver. Aunque ya no era esa niña que tanto soñaba con encontrar algún tierno amor, al mismo tiempo se imagino que él que ha sido su mejor amigo de toda la vida, sea aquel al que a pesar de los años, ni siquiera es capaz de decirle sobre aquellos sentimientos que prefiere guardar en lo más profundo de su corazón y que aparentemente, todo el mundo es capaz de saber sobre los mismos pero no el mismo Ryugasaki Hiro.

-¿Mimori?

-¿Eh?

-¿No me estas escuchando? -Se quejaba Alice de manera infantil, inflando sus mejillas y cruzándose de brazos, aunque una sonrisa coqueta fue capaz de aparecer en su rostro.- ¿Acaso estas pensando otra vez en Ryugasaki Hiro? -Mimori intentaba negar aquello pero sus mejillas rojas eran capaces de delatarla.- Han pasado varios años Mimori-chan y a pesar de que todos estamos conscientes de tus sentimientos con él, el único que no sabe de la existencia de los mismos, es él mismo -Soltó una risita.- Incluso Yonazuki Lucia es capaz de saber un poco más que el propio Hiro y que al parecer, que tu, Mimori

-Ya lo sé -Comento un tanto desilusionada mientras se dejaba caer en el sillón del camerino y cubría su rostro completamente avergonzada.- Pero a la vez, no quiero perder a Hiro, si se encuentra tan confundido, lo que menos quiero, es que se aleje de mi, mucho menos sabiendo lo que Lucia es capaz de sentir por él

-No quiero saber lo que se siente estar en tu posición -Bromeo Alice mientras soltaba un suspiro y posaba su mano en la espalda de su amiga.- Pero sé que podrás, siempre está el plan de jugar a Shadowverse para que te escuche, para que Hiro pueda sentir tus emociones y solo de esa manera, podrá pensar con claridad

-¿En serio crees que un juego de Shadowverse podrá arreglar todo?

-Estamos hablando de Ryugasaki Hiro -Comento Alice con una sonrisa.- Es uno de los duelistas más fuertes que se ha visto por el mundo, ha ganado muchos campeonatos donde deciden invitarlo, por supuesto que será capaz de comprender tu corazón indeciso

-Tienes razón Alice -Mimori se levanto con determinación, se miraba en el espejo del camerino y trataba de arreglarse un poco más para poder verse linda. Alice la miraba con confusión.- Iré a ver en este mismos instante a Hiro -Alice abrió los ojos sorprendida, queriendo mencionar algo pero simplemente, le era imposible por la forma tan rápida que tomo sus cosas para salir de aquel lugar.- ¡Deséame suerte, Alice!

-¡Espera, Mimori!

Pero Mimori ya se había ido lo más rápido posible.

Alice se dejo caer un tanto cansada en el sillón mientras intentaba arreglar el gran revoltijo que se encontraba en su mente. ¿Qué era lo que había pasado? Solo revolvió un poco su cabello ante tanto dolor de cabeza que empezaba a tener. Al final, es que soltó un suspiro al mismo tiempo que revisaba su celular con la oportunidad de mandar un mensaje y poder detener a su amiga en el proceso pero en lugar de hacer eso, lo único que vio, fue ver la hora y terminar de alistarse. Ya era la hora en que Kai salía de sus clases especiales y Alice quería que lo primero que viera saliendo de aquella escuela tan molesta, sea ella.

Aplicando un poco de labial a sus labios, peinando su largo cabello purpura para dejarlo largo y acomodando su ropa en su lugar, es que tomo sus cosas para poder salir en pequeños brincos hacia donde el genio de genios, se encontraba.

Olvidando por completo lo que le iba a decir a Mimori. Quizá al siguiente día podría recordar que había sido aquello.

.o.

Un paquete más.

Hiro no pudo evitar sonreír al mismo tiempo que tomaba el paquete del piso de la entrada de su casa para poder soltar un suspiro con aquellos ojos tan anhelantes y tristes que son capaces de apreciarse en el mismo. Algo completamente diferente del chico tan sonriente y despreocupado que es.

En el momento que todo aquel mundo manipulado por los sueños, terminase. Al momento que Hiro regresaba a su casa después de ir a la escuela como después de ir al estadio para algunos duelos de Shadowverse, era capaz de encontrar un paquete sin remitente y sin envoltorio, en la entrada de la misma. Claro que al principio, se le hizo un poco raro, creía que se trataba de alguno de sus amigos, incluso de su abuelo que de vez en cuando se encargaba de hacerle alguna broma pesada, incluso había veces que pensaba, que podía tratarse de aquellas admiradoras que se había ganado en el transcurso del tiempo, al principio no podía evitar temblar un poco nervioso mientras pensaba las mil y un maneras en las que podía tomar otro camino para poder evitarlas por un tiempo. Pero al momento de subir a su cuarto y abrir el paquete, no podía evitar quedar un poco más confundido de lo que ya estaba. De vez en cuando se trataba de pequeños regalos, algunos llaveros, otras veces se podía tratar de alguna nueva funda para su celular e incluso, eran códigos para un nuevo paquete de cartas de deck Dragonico como algunas cartas sin remitente que simplemente leía y era capaz de dejarle con aquella incógnita.

No era capaz de mencionárselo a alguien más, podía sentir en lo más profundo de su pecho, que solo era para él. No sabía cómo describirlo, como mencionarlo pero era para él, era suyo y de nadie más y aunque por más que Lucia estaba a su lado en todo momento, ni siquiera hacia sido capaz de mencionarle algo al respecto.

¿De qué se podía tratar tanto misticismo?

Fue un tiempo después y al observar muy bien aquel paquete, que pensó en dos personas especiales para él, ni siquiera se les había atravesado por la cabeza pero sin duda, empezaba a tener relación con cada uno de aquellos regalos, quizá todo ese tiempo había estado frente a sus ojos pero no fue hasta que pensó en ellos dos que realmente, todo empezaba a tener sentido. De sus ojos, empezaban a salir pequeñas lágrimas que al final, terminaban por bajar por sus mejillas y mojar un poco de aquel paquete. Abrazaba con mucho cariño aquello mientras podía sentir con suavidad como su corazón golpeaba su pecho al confirmarle que habían sido ellos dos. Con cerrar sus ojos por un momento, es que podía sentir aquel suave abrazo de su madre mientras sentía en su cabeza la mano de su padre revolviendo sus cabellos rojos.

Si, había sido un tonto todo ese tiempo que nunca se dio cuenta que eran ellos dos. ¿Acaso había alguien más que lo conociera mejor, aparte de Lucia? Aunque sus padres no estuvieron en la parte esencial e importante de su vida, sabía que era imposible que ellos olvidaran a su único hijo, aunque por alguna manera desconocida no podían estar juntos, saber que ellos seguían pensando en él, era más que suficiente para poder continuar su día a día y conservar todos aquellos regalos con todo el cuidado del mundo que se merecen.

Atesoraría los mismos hasta que llegue el tiempo correcto en que sus padres regresen a su lado y vuelvan a ser esa bella familia de la que fueron hace mucho tiempo.

-Mamá, papá -Regresando al presente. Hiro no podía evitar mirar con cariño aquel paquete mientras se sentaba en la entrada de su casa, miraba aquel cielo naranja y soltaba algún que otro suspiro para tranquilizar su acelerado corazón.- ¿Qué será esta vez? ¿Algún nuevo código para un nuevo deck u otra cosa diferente? -Soltó una risita traviesa pero al final, es que una sonrisa triste fue capaz de aparecer en su rostro.- A pesar de todos estos años, no soy capaz de verlos ¿Acaso no quieren que los vea? Aunque el mundo de sueños termino en ese momento, sigo esperando el día en que ustedes regresen, quiero sentir a mi familia, otra vez -Movió su cabeza de un lado a otro, no era necesario pensar en todo eso, golpeo sus mejillas para después, sonreír.- Algún día, nuestros caminos se cruzaran, yo lo sé pero por lo mientras, seguiré aceptando sus paquetes

Se levanto, limpio discretamente aquellas traviesas lágrimas que se habían asomado, tomo con mucho cuidado el paquete y antes de ingresar a su casa.

-¡Hiro!

El nombrado, volteo a sus espaldas al escuchar su nombre. Pudo notar a Mimori bastante acalorada y cansada de tanto correr que su cabello se había desarreglado un poco como su ropa se encontraba desacomodada.

-¿Qué sucede Mimori? -Pregunto un tanto preocupado Hiro para acercarse a ella y mirarla por completo.- ¿Estás bien? ¿Alguien te estaba siguiendo?

-Oh, disculpa -Mimori tomo un poco de aire, bajo sus manos con elegancia para poder acomodar su ropa y después las subió para acomodar su cabello.- No es eso, es que -Hablo con un poco de pena, un tanto dudosa si realmente era necesario hacer eso pero en lo profundo de ella, sabía que ya no tenía otra alternativa. Tomo un poco de aire y al final, señalo a Hiro.- Te reto a un duelo de Shadowverse, Ryugasaki Hiro

-¿Eh?

Quizá, las cosas empezarían lo más pronto que pudo llegar a imaginar.

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