Capítulo 3: Mucha sangre para mis preciosos ojos...

No puedo respirar.

Todo da vueltas a mi alrededor.

Necesito... Aire.

Inhala y exhala, Sydney.

Tomando una bocanada de aire y sin saber de donde saco las fuerzas, me pongo de pie. Un dolor en las rodillas al estar tanto tiempo en el duro pavimento hace que suelte un quejido, aunque lo ignoro categóricamente al recordar la situación en la que me encuentro.

Miro hacia todos lados y mi corazón se comprime al ver en el suelo un pequeño rastro de sangre. Paso por su lado y entro a casa en busca de mi celular y un abrigo.

Rápidamente salgo y aseguro la casa cerrando la puerta y todas las ventanas.

Comienzo a caminar hacia la estación en silencio, pensando en todo lo que en tan poco tiempo había pasado. La calle está tan sola que de vez en cuando me da la sensación de que alguien está detrás de mi, siguiéndome o vigilándome, aunque siempre que me giro me llevo el alivio o la decepción de ver que no hay nadie.

Me acomodo el abrigo y sigo mi camino, agradeciendo mentalmente que la comisaría no está tan lejos de mi casa. Al llegar, noto que la puerta está cerrada con seguro por dentro, así que toco varias veces hasta que una mujer bajita con el pelo rizado, que si no fuera porque la conozco en persona diría que es la madre de Nolan, gracias a su gran parecido, abre la puerta.

—B-Buenas. Yo... Necesito ayuda.

—¿Qué sucedió? —Dice con voz dulce que en cualquier otro momento hubiera llegado a tranquilizarme.

—Se-secuestraron a mi novio. 

Frunce el ceño mirándome extrañada.

—Pasa. —Dice haciendo un ademán con la mano para que la siguiera y nos detenemos al llegar a un pequeño cuarto de declaración (según mi conocimiento sobre ello gracias a las pocas pelis de acción que he visto) —Espere aquí, avisaré a mi superior para que venga a tomarle declaración ¿Usted está bien?

Asiento y antes de salir me dedica una sonrisa amigable.

Me siento en una de las sillas que hay e inconcientemente comienzo a jugar nerviosamente con mis manos. Desde pequeña lo hago cuando los nervios me atacan. De alguna forma... Hace que mi mente se libere un poco del estrés y me relaje ligeramente.

Luego de unos minutos sin tener respuesta por parte de la chica o de su superior, me pongo de pie, decidida a pedir la hoja de reclamaciones o a quejarme de una forma menos... Profesional. Sonrío internamente al imaginar el numerito que formaría, aunque la sonrisa interna se borra al instante y en su lugar se instala un sonoro y aterrorizado ¿Pero qué mierda...?

—Ayuda... Por... Favor. —Dice la misma mujer de antes en un aludido de voz.

Respiro agitadamente mientras la relajación de antes se va en cuestión de segundos y me agacho a su lado, tratando de una forma bastante inútil de que la sangre dejara de salir poniendo mis manos en la herida.

—¿Qué pasó? ¿Quién... Le hizo esto? —Digo mirando con espanto el agujero en su estómago del cual cada vez sale más sangre.

Mucha sangre para mis preciosos ojos...

—No... No lo sé. Duele mucho. —Dice mientras a su vez una lágrima baja por su mejilla.

—Me imagino como te debes estar sintiendo. Seguramente como la mierda, ¿eh? —Veo como una pequeña sonrisa aparece en su rostro pero la borra rápidamente al sentir nuevamente el dolor. —Estarás bien...¿Dónde están los demás?

—Muertos... Me duele mucho. —Cierra los ojos con fuerza mientras se retuerce.

—Mírame. Te llevaré al hospital, pero me tienes que ayudar, ¿vale? No podré levantarte sola. —Asiente débilmente —Buscaré un auto fuera. Yo... Quédate aquí. No... No te muevas

Me mira con cara de ¿Tú eres idiota o qué te pasa? Antes de asentir con la cabeza.

—Ten cuidado. —Me dice finalmente.

Asiento.

Al llegar al lobbit siento un fuerte dolor de cabeza a la vez que imágenes sangrientas pasan por mis ojos.

Doy un corto paso hacia delante.

El fuerte olor metálico hace que cubra mi nariz. Hago un fuerte esfuerzo por no cubrir mis ojos al ver los cuerpos ensangrentados de los policías.

Joder, esto es jodidamente retorcido.

Doy un paso más.

Los dos guardias que custodiaban cuando llegué tienen una horrible marca en su cuello, por lo que me doy cuenta que la causa de su muerte fue degollamiento ¿Qué mierda...?  Los otros cuatro están sentados en su puesto de trabajo y tienen numerosas heridas en diferentes partes de su cuerpo.

Bajo la mirada. No puedo seguir viendo la escena sin que unas horribles ganas de vomitar se apoderen de mi.

Doy tres pasos más, cada vez más cerca de la puerta.

¿Cómo alguien puede hacer esto en una comisaría? ¿Cómo pueden ser capaces de matar a personas que estaban trabajando tranquilamente sin hacerle daño a nadie? Pero lo más extraño es que yo estaba en uno de los cuartos de interrogación más cercanos, ¿Por qué no me hicieron daño?

De un momento a otro me encuentro buscándole la lógica y el por qué a esta situación. Solo fueron minutos los que estuve ahí, alguien pudo entrar y comenzar a apuñalar a todas estas personas, ¿pero cómo no hicieron nada? Ellos tienen pistolas, mientras que no escuché ningún disparo que diera indicio de que los que los mataron usaron pistolas, lo que significa que era más de uno y...

¡Centrate! Tienes que ayudar a una mujer que está desangrándose a unos metros detrás de ti, ¡te necesita!

Intento tranquilizarme. Al no poder lograrlo, reúno fuerzas y termino de recorrer la distancia que me separaba de la puerta. Salgo de la comisaría, tomando una gran bocanada de aire, sintiéndome un poco más tranquila al sentir como el frío de la noche acaricia mi piel.

Me percato de que todo está muy oscuro, por lo que gracias al apuro llego a tropezar unas dos veces sin saber muy bien con qué.

Con dificultad chequeo una fila de autos en busca de alguno que milagrosamente esté abierto. Después de varios intentos fallidos y de que mi paciencia se agotara de muchas maneras posibles, abro el siguiente. Escucho como en mi mente suena una musiquita angelical cuando este abre. Suelto un suspiro de alivio y vuelvo dentro con la nariz tapada, donde se encuentra la mujer medio dormida. Rapidamente me agacho a su lado.

—No, no, no. No se duerma. Ya estoy aquí, ¿ok? Estás a salvo. Yo... La levantaré a la cuenta de tres. Tiene que ayudarme y poner de su parte hasta llegar al auto, ¿vale? —Asiente débilmente —Vale pues, uno, dos y...

—¿Pero qué....?

Giro la cabeza casi tan mecánico como la niña del exorcista y me pongo a la defensiva al ver a un chico con un uniforme de policía justo a lado nuestro, con cara de espanto.

—¿Quién eres? —Le pregunto. Me pongo delante del cuerpo casi inconsciente para protegerlo con el mío.

—¿C-chic? —Escucho decir en un susurro a la mujer.

—Joder, Eva ¿Qué...? —Dice Chic.

—Mira, no tenemos tiempo para presentaciones, ¿vale? No sé lo que pasó. Tampoco confío en ti —Apunto a Chic —Pero necesito tu ayuda para trasladarla a un auto y llevarla a urgencias, ¿me entiendes?

—Yo... Claro.

Entre los dos la cargamos y la llevamos al auto. Al ponerla en la parte trasera de forma cómoda, me monto en el asiento del conductor y miro al chico con una ceja enarcada.

—¿Te quedarás? Lo mejor es que entres, no se sabe si el asesino sigue suelto. Seguro es más de uno. Si te quedas morirás.

—Yo... Tengo que llamar a las otras comisarías para comunicarles lo que sucedió. Lo mejor es quedarme por aquí para revisar los alrededores. Estaré bien.

—Puedes llamar por el camino —Mi paciencia se está agotando. —Te necesitamos.

Eso último parece convencerlo, ya que le da una última mirada a donde ocurrió todo y entra al auto.

Enciendo el motor y arranco. No soy la mejor conduciendo, así que complicaciones, se dieron.

—¿Entonces no vieron quien lo hizo? —Pregunta Chic.

—Aquí el interrogatorio lo hago yo. —Digo mirándolo de reojo.

—Pero el policía soy yo.

—Pero yo no confío en ti.

—¿Y crees que yo en ti si?

—Callaos la boca, me duele todo y sus voces lo que hacen es que me de más dolor de cabeza.

Aprieto la mandíbula reprimiendo las ganas de decir algo y noto que lo mismo hace Chic.

—Estaba en el baño, ¿ok? No escuché absolutamente nada. Estaba de guardia esta noche y pues me entraron ganas de hacer... ya tu sabes. Estaba tranquilamente con mis audífonos puestos... —Los saca de su bolsillo, mostrándomelos —Escuchando un concierto de Diosa Taylor. Yo... No escuché nada, en serio. Fue todo tan rápido y raro.... —Dirijo una mirada hacia él nuevamente.

—Lo sé. —Miro por el espejo y veo que Eva se está quedando dormida nuevamente —No dejes que se duerma.

—¿Eh? —Sigue mi vista hasta llegar a ella y asiente frenéticamente —Ah si... Claro.

Sigo conduciendo en silencio, interrumpido por las veces que Chic le llamaba la atención a Eva cuando tenía intenciones de quedarse dormida. Eva, la chica que habíamos salvado. Me siento tan Wonder Woman...

Deja de pensar en eso y concéntrate.

De un momento a otro comienzo a ver todo borroso. Pestañeo varias veces tratando de enfocar mejor el camino, aunque sin éxito.

—¿Estás bien? —Pregunta el chico.

—¿Sabes conducir? —Pregunto, desconfiada.

—Claro.

—Conduce tú. No me siento bien.

Parqueo el coche y cambiamos de lugar.

—¿Seguro sabes? —Pregunto al ver que mira todos los botones y el volante con mala cara.

—Si, bueno... Más o menos. —Arranca torpemente.

Perfecto, simplemente perfecto.

Luego de unos minutos llegamos al hospital, donde nos esperaba una camilla en la entrada con dos médicos con expresión de apuro.

Eso es muy raro. Nosotros no avisamos que íbamos al hospital debido a los nervios del momento... ¿Quién lo habrá hecho?

A penas abrimos la puerta trasera los médicos vinieron y entraron a Eva con apuro para la zona de urgencia. Mientras, yo me quedo sentada en el asiento del coche, pasando mis manos por mi cara debido al estrés. Estaba sudando a sobremanera.

—¿Quieres ir a comer algo en el comedor? —Me pregunta Chic.

—No creo que esté abierto. Son las... —Saco mi teléfono del bolsillo de la chaqueta —4:07 de la madrugada. Yo creo que lo mejor será entrar para esperar noticias de Eva.

—Em... Claro, vamos.

                                         ***

Llevo dos horas esperando en una de las incómodas sillas de metal del hospital. Son las 6 de la mañana y los doctores no han salido a darnos noticias.

Giro la cabeza y veo a Chic, el cual está durmiendo tranquilamente a mi lado. No puedo decir lo mismo de mi. No he pegado ojo en todo el día desde que desperté en el hospital. No me siento nada bien, supongo que es por el hambre y la sed de no haber consumido ningún alimento ni agua en horas.

Chic había llamado a todas las unidades y le dijeron que no había pasado nada igual en ninguna de las comisarías de la zona, lo que me hace pensar que no fueron manifestantes. Estos tiempos están difíciles y hay gente que para asustar y ganar atención hacen cualquier cosa.

Al ser los únicos sobrevivientes teníamos que ir a declarar en estos días, ya que somos posibles sospechosos. A pesar de que es algo serio... No es lo que más me preocupa en este momento.

Con todo este lío me olvidé de mi nov... De Nolan. Debe de estar asustado. Esos tipos se veían de todo menos amigables...

Algo dentro de mi se remueve y se lo atribuyo al hambre. Tenía sed. Y hambre, mucho hambre.

Me pongo de pie y comienzo a caminar hacia el comedor para ver si ya lo abrieron y pueda comer algo.

A medida que doy un paso, siento como el pasillo cada vez que se hace más largo. Es... Una sensación muy rara. Como la que tuve antes en el auto. O peor, la de cuando estaba caminando hacia la comisaría y sentía que alguien me seguía. Así me siento ahora.

No puedo evitar detenerme, respirando agitadamente y sintiéndome mareada. Mi vista juega en mi contra como en el coche y siento como cada vez la sensación de persecución crece. Luego de unos segundos de tomar bocanadas de aire exageradas, me giro. Trato de agudizar mi sentido óptico lo mejor que puedo para ver de que se trata, aunque bueno... Sin éxito alguno, por lo que lo único que logro ver es una sombra, no mas que eso, ya que mi vista se nubla cada vez más hasta el punto de ver todo negro.

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