Cap.2 AGUA


Busqué un balde y lo llené con agua del pozo que se encontraba en el gran patio de la residencia del Barón, me dirigía nuevamente al salón donde se encontraba mi nuevo maestro. En el camino imaginaba las diferentes maneras de usar el agua en la alquimia, estaba pensando que quizá al meter la mano y lanzar algún conjuro, lograría aparecer algo fantástico.

Luego de andar con el balde lleno de agua mientras estaba absorto en mis pensamientos, una piedra se atravesó en mi camino, me hizo tropezar, y el balde que llevaba en mis manos se volteó estrepitosamente, derramándose así todo el líquido que éste contenía.

Maldije hacia mis adentros mientras me levantaba del suelo, llegué a desear que algún sirviente estuviera cerca para que esta tarea no tuviera que hacerla yo, pero era mi deber, debía aprender del maestro Pelayo, por lo que me devolví al pozo para sacar nuevamente agua.

Mientras halaba el balde nuevamente del pozo, mi padre, el Barón, apareció ante mí y cuestionó

—¿Cómo te va con el nuevo maestro, hijo?

Voltee mi cabeza para mirar a mi padre y poder contestarle con respeto.

—Acabo de conocerlo — Subrayé con picardía — Parece un esqueleto, jijiji... — una pequeña risa salió de entre mis dientes, aunque trataba de ocultarla.

—No guardas ni el respeto ni la compostura — Resopló mi padre mientras me miraba con los ojos rayados — Algún día esa actitud tuya hará que lo lamentes.

Agaché mi cabeza un poco, concentrándome así en mi tarea de sacar agua.

—¿Por qué sacas agua? — Cuestionó nuevamente el Barón.

—El maestro me lo ha encomendado como tarea, va a enseñarme algo con agua.

—Ya veo, parece que es un buen maestro, te enseña el trabajo duro — Murmuraba mi padre en lo que terminaba de llenar el balde.

Miré mis manos, se encontraban rojas y con sensación de ardor, pero, aun así, levanté el recipiente con mi mano derecha y me dirigí nuevamente al salón. Mi padre me acompañaba en el camino, veía como me esforzaba en llevar aquel balde, pero no mostraba ni la más mínima intención de ayudarme, solo parecía disfrutar la escena.

Al llegar al salón, el maestro Pelayo me recibió con un paño y una esponja.

—Querido Braulio, limpiaremos el tablero.

La cara de asombro combinada con decepción que coloqué, hizo que el hombre, que parecía haber estado en ayunas desde hace mucho tiempo, soltara una fuerte carcajada. Realmente no tenía opción, solo me quedaba someterme a lo que el maestro me quería enseñar, quizá esa era la manera más eficaz de aprender de alquimia.

Luego de limpiar todo el tablero, el señor Pelayo me hizo notar la suciedad que había salido de aquel objeto, el agua quedó entre verdosa y blancuzca, a lo que el maestro pregunto:

—¿Te gustaría saber como hacer que esta agua sucia esté nuevamente limpia?

Mis ojos se iluminaron, realmente iba a empezar a aprender magia, eso era lo que creía en ese momento, porque mi emoción destilaba por cada uno de mis poros. Luego, en el futuro, me di cuenta que no se trataba de eso.

El maestro Pelayo tomó una piedra de su bolsillo.

—Esta piedra que tengo en mis manos se llama alumbre — Empezó a explicar —Al sumergirla en el agua, ayuda a decantar las impurezas del agua, por lo que después de un periodo de tiempo, toda la suciedad se encontrará debajo y el agua limpia permanecerá arriba.

Mis ojos rodaron de un lado a otro...

—Hoy, verteremos el alumbre en el agua que quedó en el balde, esa con la que limpiaste el tableo — Continuó el maestro — y el día de mañana, vendrás temprano, verás lo que pasó con el agua y realizarás un informe.

Mis ojos volvieron a rodar, pero una pizca de la emoción inicial todavía se encontraba en mi interior, quería saber si realmente esa piedra lograría limpiar el agua. Fui hasta mis aposentos tratando de dormir para que amaneciera prontamente.

Estaba realmente entusiasmado, quería saber si realmente una piedra podía limpiar un balde de agua sucia. La emoción era tanta, que el calor de la noche y la curiosidad no me dejaban dormir, por lo que no pude esperar a que amaneciera, y en la madrugada, decidí ir a mirar.

Con una vela encendida, caminando por los pasillos de la gran casa, llegué hasta el pequeño salón donde recibía mis clases diarias, para cerciorarme del proceso de limpieza de agua. Pero por mas que acercaba la vela, para ver con claridad dentro del balde, me era muy difícil ver claramente lo que sucedía.

Frustrado por no poder ver, fui a la bodega y tomé todas las velas que pude para encenderlas dentro del salón. Cada rincón del pequeño cuarto se encontraba iluminado, y al mirar dentro del balde, se encontraba un asiento blanco en el interior, toda la tiza y la suciedad habían bajado, y el agua se encontraba clara, cristalina. ¡Maravilloso!

Pero más me sorprendió cuando una de las velas alcanzó la cortina de la ventana del salón, fue tan grande el susto, que el agua que estaba admirando, fue la misma que utilicé para apagar el fuego. Bañé la cortina de agua y una sensación de alivio llegó a mí, luego reaccioné, había arruinado el experimento y ya no tenía que mostrarle al maestro Pelayo.

La piedra de alumbre seguía casi intacta, así que fui a buscar más agua, y como la tiza se había acabado, empecé a improvisar con cualquier cantidad de elementos blancos que encontraba en el camino. Tiré el alumbre dentro del balde, aunque los tenues rayos de sol se colaban por la hendija de la puerta y mi desesperación se hacía evidente.

Tomé unos polvos traslúcidos que encontré en la bodega, para que el sucio se decantara más rápido,y dije con voz fuerte y desesperada — ¡Actívate! — y de esa manera, todo lo que había lanzado dentro de aquel balde, empezó a brillar.


Continuará...

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Hola gente linda....

Ahora si me voy a ajuiciar y voy a publicar de manera más seguida...

Espero les esté gustando la historia de Braulio, en el próximo capitulo se pondrá más interesante...

Chauuu

Pizzas virtuales para todos....

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