Ramé

-¿Ramé, todavía amas cada parte de mí?

-Claro... Mírale la perfección a lo imperfecto, mírale lo bello a lo que es nefasto.

-¿Me amas sabiendo todo lo que eso conlleva?

-A la perdición ...
Perdido ya estoy, me perdí el día en que me tope con mi más grande desgracia.

-¿A qué te refieres?
- El día en que me tope con tus dulces ojos miel.

-Me alegra que te hayas envenenado con la miel.
¿Irónico, no es cierto?
Así solo yo podré matarte.

-Gran placer, Ramé.

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