Epílogo: presente.
Pasé otra hoja más de aquel libro que a pesar del tiempo seguía siendo mi favorito, por lo cual, jamás me cansaba de releer, pero siendo sinceros, había pasado un buen tiempo desde la última vez que mis ojos posaron la vista sobre aquellas letras y párrafos que en más de una ocasión me hicieron llorar. Un bello libro de drama y tragedia era todo lo que necesitaba cuando pensaba que mi vida estaba hecha y siempre fue un desastre.
Toda mi historia de amor con Chrom y Robin, la recorde nada más mis manos tocaron aquella obra en el librero de mi habitación, y como solía hacer la mayoría de los días, me senté a mis anchas en césped del jardín "secreto" recargando la espalda en fuente. Habría que decir, que este había cambiado mucho ya, resaltando el enorme espacio que ahora tenía dejando las flores, macetas y algunos árboles nuevos en las orillas de las paredes. También le adornaba una mesita de té frente a la fuente que se situaba justo en medio. Allí desayunaba gran parte de los días.
¿Que fue lo que sucedió después del día de la coronación, cuando Chrom había descubierto toda la verdad?
Nuevamente teníamos una pregunta del millón.
Lo que sucedió después fue tal y como el Príncipe, ahora Venerable de Ylisse, había dicho.
Definitivamente nadie tenía una buena cara al recibir los puestos correspondientes de cada uno. El de Venerables y Estratega Real. Tampoco es como si no hubieramos hecho lo posible por mostrarnos orgullosos a los ojos del ahora nuestro pueblo, a quienes hasta ahora, no hemos fallado en cada promesa hecha en el pasado.
Por mí parte, me convertí en la Venerable de Ylisse y di a luz al heredero que todos estaban esperando con ansias ocho meses después. Durante ese tiempo, Chrom no cuido más que un par de veces de mi incumpliendo su promesa, pero tampoco podía culparlo, ya que ni siquiera yo en su lugar me hubiera perdonado tal traición. En cambio, Robin estuvo para mí cada segundo, siendo el bebé que llevaba en el vientre suyo, me consentía y hacia regalos para mí y nuestro hijo en demasía.
Yo no había estado en la conversación, lo cual es un poco ilógico ya que yo era la embarazada, pero según lo que el albino me había contado, Chrom le dejo hacerse cargo de su hijo diciendo que el no tenía el derecho, pero la condición de que cuando naciera, legalmente sería su heredero, todavía estaba vigente.
¿Imaginen la revuelta que se iba a armar si descubrián que había engañado al Príncipe y por ende traicionado a toda Ylisse?
Aunque me costó aceptarlo, estaba agradecida con el joven Venerable por no desterrarme de sus tierras.
En el fondo, también sabía que Chrom le dejaba encargarse de su hijo al albino sabiendo lo duro y triste que era no poder hacerlo cuando ya había mencionado, este era el motivo de su regreso.
Más aún así, después de todo lo que Robin había hecho por mí, cuando el heredero nació, pidió a Chrom que no se le contara la verdad, que él creyera que el Venerable realmente era su padre, alegando que siendo una criatura inocente él no comprendería nuestros asuntos de adultos.
Sentimentalmente quede hecha añicos. Con Chrom evitándome y Robin mostrando su amor abiertamente frente a todos dentro del castillo, los roles se habían intercambiado; era como esa vuelta a la tortilla de la situación anterior.
Pensé que si mis hechos se habían revelado, entonces yo tendría una mejor visión y una nueva oportunidad, entonces, por fin decidiría mi destino con sólo uno de ellos, pero seguía incluso más confundida que al comienzo. Amaba al Robin cariñoso y siempre preocupado, pero extrañaba a ese Chrom del que me enamoré por primera vez. Siendo así, nuevamente me veía, aunque sonara bastante egoísta, incapaz de elegir.
No pasó mucho, de hecho, cuando el heredero comenzó a crecer, Robin dejó de cuidar de él y en su lugar fue Chrom quien comenzó a enseñarle lo que debía saber. Así como Robin se alejó de su hijo, también lo hizo de mi, más nuestra relación no cambió; ya no había malas miradas ni malos sentimientos de por medio, era raro ver por fin a Robin comportándose normal en mi presencia. Me sonreía y yo también lo hacía, después de todo también era mi Estratega.
La relación de mejores amigos volvió a ser la misma con el tiempo y era algo de lo que estaba muy contenta. Mis ojos pudieron observar como reían entre los dos mientras conversaban, como volvían a entrenar juntos; en fin, como era su relación antes de mi llegada al Castillo de Ylisstol. Fui también testigo, de como los dos se encargaban de cuidar al heredero, o más bien, testigo de como Robin le enseñaba a Chrom la manera correcta de hacerlo.
Con el tiempo, mi relación con el Rey también fue reparada...
— Después de tanto tiempo viviendo juntos bajo el mismo techo; casados; compartiendo un heredero; siendo los Reyes de este reino, pero estando separados debido a nuestros diferentes sentimientos, me de dado cuenta que esto no es lo que realmente quiero... Yo, Caroline, te sigo amando con la misma intensidad de siempre y me hace daño seguir de esta manera. Me niego a que nuestro matrimonio sea solo para mantener el compromiso con el reino cuando se que también me sigues amando. Aunque se que Robin y tú aún se aman...
Me había dicho cuando el heredero cumplió los cinco años, pero hasta que los tres hablamos de frente, se hubo arreglado todo por fin...
— Yo voy a estar bien. Te amo, Caroline y creo que siempre lo haré, aún que nuestro hijo nunca lo llegue a saber, es el mejor regalo que pudiste haberme dado. No voy a ser egoísta, se que te lastime demasiado antes y para mí es imperdonable, por eso, ve con él que te merece y te ama mucho más que yo. Cuando lo necesites, voy a abrazarte fuerte hasta que dejes de llorar. Aqui voy a estar para ti...
Entonces poco a poco, mi relación con Chrom volvió a ser la misma. Tanto así, que poco tiempo después me encontraba en cinta esperando está vez un hijo de él.
Para terminar, Emmeryn-sama y Alfonse-sama se habían enterado de lo que había hecho. No había forma de esconderlo ya que aquel día de la coronación, se dieron cuenta de lo que sucedía en la salita de espera y era por ello que no se nos había interrumpido.
Afortunadamente, había sido perdonada cuando no debió ser así. La Venerable lloro conmigo y el Venerable había mencionado que todo estaba bien, que iba a respetar la desición de Chrom de mantenerme junto a él, y por último, que no me culpaba de nada porque al igual que él, yo también era un ser humano que vivía de sus errores, y que eso, yo se lo había enseñado indirectamente con el paso del tiempo.
— ¡Madre!
Cerré el libro y lo dejé entre mis piernas cuando escuché aquella vocecita venir hacia mi. Parecía muy enojada siendo tan pequeña.
— ¿Que sucede ahora, Lucina? — pregunté amable, ya que cuando la ví frente a mí, parecía haber llorado del coraje. Sus mejillas estaban rojas.
— ¡Es Morgan! ¡Me está molestando otra vez!
Lucina, hija de Chrom, tenía nueve años. Era la viva imagen de su padre con esos cabellos azules lacios que le adornaban hasta la cintura. Tenían la misma mirada valiente, pero a la vez amable tal como su personalidad, algo que siempre le caracterizo al antiguo Príncipe.
— ¡Mamá! ¡Nada de lo que te diga es cierto! ¡Yo...
Morgan con sus quince años ya llegaba. Hijo de Robin, lo que más destacaba de él era su cabello blanco y ojos dorados. También era la viva imagen de su padre con esa mirada valiente e imponente que siempre llevaba, pero nada más aparentaba, ya que también era igual de amable que Lucina, pero a diferencia muy orgulloso.
A veces pensaba que no era mis hijos de lo que ni siquiera se parecían un poco a mí.
— Tranquilos — les interrumpí sonriendo para que dejarán de pelear. Siendo una niña y un adolescente, a veces era imposible llevar la fiesta en paz por tanto tiempo — ¿Que sucedió?
Los dos se sentaron frente a mí igual sobre el césped y me miraron fijo mientras se cruzaban de brazos al mismo tiempo. Reí a consecuencia. A veces se comportaban igual. Tal vez eso habían sacado a mí.
— Estaba jugando a las princesas en mi habitación y Morgan ha llegado a interrumpir para decirme que deje de hacerlo porque soy fea.
Mi reacción fue abrir un poco la boca y mirar al pequeño albino con una ceja levantada esperando su discurso de defensa.
— Es que... Lisa le ha metido en la cabeza que por ser una Princesa tiene que encontrar un Príncipe para casarse antes de sus veintiún años...
Se quedó callado.
Lucina se juntaba mucho con Lisa, que por cierto esta, ya casi cumplia los diescinueve. La joven Princesa se unió a los Custodios nada más tuvo la edad y se separó de la idea de convertirse en la siguiente Venerable, ya que esperaba que Morgan o Lucina lo hicieran. Siendo ella mayor ya, no le fue muy difícil entender que sucedía entre Chrom, Robin y yo.
— Y, ¿entonces estás celoso? — me burle de mi joven hijo haciendo que sus mejillas se sonrojaran. Tuvo que cubrirse el rostro para no ser evidenciado.
Lucina dejó su berrinche, lo observó atenta mientras se inclinaba un poco con las mejillas sonrojadas y una pequeña sonrisa entendiendo todo. Era tan tierna.
— ¡No! — estalló. Lucina y yo nos reímos — ¡No es eso! — tras decir, se levantó del suelo y se fue lo más lejos que pudo a otra parte del jardín. Ahí, había una espada de madera que siempre utilizaba para entretenerse y a la vez entrenar cuando estaba en el jardín.
— Morgan dice que no es cierto... — la peliazul me miró con cierta decepción y luego a él.
— Escucha, pequeña Lucina — le llamé atrayendo su atención — Morgan solo quiere cuidar de ti, eres su adorable hermana pequeña y te quiere tanto que no le gusta la idea de saber que tendrás un novio en algún momento de tu vida.
Así que no le tomes mucha atención, porque al igual que yo y tú papá, el también cree que eres muy bonita.
Me sonrió abiertamente y se abalanzó sobre mi para abrazarme.
— Mamá, tú no eras una princesa, ¿verdad? — asentí enseguida — ¿Yo también puedo tener un novio que no sea un Príncipe?
Me tomó por sorpresa su pregunta y la apreté más a mi. Ya antes le había contado la historia de cómo Chrom y yo nos conocimos en ese mismo jardín.
— Claro, bebé, así como yo tuve la oportunidad de estar con tu padre siendo una plebeya, otra persona también puede hacerlo... pero no pienses en eso todavía que te falta edad. Ahora sólo disfruta de tu niñez al máximo. Todo llega a su tiempo.
— Gracias, madre. Yo también quiero mucho a Morgan, a mí padre y a ti, nunca lo olvides.
Poco después, fue a jugar con Morgan. Por lo que escuché, este se había disculpado con ella y ahora le enseñaba como blandir la espada de madera.
Suspire contenta y volví a abrir el libro.
— ¡Papá! ¡Tío Robin!
— ¡Padre!
Al escuchar aquellos gritos, nuevamente volví a cerrar el libro.
La escena que encontré frente a mí, me hizo sonreír como ya antes lo había hecho.
Chrom y Robin habían vuelto de su entrenamiento, por lo que no llevaban ropa formal. En los brazos del albino mayor, la pequeña Lucina le contaba que había hecho hoy; y junto al peliazul, Morgan le mostraba la espada de madera. Todos sonreían felices.
— Volvimos, Caroline — Chrom avisó a la par que llegaba conmigo, se inclinaba y dejaba un cariñoso beso en mi frente.
— ¿Como les fue en su entrenamiento? — pregunté.
Allí estábamos los cinco compartiendo una escena que ya antes también habíamos compartido, totalmente diferente, o solo un poco diferente, no había diferencia cuando todos sonreíamos igual.
— Bastante enriquecedor — Robin me contestó dirigiendo su mirada dorada hacia mí y yo asentí.
— Me da gusto.
— Papá, ya tengo quince, ya es hora de que me lleven a sus entrenamientos con los demás Custodios — Morgan pidió alegre y Chrom colocó una mano sobre su cabeza.
— Muy pronto, hijo, pero aún creo que debes cumplir otros dos años más — este le contestó sacudiendo su cabello. Los mofletes del albino se inflaron advirtiendo que no le gustaba mucho esa respuesta, por lo cual Chrom río amable.
— Tío Robin, ¿cuando crezca yo también puedo ir a entrenar con ustedes y Cordelia? — está vez Lucina preguntaba.
— ¡Claro que sí, Lucina! Estoy seguro de que vas a ser igual de excelente espadachín que Chorm — la colocó en el suelo mientras los dos se sonreían contentos.
A pesar de que Morgan no era su hijo, Chrom nunca le trato diferente que a Lucina, y al igual, Robin tampoco hacia distinción.
— ¡Bueno, vayamos a entrenar ya que estamos aquí! — Chrom ánimo a sus hijos y se los llevo un poco alejados en el jardín dejándonos solos a Robin y a mí.
Podía ver cómo desenvainaba su Falchion para mostrarla a los ojos sorprendidos de los pequeños. A pesar de su dura faceta como Rey, Chrom era un irresponsable si se trataba de cuidar niños, pero siempre los protegía sobre todas las cosas.
— ¿No le hace falta nada a Morgan? — de pronto escuché de Robin — En realidad se que no siendo el Príncipe de Ylisse, pero cualquier cosa en que yo pueda ayudarte y ayudarlo, realmente me hará feliz.
— Tranquilo, Robin. Morgan está perfecto, sabe que Chrom y tú están para él cuando lo necesite — le conté. Los dos manteniamos la mirada en aquellos jugando — Pero... — se me ocurrió una idea — Creo que podrías comenzar a enseñarle magia y estrategias, confío mucho en él con la espada, pero no creo que sea su fuerte.
— También lo estaba pensado — me comentó feliz — Definitivamente me encargaré de hacerlo. Sera un gran Estratega que me emociono de solo pensarlo.
— Suerte entonces, verás que ha sacado de ti la inteligencia — me atreví a decirle haciendo que riera.
— No solo lo bien parecido que es, ¿eh?
Reí al igual que él con su comentario. Pensé enseguida que tenía razón.
— Bueno, iré con ellos a enseñarles unos cuantos hechizos para que Chrom no me robe tanto el protagonismo. ¿No vienes? — me preguntó y yo negué enseguida.
— Estaba terminando de leer esto — levanté el libro y él lo miro con nostalgia.
— Parece ser que tanto para a mí, como a Chrom y como a ti, ese libro es algo muy especial — asentí convencida, pues Chrom también lo había leído ya — Siempre fue mi favorito, sobre todo porque al final, las flores nunca se marchitaron.
Una vez se fué, me perdí de nuevo entre las últimas letras de ese libro.
Así como le releíamos entre los tres, así nos tocaría volver a contar nuestra historia algún día, ya que los años pasan, y esa mirada interrogatiba que le daba Morgan a Robin para luego verse él, no pasó jamás desapercibida ante nuestros ojos. Ya lo había dicho, el joven adolescente con su innata inteligencia, no tardaría mucho en cuestionar al primero que se encontrará nada más todo fuera claro.
Así de igual manera con Lucina, no tardaría en darse cuenta que su hermano se parecía bastante a su tío Robin, que incluso desde ahora, también a veces la sorprendía con una mano en su barbilla viendo fijamente a los dos antes mencionados.
Sin duda, Chrom, Robin y yo, Caroline, habíamos llegado a la conclusión de que aquel libro era nuestro favorito por ese final en donde las flores, a pesar de tanto descuido, nunca se marchitaron.
— Tío Robin, ¿por qué en vez de parecerme a mi padre, me parezco totalmente a usted...?
✔
¡Muchas gracias por leer!
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