Oportunidades perdidas
Una vez leí que, cuando amamos a alguien, nos abrimos al sufrimiento y tan triste como suena eso, es la verdad. Cuando empezamos una relación o simplemente empezamos a conocer a alguien, no hay ninguna garantía que eso podría funcionar, pero confiamos y seguimos adelante a pesar de conocer las consecuencias de lo que podría pasar, a pesar de saber el dolor que podríamos sentir si aquello no funciona.
También leí en un libro de física la teoría sobre una cantidad infinita de posibilidades. Sobre la forma en que cada decisión abre paso a más y más posibilidades. Es ahí donde se contempla la idea que ningún suceso es único, ya que el tiempo avanza en ambas direcciones, jamás se detiene y los acontecimientos se repiten, ningún momento es único e irrepetible. El tiempo se fragmenta en múltiples oportunidades que se tiñen de diferentes maneras.
Leí eso hace tiempo y mi abuela me lo repetía cada que podía cuando era pequeña. Es eso lo que dice la teoría, pero la práctica determina otras cosas, si planteamos aquella idea: ¿Cuántas veces se han repetido los acontecimientos en nuestra vida de la misma manera? ¿Cuántas veces la vida nos ha dado posibilidades ilimitadas? ¿Cuántas veces dejamos ir una posibilidad y jamás regresó?
—¿En qué piensas? —me pregunta Cassian mientras nos bajamos del taxi y caminamos hacia el lugar donde se llevará a cabo la ceremonia.
Cassian me ofrece una mano y me ayuda a bajarme del auto.
—En lo que sucede cuando amamos a alguien y en las oportunidades perdidas.
En la soledad de mi habitación hice una lista de las cosas de las que me arrepentía y llegué a una sencilla conclusión: no me arrepiento de irme a Alemania, me arrepiento de no responder esa carta.
Esa carta es mi oportunidad perdida.
Perdí mi oportunidad y aquel suceso no parece que se repetirá, al menos no de la manera en que quiero. Pero no digo eso en voz alta, eso me lo guardo para mí. Después de todo soy una Sullivan y eso es lo que mejor sabemos hacer. Ocultar nuestras emociones y fingir que todo está bien. Ningún miembro de mi familia, a excepción de mi padre en sus momentos de ebriedad, haría un escándalo en público o una escena. No es lo nuestro.
—Pensamientos típicos de una boda —me dice él—. Está lloviendo.
Es Seattle. ¿Cuándo no llueve en Seattle?
Las delicadas gotas caen cerca de nosotros mientras caminamos para entrar al lugar. Reprimo el impulso que siento de levantar la cabeza y dejar que las gotas caigan sobre mi cara y arruinen mi perfecto maquillaje, eso al menos me daría alguna excusa para seguir retrasando el encontrarme con todos. Pero es la boda de mi hermano y no puedo ser egoísta, ya seré egoísta otro día, pero no este.
—No, pensamientos típicos de Nicole Sullivan.
A la primera persona que veo al entrar es a mi padre y me sorprende que no tenga una copa en la mano, es una sorpresa muy agradable y tal vez sea verdad eso que me dijo sobre estar cambiando y que ahora si está asistiendo a las reuniones de alcohólicos anónimos.
Cuando él me ve aquellos ojos marrones profundos muy característicos de los Sullivan que ni Ander, ni yo hemos heredado, me miran atentos. Me acerco a él y cuando llego a su lado me da un abrazo incómodo. Tal vez sienta que está rompiendo aquella regla no escrita de como en mi familia tratamos de no mostrar afecto en público y en el caso de él, incluso en privado. No entiendo cómo todos ellos son así, si mis abuelos eran las personas más cariñosas que yo he conocido.
—Papá, es bueno verte y es aún mejor verte sin una copa en la mano. Agradecería que no bebas esta noche, este vestido no es muy cómodo para llevar a un borracho a casa.
Si mis palabras hieren u ofenden a mi padre, no lo muestra, permanece estoico con aquella pose tan típica de él.
—Siempre con tus comentarios tan oportunos, hija.
La palabra "hija" sale de sus labios con cierta amargura.
No puedo recordar algún momento en que esa palabra haya salido de otra manera. He pensado que la razón es que me parezco a mamá, la mujer que no solo lo abandonó sin ninguna explicación y dejando dos hijos, ella también fue la mujer que rompió su corazón y orgullo.
Sigo sin saber cuál de aquellas dos cosas rotas, él intenta reparar con el alcohol.
—Este es Cassian, un colega y mi amigo —le digo a mi papá—. Cassian, este es mi padre, Víctor Sullivan.
Detrás de mi padre y a una distancia prudencial están mi tío Andrew y su esposa Clarissa, los padres de Julia y Raquel. Con ellos también están mi tío Emilio y su esposa Irene, los padres de Alisson, Laura y Willa. Y sé que, aunque no lo parezca, mis tíos están observando a mi padre para que no haga una escena y arruine la boda, así como arruinó el aniversario de la Textilería, pero después de aquel evento él prometió cambiar.
La promesa duró tres meses, un mes más que la última vez.
—Es un gusto, señor Sullivan.
Cassian y mi padre estrechan su mano de manera cortés.
—¡Oh por la Virgen de las cosas estúpidas! Eres tú, estás aquí — me grita Willa desde el otro lado del salón y puedo ver a sus padres mover la cabeza y es obvio que no aprueban la reacción de su hija. Willa es y será la rebelde de la familia—. Me alegra tanto verte.
Ella corre hacia donde estoy y avanzo para encontrarla. Me abraza con fuerza y el abrazo dura mucho tiempo, pero está bien, necesitaba uno de estos abrazos.
—¡Mi compañera en el crimen volvió! —me dice, cuando se separa de mí.
—Solo por hoy, mi vuelo sale mañana temprano.
—No arruines el momento, Nicole.
Alguien cubre mis ojos en ese momento.
—Me pareció ver un lindo gatito —sonrío al escuchar la familiar voz de Julia.
Ella quita sus manos de mis ojos y me giro para abrazarla. Busco a su esposo y a su pequeña hija, pero no los veo por ningún lado.
—¿Dónde está la pequeña Thea?
Su rostro se ilumina al escuchar el nombre de su hija.
—Dormida, tiene solo tres meses, eso es lo que hace casi todo el tiempo. Menos en la noche. A veces creo que es un búho.
Veo cómo la melena rizada de Alisson se mueve para todos lados mientras ella casi trota hacia nosotras para abrazarme y decirme cuanto me ha extrañado. Dice que tiene ganas de llorar de felicidad, pero sé, que incluso con todo lo sentimental que ella es, no va a llorar en público.
Tal vez si solo estuviéramos nosotras, e incluso en esos miembros ella no llora. Esa es la gran condena de ser una Sullivan.
—Pero, ¿quién es este galán? —me dice Willa antes de darme un leve golpe en mi brazo mientras señala a Cassian con el mentón—. Mírate, y estábamos preocupada por ti, ya sabes, Harry está aquí con su novia y pensamos que sería incómodo para ti estando sola aquí.
—Alisson también vino sola a la boda.
—Sí, pero ella está acostumbrada — dice Willa mientras se gira para mirar a Alisson—. Lo raro sería que Alisson tenga una cita. Volviendo al tema. ¿Quién es aquel galán?
Me giro y extiendo mi mano hacia Cassian que sigue junto a mi padre y él sonríe al escuchar de forma vaga lo que dice Willa.
Hago las presentaciones y como era de esperar, las preguntas empiezan a llover. Por algo dicen que grandes familias es igual a grandes problemas, porque una vez que ellas saben sobre él, el resto de mi familia se entera y tengo que responder preguntas tras preguntas hasta que la curiosidad de mi familia está satisfecha, al menos por ahora.
—Si me disculpan voy a ir a ver a mi hermano —les digo a mi familia—. Cassian. ¿Te importa si te dejo con mis primas un momento?
Él mira a mis primas y sonríe antes de decirme que vaya tranquila, sé que él no hará o dirá nada que no deba, así que puedo ir con tranquilidad a ver a mi hermano.
Me alejo de ellos hacia la habitación donde está Ander. Está solo ahí, como siempre es entre los dos. Jamás hemos tenido a nadie que nos respalde en los momentos importantes, desde que tengo memoria solo hemos sido los dos. Él no se da cuenta de mi presencia y yo me recuesto en la pared y lo escucho repetir sus votos frente al espejo.
Se ve elegante con su cabello rubio muy bien peinado y aquel esmoquin hecho a la medida. Sus ojos verdes están fijos en la hoja que sostiene en su mano izquierda y lo escucho repetir aquellas palabras que me dijo por teléfono.
—Es un buen discurso, confía en mí. Soy más lista que tú.
Suelta aquella hoja cuando escucha mi voz y se da la vuelta para mirarme, sus ojos verdes brillan por la emoción y sus brazos se abren casi de forma automática hacia mí y yo no dudo en correr hacia él y abrazarlo con fuerza.
Hay veces en que no nos damos cuenta de que lo único que necesitamos es un abrazo, no consejos o palabras de aliento, nada de promesas, solo un abrazo y este es uno de esos momentos. No me había dado cuenta de lo mucho que había extrañado los abrazos de mi hermano.
—Te extrañé tanto, Ander.
—No más que yo, hermana, créeme que no más que yo.
Toda nuestra vida hemos sido los dos en todo, cubriendo la espalda del otro y ayudándonos mutuamente a seguir adelante. Soportando los gritos de papá y sus momentos de ira cuando tomaba demasiado. Tratando de sobrellevar a la nueva niñera de la semana porque nunca duraban, mi tía Clarissa, la madre de Julia dice que es porque mi padre se acostaba con ellas y después las despedía. Creo que ella tiene razón.
Mi tío Emilio es el mayor de todos mis tíos y él, como hermano mayor, siempre está reprendiendo la actitud de mi padre. Pero mi padre no escucha y si lo hace, no le interesa cambiar.
—No puedo creer que te vayas a casar.
Miro alrededor buscando de donde viene aquella música clásica que Ander tanto le gusta escuchar y veo el pequeño parlante junto a una jarra de agua.
—Y yo no puedo creer que esperé tanto para pedirle a Sadie que se case conmigo.
Recuerdo la llamada que me hizo para hablarme sobre el instante en que supo que quería ser el esposo de Sadie, también recuerdo cuando me enseñó el anillo, el desastre en su habitación mientras intentaba escribir una buena proposición.
Me sentí mal por no estar a su lado en aquellos momentos.
¿A quién más tenía Ander? A nadie, estaba solo haciendo todo eso. Yo debí estar a su lado.
—Lamento no haber estado contigo.
—No lo lamentes, estabas siguiendo tu sueño y me estabas haciendo sentir orgulloso.
Me da un beso en la frente antes de volver a abrazarme, Ander a veces actúa como si fuera algunos años mayor que yo.
—Bueno, al menos alguien está orgulloso de mí.
—Muchas personas están orgullosos de ti, Nicole.
—Pero no papá, nunca está orgulloso de nada de lo que hago.
—Hermana, no puedes dejar que tus logros se vean menospreciados por nadie y mucho menos por alguien que no ha logrado nada en su vida.
Pero papá había logrado muchas cosas antes que mamá nos dejara.
En el sótano de nuestra casa hay cajas con revistas que hablan sobre él y el gran empresario publicitario que era. Hay recortes de periódico y premios alabando su trabajo. Pero todo eso quedó en el olvido cuando mamá se fue y aquel hombre exitoso que era envidiado por muchos y respetado por otros, es alguien que jamás llegamos a conocer y de aquel hombre no queda ni la sombra de lo que una vez fue.
—No está bebiendo o al menos eso dice —le digo Ander—. Dice que quiere cambiar. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso antes? Siempre prometiendo cosas que no puede cumplir. Pero basta de hablar de él, este es tu gran día.
Me inclino con cuidado de no dañar mi vestido negro y tomo la hoja con el discurso que él botó. Le digo que quiero escucharlo de nuevo y me da una cálida sonrisa antes de empezar a hablar.
Hablamos un poco después de eso hasta que le digo que debo ir a ver como esta Cassian.
—¿Nuevo novio?
—No, Ander. Es solo un colega y amigo.
Le doy una sonrisa antes de salir y dirigirme a buscar a Cassian.
—Dime que mis primas no te enloquecieron —le digo a Cassian cuando llego a su lado—. Son buenas personas, pero están locas.
Él se ríe y mueve la cabeza.
—Se preocupan por ti y es obvio que te quieren, pero sí, están algo locas.
Cassian me empieza a contar las preguntas e historias que le estaban contando, no me sorprenden las preguntas subidas de tono de Willa, las preguntas soñadoras de Alisson y las preguntas protectoras de Julia, así es como son ellas y no podía esperar menos.
Cuando la ceremonia está por empezar voy a abrazar a mi hermano y desearle suerte antes de volver y sentarme en mi puesto.
Una vez que la marcha nupcial empieza a sonar, la sonrisa de Ander crece y me siento tan feliz por él. Sadie camina hacia el altar del brazo de Damián, su hermano mayor y esposo de mi prima Julia. Ella luce magnífica en un vestido de encaje que moldea su hermosa figura.
Recorro con la vista a los invitados por parte de la novia y entonces lo veo, sonriendo de aquella manera que tanto recuerdo, luce igual a como estaba la última vez que lo vi, pero a excepción de aquella vez, él no está solo ahora. Junto a él está sentado una hermosa mujer de piel color caramelo y largo cabello oscuro, que cae en gruesas ondas por sus hombros. Ella es hermosa y ambos hacen una linda pareja.
—¿Cómo está Harry? —le pregunto a Julia.
Hay un silencio al otro lado de la línea y sé que ella se está debatiendo entre contarme aquello o callar y esperar a que alguien más me lo cuente. Pero espero que ella hable porque al parecer nadie quiere contarme nada sobre Harry desde que él tuvo aquella cita.
—Ya sabes que él conoció a alguien.
La voz de Julia es suave pero también algo fría, sé que lo hace para tratar de mantener alejada las emociones, lo sé porque yo hago lo mismo.
—Sí, Claudia, él me lo contó en una carta.
Omito decirle que jamás respondí aquella carta o que desde aquella carta tenía la curiosidad por saber cómo le fue en aquella cita, pero que nadie había topado el tema hasta ahora. Sabía que, si alguien iba a hablar sobre eso, bueno, esa sería Julia.
—Cuando tuvieron su primera cita, nadie creía que eso tenía futuro, no le dimos importancia, lo vimos cómo una cita más, incluso apostamos sobre cuanto iban a durar y nadie apostó por más de dos semanas, pero, Nicole, esto es difícil de decirte. Lo que hay entre Harry y Claudia, no es algo sin importancia. Es serio o eso dice Damián. Willa y Sadie también creen eso. Lo siento.
Es algo serio —me recuerdo—. Lo que él y Claudia tienen es algo serio.
Ya no importa nuestra historia o los recuerdos que tenemos en común.
Nada de eso importa.
Ni siquiera importa lo que sabemos el uno del otro. Como el hecho que conozco los ruidos que Harry Hessel hace cuando llega al clímax, o la forma que aquellos sonidos están grabados en mi mente y me persiguen algunas veces.
Tampoco importa que aún puedo recordar la forma en que sus brazos envolvían mi cuerpo, la forma en que me sentía a su alrededor. O el recuerdo de su olor, el sabor de sus labios y como se sentían contra mi piel y... Nada de eso importa ahora porque Harry está sentado junto a alguien que no soy yo, su brazo está alrededor de ella y no importan los recuerdos que algunas noches me quitan el sueño, Harry ama a la mujer sentada junto a él y lamentable para mí, esa mujer no soy yo.
"Una sola partícula se descompone en dos (o más) fragmentos, que pasan a moverse por separado. Vendría a ser el opuesto de una colisión completamente inelástica."
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