Capítulo 23
A veces creo que empieza el mejor día de mi vida y termina siendo el peor de todos los tiempos.
Corro, mis pies se mueven veloces en cuanto bajo del auto. Ni siquiera me doy tiempo en despedirme de Clau y su madre, solo veo a lo que tengo frente a mí.
No digo nada, mi mente no puede hacerlo, así que dejo caer mi cuerpo sobre ella. Rodeo mis brazos a su alrededor mientras siento mis ojos arder.
—Estás aquí. —mi voz sale casi en un atropello—. De verdad estás aquí. Te extrañé, mucho, mucho, mucho.
La carcajada que escapa de su boca suena como música para mis oídos. En cuanto doy un paso atrás para observar su rostro la sonrisa crece en ella.
—Hola, June.
—Hola, mamá.
Su cabellera roja está recogida en un moño, sus mejillas se ven más pálidas de lo que las recordaba, pero sus ojos me miran de la misma manera como lo hicieron la última vez.
—Oigan, yo también quiero. ¡Abrazo familiar!
No me había dado cuenta de quién tenía a mis espaldas cuando unos brazos grandes nos rodean.
Mamá ríe, August parece muy feliz de tenernos a las dos bajo sus brazos porque no se despega de nosotras en mucho tiempo, uno en que empiezo a sacudirme para encontrar algo de libertad.
—Siempre lo arruinas todo —me quejo—. Tú ya tuviste tiempo de abrazarla, ¡es mi turno!
—Es un abrazo familiar, June —contraataca—. Necesitamos estar todos.
—No pedí uno.
—No necesitabas hacerlo.
—Bueno, ya —mamá levanta las manos, mandándonos a hacer silencio. Niega con la cabeza una y otra vez, pero la sonrisa que se va formando poco a poco en su rostro la delata—. Vamos, entremos antes de que se maten aquí mismo.
Eso hacemos, August y yo peleamos por estar al lado de mamá, sabiendo perfectamente que cada uno puede tener un puesto a ambos costados, creo que solo lo hacemos por costumbre.
¿Cuánto había pasado desde la última vez que la tuve tan cerca? Meses, de eso estoy segura.
Entramos todos a casa, August y yo nos seguimos mandando pequeñas miradas de "enojo" a pesar de nuestras apenas sonrisas salientes. Mamá nos observa de reojo, las comisuras de sus labios se elevan.
—Dios, cómo los extrañé.
Paramos nuestra pequeña pelea para volver a caer sobre ella. Nuestros brazos a su alrededor no la dejan avanzar, pero poco nos importa a ninguno de los tres porque no hacemos ademán de querer movernos.
—¿Quieres comida? He aprendido a cocinar desde la última vez que nos vimos. —suelta mi hermano con mucha emoción al caminar los tres a la cocina.
—No mientas, tu comida es horrible. —me quejo.
—Eso es porque tú no sabes apreciar del arte, June. —vuelve a hablar él.
La risa de mamá nos hace tomar silencio, él se va a la cocina, supongo que a preparar su "asombrosa" comida mientras que yo la acompaño a la mesa.
—No tienes que fingir que te gusta, yo jamás lo he hecho. —hablo, refiriéndome a lo que sea que va a prepararle August.
—Todo lo que ustedes hacen me gusta. —contraataca ella.
—Aquí está. —llega mi hermano casi enseguida, por lo que no me toma por sorpresa ver un sándwich apenas cocinado en un plato.
—¿Eso es toda tu comida de bienvenida?
—Llegó de sorpresa, tuve que improvisar.
—Basta. —vuelve a interrumpirnos, tomando un bocado de el pan seguidamente—. Está muy bueno, cariño. —le felicita, y August no tarda en sonreír satisfecho.
—Es pan con jamón, cualquiera puede hacerlo. —vuelvo a quejarme.
—Solo está celosa porque no pudo prepararte nada —le dice mi hermano a mamá.
Bufo. Pero prefiero tomar silencio antes de que mamá vuelva a llamarnos la atención. No quiero que empiece a regañarnos con tan poco tiempo de haber llegado.
—En fin. —me dejo caer en la silla a su lado—. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
Veo de reojo a mi hermano tomar asiento también, esperando por su respuesta.
Estamos acostumbrados a estas visitas pasajeras, por lo general suele estar con nosotros una semana, mucho es si llega a dos.
—Bueno, lo pensé bastante y… —come otro bocado y se prepara para pronunciar sus próximas palabras—. He decidido quedarme aquí, con ustedes.
Silencio, es lo que hay a continuación. Ni August ni yo decimos nada mientras la observamos, ambos sin poder creer lo que ha dicho.
Va a… quedarse.
Y…
—¡Eso es grandioso, mamá! —exclama August, lanzándose nuevamente sobre ella.
Yo sigo consternada por su declaración, sin saber exactamente qué decir.
No sé si esto que estoy sintiendo es emoción o nervios.
Desde hace muchísimo habíamos sido solo August y yo… ya ni siquiera recuerdo cómo es vivir con mamá por más de una semana.
—¿Has renunciado a tu trabajo? —es lo primero que sale de mi boca, logrando arrepentirme de inmediato.
Ambos dejan caer su vista sobre mí, logrando querer darme unos cuantos golpes por tonta.
Pero mamá no parece haberle afectado mis palabras.
—Bueno… me he dado cuenta que vivir tan alejada de ustedes no es nada bueno.
—Pero así lo has hecho por más de siete años. —suelto, de nuevo sin medir mis palabras.
Ahora la expresión de mamá sí cambia un poco. August hunde el entrecejo, desconcertada por mis palabras… y yo… ni siquiera sé por qué estoy diciendo todo esto.
—June… —este ha sido August. Llamando mi atención, pero ni siquiera le observo, mis ojos están al tanto de la expresión ilegible de mamá.
No digo nada, solo espero a que ella lo haga.
Pero ni siquiera abre la boca.
Me trago todo lo que mi mente y mi boca quieren decir, sé que este no es el momento para eso, pero se me hace imposible el no pensarlo.
Me levanto lentamente de mi silla sin quitarle la vista a la mujer frente a mí.
—Me alegra que hayas venido. —termino diciendo—. Ahora… voy a mi habitación. Mañana tengo clases temprano y… —dudo, un pequeño nudo se forma en mi garganta, pero me obligo a decir algo más—. Buenas noches.
Me alejo tan rápido como puedo, pude ver el momento en que August abre la boca pero mamá lo detiene, dejándome ir.
Y ahora siento un par de lágrimas llegar a mis ojos.
Soy tan patética.
🎼
—¡June!
Salgo de mis pensamientos y volteo a ver a la persona que ha llamado a mi nombre. Clau. Me observa con una mueca en su expresión, tal vez porque ha estado hablándome toda la mañana y no le he prestado la más mínima atención.
No me siento culpable.
—¿Mhm? —suelto a penas. Escucho cómo bufa.
Me detiene. Estábamos de camino al salón para ver la siguiente clase, pero de un segundo a otro ha parado justo frente a mí y me ha bloqueado el paso.
Mi expresión no debe de ser la mejor de todas, siento mis cejas hundirse un poco y mi boca crisparse, pero a ella parece no importarle.
—Amiga, entiendo que estés así, ¿bien? Pero tienes que tener la mente con buen enfoque ahora. Estamos a punto de hacer el examen de historia —me recuerda—, queremos una buena nota.
—Tú la quieres. Yo no.
—Oh, vamos. La deseas más que yo. —dice, sabiendo que es verdad.
Pero ahora ni siquiera puedo pensar en algo más que lo que pasó anoche.
—Vamos, June. Vamos, vamos, vamos —sus manos caen sobre mis hombros y, a pesar de las ganas, no me doy el valor de alejarlas—. Solo por esta clase, ¿sí?
—Ni siquiera recuerdo nada de lo que iba, y…
—Claro que lo haces. Te fascina todo lo que sea leer. Amas cuando encuentras apartados de dos horas que tienen más de cinco mil palabras. Te sabes la historia de este país más que la de ti misma. Vamos, June. No permitas que todo este enredo te afecte académicamente.
Silencio, uno ligero que es interrumpido con el pasar de los estudiantes.
—Dios. Suenas igual al profesor Korson. —trato de bromear.
Ella ríe, parece haber relajado un poco sus músculos.
—He aprendido un poco de él. —admite.
—Bien, vamos. —digo, y tengo que disimular que de verdad estoy preparada para esto.
Pero los nervios y el desasosiego siguen ahí, atrapados en mi estómago.
Clau no parece darse cuenta porque solo eleva las comisuras de sus labios y me jala al salón del profesor Korson.
No tardamos mucho en llegar, este día las mesas compartidas han sido intercambiadas por asientos individuales, precaución por el examen.
Ni siquiera doy una amplia vista del salón, solo me sumerjo y me siento en el primer asiento libre que consigo.
Tomo una profunda bocana de aire mientras me preparo mentalmente para esto. A sabiendas que lo más probable es que no pueda pasar el examen y que termine con un tres, siendo positivista. Mis brazos se flexionan sobre la mesita mientras bajo mi cabeza hasta para que mis manos le den la bienvenida.
Me siento tan horrible ahora mismo.
No puedo parar de pensar en lo mal que me vi criticando a mamá por querer estar más tiempo con nosotros. Debí simplemente abrazarla y tragarme mis palabras… pero no, tenía que ser nada más que June Casey y dañarlo todo.
Ni siquiera tuve el atrevimiento de verla a la cara cuando salí de casa esta mañana.
Anoche había hablado con Clau sobre lo que pasó y ella misma se ofreció a pasarme buscando a casa, por lo que ni siquiera hablé con August.
Y ahora me siento la peor hija de todas.
Estoy hecha para dañarlo todo, eso es seguro.
—Hey. —una voz a mi espalda, que reconozco al instante, me hace sobresaltar en mi asiento.
Me volteo casi enseguida, encontrándome con unos ojos verde manzana observándome y una pequeña mueca acompañarle.
—¿Estás bien, June?
Abro la boca, sin poder creer que tuve a Bradley en el asiento trasero todo este tiempo, y busco algo que decir, pero no sale nada.
—Lo está —se apresura Clau a decir, haciéndome dar cuenta que está en la fila a mi lado—. Tú lo sabes, siempre hay un poco de tensión antes de un examen.
Me ha encubierto, lo sé. Sé perfectamente cuándo trata de ocultar y dejar pasar algo. Y ahora le agradezco. Lo menos que quiero ahora es contar lo que está pasando…, mucho menos a él.
—Tienes razón. —Bradley, quien observó a Clau en cuanto ella habló, devuelve su vista hasta mí—. Pero June puede con esto, lo sé.
Cierro la boca —dandome cuenta que seguía con ella abierta—, y me encuentro sonriéndole tímidamente.
No puedo creer que de verdad dijo eso con tanta seguridad.
—Yo también. —escucho la voz de Clau, pero no puedo alejar mis ojos de él, cosa que Bradley tampoco hace de mí.
Termina dándome una pequeña sonrisa, como si me estuviera dando apoyo en esto. Y ahora no sé cómo actuar o si debería decir algo.
Así que solo asiento y le devuelvo la sonrisa. Dejando que mi vista vuelva al frente, y ganando muchos más nervios que antes.
Por un momento olvido todo lo que ha pasado entre nosotros y me encuentro en la necesidad de querer abrazarlo.
Por obvias razones, no lo hago. Sin embargo, ahora siento una enorme necesidad por salir bien. Y no me gusta.
🎼
Mis manos tiemblan, trato de ocultarlas con las mangas de mi suéter pero eso solo lo empeora.
No he podido disimular mi estrés tan bien como en ocasiones, menos cuando tuve que ir al club y agarrar esa guitarra. Estoy segura que todos vieron el horrible comportamiento de mis manos.
Ahora estoy en el baño, escondida dentro de uno de los cuartos mientras espero que sea la hora de salida. En cuanto salí del club evité completamente a Bradley y Natele y huí hasta acá, me encerré en cuanto llegué y ni siquiera salí para la última clase.
No quise ir a mi escondite, tanto Clau como Natele y Bradley saben de él y podrían entrar con facilidad.
Aquí simplemente… estoy buscando nuevos lugares para pasar mi desgracia.
He tratado de hacer el menor ruido posible y solo bajé la tapa del retrete y me senté encima, con mis piernas flexionadas y mis brazos a su alrededor para que no pudieran verse bajo la puerta. He estado en posición fetal toda una hora, o no lo sé, tampoco he visto el teléfono para asegurarme.
Una que otra lágrima ha salido de mis ojos. He pensado mucho en irme de aquí, pero eso implicaría ir nada más y nada menos que a casa —ya que no tengo a donde más llegar—, y lo menos que quiero ahora es verle la cara a mamá o August.
Sigo sintiéndome tan mal conmigo misma que solo reventaría a llorar en cuanto posara mis ojos sobre ellos.
Soy tan, tan estúpida.
De pronto escucho a alguien entrar. No le presto la más mínima atención, solo trato de hacer el menor silencio para que no note mi presencia.
Y parece no hacerlo porque habla con un tercero:
—No puedo creer lo que está haciendo. —esa voz, para mí completa desgracia, la conozco tan bien.
Madeline Sprouse está en el baño, y creo que habla por teléfono por hay segundos de silencio, hasta que su escandalosa voz llega a mis oídos:
—¡Me lo ha confesado! Es por eso que te lo digo. —silencio, uno donde la incomodidad por escuchar algo que no me incumbe empieza a aparecer—. Sí, es lo que estoy tratando de decir, idiota. Todo lo hizo por… ella.
Levanto la cabeza, algo desconcertada por la manera en que ha dicho lo último.
—Está jugando con fuego, se lo he dicho y no me ha hecho caso, pero no sabe lo que le espera. —sigue, escucho el grifo ser abierto, ella ríe, al parecer por algo que dijo la persona al otro lado—. Nathan, tú no sabes lo que yo.
Quedo fría en mi puesto al escuchar aquel nombre.
Está hablando con Nathan.
—Por ahora no puedo decirlo, literalmente me hizo firmar un jodido acuerdo. Vaya que está paranoico.
¿Hablará de quien creo? Espero que no.
—Sí, lo hacía. Se suponía que estaba conmigo para que yo no contara nada. Pero encontró cómo hacerme callar de otra forma. Y vaya que lo aborrezco.
Sí, lo está haciendo.
Demonios, están hablando de Bradley.
—No me darán una multa y arresto domiciliario solo por contarte a ti, Nathan, no me agradas tanto para eso. —se queja, escucho el grifo cerrarse y sus tacones sonar contra el suelo, hacia la salida—. Pero sí voy a hacer que se arrepienta de haberme rechazado, eso te lo puedo jurar.
Y eso es lo último que escucho ya que se va. Dejándome con mil y un dudas.
¿Qué demonios fue eso?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top