Capítulo 07
A veces me quejo con que la suerte no está conmigo, otras veces, en cambio, lo compruebo.
Aún no puedo creer cómo es que hay personas que les guste hacer todo esto solo por ridículas órdenes.
He tenido que aguantar dos días más donde todos, de alguna forma, aparecían cuando me encontraba en soledad nada más que para reírse en mi cara.
Y a pesar de que sé por qué lo hacen... sigue causando mucho en mí.
"Tonta, June. Vuelve a prescolar"
Sus burlas aún resuenan en mi interior y... vamos, siempre lograron hacerme sentir patética, sobre todo por las ganas de llorar que solía atravesar en mi garganta.
El tercer día de burlas no lo aguanté más y tuve que huir en busca de ayuda. No, no de esa manera, solo busqué refugiarme bajo la mirada de alguno de mis amigos.
Nunca más me permití estar sola, éramos Clau y yo, o Natele, o Zachar o hasta Omar. Solo quería pasar toda la mañana al lado de alguien para que no pudieran llegar personas con tantas palabras hirientes a mí.
Al parecer lo único que tenía que hacer para que eso no pasase era esconderme en la sombra de alguien, justo como siempre lo había hecho.
Así que, cuando no estaba en mi escondite, buscaba como una endemoniada el lado de uno de mis amigo. Así fue el resto de la semana.
Siempre me ha gustado tener un poco de espacio, algo para mí en los días de clase. Pero todo indica que eso no ocurrirá este año.
Tampoco he querido decirle nada a nadie... ni siquiera a August. No lo sé... tal vez, solo no me atrevo a hablar de eso.
Hoy es lunes, nuevo inicio de semana. Día en que tendré que empezar con el club de música y... ver a Bradley Elliat de nuevo.
Jamás volvimos a cruzar palabras —tampoco es que lo habíamos hecho mucho, que digamos—, y su voz no volvió a aparecer en mi escondite, tal vez fue porque yo ya sabía de quién se trataba, o también solo porque no quería volver a acercarse a mí, quién sabe.
En fin, como siempre, ahora mismo estoy despidiéndome de mi hermano y bajando del auto a toda marcha, mientras busco con la mirada a alguno de mis amigos, a quien sea. August sigue su camino y lo único que puedo escuchar es al auto rechinar.
Mi corazón parece latir desbocado mientras mis ojos escudriñan con rapidez a la multitud de estudiantes, tengo que ser veloz antes que puedan notar mi soledad.
Cuando por fin puedo ver una cabellera marrona casi lloro de la alegría y voy corriendo hasta él.
—¡Omar! —bramo en cuanto llego a su lado, tratando que note mi presencia.
Omar Casquin, último año de preparatoria. Siempre he pensado que nos parecemos poco por nuestras completamente distintas formas de ser. Él siempre tiene algo por lo que reír, ama ser atrevido y sociable. Lo único que nos iguala un poco es nuestro promedio institucional. El suficiente para ser aceptados... buenos.
Ah, sí. Él también participa en el equipo de fútbol americano en el que Gibbson es capitán. Como corredor, sea lo que signifique eso.
—Casey, hola —me saluda con su típica sonrisa de oreja a oreja.
Está solo, bastante extraño en él ya que se la pasa rodeado ya sea de personas del equipo o hasta de nuestro grupo de amigos -ya que tenemos el mismo-.
—¿Has visto a Clau o... Natele?
—Las vi, estaban ambas caminando de un lado a otro mientras cotilleaban. Lo típico de ellas —niega con la cabeza—. Pero luego vi llegar a Zachar... y lo más probable es que hayan empezado a pelear entre los tres porque ninguno quiere estar solo pero nada más quieren ser dos. Los mismo que han echo estos últimos días.
Es verdad, ya que al parecer Natele y Zachar han empezado alguna clase de relación —que me sorprendió que no hubiera acabado el primer día—, son peleas constantes en las que Clau y Zachar pelean por tener la atención de Natele. Parece un poco frustrante por lo que Omar y yo solo nos disponemos a observar.
—En fin, ¿quieres mi muy demandada compañía? —alza las cejas en un pequeño gesto que me hace reír.
—Si tus fans locas no me quitan la cabeza en cuanto me vean a tu lado, creo que sí me vendría bien.
Siempre hacemos estas clases de bromas. A Omar le encanta pensar que tiene miles de fans gracias a tener un puesto en el equipo de fútbol y a mi me gusta hacérselo creer.
Empezamos nuestra caminata, él me pregunta qué clase tengo ahora y le respondo apenas. Estoy demasiado pendiente de las personas a mi alrededor, hay muchas mirándome y sé que no es por estar con Omar.
—¿Entraste a algún club? —decido alejar las inseguridades.
—No tengo tiempo para clubs, Casey —me recuerda—. Y gracias al cielo, son una tortura.
Por lo poco que sé, Omar estuvo en un club el primer año de preparatoria. Ajedrez, a pesar de que no sabía un pepino sobre el juego.
—¿Y tú?
—Lastimosamente para mí, sí lo hice. Música —no puedo evitar rodar los ojos—. No quería pero tenía que entrar a alguno, y eran ese o el de ajedrez.
—Jamás entres al club de ajedrez —negó él de inmediato—. Esos frikis están dementes.
Vuelvo a reír, no puedo evitarlo, Omar sabe sacarme sonrisas sin siquiera buscarlo.
—Bueno, Casey. Aquí tu clase. Fue un gusto hacerte compañía.
—Gracias, adiós.
Entro al aula sin esperar alguna despedida, siento demasiadas miradas sobre mí como para seguir aguantando un poco más en aquel lugar.
Pero me doy cuenta que tampoco quiero estar aquí.
De inmediato mi vista cae en la cabellera roja, casi zanahoria, al final del salón. Quedo fría en mi posición en cuanto mis ojos ven a Madeline, nada más y nada menos que sobre el regazo de Bradley Elliat. Ellos. Solos en el salón. Con sus rostros demasiado juntos.
Demonios, demonios, demonios. ¡Demonios!
Claro que en el momento en que escuchan mis pasos los dos levantan la vista hasta mí, provocando demasiada incomodidad repentina y las ganas de huir alojarse, pero mis piernas ahora no quieren moverse.
Demonios.
Bradley Elliat no aleja sus ojos de mí mientras que Madeleine se levanta de su regazo y se deja caer un puesto más adelante, observandome con algo de furia, a diferencia de él que su expresión es neutra.
—¿Se te perdió algo, Juny? —su chillona voz me hace reaccionar de pronto.
Sí, lastimosamente la gran mayoría de la institución —por no decir que toda—, sabe sobre mí, algunos desde el video y otros cuando empecé a salir con Nathan. Madeline me conoció desde mucho antes ya que fue novia de Gibbson y él se la pasaba fastidiando a Clau... y yo me la pasaba con Clau. Así que sí, bueno, jamás fui del todo invisible para ella. Pero solo sabía de mi existencia, nada más.
—Yo... ehm... —mi boca se abre, dispuesta a soltar alguna excusa, pero, como siempre, mi cerebro se vuelve inútil para recordar lo que son palabras—. Lo siento, no quería...
—¿Interrumpir? Claro.
No parece nada feliz con mi presencia, pero no me puedo ir, no falta mucho para que suene la campana y... rayos, ¿dónde están todos?
No me parece extraño que Madeline los hubiera corrido, a fin de cuentas, es igual de autoritaria que Nathan.
Y en todo el endemoniado rato los ojos verdes manzana de Bradley Elliat han estado sobre mí.
Qué incómodo.
Madeline no nota a dónde va la mirada de... bueno, supongo que de su novio, ya que sigue asesinandome con la suya a un puesto más adelante.
Pero si quiere que me vaya, que corra lejos solo por su presencia, claramente no lo voy a hacer.
A veces la valentía se apodera de mí y no hay nada ni nadie que la desaparezca.
Así que justo ahora no me importa que ella misma esté a punto de echarme, yo solo camino al puesto más alejado posible de ellos y me siento. Aún sientiendo dos fuertes miradas sobre mí. Una más que la otra.
Ya empezando a morir por la incomodidad, por fin veo entrar a varios alumnos. No me había dado cuenta que fue porque la campana ya ha sonado. Entonces aparece el profesor Korson y empieza la clase.
Al menos.
🎼
Mi corazón parece querer salir de su caja torácica mientras mis piernas se mueven lentamente hacia la puerta a la que no quiero llegar.
No quiero entrar. Diablos.
—Ni lo pienses —escucho quejarse a Natele en cuanto doy un pequeño paso atrás, sabe que quiero huir—. Vas a entrar, June.
Resoplo, claro que lo hago. No puedo creer que he aceptado estar aquí, que no tuve más opción que esto y no mi amando club de literatura.
Natele es la que termina abriendo la puerta ya que yo no parezco querer moverme de mi lugar. Me obliga a entrar primero así que, para mí desgracia, no puedo escapar. Ella lo hace luego de empujarme y cierra tras de sí.
Ni siquiera me atrevo a detallar el lugar, ni si hay alguien en él, solo espero a que Natele cierre la puerta para llegar a su lado y no querer soltarme. Algo patético, sí, pero no me importa.
Entonces ella por fin da un paso al frente, acomodando su chaqueta negra en el proceso, y planta una forzada sonrisa en su rostro. Mis ojos están fijos en su cara ya que el tan solo ver a esa enorme cantidad de personas sobre mí va a ser terrible y las ganas de huir solo se intencificaran.
—Natele Moretti y June Casey, ¿me equivoco? —escucho la voz de Carless, el instructor del club.
—Sí, somos nosotras —sus ojos escudriñan alrededor mientras contesta.
Estoy conciente de lo ridícula que debo de verme en este momento. Tengo que obligarme en ver al frente, tengo que dejar de ser tan miedosa por un momento en mi vida, tengo que hacerlo, vamos.
Con una gran bocana de aire cierro mis ojos por unos segundos mientras muevo mi rostro, fijandolo frente a los alumnos. Abro los párpados casi de inmediato, quedando fría de pronto, y solo capto unos ojos verdes observandome con la misma intensidad que en la mañana.
Ahora sí estoy a punto de entrar en pánico.
Cuando alargo la vista veo una cantidad de doce alumnos. Sí, los he contado. He sido rápida pero pudo haberse notado con facilidad. En fin, son trece pares de ojos observandome —incluyendo a Carless—, menos de los que hay cuando me pongo frente a la clase para exponer sobre algún tema, pero no por eso deja de ser inquietante.
—Vengan, tomen asiento —insta Carless y tengo que obligar a mi cerebro a reaccionar.
Pero, para mi desgracia, me doy cuenta que los asientos libres son entre él y Bradley Elliat.
Y, para completar la desgracia de mi vida, Natele se apresura en tomar el puesto al lado de el instructor.
Sé que no lo ha hecho aproposito (o, por lo menos, así lo quiero ver) pero sí quiero gritarle por haberlo hecho. Ahora el único puesto libre es al lado de Bradley Elliat.
¿Es que solo faltabamos nosotras dos?
Sigo de pie, ya algunos me están observando raro, así que tengo que empezar a dar unos cuantos pasos al lugar al que menos me habría querido acercar.
No es que tenga algo contra el chico, es solo... es solo que desde ese día en que me habló me ha dejado pensando muchas cosas, y ahora sé que él y Madeline tienen algo y es... incómodo, no lo sé.
Termino tomando asiento a su lado, sin observarlo, pero siento su mirada sobre mí ¿Qué me observa tanto? Lo ha hecho cada vez que tiene oportunidad, ni siquiera disimula, ni por su novia. Es frustrante.
¿Es que estará criticando mi atuendo cuando lo hace? ¿Verá la delgadez que trato de ocultar bajo toda esta ropa y estará criticandola, sintiendo lástima? ¿Es eso?
Por suerte cuando me digno a observarlo también, él está pendiente de otra cosa. Siento que puedo volver a respirar, aunque, bueno, estamos a tan solo, tal vez, diez centímetros de distancia... y vale decir que huele muy bien. Amo los perfumes masculinos y el suyo... no es la excepción.
Ya sé por qué a Clau se le alborotan las hormonas cuando está cerca.
No me permito seguir prestándole atención, ya ha sido demasiado para dos minutos y estoy perdiendo el hilo de lo que dice Carless.
—...porque pueden tomarlo como un segundo hogar. Como su refugio
Veo cómo Natele me echa una pequeña mirada, tal vez porque ha recordado mi pequeña conversación sobre Bradley y el día que me habló en mi escondite. Parece un poco interesada en mi reacción.
—Algunos están aquí para aprender, otros para reforzar su conocimiento, cualquiera es bienvenido. A todos se les enseñará con la misma pasión —sigue Carless—. Así que, empecemos por hablar de sus talentos, ¿en qué instrumento es bueno cada uno... o le gusta?
¿Esto es en serio?
Natele parece pensar lo mismo que yo porque su expresión no es la más amorosa de todas. Carless empieza preguntando por el lado contrario a nosotras. Todos parecen muy seguros con sus respuestas mientras que yo solo siento mi corazón volver a martillear con fuerza.
—¿Aún puedo decir que se me da bien el triángulo? —la pregunta de Natele me hace volver de mis pensamientos. Fue un susurro por lo que nadie más que nosotras lo pudimos escuchar.
Yo solo le envío una pequeña mirada de cejas juntas, prácticamente diciéndole que es lo que menos puede decir.
—No. —termino susurrando, a pesar de lo obvio.
—¿June?
La voz de Carless me hace levantar la vista, lo observo sin saber qué quiere hasta que recuerdo que está preguntando nuestros "talentos".
—Me... ehh —odio sentir que no tengo palabras que soltar—. Guitarra.
Me he sentido tan patética en cuanto las palabras salieron de esa forma que me han dado ganas de hundirme un poco en mi puesto.
Entonces vuelvo a sentir la profunda mirada del chico a mi lado, me atrevo a observarlo de reojo pero él se apresura en observar a otra parte, aunque la sonrisa en su rostro permanece.
Ay, ¿qué he dicho?
—Yo tocaba antes el... piano... peeero —Natele trata de decir algo más pero parece haberse arrepentido. Tal vez porque iba a decir sobre el ridículo triángulo—. ¿Sabes qué? El piano está bien. —hace una mueca un poco amarga y me observa de reojo, haciéndome ver que sí iba a hablar de aquel instrumento.
Tengo que contener la sonrisa.
—¡Excelente! —Carless se levanta de su silla y pasa su vista por todos los alumnos del salón—. Aquí no solo seré yo el que los ayude, tenemos a dos alumnos que son increíbles en sus trabajos y se ofrecieron como instructores ayudantes —me remuevo en mi puesto mientras lo observo, no entendiendo muy bien sus palabras-. Yo les ayudaré a aquellos que quieran tocar el chelo, piano, bajo... y muchos instrumentos más, en cambio nuestros compañeros Exar Cross y Bradley Elliat les ayudarán a aquellos con la batería y guitarra, respectivamente.
Mi pulso parece parar por la sorpresa. No me atrevo a observar al chico a mi lado, pero sí siento mi sangre congelarse de un segundo a otro.
Demonios, ¡Jodidos demonios!
Sí, siento que moriré justo ahora. Aunque también lo espero.
¿Es que no podías haber elegido cualquier otro instrumento, June?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top