Capítulo 1
Inicio historia: 02-11-2023
Termino historia: 10-11-2023
No me agradaba mucho la lluvia, en especial cuando tenía que salir y terminaba empapándome por no llevar paraguas, porque no me gustaba usarlo, pero esa tarde era diferente. No entendía muy bien por qué, pero sentí que el llover no era tan malo después de todo, si hasta me resultaba bello el paisaje que había tras nuestra ventana. Solté un suspiro y vi que comenzaron a caer nuevamente pequeñas gotas de agua junto a ella.
El cielo se había tornado gris, oscuro, y yo tras el vidrio, pensé en Layne, en que ojalá no se empapara tanto debido a la lluvia. Mi amado Layne.
Comenzaron a sonar unos fuertes truenos, los que me alarmaron y me quedé preocupada tras el mojado vidrio. Volví a pensar en Layne, en que llegara cuanto antes, porque ya comenzaba a extrañarlo.
Aquel día, él y la banda andaban en lo de la grabación del video musical "Rooster". Una canción emotiva y especial, que Layne me enseñó hace algún tiempo. Su amigo Jerry la compuso por su padre y en cuanto yo la escuché, por primera vez, me encantó.
Llevaba casi tres días con lo de la grabación del video, y justo ese día se había tardado más que los otros anteriores.
Volví a mirar por la ventana y vi con detenimiento caer la lluvia en los árboles y tejado.
Solté otro suspiro, y ansié para que llegara pronto y me miré la argolla de matrimonio en mi dedo. Esbocé una gran sonrisa al recordar ese día, nuestro día en que nos casamos.
Sonó otro fuerte trueno, y tras de ese, se escuchó otro de la misma intensidad y yo me aterré.
Layne había comprado una acogedora casa, para los dos, y a pesar de ser pequeña y agradable, se me hizo enorme y muy vacía; una sensación que no me agradó en lo absoluto, y con los oídos pegados en la lluvia, esta se hizo más fuerte y los truenos se hicieron evidenciar. El ferviente viento resonó tras el vidrio y movió con ímpetu las ramas de los árboles.
Nerviosa, solo pensé en él y de pronto recordé que a él le encantaba mucho el pintar, y rápido, fui a buscar el atril y las pinturas para recrear algo. Así podría relajarme y olvidar un poco los detestables truenos que me desagradaban.
Agotado, por fin habían acabado las grabaciones del video musical; se rascó la cabeza y escuchó la fuerte lluvia con truenos y se alarmó. Sus amigos de banda lo miraron.
— ¿Qué te pasa, Layne?
—Está lloviendo muy fuerte y con truenos.
— ¿Y eso qué?
—Es por mi mujer, Margarita, le aterran los truenos y ahora está sola en casa. No me di cuenta de la hora que es.
— Tú sabes cómo son estas cosas, amigo. — dijo Jerry.
— Es cierto.
— Ahora ve, antes que llueva más fuerte y te empapes por completo. — Layne le sonrió.
— Así lo hare. Nos vemos muchachos.
— Adiós...
Corrió hasta el estacionamiento bajo la fuerte lluvia y su revuelta melena rubia, se despeinó y mojó al instante.
Solo añoraba verme y tenerme en sus brazos. Era lo que más quería y aceleró el auto y se marchó tan rápido, como pudo, hasta nuestra casa.
Concentrada en mi pintura, escuchaba la lluvia y esta me relajó. Algo con lo que nunca me había pasado antes, y entusiasta, seguí pintando mi cuadro y esperé a Layne con más ilusiones.
Layne fue el que despertó en mí el gusto por pintar y era algo increíble. Gracias a él, aprendí muchas cosas, de las que tenía muy oculto en mí, y que me llenan y dan alegría.
Aquel día cuando nos conocimos, de casualidad en aquella heladería, fue amor a primera vista.
Yo trabajaba vendiendo helados, y una tarde cualquiera, Layne llegó a comprarme un cono sabor chocolate. En cuanto nos vimos, él me miró a los ojos y nos sonreímos al instante.
Desde entonces, nos juramos amor eterno, que estaríamos en las buenas y en las malas y que lucharíamos en cualquier adversidad.
Ha sido mi gran compañero, amigo y querido esposo, mi amado esposo al que amo con todo mi corazón. Nunca me importó que fuera una estrella de rock, yo vi más que eso en él. Un tierno, juguetón y sensible hombre, que quería demostrar, a todos, sus bonitos sentimientos, y de lo que podía hacer y valer. Y él también vio a través de mí.
Todo empapado, sacó las llaves de su bolsillo, entró a nuestra casa, y ansioso por verme, miró el living vacío y con el sonido de la lluvia de fondo.
— ¿Dónde estás, amor mío?
Se escuchó otro fuerte trueno y miró a la dirección de nuestro dormitorio. Advirtió que yo me encontraba allí y esbozó su dulce sonrisa.
No le importó estar mojado, y así, subió las escaleras y fue por mí a nuestra habitación.
Atenta en mi pintura, tenía el atril junto a la ventana, para contemplar el paisaje con la lluvia y para verlo a él cuando llegara.
Layne abrió la puerta, entró y me vio pintando junto a la ventana y sonrió con destellos en su rostro.
En cuanto mis ojos lo vieron, el corazón se me agitó de emoción y de amor. Encontré que lucía tan guapo con ese nuevo corte de cabello, su barba y bigotes me volvían loca, además de ese suéter negro, que bien resaltaba con el color celeste de sus ojos y boca. Me encantaba que fuera mucho más alto que yo.
Layne me sonrió con dulzura y se me acercó. Me sentí tan feliz y plena, que mis piernas corrieron a él, y él risueño, me cargó en sus brazos. Amé que me cargará y me abrazará, como solo él lo hacía.
Acaricié su mojado y revuelto cabello y me preocupé.
— Amor, estás todo empapado. — él me vio con ternura.
—No importa, cariño.
—Pero puedes resfriarte, no. Ve a sacarte esa ropa. — Acarició mi mejilla.
—No importa, cariño, de verdad. Solo quiero estar contigo y tenerte así en mis brazos. — me derretí por completo.
—Oh, mi Layne.
— Te amo.
—Y yo a ti.
Me apreció con dulzura.
—Estabas pintando. — le sonreí.
—Sí. Quería olvidarme un poco de la lluvia y de los truenos, mientras llegabas. — Se le dibujó en el rostro una sonrisa de ternura.
— Has mejorado bastante. Tienes mucho talento.
— ¿En serio lo crees, mi vida?
—Totalmente. Eres increíble, mi Margarita.
Me contempló con idilio y dulzura, y yo perdida en sus mágicos y expresivos ojos celestes, volví a acariciar sus suaves mechones dorados y Layne me besó.
Era tan dulce y a la vez apasionado, y los dos besándonos sin parar, nos abrazamos con desesperación.
Me miró locamente enamorado y yo con deseos de seguir sintiendo su lengua en mi boca y que me besará, pretendí acercarme a sus labios, sedienta, cuando otro trueno estalló y a mí se me escapó un grito. Layne rio.
— Tranquila, tesoro, ven aquí.
—Oh, mi Layne. — lo abrasé con mimo y a la vez muy asustada. Solo quería sentirme protegida en sus brazos.
Layne esbozó de nuevo su tierna sonrisa y volvió a abrazarme con todo su cariño y protección; acarició mi largo cabello y después apoyó su cabeza junto a la mía. Más fuerte lo abrasé.
—Tranquila amor mío. Ya estoy aquí.
—... .— escuché su suave voz junto a mi oído y cerré los ojos para atesorar su olor y su cándido abrazo, acompañados de la fuerte lluvia de fondo.
Layne, también le prestó atención a la lluvia.
—Discúlpame, tesoro. — lo miré.
— ¿Por qué, cariño?
—Porque sé que le tienes terror a los truenos y yo debí haber llegado antes y no dejarte sola.
—No, mi vida. Tú no tienes la culpa de nada. No pienses en eso, por favor. —otro trueno estalló, y él sin soltarme de la cintura, me vio con ternura.
—Tranquila, no te asustes. Ya pronto pasaran. — miré con mimo a la ventana.
—Eso espero. — Acarició mis labios con sus dedos.
—Me encanta cuando te pones así. Te ves tan dulce. — le sonreí con idilio.
—Y tú que estés conmigo. Siempre.
—Te amo.
—También te amo. Te amo con todo mi corazón.
Layne me sonrió locamente enamorado, mientras la lluvia caía, y yo perdida en él, y en su mágica sonrisa, el cielo tendió a oscurecerse un poco. Sus ojos apasionados brillaron en mí y volvió a besarme.
Sus enormes manos volvieron a rodear a mi cintura, yo me colgué de su cuello y él me tumbó en sus brazos.
—Quiero hacerte mía, hermosa. Te deseo como un desquiciado. — me susurró en mi oído y yo me estremecí y vibré por completo.
—Yo también. Solo quiero que me ames y me acaricies como solo tú sabes hacerlo mi Layne. —le jadeé y él se derritió.
—Oh, mi Margarita. Te amo.
Me jadeo sediento, volvió a besarme, ahora con desesperación, y yo cargada en sus brazos, me llevó a nuestra cama.
Le saqué su suéter con urgencia, y Layne fijo en mí, no paraba de verme con destellos y ansias. Yo le sonreí con todo mi amor y él acarició mi mejilla y mentón.
—Te amo tanto, mi Margarita.
—Mi Layne, mi amado y esposo, Layne Staley. Te amo mucho.— volvió a sonreírme, sujetó mi rostro con cariño en sus manos y me besó con todo su amor.
Me fascinaba sentir su barba y bigotes en mis labios y besándonos fervorosos, Layne se recostó sobre mí y yo acaricié con afán toda su enorme espalda. Él me observó con relumbro y yo me dejé atrapar por sus cautivadores y apasionados ojos celestes.
Acarició y llenó de besos todo mi cuerpo desnudo, y yo nerviosa, él lo sabía, y más le encantaba. Excitada por sus intensas caricias y besos, jadeé y él me asechó con su mirada.
— Eres tan hermosa. — me susurró y yo acaricié su rostro.
Nos dimos un beso con lengua y Layne entró suavemente en mí; yo me aferré a su pecho, abrasé fuerte su espalda y gemimos los dos; volvimos a besarnos sedientos y con deseos.
Mis jadeos y constantes miradas para él eran bálsamo para sus ojos; más se excitaba y me asechaba fijo con ellos. Era tan apasionado, y muy romántico a la vez.
Miré los vellos de sus pectorales, se los acaricié con anhelos y luego se los besé. Layne me sonrió con dulzura y volvió a besarme con ansias y desesperación; toqué sus hombros y acaricié los tatuajes que tenía en el lado derecho y en su espalda.
Los dos muy ardientes, nos sonreímos.
— Súbete hermosa. Vamos. — me jadeó en mis labios, lo que me estremeció más de placer y me coloqué sobre él.
Layne idiotizado frente a mí y a mi cuerpo desnudo, miró mis pequeños pechos y los acarició con apetito. Sentí sus apasionadas e intensas caricias en ellos y vibré. Mis pechos eran muy sensibles y él lo sabía.
— Oh.
— Me encantas.
Volvió a jadearme y yo empecé a montarlo y sentí que el placer más se apoderó de mí; él me vio hacerlo y cerró los ojos con goce. Amaba tenerme así en aquella intensa posición y sujetó mis manos y ayudó a moverme con las ricas embestidas, lo que me excitó aún más.
— ¡Ay! ¡Ay!
—Sigue, sigue así hermosa. No te detengas.
—... Estoy a punto de venirme...
—No, aún no hermosa.
—Layne...
Gemí su nombre y Layne se salió de mí; me colocó de lado y yo toda mojada, solo quería que volviera a hacerme suya, y él aún sediento de mí, se acomodó rápido detrás de mí. Yo lo sentí tras de mí, lo que me fascinó y me volteé a mirarlo y él me vio risueño y seductor. Me abrazó por la espalda, sus labios rozaron junto a mi oreja y cuello; levantó mi pierna con fervor y volvió a entrar en mí.
— ¡Ay! ¡Mi Layne!
—Te amo. Te amo mi hermosa, Margarita.
Me susurró jadeante mientras me hacía suya, así en esa romántica posición, y yo sumida en él, en su dulce, sexy encanto, y en sus ricas embestidas, Layne me miró cautivador y yo le robé un largo beso, el que le fascinó, y los dos besándonos, seguimos amándonos, mientras afuera no dejaba de llover.
Aquella lluvia se había transformado en la música ideal, de fondo, para ambos en nuestra entrega mutua de pasión y de amor.
Desnudos, Layne me sonrió con ternura y se levantó de la cama y tomó mi mano. Yo dichosa, lo seguí y los dos nos acercamos a mirar caer la lluvia tras la ventana.
Miré a Layne y le sonreí perdidamente. Lo amaba aún más después de que habíamos hecho el amor. Él contempló mi sonrisa.
—Soy tan feliz a tu lado, mi vida.
—Yo también lo soy. — solté un suspiro y él, preocupado, acarició mi mejilla.
— ¿Estás bien? ¿Te hice daño?
—No, al contrario. Amo que me hagas el amor. — sonrió embelesado y la lluvia se volvió más y más mágica. Su sonido nos transmitía paz e ilusiones.
—Amo tenerte, Margarita. Que estés en mi vida es lo más bello que me ha pasado en mucho tiempo. — le acaricié su revuelto cabello rubio y él rio y miró la lluvia. — También amo esto, el que pueda mirar contigo cosas tan simples como ver la lluvia, los paisajes simples y solitarios. Verte sonreírme.
—También te amo y agradezco también que hayas llegado a mi vida, para ver y conocer más allá de las simples cosas. Me has hecho tan feliz, amor mío y sé que lo seguirás haciendo. — me vio perdidamente enamorado y luego me sentó en sus piernas.
—Te amo.
—Y yo a ti. Siempre, mi Layne.
—Amo cada vez que me llamas así. Me hace apreciarte y valorarte aún más de lo que ya lo hago día a día. — mi corazón se emocionó y acaricié su barba. Él me sonrió.
Sentada en su regazo, miramos y escuchamos caer la lluvia tras la ventana.
Esta es mi segunda historia que he escrito de Layne Staley, empecé con la primera y ahora no puedo parar de escribir de él jejeje. Espero que esta también sea de su agrado y que me dejen sus votitos y comentarios.
Hasta el próximo capítulo :)
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