13. El heredero a la corona.

— Me alegra tanto que Alfonse por fin recapacite sobre tu desición, hijo — la Venerable decía mientras sonreía abiertamente. Entonces me miró — Caroline... — me llamó — Te debo agradecer por convertir a Chrom en un hombre que pueda pelear por lo que más quiere. Estoy orgullosa de los dos por defender su amor.

Allí estábamos, en el despacho de Emmeryn-sama mientras yo no podía dejar de llorar. Mentía diciendo que estaba contenta, muy feliz por poder estar juntos nuevamente, pero la verdad no sabía que pensar cuando todo lo negativo se juntaba en mi mente gritándome que era la peor persona de la mundo.

Si, había aceptado casarme con Chrom a pesar de todo lo sucedido anteriormente con Robin.

Era la peor persona de todo el Reino Ylisse, pero deben entenderme. Chrom había llegado primero a mí vida y ya antes había aceptado ante la Venerable quedarme con él y defender lo nuestro, además, el solo pensar en las discusiones sin fin que pudo haber tenido con su padre por solo querer estar conmigo, me hacían sentirme culpable por haberle traicionado de aquella manera tan vil.

Decidí olvidar a Robin con toda y aquella noche; con todo y aquel desayuno; con todo y aquellos besos bruscos que me daba. Aún así, me dolía olvidar el libro que me había obsequiado. Tal vez nunca podría olvidar sus palabras al momento de dármelo.
Él dijo que le hacia feliz... pero a mí nada de aquello me hacía feliz. Los odiaba por haberme hecho enamorar al mismo tiempo de los dos, pero los amaba por haber estado conmigo y ayudarme a cuidar el jardín.

— Cuanto debiste sufrir todo este tiempo por las palabras de mi padre — Chrom tomo mi rostro entre sus manos y acercó el suyo para pegar nuestras frentes — Lo siento tanto.

Yo solo podía verle a la vez que me sorbia los mocos de tanto llorar. Mantenía sus ojos cerrados frunciendo levemente sus cejas azules como su cabello.

Sufrí tanto que dormí entre los brazos de su mejor amigo de infancia para olvidar los problemas por unas horas.

Imperdonable.

— Pero todo tiene su recompensa y la suya es que podrán estar juntos por siempre — decía Emmeryn-sama, que en algún momento se había movido, ahora estaba dándonos la espalda viendo por el gran ventanal de su despacho.

Al escuchar esas palabras solo pude comenzar a lagrimiar otra vez. Chrom se dió cuenta y se separó un poco para besar mi frente a la vez que borraba las lágrimas de mis mejillas con su dedo pulgar.

— Nos casaremos cuando tú lo quieras, el día que desees...

— No — le interrumpí — Lo haremos cuando tu quieras, tienes más derecho a ello — este vez yo fui quién acunó su rostro entre mis manos.

Sonrió un poco y río en bajo.

— Entonces lo decidiremos entre los dos — me tomó de los hombros y me apego a su pecho para abrazarme.

Yo me quedé ahí siendo de antemano muy egoísta. Se sentía tan cálido ser abrazada por sus musculosos brazos. ¿Cuanto había crecido desde la primera vez que lo ví? El Príncipe se había convertido en todo un hombre.

— Iré a revisar unas cuantas cosas, está de más decir que pueden quedarse aquí lo que necesiten — la Venerable terminó riendo suave.

— Gracias, madre.

— Gracias, Emmeryn-sama — agradecí al igual que Chrom.

— No tienen porque agradecer, hijos míos — mencionó y se marchó cuanto antes. Yo me quedé pensando en la manera en que nos llamó.

— Caroline, ahora que estamos solos, hay algo importante que debo decirte — lo escuché serio y enseguida me despegue de su cuerpo para verle a la cara.

— ¿Qué es? — pregunté un tanto apresurada por lo que fuera a decir de esa manera, ya que de pronto su sonrisa había desaparecido.

— Mi padre ha puesto una condición para que podamos casarnos — al decir aquello, me negó su mirada volteando hacia otra parte, yo por mi parte, me preocupe, pero esperé a que siguiera hablando — Conociéndote, sé que será difícil aceptarlo, pero es por nuestro bien — suspiro para después soltar... — Tendrás que vivir de ahora en adelante en el castillo y comenzar a comportarte como una Princesa.

Provoqué con mis manos distancia cuando las puse en su pecho y mi mirada aterrizó en estas asustada.
Era obvio que algo como ese tenía que pasar, si me casaba con Chrom tenía que vivir con él y por ende en el Castillo de Ylisstol, pero yo era tan ingenua y despistada que nunca se me había pasado por la cabeza tal idea.

— Mi padre no aceptó que dejara mi deber como Príncipe — siguió, pero yo seguía asustada por sus palabras que no le di la cara — Sigo siendo el heredero a la corona, así que como te convertirás en mi mujer, serás quien ocupe el lugar de mi madre...

Quise que se callara, pero estaba tan aterrada con cada palabra que salía de su boca que no podía pedírselo. Yo era tan despistada, nunca me cansaré de decirlo, que esa idea tampoco la tenía en mente.

— Seremos los siguientes Venerables del Reino de Ylisse.

— No — mencioné enseguida negando y me levanté de un salto del sofá donde estábamos sentados.

— Sabía que dirías eso — le escuché mencionar un tanto cansado.

De pronto, me encontré dando vueltas en el despacho de Emmeryn-sama sin poder dejar de pensar en sus palabras repitiendo en bajo incontables "no". ¿Aquello era un ataque de pánico?

— Imposible, Chrom — me detuve y le dije — Yo no puedo ser la siguiente Venerable de Ylisse. ¿Acaso no escuchas lo que dices? — pregunté alterada.

— No son mis palabras, son las de mi padre, aún así, ¿por qué es imposible? — me preguntó aún sentado.

— Porque, bueno... — comencé señalandomé obvia — Sigo siendo una pueblerina. ¿De donde me vez que pueda ocupar el lugar de tu madre?

— Tus palabras solo me dicen que en realidad no habías pensando en las consecuencias de contraer matrimonio conmigo.

Me descubrió y se burló. Parecía tomarle gracia a aquella situación y me daban ganas de golpearlo por no ponerse en mis zapatos para saber lo alterada que estaba.

Sin darme cuenta, ya estaba frente a mí tomando mis hombros para que le pusiera atención.

— Cálmate — me pidió e hice lo que pude, pero seguía siendo imposible — Quiero casarme contigo y sé que también lo quieres. ¿No crees que superamos arduos obstáculos para estar juntos? Esto que viene no será nada, podemos volver a salir adelante.

— Por favor, solo piensa en tus palabras. Escuchate — le pedí.

— Me estoy escuchando perfectamente y para mí es satisfactorio saber que me ayudarás en las buenas y en las malas siendo mi acompañante y consejera de trono. No hay nada mejor ahora que imaginar ese futuro próximo — me contestó.

Vaya, poniéndolo de esa manera, no sonaba mal. Nada mal.

— Vendrás a vivir al castillo y sé que será difícil, pero tendrás que aprender a ser una mujer de la realeza por condición de mi padre. Nos casaremos y aceptaremos la corona con orgullo. Es lo que quiero y aunque te aterra, te gustará, yo lo sé, porque haré que te sientas orgullosa de tu desición al convertirte en mi mujer.

Chrom tenía un poder de convencimiento que nadie más tenía en toda Ylisse. Maquillaba las palabras a su gusto para engatusarme aunque yo ya no podía estarlo más si se trataba de él.

No me ví forzada a aceptarlo, quise hacerlo, pero la tormenta, hasta ahora, que solo había mostrado un poco de lluvia, estaba a punto de arreciar en su punto más fuerte.

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