Capítulo 15: ¿Lealtad entre hermanos psicópatas? Puras patrañas...
Suelto un grito cuando sin remordimiento cuando me agarra por el cuello del vestido.
-No volverás a llevarle la contraria ni a levantarle a la voz a tu padre, ¿cierto? -Asiento con la cabeza mientras lágrimas salen sin control por mis ojos-) -Te hubieras ahorrado todo esto, toda esa sangre y ese dolor en tu cuerpo si te hubieras callado la boca. Ya tuvimos esta conversación, Sydney -Dice bajandome e involuntariamente mis rodillas fallan y caigo al suelo -Lo mejor es que te quedes callada, así evitas cualquier conflicto con él. Escucha y presta mucha atención, -De repente su voz suena calmada y sobreprotectora -él nunca te pondrá un dedo encima. Nunca. Él tiene una furia dentro que lo carcome, tiene que ver sufrir a la gente. Él pasó por mucho con la pérdida de tu madre y tus hermanos. Eres lo único que le importa, si tu estás tranquila, él no mandará a nadie a que te haga daño para que caigas en razón.
-Yo solo quiero volver a casa, Josef. -Sigo con mi llanto.
-Lo sé.
¿Por qué de repente lo siento tan sobreprotector conmigo?
-¿Por qué lo haces? -Me aventuro a preguntar, levantando la cabeza y mirándole a los ojos.
-Es mi hermano.
-Eso no responde la pregunta.
-Si que lo hace, como familia nos debemos lealtad infinita.
-¿Y yo que soy? ¿Tu perro? Porque te recuerdo que soy tu sobrina.
-¡Pero he estado planeando este puto plan con él desde hace años!
-Años -Repito, incrédula.
-Si y... basta de preguntad. Llamaré a los chicos para que te escolten a tu habitación. Debes limpiarte las heridas y prepararte para la cena.
-¿Por qué hoy?
No me responde, simplemente llama a un guardia y me llevan al cuarto. Me empujan hacia adentro y caigo de rodillas.
Lentamente me pongo de pie y camino hacia mi cama. Me tiro en esta y me permito relajarme unos minutos. Todo mi cuerpo duele.
Me pongo de pie torpemente y me dirijo al baño. Necesito una ducha calentita. Cuando entro, veo una nota en el lavamanos. La abro y comienzo a leerla:
Hola princesa, estoy muy triste por como me hablaste esta mañana. Espero que lo arreglemos todo en la cena, no quiero estar enfadado contigo ni que tu lo estés conmigo. Para que aprendas que a tu papá no se le puede levantar la voz, por hoy te bañarás con agua fría como la otra vez. Te quiero mucho, princesita.
Oh, no.
Dejo la nota en el mismo sitio y giro el grifo de la ducha. Suspiro pesadamente cuando el agua fría impacta contra mi mano (Y cuando digo fría, es congelada) No es la primera vez que me pone este castigo, a parte de dejarme a cargo de Josef y sus hombres, claro.
Me quito la ropa y con ambos puños apretados entro a la ducha. El recibimiento fue lo peor. El agua está demasiado fría, lo que hace que mi atención se desvíe del dolor de la tortura a esta.
Sin poder aguantar mucho más, salgo y me envuelvo en una toalla. Mi respiración está acelerada. La anemia se ha estado controlando en estos meses. Cada vez son menos los efectos de la enfermedad, aunque si sigo con este ritmo de vida la espero nuevamente con los brazos abiertos. Por cierto, los síntomas solamente me dan cuando pasan este tipo de cosas, así que eso es casi todos los días.
Salgo del baño y me encuentro un vestido azul floreado encima de la cama.
Al menos es de tu talla y no la de una niña de 8 años.
Me pongo el vestido y me sitúo frente al espejo. Mi cabello ha crecido bastante y notorias ojeras aparecen debajo de mis ojos. Mis labios están muy secos y estoy exageradamente pálida. Me hago un moño alto con una liga y me pongo unas sandalias.
Me siento en la cama, sin nada más que hacer. Me miro las muñecas, las cuales están rojas por las cadenas y me paso las manos por estas lentamente, como si eso fuera a mejorar el dolor. Las cortadas de las pinzas de la tortura casi no se ven, lo que por parte es bueno, ya que no quiero que Jason se ponga de hipócrita luego de haber sido él quien mandó a su hermano a hacerme esto.
Abren la puerta de la habitación y entra Josef.
-Que hermosa, sobri. -Dice al entrar. Cuando ve que no le respondo, agrega- Vámonos, Jay-Jay nos espera.
Asiento y me pongo de pie. Toma mi mano y me lleva hacia el comedor. Giro la cabeza y veo a dos hombres fuertes detrás nuestro.
-¿Hay necesidad de que me vigilen todo el tiempo? -Pregunto seria.
-Hay que prevenir, hermosa Sydney. -Dicho eso, abre las puertas del gran comedor de la mansión de Jason.
Entramos y finjo mi mejor sonrisa.
Como en los viejos tiempos.
-¿Cómo está la princesita de papá? Que guapa, por cierto.
-Gracias, pa, estoy... Muy bien.
-Hola a ti también, hermanito -Dice Joseff. Al ver que Jason no le responde nada, voltea los ojos y se encamina a una de las sillas. -¿Qué esperas? -Se gira hacia a mi -Siéntate. -Rápidamente le hago caso. No es bueno llevarle la contraria a mi ti... A Josef.
-En un momento servirán la cena. He mandado a preparar tu plato favorito, princesa... -De repente una sonrisa verdadera de forma en mi rostro, ¿Mandó a preparar Espaguetis? -Arroz con pollo y papas -Disimulo la decepción en mi rostro y en su lugar sonrío aún más.
-Gracias -Digo en un susurro.
-¿Y mi plato favorito? ¿No lo pediste? -Pregunta Josef haciendo pucheros. Dirijo la mirada a Jason y veo como hace una mueca.
-No.
-Se nota el cariño que me tiene, ¿No es cierto, sobri?
-Yo.... -Me encojo de hombros y ellos se comienzan a reír.
¿Se están riendo de ti?
Si, chica.
Entran unos cinco meseros al comedor y arrugo mi entrecejo ¿Por qué tanta comida? Solamente somos tres.
-¿Viene... Alguien más a la cena?
Veo como la sonrisa de Jason se acentúa.
-Es una sorpresa. No te puedo decir -Dirijo la mirada a Josef en busca de ayuda, pero él está ocupando mirándole el culo a una camarera.
Con el rabillo del ojo veo como un camarero se sitúa delante de mi para poner algunos platos. Levanto la mirada y contengo la respiración cuando me doy cuenta quien es.... Es él... John.
Al sentir mi mirada sobre él levanta la cabeza de la mesa y la posa sobre mi, siento como un nudo se forma en mi garganta cuando me da una sonrisa de lado y me guiña un ojo disimuladamente.
Aparto la mirada y siento como lágrimas de felicidad y de alivio se forman en mis ojos, pero las contengo.
Sabía que vendría por mi.
Con una sonrisa (esta vez de verdad) levanto la cabeza y le saco un tema cualquiera de conversación a Jason.
Sé que ya no estoy en peligro. Y es que, hay veces, que cuando la sombra te persigue, lo único que puedes hacer es ignorarla o temerle ¿Qué podría hacerte tu sombra? Nada. Pero, ¿Qué podría hacerte la sombra de alguien más? Yo no opto ni por temerle, ni por ignorarle, porque él es mi sombra, yo confío en John Evans.
Dirijo una cucharada de la comida a mi boca, mientras asiento por algo que dijo mi padre.
-Tito, pa, voy al baño. Ahora vuelvo -Digo poniéndome de pie.
Camino mirando a todos lados para ver si encuentro a John, pero no tengo éxito.
Entro al baño y cierro la puerta. En ese momento me dejo derrumbar. Me pongo frente al espejo y puedo ver claramente como lágrimas caen por mis mejillas, humedeciendolas. Me siento en la tasa mientras pienso en todo lo que ha pasado en estos dos meses. Las torturas constantes, los juegos, el hecho de tener un padre pendiente a mi que es un psicópata. Mi tío que me tortura sin remordimiento y que para colmo bromea con el tema. Todo eso quedará marcado en mi para toda la vida.
Seco las lágrimas y me pongo de pie frente al lavamanos para echarme agua. Lo hago durante un segundos para calmarme, aunque me detengo abruptamente cuando escucho un fuerte ruido que me hace soltar un brinco.
Disparos...
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