15. Problemas con los cubiertos.

Al día siguiente, cuando desperté muy temprano a la hora que siempre hacia para ir a trabajar, me encontré confundida en aquella cama tan cómoda y innecesariamente grande para una sola persona.

Poco después recordé con exactitud donde me encontraba.

Desperté de malas y ese día no fue el mejor que haya tenido en toda mi vida, sin exagerar.

Para comenzar, cuando fui a buscar mi ropa en el armario, me encontré con que ninguna de estas estaba ahí y en su lugar había bastantes vestidos que parecían incómodos solo de mirarlos.
En segunda, Emmeryn-sama no tardó mucho en aparecer en la habitación después de haberme dado una ducha en el baño que la habitación tenía, pero no llevaba buenas noticias.

— Es mentira, ¿verdad? — pregunté incrédula cuando me dijo que ya no necesitaba trabajar.

— No lo es, incluso ya tenemos una jardinera nueva — avisó sin reparo alguno.

— ¿Po-por qué? — me puse histérica — Eso no estaba en ninguna condición del Venerable. Nadie me lo había dicho y pensé que no habría problema.

Para mí mala suerte Emmeryn-sama no accedió a que mantuviera mi trabajo, de hecho, para ese momento ya no lo tenía y quién sabe desde cuándo lo habían decidido.

Y en tercera, tuve que salir de la habitación con un vestido bastante elegante para mí que habíamos adivinado antes, era incómodo hasta la coronilla. No me iba, no me quedaba a pesar de ser la talla correcta. Ni siquiera los cumplidos que me hacia la Venerable me quitaban ese rostro lleno de asco que mantuve al verme en el espejo.

— Chrom me dijo que esto pasaría — decía entre risas cuando caminábamos por el pasillo.

Quise decirle que no era gracioso, que en realidad odiaba llevar aquella prenda tan voluptuosa, pero me detuve recordando que ella seguia siendo parte de la realeza que yo debía respetar aunque antes me había ayudado a vestirme.

— Está bien, con el tiempo te acostumbras — me dijo y guiño. Estaba segura que jamás iba a acostumbrarme a llevar tanto encima.

Seguimos el camino entre sus comentarios y llegamos al comedor en donde ya hacían a lo largo de aquella mesa bien adornada: el Venerable, Chrom, un señor de quién desconocía su identidad y... Robin.

Huye... huye ya...

Está vez, quiero decir que eso ya lo había pensando en comparación con otros aspectos de vivir en el castillo, más simplemente me negaba a procesarlo hasta que lo tuve frente a mí.

Chrom, Robin y yo ahora viviríamos bajo el mismo techo.

— Mamá, Caroline, está mañana se ven preciosas — aquel cumplido le pertenecía a Chrom, quien se había levantado de su lugar y avanzaba hacia mi, pero como yo estaba perdida en pensamientos, me di cuenta nada más llegó hacia nosotras.

— Tan educado como siempre, te amo — ella se acercó a besarle la mejilla y nos dejó para ir a sentarse a lado del Venerable en la mesa.

— Gra-gracias — trabé y él sonrió complacido. Tomó mi mano y me llevo hasta la mesa.

— Para mí es un gusto poder tener a mi prometida en esta mesa desde el día de hoy — dijo mientras sostenía mi mano cerca de su pecho — Les doy las gracias, papá, mamá, por recibirla. Y Robin, Tío Henry, ella es Tachibana Caroline.

— Gracias y mucho gusto — mencioné agachando la cabeza justo cuando terminó, pero la levanté después de sus contestaciones.

— Igualmente, mucho gusto — escuché tres voces totalmente diferentes mencionar a la par. Una feliz, otra normal y la otra desanimada.

— ¿Donde esta Robin? Estaba aquí hace un segundo.

Tal como decía, Robin ya no estaba más por ahí. Chrom era distraído, porque él se había marchado justo antes de lanzarnos el cumplido. Lo agradecí infinitamente porque desayunar juntos nuevamente, pero ahora en esa mesa llena de personas importantes iba a ser incómodo. No lo hubiera soportado.

— Dijo que se sentía indispuesto y fue a su habitación — Henry habló y lo observé bien llegando a la conclusión de que esos ojos dorados y cabello blanco, solo podían pertencerle al padre de Robin.

— Bueno — escuché la gruesa voz del Venerable a la vez que se levantaba de su silla con la mano de su mujer entre las suyas. Me asusté — Es un honor, como el padre de Chrom conocer a su prometida. Pueden sentarse, el desayuno ya está en camino.

Se le escuchaba forzado y comprendí que tenía razón al ver la sonrisita complice de Emmeryn-sama nada más se sentó de nuevo.

Como era de esperar, ocupamos lugar en la mesa, pero no bastó ni un segundo para cuando comencé a temblar de nervios. ¿Estaba enserio desayunando en la misma mesa que los Venerables y el Estratega Real? ¿Que comeríamos y para que había tantos cubiertos en la mesa? ¿Como demonios debía comportarme?

— Tranquila — escuché que Chrom me susurraba casi al oído — Solo haz lo mismo que yo — me sonrió amable después.

Quisiera decir que me dió confianza y el desayuno fue de maravilla con su consejo, pero fue así: me temblaban las manos con el tenedor en estas que en más de una ocasión se me cayo comida al plato que ya había tomado, y todavía peor, se me caía justo cuando iba a meterla en mi boca.

Fue una vergüenza total.

Fue un desayuno eterno, pero cuando acabó, volví a mí habitación totalmente derrotada.

— Lo hiciste bien.

— Claro que no — le contesté al Principe que había entrado como si nada por la puerta mientras me quitaba con dificultad uno de los zapatos que tanto me incomodaban sentada en la cama.

— Te acostumbrarás — llegó hacia mí, se inclinó y me ayudó ya que lo largo del vestido no me dejaba.

— Lo mismo me dijo tu madre — contesté avergonzada por su ayuda — Pero lo veo muy lejano.

— Por lo menos ya no repites "imposible" — se río tras el comentario. Eso era cierto.

— Chrom, ¿que es esto? — me quejé sin saber — El vestido me incomoda, los pies me duelen por estos zapatos, me avergonse a mí misma en el desayuno frente a los Venerables, Estratega Real y Príncipe de Ylisse. Y además de todo ello, me quedé sin trabajo.

— Lo hiciste Caroline, acabaste con mi optimismo el primer día viviendo juntos — se levantó y río feliz.

— No quise hacerlo, ya sabes que siempre habló sin pensar — me disculpé.

— Tal vez eso sea la razón por la cual me enamoré de tí — comenzó haciéndome sonrojar — ¿Te viste en el espejo ya? Porque te vez hermosa con ese vestido puesto. Tal vez no sucedió nada como querías, pero yo estoy contento. La manera en que te pones nerviosa solo por no saber que cubierto tomar solo me hace querer tenerte por siempre a mi lado. Estoy más que orgulloso de ti por intentarlo.

Después de sus palabras me besó. Tenía tiempo sin hacerlo, así que me sorprendió un poco, pero terminé correspondiendole con suavidad.

— Gracias, Chrom, tus palabras me animan a seguir intentándolo solo por nosotros.

— Te mostraré el castillo entonces.

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