Capítulo 01
Pequeña, tonta, dolida, usada... tantas palabras podían describirme en ese momento.
A veces la vida te da golpes, siempre en lugares distintos. Pero todos, en algún punto, duelen.
Es increíble cómo puedes estar completamente bien un segundo y al otro sentir los pedazos de tus emociones caer en fila. Romperte por la sorpresa, el ¿cómo ocurrió esto? Atravesar tus pensamientos.
A mí me ha golpeado muy poco. La muerte de nana, la vez que papá me dijo que no volvería...
Y este día.
Esta noche, siendo un poco más específica.
—¿Te he herido?
Las risas no se hacen esperar ante sus palabras. Yo lo observo a los ojos mientras mi mente repite una y otra vez lo que había dicho hace tan solo segundos.
"Has caído en mi trampa"
No puedo seguir, el dolor aparece tan rápido como el entendimiento.
Solo ha jugado conmigo.
Se burló de mí con sus amigos.
—Vamos, muñeca. No tienes por qué sentirte mal. —habla otro a la distancia—. Era de esperarse.
—Cállate, Don —sisea él, Nathan, pero con sus ojos fijos en los míos. Me está volviendo loca—. ¿No dirás nada? —ríe—. Espera, ¿es que de verdad creíste que me sentía atraído... por ti?
Un nudo aparece de pronto en mi pecho mientras la burla cae sobre mí. Sus palabras haciendo filo, las de ese momento y las del pasado.
Todo lo que me había dicho.
Todo lo que había creído.
Me siento una completa imbécil.
—¡Llora, vamos! Será divertido —esta vez escucho una voz de mujer—. Tengo la cámara lista. Ya es hora.
—No lo hará —habla él de nuevo—. Cree que haciéndose la fuerte cambiará las cosas.
Quiero irme. Huir de su burla. Alejarme de todos ellos
Pero mis piernas solo no reaccionan.
Él se acerca con pequeños pasos. Mi respiración se acelera, pero no por su presencia, si no por las ganas de llorar que he estado tratando de reprimir.
—Oh, June. Dulce e ingenua, June. ¿Qué estás esperando?
No entiendo a lo que se refiere. Tal vez es que no he empezado a llorar aún para poder grabarme y burlarse mejor. O también porque sigo aquí de pie, sin reaccionar.
No lo sé, solo quiero...
Yo quiero... golpearlo.
Todos se detienen. Las risas, los murmullos, hasta algunas personas en la lejanía paran a observar la escena en cuanto golpeo mi puño contra la mejilla de Nathan, haciéndole perder el equilibrio.
Siento la vista borrosa, tal vez las lágrimas ya han aparecido y ellos por fin tienen lo que tanto querían desde un principio. Pero ya no graban, ya no se mueven, ni siquiera parecen respirar.
Están todos a la expectativa de lo que sea que esté por hacer Nathan en respuesta a mi golpiza.
Él, con la respiración notablemente agitada, lleva, de una manera lenta y tortuosa, la mano a su mejilla. Parece en shock. No se lo esperaba.
No de mí.
Yo tampoco, a decir verdad.
—¿Me has pegado?
Sigo sin decir una palabra, no puedo hacerlo. No me atrevo a abrir la boca, mucho menos al verlo tan furioso como en este momento.
Parece que está por echar humo de las orejas.
Y yo... a pesar del miedo que estoy empezando a sentir. Una clase de gusto llena mi estómago.
Se lo merecía.
Pero aún las lágrimas están manchando mi cara.
Una risa, su risa. Se está riendo. Pero no con esa que me encantaba escuchar, esa melodiosa y llena de alegría.
No, esta es una risa aterradora.
—Me has golpeado. —repite.
Por instinto, doy un paso atrás. Por lo menos no hay nadie a mi espalda, más que el agua.
Aún mi mano está formando un puño. Mis nudillos duelen un poco pero trato de pensar lo menos posible en ello.
Es imposible, lo que está pasando... siento como si un camión lleno de agua fría me hubiera caído encima. Estoy dolida, arrepentida de haberme abierto a él.
Pude haberme enamorado.
Por suerte, no. No llegué a hacerlo. Era nada más que esa atracción que sentías hacia una persona, ese sentimiento de inquietud cuando lo tenías cerca, el estómago revuelto cuando lo escuchabas hablar.
Sí, emociones fuertes, pero no era amor. No llegó a ese extremo.
Aun así me duele.
Esto ha sido una traición. Tan devastadora como si me lo hubiera hecho alguien a quien amaba.
Yo lo quería. Estaba feliz con él.
Pero no fueron más que palabras de su parte.
Es una razón por la cual aún no he dicho nada, a pesar del dolor no sé qué hacer al respecto, qué decir, qué mostrar.
Solo siento las lágrimas correr por mis mejillas.
Nathan vuelve a acercarse, pero no me toca. Creo que porque hay muchas personas con cámaras a nuestro alrededor, no se arriesgaría. Aunque no sé si podría ser capaz de levantarle la mano a alguien.
—Qué tonta eres, June —habla, pero no lo observo, solo al suelo, a la tierra arenosa—. ¿Pegarme? O no... ten mucho cuidado con esa pequeña mano, June.
Estoy odiando la manera en la que está diciendo mi nombre.
—¿Qué podrías hacerme? —me escucho decir.
—¡Mira! ¡Pero si has hablado! —cambia su expresión tan rápido que me da escalofríos. Jamás había conocido esta parte de él—. Por un momento llegué a pensar que te habías quedado muda.
—¡Tal vez sería lo mejor! —grita alguien, pero no puedo reconocer el origen.
—Idiota. —mascullo.
—Pero si te encanta este idiota —ronronea, dándome ganas de vomitar.
De un acto milagroso tomo el valor de dar unos cuantos pasos a la derecha, para alejarme de una vez por todas. Pero dos chicos, que reconozco por pasárselas tras Nathan, me impiden el paso.
—¡Me quiero ir!
—Lo siento, preciosa. Pero aún es muy pronto.
Observo a Nathan, quien sonríe de la misma forma que antes. Así solo parece al chico de siempre, al que conocí. No a este patán.
Gracias al aire frío de la noche siento mis lágrimas secas, no puede importarme menos. Tampoco las cámaras grabándolo todo, ni los que husmean en la distancia.
Camino hasta Nathan, aún con un nudo en el pecho que no deja que mi respiración se normalice, pero con un poco más de decisión que antes.
—¡Déjame ir si no quieres que mi mano vuelva a tocar tu cara!
No soy una persona valiente, mucho menos decidida. Me dan miedo muchas cosas, huyo siempre que tengo que socializar y tengo un serio problema con vivir encerrada en mi habitación.
Tengo amigos, pero no soy la favorita de ninguno.
Este segundo, este grito, ha sido un momento de rabia que me ha hecho olvidar cómo generalmente soy. Estoy harta de que todos se sigan burlando de mí.
Estoy al borde de colapsar en llanto y sé que hacerlo frente a todas estas cámaras no es la mejor opción.
Nathan solo me observa mientras unas exclamaciones asombradas se escuchan alrededor, con la misma sonrisa que, justo en este momento, lo menos que puedo considerarla es linda.
¿Cómo es que no pude darme cuenta antes de como era realmente?
—No tienes el valor para eso, June.
—¡Deja de decir mi nombre!
—Pero amabas cuando lo pronunciaba —alza las cejas, como si mis palabras le hubieran hecho algo más que divertir.
Quiero llorar. Estoy a punto de hacerlo.
—¡Ya te burlaste de mí frente a todos! —mi voz se parte en medio de la oración. No puedo creer que de verdad estoy diciendolo—. ¡¿Qué más quieres?!
—¿Crees que eso era todo lo que tenía para ti?
Mi pecho se contrae. Mi corazón está acelerado, frenético, no podrá calmarse si sigo aquí.
Ya me estoy empezando a sentir algo mareada.
—No me importa —me sincero, al borde de un montón más de lágrimas—. Déjame ir. Ya me has herido lo suficiente, ¿era lo que querías escuchar? ¡Me has herido, lo acepto! ¡Ahora déjame ir!
Esta vez es él quien no dice una sola palabra. Se dedica a observarme, a recorrerme con la mirada.
Me hace sentir expuesta. Vulnerable.
Entonces ocurre un milagro.
Aparece mi salvador.
—¡Imbécil! —solo puedo ver sus manos tomar el cuello de la camisa de Nathan y empujarlo, ocasionado su caída—. Sabía que no podías ser nada bueno.
Mi hermano. August.
Sí, tal vez en este momento pares a pensar en nuestros nombres, y en que nuestros padres tenían una leve obsesión por los meses del año. Pero no es así.
August es mi hermano mayor, su nombre solo fue una casualidad que a mamá le gustó. Pero cuando yo nací decidieron que sería "lindo" seguir con ello. Pensando que June sería la mejor opción.
Yo no me quejo, la verdad. Pero mi hermano... es distinto.
August se interpone entre mi vista a Nathan y yo. Ya no puedo verlo, en mi campo de visión solo tengo la camisa naranja de mi hermano. Pero creo que es lo mejor.
—Oh, apareció el perro faldero.
August tiene... una pequeña obsesión por sobreprotegerme. Tal vez por eso es que nunca he aprendido a hacerlo por mi cuenta.
—Cierra la boca si no quieres que tus lindos dientes queden destruidos.
—No te atreverías. —a pesar de su firmeza, hay algo... un apretón en su mandíbula que me hace hecho ver que no está seguro de que mi hermano no vaya a cumplir sus palabras.
—No tienes idea de lo que soy capaz.
—August, vámonos —lo tomo del hombro, obviando la mirada de todos—. Lo están grabando, no quiero que te metas en un lío cuando...
—No —me interrumpe—. Primero este idiota va a tener lo que se merece.
Por una esquina libre logro ver la horrible sonrisa formándose en los labios de Nathan.
—No... Augu...
Pero no hay tiempo de más. Solo veo el momento en que mi hermano se lanza contra Nathan.
Quedo horrorizada en mi lugar viendo cómo ambos se entran a golpes, pero nadie interviene. Ni siquiera sus amigos.
—¡No! ¡August, para! —trato de acercarme pero se mueven demasiado—. ¡Alguien que los detenga!
Si antes había tenido ganas de llorar, en este momento ya lo estoy haciendo. La rabia e impotencia que siento lo están ocasionando.
No puedo hacer nada para pararlos, y lo peor de todo, las cámaras lo están captando todo.
Maldición.
—¡Hijo de...!
—¡Para!
No sé cómo, no sé en qué momento, no sé en qué demonios estaba pensando. Pero sé que me he acercado a ellos y rodeado mis brazos en el torso de mi hermano, quien está encima de Nathan. Estoy conciente de lo mal planeado que era eso ya que podía salir herida, pero solo quería parar aquello.
Y funcionó.
—Basta, por favor —siento la respiración agitada de August en mis brazos—. Por favor.
La suplica no le pasa por alto.
Nadie se mueve, ni siquiera Nathan, quien observa todo desde abajo. Estoy a punto de colapsar al ver toda la sangre en su cara pero me contengo. No puedo seguir llorando.
De un momento a otro mi hermano se levanta, yo lo suelto y, cuando por fin está de pie, observa desde su alta estatura a Nathan.
—Vuelve a acercarte a ella y obtendrás lo peor de mí.
Pero solo recibe una risa de respuesta.
—No tientes tu suerte.
Pero, gracias al cielo, August no dice nada más y me toma por los hombros. Es increíble como él no tiene ni siquiera un rasguño. A veces me da... miedo.
Caminamos en silencio, con el peso de un par de miradas que de seguro presenciaron la paliza que le dio mi hermano a Nathan. No decimos nada hasta llegar al auto estacionado a varios metros.
—¿Sabías que pasaría esto?
Él me suelta y observa, con las cejas juntas, niega.
—¿Crees que si lo hubiera sabido te habría dejado venir?
—La gente te ha grabado golpeándolo, August.
—No me importa.
—Debería hacerlo. Si pone una demanda en tu contra irás a la cárcel.
—Entonces, no me importaría ir si significa que ha sido por protegerte.
—No —me alejo unos cuantos pasos—. ¿No lo entiendes? La cárcel, August. No es un juego.
—Hermana, tranquila. —se acerca hasta mí y me da un pequeño beso en la cabeza—. No va a ocurrir eso.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Solo lo estoy —no le creo nada—. ¿Podemos irnos de una vez?
No digo más, solo me subo al auto, en el asiento del copiloto, y espero a que él también lo haga.
Es como si hubiera presionado un interruptor.
Las lágrimas salen solas, todo lo que tenía contenido drena.
Pude aclarar mi mente.
Nathan me había mentido, jugado conmigo desde ese momento en que se acercó a mí y yo, como la mayor estúpida, caí. Me dejé llevar por su encantadora y la halagadora sonrisa. Por sus ojos color ceniza...
Y cuando se acercó a mí esta noche para burlarse con todos sus amigos me sentí... expuesta.
Dolida y desechada.
—Hey —siento la fuerte mano de mi hermano acariciar mi nuca—. Está bien, déjalo drenar.
—Soy una estúpida ingenua —digo entre sollozos—. Soy pésima.
—No digas eso —toma mis mejillas y me observa—. No pienses eso de ti, no lo eres, June. No te sientas avergonzada por lo que ese idiota te hizo. No creas en nada de lo que te dijo. Eres más valiente e inteligente que todos esos idiotas de allá, de eso estoy más que seguro.
Las lágrimas no cesan, tampoco las ganas de gritar. Quiero patear y golpear todo lo que tengo a mi alrededor. Me siento débil y ridícula. Pisoteada, de alguna forma.
Jamás olvidaré sus palabras, su traición a mi confianza. Jamás lograré superar lo que me hizo pasar esta noche. De eso estoy más que segura.
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Aquí el primer capítulo de CLPYNDH <3
Espero que lo hayas disfrutado.
No olvides dejar tu voto si así ha sido.
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