Siete

Dejé los pastelitos en una balda, la más cercana a mí, y empecé a intentar abrir la puerta empujando la manecilla hacia atrás y hacia adelante, pero nada.

Me rendí. Me senté en el frio suelo y empecé a contemplar la pequeña, oscura y cuadrada habitación en la que estaba atrapada, estaba lleno de baldas y en ellas, rebosaban todo tipos de cajas con diferentes cosas dentro, frutas, ingredientes,... Después de tranquilizarme sentada y contemplando el oscuro y pequeño sitio, me volví a levantar y empecé a dar golpes con mis manos, todo lo fuerte que podía y gritando ayuda.

Oí unas pisadas y empecé a gritar más fuerte para que me oyeran y que me ayudarán a salir.

- Jajaja - dijo una voz que me resultó familiar.

- ¡¡¡Ayuda!!!

- ¿Qué tal se está ahí dentro Lucía? - dijo la voz, era...Claudia.

- Mal, muy mal, hace mucho frio, sácame de aquí.

- Oh no no, no te voy a sacar, te lo mereces, jajajaja - dijo Claudia alejándose más y más, hasta que volvió el silencio.

Me senté y empecé a frotarme mis frías manos contra ellas intentando calentármelas y que no se me congelaran.  Me puse más nerviosa al recordar que solo quedaba yo, porque todos se habían ido ya a casa. Estaba atrapada para siempre. No aguantaría toda la noche, no. Era tarde, eran ya las 21.00 y mi madre estaría muy nerviosa, ya que yo no habría llegado a la hora de siempre, pensé viendo en mi cabeza la figura de mi madre moviéndose nerviosa por el salón de mi casa.

De repente oí un ruido de alguien abriendo la puerta de la cafetería, me sobresalté y volví a gritar y a gritar, hasta que noté a alguien intentando abrir la manecilla del frigorífico.

Cuando se abrió la puerta me abalancé a abrazar a la persona que me había abierto la puerta, me di cuenta de que se trataba de... Hugo. Él se sobresaltó. Le di mil gracias por haberme sacado de ese sitio y le conté qué me había pasado.

- Muchas gracias Hugo, muchas gracias - dije abrazándolo con fuerza.

- De nada Lucía, ¿Pero qué te ha pasado?

Le conté todo sin dejarme ni un detalle de lo ocurrido, él se enfadó mucho, creo que más que yo, y me dijo que tenía que hablar con Luis. Me dijo Hugo que era su tío así que sabía dónde encontrarlo. Me llevó hasta el piso de Luis, donde estuve hablando unos cuantos minutos y llegamos a la conclusión de que Claudia iba a ser despedida. 

- Luis, he venido a tu casa, para hablar sobre Claudia.

- Vale, soy todo oídos - dijo Luis sentándose cómodo en su butaca roja.

Le conté todo, como le había contado a Hugo, sin dejarme ni un detalle, porque de ésta Claudia no se libra, pensé furiosa.

- Y eso es todo.

- Vale Lucía, voy a hablar serio mañana en el trabajo y no tengo dudas de que la voy a despedir, gracias por decírmelo - dijo levantándose y acompañándome a la salida de su apartamento, donde me esperaba Hugo.

- De nada - dije yo con una gran sonrisa en la cara.

Yo me puse triste por Claudia, pero después de lo que me hizo, la idea se me fue rápidamente de mis pensamientos.

Hugo me acompañó hasta casa, en el largo camino, hablamos mucho y al de poco me di cuenta de que teníamos mucho en común.

Mientras Lucía y Hugo andaban tranquilamente hacia la casa de Lucía, una silueta negra les miraba sospechosamente, al fijarse mejor se podía contemplar la figura de...Erik.

Erik estaba contemplando a Lucía y a Hugo mientras andaban por las desiertas calles.

- No me lo puedo creer, Lucía está con otro chico al que no conozco, se va a enterar, le voy a hacer la vida imposible.

- Bueno, adiós Hugo - le dije mientras le daba un gran abrazo y me despedía.

- Bueno, adiós, hasta el próximo día - me dijo Hugo dándome una gran sonrisa y poniéndose en rumbo hacia su casa.





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