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— ¿Pero dónde se ha metido Amelía? — Pregunto Charles, mientras recorría todo el gran salón lleno de personas con la mirada desde su trono, no la encontraba.

Ya habían pasado aproximadamente dos horas desde que la eriza había salido en compañía de los otros príncipes y princesas de su edad. Y todos esos jóvenes ya habían vuelto al castillo, incluso su sobrino, quien se veía tranquilo y sonriente, ¿dónde estaba ella?

— Oye hermano calmate, de seguro esta recorriendo un poco más los jardines del castillo — Dijo James, mientras revolvía suavemente el vino en su copa, todavía seguía en un estado no tan ebrio por lo que no arrastraba las palabras. — O quizás se fue a su cuarto, tienes que darle su espacio ahora, después de todo diez años no es algo que se olvide fácilmente.

Sabia que su hermano tenia razón, no podía estar encima de ella todo el tiempo desde ahora; debía darle su tiempo. Tenia que dejar que disfrutara su libertad.

Dio un de su copa de plata y soltó un suspiro, esta era la noche más larga que había tenido hasta ahora, pero algo le seguía rondando por la cabeza.

«Para cuando culpa dieciocho y las rosas comiencen a marchitarse, me llevare lo que más amas»

Realmente seguía creyendo que esas palabras eran puras mentiras, pero otra parte de su cabeza le decía que estuviera atento.

Uso un seña para que un guardia a su derecha se acercara, este inmediatamente se acerco y se agacho un poco para inclinarse al costado del rey.

— Quiero que tu y otro guardián vayan y vigilen a mi hija en su recamara — Ordeno casi susurrando al oído del guardia.

— Como ordene señor — Dicho esto el guardia hizo una reverencia y se fue de ahí.

La consciencia le decía a Charles en su cabeza que algo andaba mal, no podía descuidarse tanto.

Por otro lado en la habitación se encontraba la eriza rosada, estaba inconsciente sobre su cama, aunque no estaba del todo sola ya que a unos poco metro de ahí de encontraba el erizo azabache, la miraba atentamente. Podía notar como una pequeña vena en el cuello descubierto de la eriza palpitaba y eso le molestaba, ¿Por qué estaba aquí a fin de cuentas?

— Condenado erizo — Susurro para sí mismo. Él había sido el responsable de que ella quedara en este estado. Se había sobrepasado demasiado.

Era un milagro que ella siguiera viva, pero también sabia que debía actuar rápido, de lo contrario el reloj marcaría las tres de madrugada y se les habría acabado el tiempo a los dos. Tenia que terminar su parte también, después de todo, Sonic ya había cumplido con la suya a regaña dientes.

Se acercó a paso lento a la cama repleta de cojines de la eriza y se sentó al borde de la cama, inclinándose sobre ella, esa vena seguía palpitando lentamente, pocos centímetros a la derecha se encontrar la roja marca de los dientes del azul, había sido muy brusco.

Movió hacia la izquierda la cabeza de la eriza y dejo expuesto el lado de su cuello que no estaba marcado, le desagradaba mucho la idea de morder el mismo lugar en donde otro ya lo había hecho, paso lentamente su lengua por el cuello de la eriza. No pensaba ser tan brusco como el azul, él no iba a dejar alguna marca.

Paro en seco cuando miro al rostro de la eriza y noto como esta lo estaba mirando de igual forma, no se había dado cuenta en que momento ella había despertado.  De 4repente una voz se hoyo por el otro lado de la puerta.

— Princesa, ¿se encuentra bien? — El azabache miro directamente a los ojos a Amelía, su mirada era fría y le causaba pavor, podría gritar.

Estaba apunto de hacerlo cuando la mano del erizo tapó su boca, seguía mirándola fijamente.

— No digas nada de mi, ¿De acuerdo? — Susurro el azabache con una voz ronca y vacía de emociones. Ella sabia que podría pasarle si gritaba.

— ¿Princesa? ¿¡Se encuentra bien?! — Ya le estaba hartando el molesto ruido de la puerta retumbando, miro una vez más a la eriza y ella asintió con los ojos llorosos, retiro lentamente su mano de la boca de ella.

— S-si estoy bien, por favor dejadme sola — Respondió la eriza con un hilo de voz, porque todavía estaba demasiado débil como para gritar y porque sabia que si no lo hacia podría pasarle algo malo.

Tan pronto como los pasos comenzaron a alejarse el erizo sonrió de lado, ella intento escabullirse por debajo de el cuerpo de él pero solo logro estar más cerca de su rostro.

De alguna manera sentía que ya lo había vistos antes, si, ya había visto esos ojos pero no sabia exactamente en donde. Aguanto la respiración cuando sintió como él mordía con suavidad su oreja, causándole un repentino espasmo, puso las manos en el pecho de él intentado apartarlo; abrió sus ojos de golpe cuando su cuerpo empezó a temblar, sus brazos se doblaban debido a que no tenia fuerza como para mantenerlos estables, sentía unas ligeras ganas de vomitar desde que había despertado, como si hubiera comido algo en mal estado.

Por otro lado el azabache sabia que ella no podía mantener su cuerpo estable debido a la falta de sangre en su sistema, estaba completamente vulnerable, era su oportunidad para acabar con la tarea que les había encargado su padre a él y al azul... Pero, no podía. Sabia que si hacia eso ella no seria la misma.

Durante los diez años que ella había estado encerrada él la había visto desde un rincón oscuro de se extensa habitación, incluso ya lo había visto una vez, cuando el salio de su escondite y se acerco a ella mientras dormía. Una sonrisa se dibujo en su rostro, recordar la serenidad que presentaba cuando estaba dormida era muy diferente al miedo que empezaba su rostro ahora.

Se había enamorado de ella durante esos diez años en los que la observo en las penumbras, se había embelesado con su voz melodiosa cuando cantaba en frente del espejo mientras cepillaba su espejo, había caído cautivo ante las ligeras curvas mostraba su cuerpo cuando se quitaba la bata de baño a espaldas de él y se sumergía en la bañera. Y había sentido lastima después de que por diez años ella llorara sobre su almohada antes de irse caer dormida.

— Yo... — Su voz salia baja e inestable, no estaba seguro ahora si esto era lo correcto — No, no puedo.

Se levanto de la cama de golpe y termino un metro lejos del lugar en donde ella se encontraba, mirándolo atónita por su acción repentina, ella esperaba que la asesinara como pensaba, no que la dejara ir, pero aun así no podía desaprovechar esta oportunidad. Se levanto de forma brusca de la cama y al hacerlo otro mareo la ataco, miro hacia el azabache para con probar de que todavía seguía ahí y para su gusto lo estaba, miraba por la ventana con sus ojos perdidos en algún lugar del exterior. Una vez que pudo recuperar fuerzas otra vez empezó a caminar hacia la puerta de madera oscura, tenia que ir con su padre o con un guardia y decirle lo que sucedía, aunque también tenia miedo, ¿y si no lo creían? La tomarían por loca y seguramente la volverían a encerrar en una habitación.

Estaba a solo unos centímetros de la puerta cuando esta se abrió de golpe, mostrando la imagen del cuerpo del azul frente a ella, sus ojos estaban rojos, tenia una sonrisa sínica en su rostro y su traje estaba manchado de lo que parecía ser sangre, miro por encima del hombro del erizo que tenia en frente y note como habían dos cuerpos, eran los guardias que habían llamado a su puerta pocos minutos atrás.

— No te preocupes — Se exalto al oír la voz de él, era ronca y siniestra, no lo miro a los ojos, tenia demasiado miedo — Pronto olvidarás todo lo que has visto.

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Ojijojijonijojojo, estoy viva! — Sale estilo muerto de un ataúdy volví con más suspenso que nunca, ojojojoninoji >:v

Okya.

¿Qué les pareció? 7u7

FernandaTorre

Los quiere con todo su pie y cabello sucio que tiene que lavarse, Yerianny

PD: Por si no lo saben el prologo de la segunda temporada de tiempo perdido ya esta disponible.

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