Capítulo 21
Algo bueno para mí este año. Lo más pequeño, lo mínimo; es todo lo que deseo.
—El chico es agradable, es todo un buen chico. Es genial.
—Ya es la tercera vez que lo dices en cinco minutos, August —me quejo.
Estamos de camino al instituto. Ayer llevé a Roman a casa justo como prometí y terminamos pasando una muy agradable tarde.
Fuera de tensión —obviando los primeros diez minutos—, nos conocimos un poco entre todos mientras hablabamos de pequeñas anécdotas de cada uno.
A August pareció caerle de maravilla porque no ha dejado hablar cosas buenas de él desde que se fue de casa.
Al principio no me molestó. Al contrario, había amado que se llevaran tan bien y hasta había visto futuro a nuestra «hermandad». Pero August parece no pensar en otra cosa que el chico.
No culpo a Roman si soñó con él anoche. Pesadillas.
Por suerte no dice nada más acerca de Roman el resto del camino. En realidad, no vuelve a abrir la boca.
Cuando llegamos a Parfalt le doy un pequeño saludo de despedida a August y bajo del auto, sin esperar por sus palabras. Acomodo la mochila en mi espalda y me preparo para este día.
Anoche no pude dejar de dar vuelta en mi cabeza, las palabras que escuché ayer, Bradley con Madeline, su pelea… y he llegado a una conclusión.
Hoy hablaré con Bradley.
Sí, sé que puede que no sea la mejor decisión y que debería alejarme de una vez por todas antes de aferrarme a la esperanza que en realidad no sea alguien que quiera dañarme.
«—¿Te gusta?
—Sabes bien que sí. Y que ni tú ni nadie va a hacer que eso cambie.»
Pero es que no puedo sacarme esas palabras de mi cabeza.
Sí, sigo pensando que lo mejor sería olvidar a Bradley y lo que pudo haber pasado alguna vez entre nosotros, pero estaría mintiendo si dijera que es lo que quiero.
Necesito aferrarme a esa pequeña certeza de que por fin podría tener algo bueno este año.
Camino, me adentro a Parfalt, mis ojos escudriñan la enorme cantidad de alumnos que dan varios pasos vacíos alrededor. Busco a alguno de mis amigos, pero no parece haber rastros de ellos.
Maldigo entre dientes y sigo buscando, lo menos que haré es darme por vencida cuando necesito a alguien a mi lado para no escuchar las cosas ridículas que muchos tengan que decir sobre mí.
Pero mis piernas pierden todo sentido de caminata en cuanto una alta y reconocida carcajada llega a mis oídos. Por más que me diga que siga mi camino y trate de obligar a mis piernas a hacerlo, no puedo evitar dar media vuelta al lugar en que sé que me encontraré la enorme y detestable cabellera roja.
Y claro que no podía faltar el chico de ojos verdes y cabello despeinado con ella.
Madeline está riendo mientras tiene su brazo sobre los hombros de Bradley. Sigo obligando a mi cerebro en que ya debería hacer reaccionar a mis piernas, pero aún no me muevo, los observo a ellos, a lo que hacen.
Y ahora que puedo darme cuenta… él no se ve nada feliz con su compañía. Observa a otro lado, parece perdido en sus pensamientos, sus manos a su lado, sin tocarla a ella o dirigirle palabra. De un momento a otro es como si se termina de hartar de su presencia y se suelta de ella de una manera para nada brusca, a pesar de su expresión.
Sigo de piedra en el mismo lugar cuando él da unos cuantos pasos al frente, alejándose de Madeline. Ella solo niega con la cabeza, como si le divirtiera su actitud, da media vuelta y se marcha por el lado contrario. Pero Bradley ya no camina, frena en cuanto se da cuenta de mi presencia a tan solo un par de metros uno del otro.
Esta debería ser la oportunidad perfecta para hablar con él.
Sí, lo haré. Solo daré un par de pasos hasta llegar a su lado y…
No, no puedo.
Bradley parece que va a hablar ya que abre la boca, pero no le doy tiempo, solo siento como mis piernas vuelven a reaccionar y empiezan de nuevo el camino que tenía, alejándose de él.
No puedo hacerlo, no puedo acercarme.
¿Y si me odia?
¿Por eso ni siquiera se molestó en mirarme ayer?
¿Y si ya no quiere nada de mí como lo hacía antes?
No. Es una locura, no pienso acercarme a él.
…
Voy a acercarme a él.
He debido de parecer una acosadora todo el día. Cada momento que concordamos en algún sitio, ya sea en clase o cualquier otra parte, mis ojos quedan fijos en su cuerpo mientras mi mente debate el acercarme de una vez o no.
Pero ya, justo ahora he reunido todo el valor suficiente para poder caminar hasta su persona y hablarle por fin.
Me levanto del taburete y dejo la guitarra sobre una pequeña mesa de madera, para, luego de tomar una enorme bocana de aire, caminar hasta él antes de poder arrepentirme.
—A ver. ¿Qué es lo que tienes para decirme?
Me planto frente a su cuerpo, carga la guitarra en mano mientras la observa. Levanta la vista en cuanto me escucha y veo cómo sus ojos me escudriñan con lentitud. Trato de no parecer nerviosa por ese pequeño acto, pero la forma en que me observa de pies a cabeza como hace mucho no lo hacía me hace sentir algo vulnerable.
—¿Tú quieres hablarme? —a pesar de la pregunta, no hay ni un poco de hostilidad en su voz. Es suave, tan delicada, pero a la vez tan varonil como siempre.
—Solo dime qué es todo lo que has querido decirme todos estos días. Te estoy dando la opción. —mi voz suena nerviosa, atropellada. Pero sé que él me entiende.
Me observa por demasiados segundos en donde los nervios empiezan a aparecer. Va a terminar a ponerme de los nervios si me sigue observando de esta forma, estoy segura.
—¿Por qué ahora? —bueno, qué otra pregunta podía esperar.
—Quiero saber qué es lo que tienes por decir. —repito, aunque siento lo patético de esa respuesta.
—¿Me creerás si lo hago?
Y de esta forma, sin él ni siquiera darse cuenta, sus palabras me dan una gran patada en el estómago.
Sí, sé que no fui la mejor creyente de todas, pero… rayos.
—Puede que ahora sí.
—¿Por qué?
¿Por qué no para de hacer preguntas?
—Porque sí —respondo algo tajante.
Él desvía su vista de mis ojos y ve a un lado de mí, pero me observa pocos segundos después.
—Creo que tu amiga no está de acuerdo con la idea de tenerme cerca —confieza, lanzando una mirada fugaz al lugar de antes.
Giro mi cabeza y me encuentro con la expresión desdeñosa de Natele a unos cuantos metros de nosotros, observándome con las cejas alzadas. Trato de hacerle entender que lo tengo bajo control con una pequeña mueca en mi expresión, que no espero a saber si la ha captado, y devuelvo mi vista a Bradley, quien me observa con una ceja alzada.
—¿Y bien? —no soy una persona atrevida, lo he dicho ya, pero me he obligado a serlo en este momento.
Además, con Bradley jamás he sido lo que soy cuando aparece cualquier otra persona. Mi mente parece pensar en mil frases por segundo en cuanto a él se trata.
Con Bradley puedo ser yo con facilidad, y es lo que me gusta de su compañía.
No quiero permitirme perderla.
Él parece indeciso en qué hacer. No lo juzgo, si fuera yo en su lugar ya me habría mandado al demonio y vuelto a mis cosas. Pero él solo me observa, sin sonrisa ni nada, solo con el intenso de sus ojos sobre mí.
—Tengo por decir muchas cosas, sinceramente. —se digna a hablar tras varios segundos de espera—. Podrías ser más específica.
—Podría —suelto, aunque mi mente me obliga a no dejar salir las palabras, mi boca se apresura—: pero no quiero.
Bien, entendería si justo ahora se levanta y se larga, o mejor, me pide que yo lo haga. No podría culparlo, estoy siendo patética.
Como siempre.
Pero para mi sorpresa él empieza a reír. Una enorme carcajada resuena por mis oídos, la misma que me ha estado gustando desde hace mucho.
—Bien. —habla cuando recupera el aliento—. Está bien, June… aunque aún no sé por qué el cambio de parecer.
Mantengo mi boca cerrada y la expresión neutral que obligo a mi rostro a crear. No puedo confesarle la razón de mi acercamiento, no debo ser tan… tan… ay vamos, tan yo.
La campana llega a mis oídos antes que las palabras de Bradley, maldigo dentro de mí mientras que él solo se levanta de su puesto y empieza a guardar su guitarra, pero no para de observarme de reojo.
¿Está esperando…?
—¿Nos vamos? —Natele parece apresurada por tomar mi brazo y jalarme a la salida, pero planto mis pies con más fuerza en el suelo para que no pueda arrastrarme.
Su cara es lo contrario a lindo.
—Yo… creo que me quedaré, tengo que hablar… —hago un pequeño gesto con mi cabeza señalando al chico a pocos metros.
Natele lo observa de reojo, una mirada fugaz porque enseguida me ve a mí y entorna los ojos.
Jamás le conté a Clau ni Natele lo que escuché ayer. La verdad es que se me pasó, con todo el tema de Roman y llevarlo a casa…
Pues, ahora lo menos que puedo hacer es hablarle acerca de ello con el chico que parece verme de reojo cada diez segundos.
—¿Cómo que vas a quedarte? —sus palabras son lentas, como si estuviera haciendo énfasis en cada una de ellas.
—Sí… yo…
—¿Vamos, June? —Bradley aparece en mi campo de visión. Está atrás de Natele, observandome como si estuviera preguntando si necesito ayuda o no.
—Sí, vamos. —él asiente, no se mueve de su sitio y Natele tampoco así que me veo obligada a ser yo la que actúe—. Te lo explico luego, a las dos. —digo en un pequeño susurro a la chica que me toma por los hombros.
Ella sigue observándome como si de verdad no creyera que estoy a punto de irme con Bradley, pero yo hago todo lo posible por esquivarla. Logro safarme de su agarre y caminar hasta el chico a pocos metros, no me atrevo a ver hacia atrás por la expresión de Natele, así que solo camino, pero noto que Bradley sí observa a su espalda.
—Esa chica de verdad parece querer asesinarme con la mirada. —dice él en cuanto estamos lo suficiente alejados de Natele.
—Sí, ehh… bueno, es mi amiga y…
—Y les contaste la peor historia sobre mí. —termina por mí, aunque no era lo que quería decir.
Y es que… bueno, sí tiene razón.
No digo nada, siento mis músculos tensionarse mientras damos varios pasos, el mismo camino que me había acostumbrado a dar con él.
Se siente un poco raro.
Para mi suerte, él empieza a hablar.
—No sé qué ha pasado para tenerte aquí a mi lado —su voz llega a mis oídos, pero no me atrevo a observarlo—, pero ahora debo catalogarme como un hombre feliz.
Siento mi estómago revolverse ante sus palabras, mi corazón latir con más fuerza de la habitual y mi mente gritar la razón y todos mis pensamientos al respecto.
—Yo…
—Bien, al punto. Lo que querías —habla cuando yo no me atrevo en decir nada más—. Yo… de verdad no sé qué decirte, June. A fin de cuentas, ya lo he hecho y tú no me has creído.
Trago saliva mientras lo observo de reojo. Él no me devuelve la mirada, sus ojos parecen perdidos entre el largo pasillo frente a nosotros.
—Dilo de nuevo. Te estaré escuchando con otros oídos. —por fin sus ojos caen sobre mí, pero parecen desconfiados así que digo lo siguiente, sin apartar la vista de ellos—: lo prometo.
El verde manzana de sus pupilas sigue sobre mí a pesar de que mi rostro a vuelto a ver al frente, incapaz de seguir con la pequeña lucha de miradas.
—Eres tú la única a la que quiero.
La bocana de aire que tomo a continuación es para obligar a mi corazón a calmarse, ha empezado a latir con apresuro y yo no sé qué hacer con ello.
Ambos hemos parado de caminar, mis ojos viajan hasta su rostro, necesito ver su expresión. Necesito saber que lo dice en serio.
—Jamás he querido estar con Madeline, yo… —se corta el mismo, levanta la vista y observa a los alrededores. Hay un par de personas, una que otra observando en nuestra dirección de reojo, él me toma discretamente del hombro y nos guía a una dirección distinta.
Me dejo jalar ya que lo menos que quiero es que todas esas personas tengan sus ojos sobre mí. Él abre la puerta de un salón, observa alrededor para asegurarse de no encontrar a nadie y me da el paso.
No cierra la puerta, solo la deja lo suficientemente cerca para parecer que sí. No me permito observarlo más, así que ahora veo solo a las grandes ventanas al otro lado, en un intento de evitar su mirada.
—Sí, te seré sincero —escucho su voz—, sí he estado con Madeline.
Mis músculos se congelan en cuanto termina la frase, sin siquiera darme cuenta, ya tengo mis ojos fijos en él. En su rostro. Parece también bastante tenso, una fina línea adorna sus labios y los músculos de sus hombros se dejan ver con facilidad.
No digo nada, no puedo. Mi voz no parece querer salir a pesar de tener la boca abierta. ¿Entonces sí…?
—No es como piensas —parece apresurado en aclarar—. Estuve con ella, sí. Pero fue solo una noche. Hace muchos días. Y no…no pasó nada. Ni siquiera habíamos hablado tal cual tú y yo. Casi ni la conocía, solo quería olvidar muchas cosas, después… —se corta, toma una bocana de aire y sigue—: mis padres dijeron que me acercara a Jansen, que nuestras familias eran cercanas y por eso… tuve que hacerlo, no sabes cómo se pone papá a veces. El punto es que me encontré a Madeline y ella supo… —vuelve a parar, pero esta vez como si evitara hablar más de la cuenta—. Ella quiso acercarse más a mí y cuando la rechacé… se volvió loca con eso de querer hacer como si de verdad tuviéramos una relación. Pero te juro… que no tengo nada con ella, ni siquiera aguanto estar a su lado más de tres minutos, de verdad.
Miles de palabras se atascan en mi boca, quiero decir un montón de cosas, pero lo que sale de es lo primero que ha cruzado mi mente ante su declaración:
—¿Por qué no la desmentiste?
Se queda en silencio, traga, pero sus ojos siguen fijos en mí. Me obligo a no mostrar mis verdaderos sentimientos.
—Yo… no puedo hacerlo.
—¿Por qué? —insisto.
—June… —pasa las manos por su cabello como si estuviera buscando las palabras—. Ella… sabe algo que yo…
—¿Puede usar como chantaje? ¿Hiciste algo malo?
—No, nada de eso —arruga la nariz, como si solo la idea fuera absurda—. Es decir, sí, sabe algo, pero… supongo que no he hecho nada más que nacer en el lugar equivocado.
Un susurro, con esa forma lo ha dicho. Sus palabras casi inpertecibles por mí, pero que han podido llegar a mis oídos.
—June. Ese día, en el show de talentos… lo menos que esperé que Madeline hiciera fuera eso, llegó de repente cuando yo solo estaba deseando en bajar y poder hablar contigo.
No sé qué decir, qué pensar. Ha cambiado el tema, lo he notado y me ha molestado, sí. Así que un impulso, es todo lo que necesito para dar un paso adelante.
Uno, y otro, y otro hasta esquivarlo y llegar a la puerta. Estoy a punto de salir sin más, con un nudo en la garganta que no se siente nada bien, pero me detengo. Quiero decirle algo, hacer algo…
—Yo… han pasado muchas cosas en todo este tiempo, y no sé cómo realmente reaccionar ante ellas. Pero está bien, lo que sea que hiciste o no hiciste… no importa. —él me observa, hace una pequeña mueca y me apresuro en seguir hablando antes de ser interrumpida—. ¿Y Madeline? No me importa. ¿Lo que ha pasado entre nosotros? Yo… tampoco importa. Solo quiero sentirme bien por fin, ¿sabes? Solo… —no puedo terminar—. Perdóname.
De un momento a otro siento unos fuertes y grandes brazos alrededor de mí, no me alejo, es lo menos que quisiera hacer justo ahora, solo dejo que su calor me abrace mientras el silencio adorna el lugar. No puedo decir nada más, las lágrimas no terminan de salir y mi respiración parece cada vez más ida. Él tampoco dice nada, sus brazos están fuertes sobre mí. No nos movemos, solo nos quedamos así por varios segundos.
—No tienes nada de qué pedir perdón, mucho menos conmigo —escucho su voz, su aliento rozar mi rostro, sabor a mentas—. Soy yo el que te lo pido. Me he comportado de la peor manera con la única persona que de verdad quiero tratar y… —no dice nada por el resto de segundos, o por lo menos no al respecto—: eres un tesoro, June. No puedes olvidarlo nunca.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Holaaaaa. Tenía mucho tiempo sin actualizar, ¿verdad? Siento eso, he estado muy ocupada últimamente :')
Pero hice todo lo posible para poder traerles un poquito de mis niños<3
Espero y les haya gustado:)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top