19. Los ojos son las ventanas del alma.

Nuevamente, las reuniones en la sala principal no habían llegado a nada gracias a la terquedad del Venerable vecino y yo realmente me veía incapaz de culparlo.

Al final, Chrom y yo nos quedamos en el salón cuando los invitados lo abandonaron.

— Digan lo que digan, él tiene razón — de nuevo, me veía siendo pesimista a la mirada azul del Príncipe.

Chrom se demoró en contestar. Suponía que él ya entendía que cuando me encontraba en ese estado era bastante difícil hacerme cambiar de idea.

— La tiene — escuché que contestaban y al levantar la mirada, Marsella estaba frente a nosotros. Chrom ya la había visto venir.

— ¿Que acaba de decir? — él le pregunto molesto y se puso de pie. Yo nunca lo había visto así, entonces me levanté e hice que retrocediera un poco jalando de su mano.

— No es necesario que hables con nosotros, ¿podrías esperar hasta la otra reunión para manifestar tu opinión? — le pedí y ella me miró hacia abajo para después ver a Chrom, quien se había molestado por su actitud.

— No — me contestó pareciendo nada feliz — Si me permiten, Príncipe Chrom, Caroline, les diré ahora mismo lo que pienso acerca de este conflicto.

Me asusté mucho por su tono de voz, más poco después de darle el permiso que había solicitado y que Chrom se lo concediera, me di cuenta que aquella era su manera de comportarse.

— Como ya he dicho, mi padre tiene razón. Por largos años las conexiones entre reinos se han hecho de esta manera, así que no tengo el derecho de contradecir absolutamente nada. Soy una Princesa y voy a obedecer cualquier desición que haga prosperar a nuestro reino — decía con la cabeza en alto — Pero... — continúo — Esto no quiere decir que este de acuerdo con ello. En realidad, me encuentro apoyando su relación a base de sentimientos y no acuerdos. Siendo así no puedo expresar mi opinión delante de mi padre.

Sentí como Chrom se relajaba con sus palabras al mismo tiempo que yo también lo hacía. Ella no mentía.

— Entiendo tus razones y estoy agradecido por apoyarnos aunque no puedas hacer nada. Cuando el conflicto de por terminando, le deseo encontrar un buen hombre, Princesa Marsella — Chrom agradeció y deseó haciéndole sonreír un poco.

Yo me quedé observando ambos semblantes. En realidad ellos pudieron haberse casado antes cumpliendo lo que Chrom le deseaba en ese momento, pero allí estaba yo en medio de todo eso.
Estaba aterrada por su belleza y ahora sabido buen corazón.

Pasados los días, otra reunión volvió a darse y el Venerable había prometido a Emmeryn-sama todo eso acabaría en esa misma fecha. Todos asistieron al salón menos yo por petición propia cuando Chrom me había llamado, pero para ser sinceros mi presencia ahí no cambiaría nada.

Resignada y creyendo en Alfonse-sama y Chrom, esa tarde me encontraba en el jardín "secreto" que cuidaba todas las mañanas. Estaba sentada en la orilla de la fuente que habían puesto hace poco para adornar, releyendo el libro de Robin cuando Marsella llegó e imitó mis acciones.

— ¿Cansada? — me preguntó haciendo como si leyera un libro entre sus manos. Yo aparenté lo mismo.

— Si, no sé si deba decirlo, pero los preparativos de una boda son bastante complicados — me atreví a contarle sacando una risita burlona de su boca.

Parecía totalmente distinta a hace días, pero aquella era su personalidad natural.

— Supongo yo. También creo que lo es más si existen personas que quieren evitarla a toda costa — se refirió a su padre y a los otros reinos.

— Esa parte le es complicada al Príncipe. Yo siempre he pensando igual que tú padre, pero ya lo he dicho antes, solo estoy priorizando mis sentimientos por él.

— Suena bastante contradictorio. Deberás tener tus razones — me contestó enseguida.

Fue en ese momento donde las dos fingiamos atención a nuestra lectura que una persona más se hizo presente en el jardín.
Ella dejó su vista recorrer al individuo mientras yo me negué observando por el rabillo del ojo, su mirada perdida que terminaba en el libro que tenía entre las manos.

— Lamento la interrupción, pensé que el Príncipe Chrom estaría aquí — se disculpó amable.

— Está bien, no interrumpe nada — Marsella contestó — Pero ya que esta aquí, ¿podría decirme su nombre, por favor?

Mi vista terminó de inmediato en Marsella, quien claramente había tomado esa oportunidad para coquetear con la persona.

— Ah, claro, debí comenzar con eso — su voz cambió. Parecía intentar coquetear también — Mi nombre es Robin, próximo Estratega Real de Ylisse. Mucho gusto — colocó una mano en su pecho y la otra siguió a su costado resguardando uno de los tantos libros que poseía.

— Yo soy Marsella, Princesa del Reino de Nuv. Igualmente, mucho gusto — ella también se presentó.

Sin querer, mi mirada terminó en Robin cuando la de él término en la mía y durante segundos que parecieron eternos, mantuvimos contacto. Lo senti tan pesado.

— Si estaba buscando al Príncipe, Robin-sama — me atreví a dirigirle la palabra — Se encuentra en el salón principal.

— Entonces me voy, muchas gracias por la información, señorita  — me contestó amable — Princesa, fue un gusto, hasta luego — se despidió y marchó rápidamente.

Yo me quedé viendo como su silueta desaparecía en el pasillo obscuro preguntandome donde había estado metido para no saber que estaba sucediendo en ese momento en el mundo. Nadie lo había visto los últimos días, ni siquiera Henry-sama que era su padre.

Ahora quería saber que significaban esas ojeras tan pronunciadas debajo de sus lindos ojos dorados.

— Sabes... — Marsella llamó mi atención — ¿En realidad estás enamorada del Príncipe Chrom?

Cerré el libro a la par de mi mirada confusa por tal pregunta, pero luego ella negó.

— No, disculpa, se que lo estas — se contestó así misma — Sabes... — volvió a repetir — Tengo un don — volteó a verme fijo a los ojos.

— ¿En-enserio? — simplemente atiné a preguntar nerviosa.

— Si. Mis ojos carmesí pueden ver a través de los sentimientos de las personas. Puedo darme cuenta si estás enamorada o no — seguía mirándome y yo no podía apartar la mirada — En efecto, Caroline, estás perdidamente enamorada del Príncipe, pero... también lo estas del joven Estratega.

— No es verdad — contesté automáticamente mientras mi semblante se llenaba de preocupación.

— Es imposible engañar a mis ojos — se acercó más — Es extraño, sorpresivo y romántico, además de creerlo imposible hasta hoy. Nunca había visto una mirada tan confundida.

Cerré los ojos aterrada. Eso ya estaba en el pasado. Mi conflicto interior sobre Robin y Chrom ya estaba solucionado.
Había elegido al peliazul y me había olvidado del albino siendo la persona que más había marcado mi vida. Aún así, no entendía porque en ese momento Marsella afirmaba yo estaba enamorada de los dos al mismo tiempo. ¡Era imposible!

— Puedes estar tranquila — habló al final — No le diré nada de esto a nadie, mucho menos al Príncipe ya que he comprobado tus sentimientos por él son reales, pero, mi recomendación sería que arregles esa confusión que si no me equivoco, siempre te ha estado perturbando. Como has dicho, prioriza tus sentimientos y te llevarán por el buen camino aunque tus ojos no lo vean de esa manera.

Agradecí sin obviar que tenía razón y después de aparentar nuevamente leer el libro, se fue.

Ese mismo día como había prometido el Venerable, el conflicto dió fin, los visitantes se fueron nuevamente a su hogar y los planes de la boda retomaron su camino.

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