Capítulo 31
Que se ponga nervioso no es buena señal, al parecer.
Idiomas jamás será mi clase favorita.
La profesora Mark no para de hablar con su espectacular acento francés mientras nos explica cosas que entiendo a medias. Trato de anotar lo que puedo en mi libreta pues, además de que no entiendo lo que dice por completo, mi mente está ocupada en cosas distintas.
Bradley.
Ayer, cuando nos cruzamos en el centro comercial, me ha pedido salir juntos al terminar clases y yo he aceptado.
Ha nombrado que me quiere decir algo.
Sí, vaya que estoy nerviosa.
De pronto la campana suena, todos se levantan moviéndose a la salida como si no hubiera un mañana. Huyen de Mark y su salón, huyen de francés y todas sus complicaciones gramaticales.
Yo también quiero hacerlo, recojo mis cosas con apuro y las meto en la mochila. Pero cuando apenas me subo el bolso un choque contra mi hombro hace que caiga sin previo aviso al suelo.
Levanto la vista antes de ir por él, solo para saber quién ha sido tan descuidado, y ni siquiera me sorprendo al ver a Madeline con una sonrisa malévola y burlona.
No dice nada, solo me observa tomar mi mochila mientras se aleja. Y aparta sus ojos de mí en cuanto cruza por la salida.
Tomo el bolso con grima, al menos estaba cerrado y no ha salido nada de él que me haga estar mucho más rato agachada. Igual, el solo gesto de tener que recogerlo por su acto me hace sentir muy idiota.
Inspiro, el aire llega a mis pulmones provocando que mis huesos consigan relajarse. No le daré el gusto de verme como una completa tonta ahora. Mucho menos a ella.
—Dios, Nathan, ¿qué quieres ahora?
La voz de la profesora Mark detiene mi caminar. Estoy a dos pasos lejos de su escritorio, y de donde está observando el celular con sus cejas tan hundidas que podrían opacarle la visión.
La veo contestar el mensaje con apresuro, ahora sabiendo que se trata de su hijo, sin poder apartar mis ojos.
Sé que debería irme. Tal vez Bradley ya esté esperando por mí. Hasta las chicas, no les he dicho que tengo otros planes. Y aun así no me muevo.
La profesora Mark alza la vista antes de poder irme, me observa, seguro sabiendo por qué estoy aquí, estoica, viéndola con una expresión que seguro debe de decir mucho.
Creo que lo mejor sería darme media vuelta y marchar. Es decir, lo que pase con Nathan no me importa, mucho menos me compete.
Además, el día que lo expulsaron ella supo de la existencia de ese video, de que fue su propio hijo el causante de tal acto, de la razón por la que una de sus alumnas era la burla de media institución. Jamás me ha dicho nada al respecto, tampoco espero que lo haga ahora.
Así que no sé por qué no me estoy moviendo.
—June. —dice ella, su gruesa voz, esa que usa para dar clases y regaños, ahora es... comprensiva.
Yo sonrío. Sí, es lo único que puedo hacer, una sonrisa de boca cerrada aparece de forma forzosa en mi rostro.
Ella me sigue observando, sus ojos están demasiado tiempo sobre mí. Pero por un momento no parece que me esté detallando, no, solo está perdida en sus propios pensamientos.
—June, creo que ni siquiera me he comunicado con respecto a lo que pasó... —sonríe, también de boca cerrada. Ya no me observa, ahora mira su teléfono, tal vez al chat aún abierto de su hijo—, es decir, no lo he hecho, jamás me he disculpado en nombre de Nathan.
—No tiene que... —me apresuro en hablar, no quiero que piense que esto es lo que estoy esperando, que por esa razón estoy ahora frente a ella sin mover ninguno de mis músculos. No quiero sus disculpas ya que no tiene nada que ver con lo que pasó.
Pero ella me interrumpe.
—Oh, sí que lo necesito. —vuelve a mí, sus ojos, tan oscuros como los de Nathan, me observan con varios sentimientos que no sé identificar—. Desde que mi hijo fue expulsado... he visto las cosas de una forma distinta, es decir, los comportamientos de cada miembro de mi clase. No crea que no me he dado cuenta de lo que acaba de hacer la señorita Sprouse.
Me tenso, tal vez porque en serio había creído por un momento que no tenía público. Trato de observar a mi alrededor con disimulo, deseando que no sea el mismo caso.
Pero esta vez está desierto.
—Lo que quiero decir es que... si en ese entonces hubiera sabido lo que planeaba mi hijo... nada habría pasado —dice—. Así que me disculpo, June, en nombre de mi hijo, le doy mis más sinceras disculpas.
Asiento. Tal vez es mejor que haya olvidado cómo hablar, porque si decir algo implica seguir más tiempo aquí entonces sería una tortura. Así que solo puedo mover la cabeza y darle una sonrisa comprensiva, o lo que creo que es, y sin observar atrás, me largo.
Creo que no he tomado aire en todos los segundos que llevo tratando de alejarme lo más que pueda de ese salón.
Doblo una esquina, y otra, y otra hasta que, sin siquiera darme cuenta, estoy en el lugar al que menos creí volver.
Mi escondite.
La última vez que estuve aquí... fue cuando Bradley me besó.
Aun así, necesito estar aquí, respirar, calmarme y encontrar un poco de tranquilidad para mi estómago descontrolado.
Me dejo caer al suelo, haciéndome bolita en mi lugar, sintiendo el calor, y la comodidad que me abraza en este sitio de descanso.
Dios, creo que extrañé esto.
De pronto, cuando muevo mi cabeza a un lado, unas palabras talladas en la pared me dan una sorpresa.
Parece un poema... o algo parecido, me acerco un poco más para poder leerlo.
"Si pudiera ir atrás en el tiempo
Y eliminar tan solo ese momento
Haría lo que fuera por ello
Porque el verte llorar
Es algo que no sabría explicar.
Me dejaste con una bala en el corazón
Y ni siquiera soy merecedor de tu perdón.
Es seguro que preferiría el infierno
A saber que te causé un dolor eterno.
Y aunque las palabras no son suficientes
Quiero que sepas que esto es indeleble
Lo que siento y lo que eres para mí.
Ojalá fuera merecedor de ti.
B.P"
¿Eso es de...?
Dios, si Bradley ha escrito esto...
Un momento, Bradley.
Casi olvido que Bradley me ha invitado a salir y justo ahora debe de estarme buscando.
Reviso deprisa en el bolso y saco mi teléfono, dándome cuenta de que tengo un par de llamadas perdidas. De Clau, August y... Bradley.
Demonios.
🎼
Ya he avisado a las chicas que no me iré con ellas, no hicieron muchas preguntas y yo sospecho que saben lo que haré, tal vez se cruzaron con Bradley en el camino, que es lo más probable que haya ocurrido.
Sobre mi hermano, quería saber si iría ahora a casa o estaría con mis amigas (mentira piadosa, le he dicho que me quedaré un rato con ellas)
Ahora estoy buscando a Bradley, le he escrito y dijo que estaría esperando por mí en la salida de Parfalt, y es a donde me dirijo.
Camino a gran velocidad, tratando de llegar pronto a mi destino. No hay nadie a mi alrededor, una que otra persona que está en un salón, en los pasillos, baños...
Cuando por fin salgo el sol pega sobre mi rostro, busco a Bradley, examino mi alrededor deseando encontrar su rostro rápido. Y lo encuentro.
Sí, lo encuentro.
Aunque no solo.
No, claro que no está solo. Una chica con una cascada roja de cabellera lo acompaña.
Bradley y Madeline están hablando, no estoy tan cerca como para escuchar sobre qué, pero no parecen tener una conversación tan agradable...
Por un segundo me quedo de piedra en mi sitio, de hecho, ha pasado por mi cabeza el dar media vuelta y huir. Claro que yo misma me sorprendo al darme cuenta que mis pies me dirigen a ellos.
—Dejarme en paz sería un buen comienzo. —la voz de Bradley llega a mis oídos, aun sin darse cuenta que estoy cerca de ellos ya que está de espaldas a mí.
Pero Madeline sí me ve.
—¡Cariño! —se tira en sus brazos—. No seas tonto. No me hables así.
—¿Me puedes explicar qué estás...?
—Hola.
Creo que todos los huesos de la espalda de Bradley se han tensado al escucharme.
—¡Juny! Qué oportuna. —Madeline deja de abrazar a Bradley para observarme. La sonrisa no cabe en su rostro—. ¿Cómo estás, querida?
Bradley se da media vuelta, pero antes de siquiera dar conmigo le echa una mirada a la chica a su lado que podría terminarla asesinando si tan solo fuera posible.
—¿Nos vamos...? —le pregunto a él, ignorando por completo a Madeline.
Él, cuando por fin me observa, pestañea un par de veces, como si no pudiera creer que eso es lo que he dicho.
Pero sonríe.
—Claro que sí.
Cuando da un paso hacia mí observo a Madeline por el rabillo del ojo, quien tiene la boca semiabierta mientras nos observa.
—¿Hello? ¿Acaso estoy pintada en la pared?
Bradley no hace ni aprecio de escucharla, la ignora con una sutileza que me dice que no es la primera vez que lo hace.
Empieza a andar, y yo no dudo en ir con él, evitando mirarla de nuevo.
Ninguno dice nada los primeros segundos, solo caminamos, el sonido de nuestros pasos es lo único que capta mis oídos.
Y no vuelvo a ver atrás.
No sé cuánto llevamos en marcha, pero Bradley aun no dice nada y ni siquiera me atrevo a verlo.
—June. —por fin escucho su voz, levanto un poco la cabeza nada más que para notar la tensión en sus músculos.
Trata de sonreírme, pero no alcanza sus ojos, y es cuando me atrevo a hablar.
—Oye, no te preocupes por mí, sé que con Madeline no estaban haciendo nada... que pueda considerarse...
Pero no me deja terminar. De pronto, mis palabras parecen relajarlo y hacer que su risa sea verdadera.
—Lo sé, nadie puede malinterpretar eso. Tranquila, no estoy así por lo que acaba de pasar.
—¿Ah no? —la sorpresa en mi voz es bastante
Él solo niega con la cabeza, aún sonríe, aunque de boca cerrada. No para de observarme y creo que me he ruborizado.
Mis ojos vuelven a ver al frente, solo para tratar que el color en mis mejillas desaparezca. No puedo creer en serio que estoy así, es decir... Demonios.
—Bien, eh... —él vuelve a hablar, al observarlo por el rabillo del ojo veo que ya no tiene las comisuras de sus labios arriba. No, de hecho, ha vuelto la tensión en su cuerpo—. He pedido que saliéramos hoy por... pues, quiero... contarte... un par de cosas.
—Te escucho.
Ríe, de sus labios escapa una melodiosa carcajada que me hace preguntar si en verdad se encuentra bien.
Es decir, está nervioso. ¿Por qué está nervioso?
Creo que muy pocas veces en la vida lo he podido ver así.
—Sí... —rasca su nuca mientras observa al suelo.
No sonríe ni me pregunta miles de cosas como suele hacer. No camina con esa seguridad ni sus ojos brillan de la manera en que siempre lo hace. En cambio, está demasiado erguido y observa al suelo en silencio, sus músculos se ven nada más que por lo tensionados que están y, por primera vez desde que nos conocemos, no ha dejado de peinarse el cabello con una de sus manos.
Llegamos al pequeño parque que hay a metros de Parfalt, ese por el que lo encontré hablando por teléfono una vez y seguido de eso me invitó a andar juntos.
Caminamos hasta detenernos casi al otro lado del lugar, Bradley saca su celular y busca algo por unos segundos.
—Discúlpame un momento. —pide y lleva el teléfono a su oído.
Lo observo mientras espera lo que parece que otra persona conteste, noto la forma en que su mano libre golpea con constancia a su lado. También cómo me observa cada cinco segundos, tal vez para asegurarse que no he huido. La rápida forma de su respiración...
—¿Sí? Lo estoy. —dice él en cuanto es atendido. Pasan unos segundos hasta que vuelve a decir—: bien, estaré aquí.
En cuanto corta la llamada dirige sus ojos a mí y me dedica un intento de sonrisa. Siendo realista, a medida que pasa el tiempo parece más nervioso que antes, y me está empezando a poner nerviosa a mí.
—June —da un paso hasta mí, como si lo que quisiera decir fuera por completo confidencial—. Oh, June, quisiera decirte tantas cosas...
No me muevo ni un milímetro de mi sitio mientras él se acerca más, y más, y más...
Pero no hace nada, solo sonríe. Ahora ya parece más al Bradley que conozco, a ese que tanto me gus...
Si tan solo pudiera evitar esos pensamientos por un momento. Demonios.
—¿Sabes? Te seré sincero. Guardo secretos, June. —hace una pausa, una en la que traga saliva.
De pronto unas palabras llegan a mí:
«—Por ahora no puedo decirlo. Literalmente me hizo firmar un jodido acuerdo. Vaya que está paranoico»
Trago saliva yo también.
—¿Sí? Y, ¿sabes? He pensado mucho estas semanas —sigue—, me he dicho una y otra vez que no puedo pedir confianza cuando ni yo mismo la doy.
Sigo sin poder abrir la boca.
Él asiente, tal vez entendiendo que por ahora mi sentido del habla se ha ido de sabático. Por un momento solo me observa, el verde manzana de sus ojos penetrando en lo profundo de mí.
De pronto recuerdo las palabras grabadas en mi escondite, esas que formaban una interesante poesía y que me causó tanta curiosidad. Pero sigo sin encontrar la manera de hablar.
—Así que hoy te demostraré que confío en ti.
Da un paso hacia atrás, claro que no me quita la mirada de encima. Parece estar pendiente de mi expresión, de cada sentimiento que pasa por mi rostro, cada movimiento, cada gesto. Parece preparado para hablar, para confesar lo que tenga por decir.
—Déjame presentarme de nuevo —Bradley me toma una mano mientras examina mi rostro con cuidado—. Me llamo Reece Patterson, es un placer.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
HOLAAAAA
¿A que no se lo esperaban? Je.
¿Cómo que Bradley no es Bradley? :0
Nos leemos. :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top