🦋 Colisión 🦋

Paloma había fijado la vista en la ventanilla y se sentía incómoda, podía percibir el enfado de Ian y no le agradaba que acabara así.

—Perdona si te desilusioné, sé que creías que era valiente, pero ya ves... no lo soy, tengo miedos...

—Valiente no es quien no teme, valiente es quien es capaz de enfrentarse a lo que teme —respondió él.

—Y yo no lo soy —añadió. Él solo se encogió de hombros con indiferencia, pero Paloma notó que apretaba con fuerza el volante y que se mordía el labio inferior como si se contuviera todo lo que en realidad quería decirle.

—Como quieras... Solo diré que te comportas como una niña, y eso sí que desilusiona.

—A lo mejor lo sigo siendo...

—Todos lo somos en ocasiones —admitió él—, pero el adulto que eres hoy debe contener a la niña que fuiste.

—Te crees muy grande, ¿no? Haces justo lo que no quería que hicieras, tratarme como a la niña tonta que conociste —profirió enfadada.

—¿Te das cuenta lo que estás diciendo? —inquirió levantando la voz—. ¡Te trato como la mujer que eres, te veo así, por si no te has dado cuenta! ¡Eres tú la que se comporta como una niña tonta!

—¿Por qué? ¿Porque me voy? ¿Porque no quiero ver hasta dónde podemos llegar? ¿Porque no quiero lastimarte ni que me lastimes y mucho menos que lastimemos a Mel? ¡A mí me parece que yo soy la única que se está comportando como adulta aquí! ¡Me estoy haciendo responsable! ¡Tú solo quieres dejarte llevar por tus impulsos sin que te importe nada más! ¡Sin pensar que si no funciona podríamos destrozarnos y tendremos que vernos el resto de nuestras vidas! —gritó.

Él no respondió, aspiró con fuerza e intentó calmarse.

—Me tomaré unos días para pensar, Ian...

—Está bien, haz lo que necesites —respondió él sin aflojar la tensión de sus dedos sobre el volante.

No hablaron más, llegaron al aeropuerto y, aunque ella le dijo que no necesitaba entrar con ella, él insistió en acompañarla.

—¿Por qué lo haces? —quiso saber.

—¿Qué?

—Preocuparte así por mí, insistir incluso aunque te esté alejando. ¿Es por Mel?

—No, es por ti... Me importas, por si no te has dado cuenta... —respondió cortante.

Paloma asintió y una vez que llegaron al sitio donde debía embarcar para un vuelo interno, ella se despidió.

—Te avisaré...

—¿Qué cosa? —preguntó él.

—Si voy a regresar... o a dónde... y cuándo.

Él asintió.

—Pásala bien...

Ella asintió.

Se quedaron mirándose por unos instantes hasta que Paloma volteó para caminar hacia la puerta. Ian la vio partir y algo en su interior creció de la misma manera en que crecen las olas en una noche de tormenta, intentó contenerse, pero no pudo hacerlo. Estaba cansado de ser comedido, de siempre hacer las cosas como los demás querían o esperaban. Esta vez iba a decir lo que sentía.

—¡Pajarito! —llamó Ian, ella se detuvo, pero no se giró—. Primero, a mí no me importa lo que diga Mel, no porque no la ame con locura, sino porque es mi vida, ella está viviendo la suya y yo también merezco ser feliz. Además, la conozco de sobra, sé que ella no será un inconveniente. Segundo, sí, cierto que busco algo serio, pero no te estoy pidiendo casamiento, solo una oportunidad. Tercero, si te hace bien a ti, puedes pensar que soy un rollo de una noche, solo que la noche se repite, una y otra vez... hasta ser una semana... o un mes... me da igual el nombre que le pongas. Cuarto, si no funcionara, al menos lo habríamos intentado, y no me quedaría con la duda eterna de saber si eras tú... si era yo... Y quinto, Paloma, no me dejo llevar por mis instintos como un niño berrinchudo, no es que no lo piense... es que lo que siento por ti no lo he sentido por nadie antes, no con esta intensidad... y no me refiero solo a mis ganas de besarte o tocarte, me refiero a nuestras conversaciones, nuestros silencios, las caricias cuando te acercas a mí, nuestras noches durmiendo juntos cuando estaba enfermo, tu preocupación por mi salud, tus cuidados, me refiero a mis celos cuando te imagino con otro o a los tuyos cuando pensaste que estaba con Taís, me refiero a todo... ¿Y sabes por qué me molestó que me dijeras eso? Porque no es justo, ni siquiera te he besado, Paloma, si hubiera seguido mis impulsos...

Paloma cerró los ojos y suspiró, su mente estaba hecha un caos, pero su corazón latía con fuerza. Las mariposas en su estómago se arremolinaban eufóricas y las piernas se le aflojaban. Entonces tuvo una certeza, una idea que se le apareció con claridad: no quería huir, no así, no de él, no en ese instante.

Se volteó, dejó caer la mochila y lo miró a los ojos.

—Ian... —susurró y negó.

—Vete, es lo más sensato —dijo él haciéndole un gesto hacia la puerta.

—¿Por qué entonces siento que esa no es la alternativa correcta? —inquirió—. Ojalá pudiésemos jugar a esos videojuegos y ver qué sucede si me quedo o qué sucede si me voy, ¿no?

—Sí, pero la vida no es así, tomamos opciones todos los días y desechamos otras...

—¿Yo soy una opción para ti?

—Si no lo fueras no me habría sincerado así contigo... no me sentiría como si verte partir fuera tener que decir adiós a la mejor historia que pude haber tenido sin ni siquiera haberla podido comenzar.

Paloma sonrió.

—Entonces no lo hagas —susurró.

—¿Qué cosa?

—Lo de decir adiós... —negó—. Ian, ya no puedo sostener estas mariposas... —dijo señalándose el abdomen—. ¿Me ayudas a liberarlas de una vez por todas? —inquirió.

Él frunció el ceño confundido, pero ella no le dio mucho tiempo para pensar, corrió hasta él y se tiró a sus brazos, él la envolvió en ellos y la levantó. Paloma enredó sus piernas por sus caderas y estampó su boca contra la suya.

El beso fue como la colisión de un asteroide contra la tierra, quizás aquel que se dice mató a todos los dinosaurios. Movió todo lo que tenían dentro, como si nada de lo que hubieran sido antes de ese beso hubiese importado jamás. Todo en el interior de Paloma se había movido de lugar y las mariposas que antes habitaban su estómago invadieron todo su cuerpo, desde la punta del cabello hasta las uñas de los pies. Se sentía flotar, jamás había experimentado un beso así que le arañara el alma.

Ian la sostenía en sus brazos con las manos en su trasero para evitar que cayera mientras investigaba cada recoveco de su boca en un beso frenético que hizo hasta chocar sus dientes. Sabía a todo lo que le gustaba, a mar, a sal, a viento, a vainilla y chocolate, a sol y a lluvia, a frutas y a libertad. Nadie nunca lo había besado de esa manera, como si el resto del mundo hubiese dejado de existir, como si solo fueran ellos dos en un instante mágico en el que habían convergido.

Si no hubiera sido por una persona que se acercó y carraspeó, se habrían elevado allí mismo, habrían trascendido, se habrían fusionado en una sola energía, se habrían convertido en luz.

Se separaron con lentitud, como si no quisieran romper ese momento jamás, Paloma bajó sus piernas e Ian subió sus manos por su cuerpo desde sus nalgas a su cintura.

—¿Se calmaron las mariposas? —inquirió con una sonrisa ladeada que a Paloma le encantó y le dieron ganas de morder.

—No, están peor...

—Habrá que solucionar eso —bromeó—. ¿A dónde quieres ir?

—A Praia do Forte, ahora mismo...

—Pero mi reserva era desde mañana...

—Dormiremos en el auto si es necesario —respondió ella.

—Tendré que faltar al trabajo.

—¿Es un problema?

—No, de todas maneras, no podría concentrarme —bromeó—, pero no tengo ropa.

—No la vas a necesitar —dijo y le guiñó un ojo.

—¿Y la playa? —inquirió.

—Compraremos un slip por ahí para que no hagas nudismo —susurró acercándose y besándolo de nuevo, esta vez con ternura—, porque ese espectáculo lo quiero solo para mí.

Ian tomó su rostro en sus manos y la besó también, eufórico por todo lo que estallaba en su interior y por las promesas que las palabras de Paloma guardaban para los días venideros.

—Vamos... —susurró entre el beso.

—Vamos... —respondió ella, pero no pararon de besarse por unos minutos más.

Y con este hermoso capítulo se nos va el 2022... Que tengan un buen inicio de año  y que el año que viene esté cargado de bendiciones para ustedes :)

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