Capítulo 27
¿Distinta? No lo estoy, pero al menos siento que algo está cambiando en mí.
—Lo siento. Discúlpame, perdón, perdónnn. No debí... es que... yo...
—Clau.
La detengo, ha estado así desde que volvimos a la tienda de ropa. Disculpándose de todas las maneras posibles.
—Pero... —ella vuelve a hablar, deja caer el rostro sobre sus manos y chilla—. ¡Lo siento! ¡Soy la peor amiga de todas!
—Oh, vamos, Clau —esta ha sido Natele, quien no sabe muy bien cómo lidiar cuando alguien se está lamentando.
Yo tampoco, a decir verdad.
—No lo eres... solo...
—¡Soy la peor! —insiste—. ¿Cómo no pude darme cuenta de lo horrible incómodas que se sentían? ¡Oh, rayos! La peor, ¡la peor!
Mientras ella se sigue lamentando observo por el rabillo del ojo a Natele caminar hasta el par de vestidos que Clau había elegido hace un rato para ella, y que nunca se quiso probar.
—Oye, este no está tan mal. —toma un vestido verde azulado con mangas.
Clau levanta la vista de pronto y la observa.
—Pero si dijiste que parecía vómito desecado.
Sí que lo dijo, y sé que ahora está diciendo lo contrario para hacer sentir mejor a nuestra amiga.
—Pues... ahora es solo vómito.
Supondré que esa es su manera de decir que está bonito.
Clau no tarda en volver a tirar la cabeza sobre sus manos, pacientemente esperando por ella, y seguir quejándose. Natele suspira, como si se le hubieran acabado todas las ideas para hacer sentir mejor a nuestra amiga, y yo... solo observo.
Qué patética eres.
Ignoro a mi subconsciente lo más que puedo y me concentro en Clau. Justo ahora lo menos que puedo pensar es en comentarios negativos de mí hacia mí.
—Clau, está todo bien. Ahora por favor, podemos elegir los vestidos e...
—¡¿Vestidos?! —me interrumpe antes de poder terminar—. ¡¿Para qué elegiríamos vestidos, June?! ¡Ni siquiera vamos a ir a la fiesta!
—Espera, ¿qué? —Natele la observa al momento en que las cejas se le disparan—. ¿No irás a la fiesta?
Clau niega, haciendo que hasta yo quede con la boca abierta (metafóricamente, claro).
—Si ustedes no van, tampoco yo. —parece muy firme con su decisión.
—No creo que quieras eso...
—¿No?
—No —se apresura Nat—. Clau, me llamaste a las cinco de la mañana para que me despertara temprano y así poder acompañarte a elegir ropa. Y te has probado la tienda entera buscando algo adecuado, ¿y me vas a decir que ahora no quieres ir?
—Si ustedes no van yo tampoco. No tengo nada que hacer sin mis amigas.
Tanto Nat como yo guardamos silencio. Clau se ve tan decidida que hasta parece que estuvo fingiendo lo emocionada que estaba por asistir a la fiesta.
Casi no me doy cuenta de la pequeña mirada que me echa Natele, pero cuando lo hago sé qué hacer.
—¿Sabes? —me dirijo a mi amiga la rubia—, vi unos vestidos algo adecuados para mí en aquella fila. Iré por ellos.
Natele sonríe, no llega a mostrar los dientes, pero se hace notar.
—Y yo en la otra esquina, creo que habrá alguno perfecto para la ocasión.
—¿Qué están...?
No dejamos a Clau terminar con su frase cuando empezamos a caminar. Natele se va a donde indicó al igual que yo y emprendemos nuestro camino a buscar "el vestido ideal".
—Chicas...
Apenas escucho el llamado de Clau. Claro que no le presto atención, Natele tampoco.
—Hey, es en serio.
Sigo ignorándola mientras repaso los vestidos en este lado de la tienda, varios colores, pero casi todos de la misma forma.
Hay uno que llama mi atención, es azul con mangas y un poco largo. Tiene un escote nada pronunciado y, aunque en la cintura parece algo ajustado, caería al lado de mis piernas sin mostrar nada de ellas por encima de las rodillas.
Este está... muy bueno a decir verdad.
Me quedo tanto tiempo detallando el vestido que ni siquiera me doy cuenta que Clau se encuentra a mi lado hasta que habla:
—No tienes que hacer esto.
—¿Qué cosa? —pregunto sin despegar la vista del vestido.
—Esto —lo señala—. Fingir que quieren ir a la fiesta solo para que yo no me quede en casa sintiendo mi desgracia. Fingir que estás interesada en todo esto solo por mí cuando... ya lo han hecho demasiado.
La observo de reojo, de verdad parece muy apenada por todo esto, pero le doy una pequeña sonrisa.
—Pues, complacerte una vez más no me quitará nada. —digo, con mi vista fija en el vestido una vez más.
🎼
—¡Esto será una locura!
—¿Puedes hacer silencio? No puedo escuchar.
—¡Pero si ni siquiera estás tratando de escuchar nada!
—¡Claro que sí! El reconfortable sonido que haces cuando te callas.
Bien, esto es muy incómodo.
Dos noticias:
Primero: al final he decidido ir al partido de los Creeks (sip, por voluntad propia)
Y segundo: las tres estamos de camino a él... junto a Zachar.
Sí, pues, esta no era la idea principal. Lo primero que habíamos planeado sería que la madre de Clau pudiera llevarnos, pero cuando nos enteramos que estaría ocupada gracias a su atropellante jefe llamé a mi hermano, sin embargo él también estaba ocupado en el trabajo. Y con el padre de Natele... ni siquiera lo intentamos.
Así que nuestra última opción fue Zach...
El ahora ex de Natele.
Y el amigo de Clau y mío.
Natele se negó en cuanto lo propusimos. Toda la poca energía que había acumulado para ir se fue al caño en cuanto escuchó quién podía llevarnos. Al final logramos convencerla...
Bien, en realidad sola se montó al auto, pero sin decirle una sola palabra a nadie.
Zachar aceptó encantado. Pues, por lo que Natele nos había contado, la razón por la que habían terminado había sido nada más ni nada menos que porque nuestro amigo quería ayudar a nuestra amiga con sus clases. Y como Natele toda la vida a sido un poco... independiente, obviamente rechazó esa ayuda hasta que se cansó de hacerlo.
Y pues... no soportó a Zachar luego.
Él obvio aún la quiere. Y ella también a él, solo que jamás lo admitirá y prefiere pasar todo el camino en una guerra a muerte que disculparse.
Ha peleado con el pobre hasta por respirar demasiado alto, y ya se está haciendo algo demasiado incómodo.
—¿Cuándo llegamos? —se queja Clau, aunque sabe muy bien el camino a seguir—. Necesito bajar ya antes de escuchar otro grito.
—Oh, amiga, lo siento. Pero a donde vamos habrán gritos mucho más fuertes.
Natele le dedica una sonrisa asesina a Clau, y yo observo todo por el retrovisor gracias a que me encuentro de copiloto.
—Pues al menos a esos gritos sí darán ganas de unirse. —resopla Clau, cayendo como niña pequeña al espaldar para observar a la ventana de brazos cruzados.
Yo observo a Zach de reojo. Ahora parece un poco más tenso que antes, sus manos agarran con fuerza el volante y no quita su vista del frente.
Quisiera decirle algo para ayudarle... pero no está en mis planes morir en manos de mi amiga justo ahora.
Al menos en el resto del camino ni Natele ni Zachar vuelven a abrir la boca y llegamos en paz al estadio en que será el partido.
—¡Libertad! —chilla Clau en cuanto abre la puerta del auto para salir a toda velocidad.
Natele también baja, pero sin decir absolutamente nada, y cierra la puerta con un golpe... bastante fuerte.
Antes de que Zachar abra la puerta para salir yo me apresuro en dejar caer mi mano sobre su hombro. Él me observa y hace una mueca algo... triste.
—Sabes cómo es Natele... y, aunque quisiera, no puedo defenderla por tratarte así.
—Pues... —su voz suena algo baja, lo que la hace sonar mucho más débil—. Yo solo quería lo mejor para ella...
—Lo sé, ella misma lo aceptó. Pero es demasiado testaruda y jamás se dejará ayudar. Ojalá hubiera una forma...
—Sí, ojalá.
Mi vista sube poco a poco hasta su rostro, notando cómo el observa fijamente a un pequeño peluche que aguarda justo al lado del volante.
—Zach, no te sientas mal. Sabes que no es tu culpa —trato de brindarle una sonrisa reconfortante—, además, cuando menos te lo esperes... ella estará volviendo a ser como era contigo, a darte regalos que su forma de ser jamás le permitiría dar a nadie, pero que a ti sí porque siente esa conexión especial que jamás ha sentido por otro —afirmo, observando al pequeño peluche con algo de dulzura y nostalgia mezcladas—. Volverá a querer darte besos en público cuando jamás lo habría hecho por ninguno. Y, sobre todo, volverá a hablarte con todo el amor que ha estado reprimiendo todos estos días.
—June...
—¿Crees que miento? —una pequeña sonrisa escapa de mí—. Conozco a mi amiga, Zach. Y tú también, desde que éramos niños. Sabes que tengo razón.
Un pequeño silencio se libera en el auto, hasta que suelta:
—Estoy enamorado de ella.
Sonrío, ya lo sabía, pero escucharlo... se siente distinto. Me hace sentir tan feliz por Natele.
Alguien que la quiere de verdad. Y no dejaré que desaproveche esa oportunidad. Mucho menos cuando sé que ella lo quiere igual.
—Así como ella de ti, solo que el miedo es más fuerte.
—¿Miedo de...?
—Ser débil —lo admito. Dejo a mi amiga en expuesto, y a pesar de que una parte de mí se arrepiente por esto, la otra está de acuerdo en que es lo mejor—. Natele teme volverse débil. Lo ha hecho desde que sus padres han empezado a odiarse entre ellos.
—Cuando pasó eso no tenía ni siete años.
—¿Ahora ves lo que trato de decir?
Zach me observa y, tras un segundo inmóvil, asiente, una pequeña sonrisa aparece en él mientras lo hace.
—Gracias, June.
—No hice nada.
—Para mí lo has hecho todo.
Y así baja del auto. Quedando solo yo en él.
No tardo mucho en bajar yo también. Solo le echo un pequeño vistazo al peluchito que está en el auto y no puedo evitar que las comisuras de mis labios se eleven.
Estoy segura de que ella también te ama, Zach.
Cuando siento el acogedor aire natural llegar a mi piel casi cierro los ojos. Tomo un pequeño respiro y emprendo mi camino junto a los chicos.
Pero no veo a nadie más que a Clau... y a Bradley.
¿Desde cuándo está aquí?
No tengo más remedio que acercarme a ellos, sobre todo cuando Clau me observa y alza los brazos para que sepa dónde está. Hay cierta cantidad de personas alrededor y podría confundirme, claro que no es la ocasión.
Hago una mueca mientras me acerco, Bradley se da media vuelta y sus ojos verdes manzana caen sobre mí. Carga una chaqueta negra que jamás habría imaginado que le sentara tan bien y una camisa verde debajo que combina casi a la perfección con sus ojos. Estoy por bajar un poco la vista cuando de repente siento la necesidad de no observarlo más. Y es lo que hago.
Pero no puedo disimular tanto, mucho menos cuando me habla:
—Viniste. —parece ser su forma de saludarme.
—Ehh, sí, y tú también. —asiento y lo miro a penas de reojo.
—Lo hice. —su sonrisa jamás falla, no como la mía. La nerviosa y nada feliz que mis labios cargan.
Por suerte, (o milagro) Clau se da cuenta de la enorme tensión que irradiamos, así que se apresura en ponerse a mi lado.
—Bueno, Bradley querido, fue un gusto verte. Ahora June y yo iremos a nuestros puestos ya que no queremos perdernos nada del juego. ¿No es cierto, June?
La observo mientras sus palabras llegan a mi cerebro y las detectan. Ella alza las cejas al ver que no respondo nada.
Me está salvando y yo no he respondido nada.
—De hecho... —habla Bradley antes de poder dar una respuesta—. Esperaba saber si June podría acompañarme un momento.
—¿A dónde? Si se puede saber —se apresura Clau.
—¿Dar una vuelta?
Clau me observa, esperando por mi respuesta.
Y yo ni siquiera pude responder lo primero.
Observo a Bradley con algo de sorpresa, lo hago mientras obligo a mi mente a que hable.
Y lo que dice me toma por sorpresa.
—Está bien.
Ni siquiera yo me puedo creer haber aceptado. Es decir, sí, he hablado con Bradley de una forma amistosa desde lo que pasó, pero siempre había algo intermedio.
Ahora no hay nada.
Observo a Clau, y ella solo me mira con una expresión de que no está segura de lo que voy a hacer, yo solo le brindo una pequeña sonrisa.
—Vuelvo pronto.
—Llámame y te esperaré en la entrada.
En cuanto el "lo haré" sale de mi boca, me volteo hacia el chico a mi lado y él me indica que lo siga con un movimiento de su cabeza.
Empezamos a caminar en silencio. Observo a la multitud de personas que vinieron a ver el partido solo para no tener que ver a Bradley, pero siento su mirada sobre mí.
—¿Y bien...? —empiezo a preguntar, solo para ver si el sentimiento de la incesante mirada de Bradley deja de ser tan profunda.
Ni siquiera termino de hablar cuando él empieza:
—Lo siento.
Bien, eso me ha sorprendido.
No digo nada, él tampoco, solo me observa, veo que lo hace por el rabillo del ojo.
—Me he dado cuenta que jamás te he pedido disculpa alguna por lo que pasó... y que eso me hace un idiota. Además que sé que ya no arreglará nada, pero te pido perdón, June. Lo que hice... lo que pasó, a pesar de que hay razones, no son suficientes.
Me ha dejado con la boca abierta (no de forma literal), no pensé que haya pedido estar un momento conmigo para disculparse.
Es decir, tampoco es que lo creía imposible de él, pero ha pasado tanto tiempo que... no lo sé, solo estoy sorprendida.
Estoy a punto de decir que está bien, que todo está olvidado y que no importa.
Pero, sinceramente, estoy tratando de no ser la misma June que siempre olvida los errores de otros y hace como si no hubiera pasado nada. Me he dado cuenta que es una pieza firme para llorar un sábado por la noche.
Así que lo que sale de mi boca es algo muy distinto.
—Pues una disculpa ni siquiera es lo mínimo que puedo aceptar por algo así.
Pero, para mi sorpresa, él sonríe.
—Y yo no iba a esperar que dijeras lo contrario. No mereces solo una disculpa, June.
Mis ojos no pueden apartarse de él y de esa sonrisa que sus labios poseen. Me hacen cuestionar qué tendrá en mente.
Solo espero que no sea nada malo.
—¿Entonces...?
—Este es solo el comienzo de mi disculpa, y de mi plan.
Lo observo con más intriga que antes, una que hace que se me revuelva el estómago.
—Haré lo que sea por volver a ganar tu confianza, June Casey —dice, sin apartar sus ojos de los míos—. Lo prometo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top