Capítulo 24
No quería hablar con nadie, ni siquiera ver a nadie..., pero supongo que a él no puedo decirle que no.
Estoy en movimiento sin ninguna dirección clara, mi cerebro está demasiado ocupado en otros asuntos como para recordar decirme a dónde ir.
Observo a mi alrededor, aunque no estoy para nada al tanto de si hay alguien que pueda verme. Sigo en la institución, justo ahora estoy rezando por lograr llegar a la puerta de salida. Necesito irme ahora.
Pero es definitivo, soy la persona menos afortunada del mundo.
La campana de salida suena.
Me apresuro en buscar la puerta, pero la multitud de alumnos parece apresurada por hacerlo también. De un segundo a otro todos salen de los salones, provocando que los pasillos se encuentren llenos, ocasionando a su vez choques con una que otra persona.
Ahora mismo mi mente no piensa en que alguien pueda verme sin compañía alguna. Claro que no. Todo en mí solo quiere llegar a la salida para largarme de una vez.
No sé cuánto pasa ni cómo lo consigo, pero logro llegar a la puerta y atravesarla. Los rayos del sol me dan la bienvenida y la alta temperatura le acompaña.
Ignoro a todas las personas que se encuentran fuera y empiezo a caminar, a alejarme, huir.
Soy detenida, para mi desgracia, al interponerse un cuerpo frente a mí, casi choco contra él, pero pude darme cuenta a tiempo apenas.
—Ey, ey, ey, ey. Tú no te vas. —es Clau. Me observa ceñuda, ahora con sus brazos cruzados sobre su pecho—. ¿Dónde estabas y por qué no en clases?
Entonces pestañeo. Sí, es como si hubiera salido de mi raro trance por sus palabras. La observo, mi acción no inmuta a Clau, sigue con la misma expresión típica de ella.
—June —arrastra la palabra, en modo de advertencia.
—Clau…
—Oh, nos sabemos el nombre de cada una, qué bueno —finge una sonrisa, que se desarma casi de inmediato—. ¡Te hice una pregunta, June!
—Dijiste que solo necesitabas mi enfoque para historia. —me encojo de hombros, sorprendiéndome por lo segura que he sonado.
Hay algo en su expresión que a cualquier otro le habría causado miedo, estoy más que segura de eso, pero a mí no me afecta, ya lo ha hecho lo suficiente.
—¡Clau du du!
De pronto aparece Gibbson, volviéndose el momento más oportuno de toda su vida para entrometerse.
Para mí, claro, porque para Clau…
—¿Qué quieres ahora? —se queja ella, pero la sonrisa de Gibbson no vacila, también está acostumbrado al tono de Clau.
—Tranquila, corazón. Calma las aguas. —sonrío ante sus palabras, pero las comisuras de mis labios bajan en cuanto los ojos de Clau se posan sobre mí—. Quería invitarte al primer partido de los Creeks… invitarlas —repara en cuanto nota mi presencia, refiriéndose a su equipo. Le tiende los boletos, parecen varios—. Con tus amigas, o quien quieras.
—¿Hasta con mi novio? —pregunta ella, ahora un poco más calmada mientras toma los boletos.
Gibbson ríe.
—Oh, corazón. Pero si el tiene asistencia obligatoria por ser parte del equipo —Clau lo observa de entre ojos y él ríe—. Quarterback, de hecho.
—Mhm, no me digas.
Gibbson sonríe de oreja a oreja, y aunque Clau parece estar a lo contrario, se nota que disfruta de esta conversación. Él da un paso atrás, al parecer dispuesto a marcharse, pero sin alejar la vista del rostro de mi amiga. Y ella tampoco lo hace del suyo.
—Adiós, corazón.
—Lárgate de una vez, Gibbson.
Una enorme carcajada escapa de él.
—Estoy en eso. —entonces me observa, y se acerca un poco a mí—. Adiós, June. Oye, ayúdame con ella, ¿sí? —dice, lo suficiente fuerte para que Clau pueda escuchar.
—¡VETE!
Se termina de ir, entre carcajadas, con el regaño de mi amiga. Aunque parece furiosa, sé que no lo está en lo absoluto.
—¿Corazón? —pregunto en cuanto perdemos la presencia.
—Oh, no. Tú no desvíes el tema. —me señala—. Estamos hablando de…
—Hey. ¿Interrumpo?
Ahora soy yo quien cierra los ojos con fuerza. Clau parece entusiasmada al notar la presencia de Bradley, me observa de reojo y le habla.
—Oh no, para nada. —mis ojos caen de forma inmediata sobre ella, pero está muy ocupada diciéndole lo que menos quiero ahora—. Solo estoy tratando de preguntarle a mi amiga por qué no asistió a la última clase.
—¿No estuviste en tu última clase?
Sigo asesinando a Clau con la mirada, pero es como si ella no se diera cuenta. Está ignorándome, claro.
No puedo creer que se lo haya dicho.
—No… bueno, yo… —trato de excusarme, pero al dejar caer mi vista sobre su rostro siento que olvido todas las palabras—. Es decir, sí. Pero…
—Ha faltado. No me ha dicho por qué.
—También quisiera saber el por qué, ya que parece que te la pasaste en la institución.
—Exacto, es lo que no entiendo.
Es como un pequeño equipo en mi contra, y no me gusta.
—Yo… ¿saben dónde está Natele? —intento el cambio de tema, rezando una y otra vez para que funcione.
—June. —pero obvio no lo hace.
¿Ahora qué puedo decirles? ¿Que no sé separar mi vida personal con la académica? ¿Que estuve como una idiota toda la hora en el baño? ¿Que…?
De pronto a mi mente llega la pequeña llamada de Madeline. Mis ojos vuelven a caer sobre Bradley.
«—Por ahora no puedo decirlo. Literalmente me hizo firmar un jodido acuerdo. Vaya que está paranoico»
—June, ¿estás bien? —este ha sido él, notando que no separo mis ojos de su rostro, sé que deben de parecer perdidos.
Bradley da un pequeño paso hasta mí, levanta una mano, pero se arrepiente de lo que sea que estuviera a punto de hacer, y es cuando yo reacciono.
—Sí, lo estoy… —sacudo la cabeza, tratando de borrar esa conversación que ni siquiera me incumbía, de mi mente—. Ahora yo solo… quiero irme, por favor.
Me aparto, no de él, si no de el momento en sí. No quiero hablarlo, no me apetece, solo quiero irme. Tal y como lo intenté hace diez minutos sin éxito.
Ninguno de los dos dice nada cuando me ven alejarme los primeros segundos. Dejo de observarlos para empezar a buscar otra dirección, cualquiera. Quiero ir a cualquier otra parte que no sea Parfalt o casa. Tampoco quiero estar bajo un extenso interrogatorio de Clau, menos tener a…
—June.
De un segundo a otro tengo el cuerpo de Bradley frente a mí, mis pies se detienen antes de poder chocarlo. Pero de mi boca no sale una palabra.
Él tampoco abre la boca, solo me observa, parece pensante, como si estuviera buscando algo en su mente. Pero tampoco lo dejo decir nada porque me apresuro en pronunciar:
—Antes de que preguntes… o pidas una respuesta. —busco las palabras, mi boca está abierta, pero no sale nada de ella por unos cuantos segundos—. No puedo… lo siento, no…
—No tienes que hacerlo. —se apresura en aclarar—. Clau me dijo que viniera yo porque tendría más paciencia en saber qué tienes pero…, no tienes que hablar.
Mis cejas se hunden, siento mis ojos cristalizarse poco a poco y sé que el también lo nota cuando se acerca, vacilante.
—Podemos… caminar en silencio, solo si así te apetece. —toma una pequeña bocana de aire antes de continuar—: si quieres fingir que no estoy aquí, hazlo. Pero no te dejaré sola ahora.
Lo observo, veo la decisión en sus ojos antes de yo asentir.
Él se pone a un lado permitiendo el paso. Lo hago, dejo que mis pies se muevan y empiecen a caminar sin un rumbo claro. Y, como prometió, Bradley camina junto a mí.
Ignorar su presencia es lo que menos podría hacer ahora, haya lo que haya pasado entre nosotros, no podría hacerlo nunca. De hecho, siento que caminar en silencio es lo más difícil que he hecho. Por lo que no tardo en observarlo de reojo, notando que él hace lo mismo conmigo.
—¿Te molesta? —él no entiende mi pregunta, así que me explico—. No contarte lo que me está pasando, ¿te molesta?
Bradley hace una mueca, observando otro lugar por un pequeño segundo. Pero devuelve su vista a mí cuando contesta:
—Claro que no. Entiendo que hay obstáculos cuando se trata de la comunicación, y sé que toda persona tiene su tiempo. —admite, ahora acercándose un poco más a mí—. No espero que me lo cuentes todo de un segundo a otro. Mentiría si dijera que lo he hecho.
«—Por ahora no puedo decirlo. Literalmente me hizo firmar un jodido acuerdo. Vaya que está paranoico»
De repente las palabras de Madeline llegan a mi cerebro.
—Tienes razón. —es lo único que encuentro decir mientras la conversación que escuché a escondidas hace un rato se repite una y otra vez.
—¿Irás al juego del domingo? —pregunta, sacándome de mis pensamientos.
—¿Eh?
—Los Creeks juegan este domingo. Todo Parfalt está ansioso por el partido.
De repente recuerdo las palabras de Gibbson, cuando le regaló las entradas a Clau.
—Oh, sí. Ehm, no lo creo.
—¿Por qué no? Es entretenido ver cómo hombres gigantes se pelean y colisionan por una pelota.
Lo observo de reojo, las comisuras de mis labios amenazan con elevarse por sus palabras. Él lo nota, y se apresura en aclarar:
—Soy más de lo que tiene que ver con crear melodías —río, él también lo hace, creando un pequeño momento agradable—. Te he hecho reír, me siento invencible. No pares, por favor.
Un teléfono empieza a sonar antes de yo poder decir algo, sé que no es el mío por el tono de llamada. Bradley no tarda en buscar el aparato en su bolsillo.
Yo decido observar al frente mientras él saca su celular, de un momento a otro detiene, cosa que hace que yo también lo haga, algo dudosa. Cuando me doy media vuelta veo cómo levanta la vista a su alrededor, pareciendo algo pálido.
¿Qué está…?
—Bradley. —le llamo, él me observa de inmediato, con la boca algo abierta—. ¿Estás… bien?
No dice nada por los primeros segundos, pasa la lengua por sus labios y niega de pronto.
—Sí, sí. Lo estoy. Es solo… ehm… —vuelve a observar la pantalla de su celular, que no ha dejado de sonar, y puedo ver cómo traga saliva con algo de… ¿nervios?
Estoy a punto de volver a hablar, cuando, con una pequeña mueca y un «disculpa» que casi no puedo escuchar, contesta la llamada:
—¿Sí? —agacha la cabeza mientras oye a la otra persona al otro lado de la línea. Toma un pequeño suspiro disimulado y me observa a penas—. Mamá…
Parece ser interrumpido de nuevo porque cierra los ojos con algo de fuerza y pasa su mano libre por su cabello. Ahora observa a su alrededor, como si estuviera buscando algo… o a alguien.
—No, no lo hagas. —dice de pronto, apresurado, aún observando a su alrededor, ahora a un punto fijo—. Por favor —no deja de observar ese lugar, y yo no me atrevo a voltear—. Sabes que no es eso.
Me siento ahora algo tensa, viendo cómo él habla con la otra persona al otro lado. ¿Es su… madre?
—¡No! —de pronto, me echa una pequeña mirada y vuelve a observar aquel lugar—. Yo… solo espera un momento más, o no, no me importará. Pero, por favor, piensa que ya has hecho suficiente… bien, ¿ya puedo colgar? —hace un pequeño gesto con su mandíbula segundos antes de terminar la llamada.
No dice nada cuando guarda su celular en el bolsillo, tampoco cuando lleva su vista a mí rostro. Y la tensión se siente fuerte así que decido dar ese paso.
—¿Tienes que irte? —le pregunto, imaginando por qué ha sido llamado.
—Para mi desgracia.
Sonrío, tratando de no dejar ver la tensión que irradio.
—Tranquilo. Ya estoy de maravilla. No tienes que seguirme cuidando.
—No quiero dejarte aquí.
—Oh, vamos. No hay problema —me apresuro en decir—. Llamaré a mi hermano para que venga por mí, o… a Clau. Vendrás más rápido de lo que imaginas.
Lo piensa demasiado, ahora echando pequeñas miradas de reojo al lugar al que veía cuando hablaba por teléfono.
Se acerca a mí con pocos pasos, sin dudarlo ni pensarlo más acuna mi rostro con sus manos. Sorprendiéndome cuando besa una de mis mejillas. Aún no puedo reaccionar al alejarse.
—Quisiera quedarme hasta que lleguen por ti, pero, para toda mi desgracia, me están esperando. —hace una pequeña seña con su cabeza al lugar al que se la ha pasado viendo desde que le llamaron—. Discúlpame.
—Oh, no… no tienes por qué. —logro pronunciar a penas. Aún aturdida por su cercanía—. De hecho, puedo…
Como puedo, con mi mano casi temblando, busco mi celular, guardado en el bolsillo de mi suéter, y se lo enseño, sin quitarle los ojos de encima.
—Ya estoy a punto de llamar. No tardarán. De verdad.
Veo la duda en sus ojos. También cómo aprieta sus dientes. De verdad parece que no quiere dejarme aquí.
En realidad, tampoco quiero que se vaya.
Poco a poco, y como si no quisiera, se aleja de mí. Le doy una pequeña sonrisa, fingiendo estar bien por su ida, y él asiente, también sonriendo.
Entonces se va. Al mismo lugar que ha estado viendo desde hace rato.
No quiero darme media vuelta, no quiero saber qué ha estado viendo por tanto rato y por qué parecía tan nervioso. Mucho menos si de verdad se trata de su madre y nos ha estado observando todo el rato.
No, en vez de eso empiezo a buscar en mi celular, pensando a quién llamar. Sabiendo que no quiero hacerlo a ninguna de las dos opciones.
Muerdo mi labio inferior mientras decido qué hacer mientras pienso. Y tras una toma de aire me decido a dar media vuelta, armándome de valor y observar al lugar por el que Bradley se ha ido.
Pero ya no está, y no veo nada que parezca fuera de lo común.
Muerdo mi labio inferior mientras niego con la cabeza. Solo debí de haber imaginado su nerviosismo. Así que devuelvo mi vista al teléfono, que aún espera por mí.
Y yo misma me sorprendo cuando termino marcándole a August.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top