Capitulo 8: El poli engreído.
—Un gusto por fin conocerte cara a cara, Sydney. —Dice con una sonrisa de lado.
Abro la boca, sorprendida.
—Oh.Dios.mio —Digo lentamente, articulando cada palabra como si mi vida dependiera de ello. —Eres John.
—No, soy Johnny Depp, justo allá está mi ferrari esperándonos para ir al aeropuerto y luego ir a mi mansión en las islas canarias —Dice poniendo los ojos en blanco y no se por qué suelto una risita.
—Me has estado vigilando y tienes el descaro de estar así de tranquilo.
—Este tiempo que he estado vigilando tu aburrida vida solo hacia mi trabajo. Y no te estaba vigilando, estaba protegiendote. Así que... de nada.
—No te debo las gracias, como ya dijiste, solo hacias tu trabajo. Además, mi vida para nada es aburrida —Bufo.
—Mhm, claro —Se la vuelta para marcharse.
—No he acabado de hablar. Si al menos te han enseñado modales espera ahí. Hay algo... Que no le dije a tu jefe. —Detiene el paso y me mira por encima de su hombro.
—Habla.
—Mi novio fue secuestrado.
—Lo sabemos.
—¿Y...? ¿No hacen nada?
—Estamos trabajando en ello, pero por si no te das cuenta, hay cosas más importantes.
—Puede estar casi muerto —Camino vacilante hasta quedar frente a él
—No creo —Fija su vista en mi.
—¿Qué? ¿Como que no crees? Vuestro trabajo es atrapar a los malos y...
—Se que no es momento pero... Eres mucho más bonita de cerca —Abro los ojos exageradamente poniendo mala cara.
—¿Pero a ti que rayos te pasa? —Me cruzo de brazos, enarcando una ceja.
—Ya no se puede hacer ni un cumplido —Pone los ojos en blanco.
—Tengo novio.
—No se sabe si puede estar casi muerto. —Usa mis palabras en mi contra. Ugh... Odio demasiado que hagan eso.
—¿Qué? Dijiste que...
—Se lo que dije, y baja el tono de voz. Es un tanto chillón, aturde. —Abro los ojos exageradamente.
—Mi voz no es chillona.
—¿Te has dado cuenta del sitio en el que te encuentras? Podría aparecer alguien a robarte. —Me va a volver loca si sigue cambiando de tema tan bruscamente.
—Claro que no, tu estás aquí. Te usaría de escudo y luego saldría corriendo.
—Cuanto amor en tus palabras. En fin, confías demasiado en mi. Ni siquiera me conoces.
—Me has estado "Protegiendo"- Hago comillas con los dedos —todo este tiempo y mirame, sigo vivita y coleando.
—Ve a casa y descansa. Es tarde.
—Yo hago lo que quiera. Es mi vida...
—... La que corre peligro. Si quieres te dejo aquí sola —Da un paso hacia mi.
—Se defenderme solita —Le sonrío.
—Como lo estabas haciendo cuando esos tipos te agarraron.
Abro y cierro la boca. No me iba a dejar intimidar por este Poli creído.
—Me pillaron desprevenida, porque si hubiera estado puesta para la cosa hubieran estado ya bien asustaditos.
—Mhm —Se limita a decir.
Idiota.
Está bien bueno.
¡Que tengo novio!
Claro... novio... te recuerdo que te pidió un tiempo y eso... prácticamente es romper.
Ignorando las idioteces de mi consciencia vuelvo mi mirada hacia el chico que está justo delante de mi.
—Me iré —Digo, firme.
—Te acompañaré. Quien sabe si te encuentras con alguien más e intenta pasarse.
—Eso no pasara —Digo apuntándole con el dedo.
Noto como una rápida mueca cruza sus labios.
—¿Estás bien? —Pregunto, alarmada.
—Si.
—No te creo ¿Te pasa algo en el brazo? —Digo al ver que se lo sostiene con la mano libre.
—Dije que no, estoy bien. Solo camina a tu casa, yo te sigo.
—Sili quimini i ti cisi, yi ti sigui. Yo hago lo que quiera, y si ahora mismo comienzo a caminar hacia mi casa, es porque yo quiera, no porque tú me lo hayas pedido. —Veo como una pequeña sonrisa se forma en sus labios antes de levantar una mano en señal de rendición.
Camino hacia mi casa, muy digna y siento como él camina detrás de mi.
Ok, esto es incómodo. Me siento rara.
Ya te digo...
Oh my god, primera vez que coincidimos. Esto merece una celebración, invitalo a que suba a casa.
¿Qué? No.
—¿Para dónde vas? Ya llegaste.
Estaba tan sumergida en mis propios pensamientos que no me percaté de que habíamos llegado ya.
—Cierto, sabes donde vivo, seguro que hasta sabes de que sabor es mi pasta dental.
—Miel
—¿Pero qué...? ¿Has entrado a mi casa? —Abre la boca pero no le dejo hablar —Eso es muy rastrero ¿En qué momento fue?
Digo muy indignada, mientras él se queda ahí, mirándome como si fuera un bicho raro.
Suspira.
—Anda, entra.
—¿Por qué no abres tú? Seguro que hasta tienes las llaves. —Digo con mala cara.
—No las traigo conmigo.
–Oh dios mio. —Digo, molesta, mientras él se encoje de hombros, indiferente.
Subo las escaleras sin volverlo a mirar cuando escucho un quejido de su parte. En ese momento algo hace que me pare.
—¿Qué te pasa? —Digo aún de espaldas. Él no contesta nada —Te he preguntado algo, maleducado —Cuando me giro veo que él está subiendo las escaleras.
—Me han disparado en el brazo. Ahora... ¿Puedo pasar?
—¿Y... Te duele? —Digo bajando un escalón, mirándole el brazo.
No, lo más seguro es que sienta un alivio tremendo.
—No, solo siento un alivio tremendo.
¿Y si nos casamos?
—Pregunta idiota, lo sé —Murmuro. Alza una ceja y cierro los ojos con frustración —Pasa, claro. Te puedo ayudar con... ¡Hey! —El muy descarado ya está frente a la puerta.
—Puedo arreglarlo solo. Lo que me hace falta son unas vendas y desinfectante para que no se infecte la herida.
—Um... Claro —Subo los escalones restantes y abro la puerta.
Entro y me resive un frío intenso.
—Veo que no has arreglado la calefacción. —Se dirige al baño como si fuera su propia casa.
—¿Si tanto conoces de ella por qué no la arreglas tú? Parece tu propia casa. —Digo cerrando las ventanas y encendiendo la calefacción, la cual no hace mucho por calentar la casa, la verdad.
Veo que John sale con las vendas y el pomito de desinfectante.
—Veo que lo encontraste —No responde, simplemente se sienta en el sofá y se mira la herida, la cual está en la parte exterior del brazo izquierdo. —¿Necesitas ayuda?
—No, gracias.
Al menos da las gracias.
Me siento en la encimera mirando como se cura la herida.
—Esto es raro. Estoy en mi casa con un completo desconocido, el cual hasta hace unas horas fue que supe de su existencia y que está bueno. —Digo eso último sin pensar y casi le suplico a Diosito que me tragara la tierra en este instante. –Digo... mjm... que es raro y algo incómodo. Resulta que no tengo muchas visitas así y... mjm... no estoy acostumbrada ¿Te imaginas que entre Nolan por esa puerta? Se pondría muy celoso, a pesar de que tú y yo no somos nada. Porque... no lo somos, ni te conozco prácticamente. —Digo todo tan atropelladamente que a penas se me entiende.
¿Por qué de repente estoy tan nerviosa? Solo es un poli engreído al que debo soportar un poco para no morir.
—Gracias por eso de que estoy bueno —Dice dándome una miradita rápida de reojo.
¿En serio solo se fijó en eso?
—¿Y sabes todo de mi? —Decido cambiar de tema al notar el rumbo de la conversación.
—Supongo que lo suficiente como para saber lo nerviosa que te encuentras en este momento, ya que no dejas de mover los pies y de jugar con tus manos. También que estás aguantando con todas tus fuerzas las ganas de insultarme.
—Pf... todo eso es mentira. Que sepas que haces muy mal tu trabajo.
Ok, es verdad lo que él estaba diciendo pero no lo iba a admitir. O sea, never.
—Claro. Cómo tu digas. —Dice con tono burlón y no decimos más nada.
Pasan los minutos en los que mi aburrimiento crece a sobremanera. Estoy sentada en el sillón al lado del sofá donde se encuentra John curandose la herida, concentrado. Desvío la mirada y la dirijo al techo.
—Listo —Lo miro y veo que se ha puesto de pie.
—¿Te vas? —Pregunto y asiente.
De momento me entra un miedo que hace que mi piel se ponga de gallina, gracias al recuerdo de la persona del techo. Abro y cierro la boca constantemente, sin saber que decir.
—¿Qué pasa? —Pregunta.
—Nada.
—Te pasa algo, ¿verdad? —Pregunta a un paso de abrir la puerta. —Se que alguien te ha estado vigilando y que ha estado cerca hoy, Finn me lo ha dicho. Es eso... ¿Quieres que me quede? —Frunzo el ceño ante la extraña petición. Bueno, no me siento muy segura después de eso pero... ¿Decirle que se quede a dormir en casa?
—Em... Yo...
—Bueno chao —Dice dando la vuelta.
—No, espera. —Digo y se detiene —Puedes quedarte ¡Pero duermes en el sofá! —Agrego rápidamente.
—He dormido en lugares peores, créeme.
—Vale, te traigo una manta. Ahora vuelvo.
Busco una buena manta en el armario de mi habitación cuando veo que la ventana está abierta. Yo no la había dejado así... ¿cierto?
—John —Al ver que no responde vuelvo a llamarle- ¡John!
—Dime. —Se apoya en la puerta con el brazo bueno.
—Tú que sabes tanto de mi —Comienzo sin apartar la mirada de la ventana —¿Yo dejé esa ventana abierta cuando salí esta tarde? —Noto como se pone a mi lado. Cuando levanto la cabeza para mirarlo, veo que está mirando la ventana con el ceño fruncido.
—No, definitivamente no. Después de que fuiste a reunirte con el jefe entré a vigilar que todo haya estado bien y esa ventana estaba cerrada.
—Vale, me siento mucho más segura ahora —Digo con sarcasmo y moviendo las manos exageradamente.
—Si estoy aquí nada te pasará —Dice pasándome la mano por la cabeza antes de salir de la habitación, dejándome confusa —Cierra la bien ventana.
Le hago caso y me acerco a la ventana para cerrarla. Ya bien asegurada salgo del cuarto para entregarle la mantita.
Está sentado en el sofá principal con un IPhone 12.
Mood: Experimentando envidia.
—Ten —Le entrego la mantita.
—¿Hanna Montana? ¿En serio? Wow Sydney, digno de aplaudir. —Dice dejando el teléfono a un lado y mirándome con una ceja enarcada.
—Es mejor que nada. —Digo poniéndome roja, por alguna extraña razón —Si quieres me la llevo y te quedas a dormir sin nada con el frío que hace. Aunque... según yo va bien con tu personalidad. Fíjate que hasta los shipeo.
—Demasiado sarcasmo en una sola frase. —Frunce el ceño negando con la cabeza.
—Mira quien habla, Don ironías, ¿No es así, Johnny Depp? —Digo haciendo énfasis en las dos últimas palabras.
—Supéralo.
-—Eres insuperable. —Mierda, ¿que me pasa? —La... la frase. Es que... es pegadiza.
—Por supuesto.
—Ok.
—Pues vale.
—Pues hasta mañana.
—Pues chao. —Me giro bruscamente dispuesta a entrar a mi habitación —Syd, si notas algo raro me avisas. —Escucho que dice a mi espalda.
—Prefiero suicidarme. —Digo antes de cerrar con un portazo, muy digna.
Me tiro en la cama, sin poder quitar el ceño fruncido. Es un pesado, idiota y engreído
Justo como me gustan.
No, a mi me gustan los chicos buenos, como Nolan.
Venga ya, eres como eres, Sydney. Tienes un carácter jodidamente fuerte, ahora mismo no te vendría nada mal alguien así, que sepa como dominar hasta tu lado nada sumiso.
Pues lo siento por ti, mente pervertida, pero yo con ese hombre no quiero nada.
Corrección: mente sexyyy y claro... no quieres naaada.
Borro esos pensamientos de mi cabeza y me pongo mi pijama. No pasan ni diez minutos cuando noto que el sueño me vence.
***
Un fuerte ruido hace que me despierte de golpe. De un brinco me levanto de la cama y casi me da un patatús al ver a John abriendo la puerta de mi habitación, con semblante preocupado.
—¿Estás bien? —Pregunta mirándome de arriba hacia abajo.
—Si pero... ¿Qué fue ese ruido? —Pregunto encendiendo la lámpara de noche y caminando hacia él con paso lento.
—No lo sé, solo quédate aquí. Ahora vuelvo. —Asiento.
Sale de mi habitación cerrando la puerta. Luego de unos minutos en los que no se escucha nada fuera, se escucha el mismo ruido pero de una forma más... fuerte.
¿Y si está en problemas? Está herido y débil.
Deberíamos ayudarle.
Reuniendo todo el valor que tengo dentro, abro la puerta. Me detengo justo delante de esta al ver la imagen que tengo delante.
—John...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top