Capítulo 3. Giratiempo

Edward y Michael están en la oficina, el primero revisa algunos expedientes del hospital, el segundo simplemente está sentado esperando a que el mayor acabe; de pronto, tocan tres veces a la puerta.

Ambos chicos alzan la vista e intercambian una mirada confundida, Edward arquea una ceja y Michael se encoge de hombros.

—Adelante —dice Edward y voltea hacia la puerta.

Esta se abre con lentitud y una copia sonriente de Michael asoma por la rendija.

—¡Ashton! —grita Michael al ver a su hermano en la puerta.

—Hola —saluda este con una sonrisa tímida.

—Bueno, sé que ya se conocen, pero los presento formalmente —menciona Michael —Ashton, él es Edward, Edward, mi hermano Ashton

—Un gusto —comenta Edward inclinando la cabeza.

—Igualmente —responde Ashton.

—¿Cómo estás? —pregunta Edward —¿Todo bien con tus cicatrices?

—Oh, sí, todo perfecto, gracias —contesta Ashton apurado y muestra su brazo, la cicatriz que tiene está cerrándose a la perfección.

—Bueno, supongo que no viniste para hablar de eso así que... —Edward deja la frase inacabada y vuelve la vista a su escritorio, Ashton suelta una pequeña risa y regresa la mirada a su hermano.

—Esto será rápido, ¿me prestas tu reloj? —pide y Michael levanta su brazo mostrando el reloj de muñeca que lleva y lo señala mientras hace una mueca confundida —Sí

—¿Para qué lo quieres? —pregunta mientras empieza a quitárselo.

—Tú préstamelo —exige Ashton estirando la mano.

Michael se encoge de hombros y le entrega el reloj, Ashton sonríe y lo guarda en la bolsa de su pantalón.

—Gracias —murmura ilusionado —Nos vemos en un rato, adiós Edward

—Adiós Ash —responde Edward despidiéndose con su mano.

Ashton se aleja de la oficina a paso rápido ante la atenta mirada de su hermano, cuando este lo pierde de vista, cierra la puerta y da media vuelta, encontrándose con una mirada curiosa de su mejor amigo, Michael solo se encoge de hombros y niega con la cabeza.

—No preguntes —pide volviendo a su lugar.

—¿Debería preocuparme? —cuestiona Edward ante la negativa de su amigo.

—No lo sé —admite Michael —Pero sospecho que sí

. . .

La jornada laboral termina, o al menos para Michael, ambos amigos se dirigen a la salida, el mayor acompañando al rubio.

—No ha habido noticias de tu hermano —menciona Edward discretamente.

—Sí, no sé hasta que punto eso me tranquiliza —responde Michael con una mueca.

—Estará bien —tranquiliza Edward.

—Eso espero —corrobora Michael y alza la vista hacia la salida —Nos vemos mañana Ed

—Hasta mañana Mike —despide Edward viendo a su mejor amigo salir del hospital.

Michael se dirige a paso lento a su casa, no queda muy lejos, son apenas cinco cuadras, cuando llega a la esquina descubre que el edificio en el que habita está bien; más tranquilo, continúa el camino permitiéndose distraerse, de pronto, una explosión suena a lo lejos.

Michael alza la vista, la cúpula de la parte trasera de su casa escupe cantidades industriales de humo, ese es el laboratorio de su hermano, aterrado echa a correr hasta su casa.

—¡Ashton! —grita desesperado al entrar a casa —¡Ashton!

Abre la puerta que conecta su casa con el laboratorio y entra a este, extrañamente parece que todo está en orden, no hay fuego ni nada por el estilo que explique el humo, sin embargo, sí hay un extraño olor a quemado.

—¡Ashton! —grita de nuevo, no hay respuesta.

Avanza por el laboratorio y encuentra los pies de su hermano detrás del escritorio, corre hacia él; Ashton está inconsciente detrás del escritorio, Michael se acerca a él, su corazón late a penas y no respira, apresurado, empieza a darle RCP.

Las sirenas empiezan a escucharse a lo lejos, Michael se apresura con lo que está haciendo, cuando escucha como irrumpen en su casa, su hermano empieza a toser.

—¡Ayuda! ¡Por aquí! —grita haciendo un megáfono con sus manos.

El equipo de emergencia entra en el laboratorio, Michael se levanta y les hace señas, los paramédicos cargan a Ashton en la camilla, al chico le cuesta mucho respirar y tose mucha ceniza.

—¿Cómo está? —le pregunta uno de los paramédicos a Ashton.

—Bien, yo llegué después de la explosión —responde Michael —¿Puedo ir?

—Adelante —cede el hombre y Michael corre a subirse en la ambulancia.

. . .

Edward está dando una última revisión a las habitaciones antes de irse cuando suena la alarma de Urgencias; preocupado, corre hacia la entrada.

Entran los paramédicos dando las indicaciones de lo que le pasa, Edward ve pasar la camilla y detrás a su mejor amigo.

—¡Michael! —llama acercándose —¿Qué pasó?

—¡No lo sé! —reclama desesperado —Todo estaba bien, y de pronto salió mucho humo y lo encontré así

—De acuerdo, cálmate —pide Edward —Yo lo atiendo, se pondrá bien

Michael asiente, Edward sale corriendo al quirófano donde llevaron a Ashton.

. . .

Michael camina dando vueltas por la sala de espera, de pronto, Edward entró a la sala con una mueca seria, Michael alzó la vista y se acercó a él corriendo.

—¿Qué pasó? —pregunta alterado.

—Ya está estable, pero... —Edward se interrumpe poniendo a Michael más nervioso.

—¡¿Pero qué Edward?! —grita Michael desesperado.

—Sus pulmones colapsaron Mike —explica Edward, el mundo de Michael comienza a desmoronarse —Y tiene una contusión cerebral, no pasará está noche

—No... no —murmura Michael y cientos de recuerdos de sus padres atacan su muerte —No

Michael exhala un grito de dolor y agonía y se suelta a llorar, Edward se acerca a abrazarlo con intención de tranquilizarlo, pero Michael lo aparta y sale corriendo por la puerta, sus pies lo llevan de vuelta a casa.

Una vez en casa, entra al laboratorio y con lágrimas en los ojos, comienza a lanzar y arrancar las cosas ahí con rabia, entre su dolor, alcanza a notar un diagrama de un reloj y lo analiza.

Parece ser que el mecanismo del reloj imita al de una pulsera de registro médico, pero sus engranajes giran... ¿al revés? Michael abre los ojos con sorpresa, se seca las lágrimas y analiza a fondo el diagrama, al comprenderlo, corre de vuelta al hospital.

—Michael —llama Edward al verlo de vuelta —¿Estás bien?

—Eh, sí, eso creo —murmura Michael —¿Puedo ver a mi hermano?

—Claro —accede Edward y lo lleva hasta la UCI.

Edward abre la puerta de un cuarto y le indica a Michael que entre, cuando este lo hace, cierra la puerta y se aleja.

Dentro del cuarto, Ashton revisa un reloj de mano que trae puesto, está conectado a un respirador y cientos de cables están en su pecho, Michael exhala un gemido de dolor y Ashton voltea, al hacerlo sonríe.

—Sí viniste —dice al verlo y empieza a toser de nuevo.

—Claro que lo hice, yo te traje para empezar —responde Michael —¿Cómo te sientes?

—Como si hubieran metido mis pulmones a una licuadora —bromea Ashton y sigue tosiendo.

—Deja de ver ese reloj, ¿quieres? —pide Michael acercándose.

—El de la habitación está desfasado —replica.

—Camina al revés, con intención de sanarte —explica Michael —Y tú no estás ayudando

—Lo logré Mikey —murmura Ashton y Michael se pone serio —Funciona

—¿De verdad? —pregunta Michael ilusionado.

—Hazlo funcionar —solicita Ashton extendiendo el brazo y mostrándole el reloj.

—¿Cómo? —inquiere Michael dispuesto a intentarlo.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —cuestiona su hermano.

—Una hora y cuarto más o menos —responde Michael, Ashton asiente.

—Regresalo dos —pide —Y hazlo que arranque de nuevo

Michael hace lo que le pide, al momento de hacer arrancar el reloj, Ashton comienza a toser, algo de ceniza sale de su boca y finalmente inhala una gran bocanada de aire y se incorpora.

Mientras su hermano se compone, Michael mira las máquinas, todas marcan niveles normales, Ashton se arranca el respirador, eso dispara una alarma en el hospital, apenas un minuto después entran Edward y un par de enfermeras.

—¿Ashton? —pregunta Edward incrédulo al verlo bien.

—Hola —saluda Ashton.

—¿Cómo te sientes? —cuestiona confundido.

—Bien —responde Ashton —¿Qué hago aquí?

Edward y Michael intercambian una mirada, Michael asiente con una sonrisa y Edward le devuelve el asentimiento.

—Tuviste un pequeño accidente, pero te haremos unos estudios y veremos cómo te encuentras, ¿de acuerdo? —explica Edward y llama a las enfermeras.

—De acuerdo —accede Ashton confundido.

Las enfermeras se llevan a Ashton dejando a Michael y Edward solos en la habitación.

—¿Lo logró? —pregunta Edward incrédulo.

Michael asiente con una sonrisa de emoción y orgullo.

—Lo logró —afirma.

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