D i e c i o c h o

Capítulo 18

El 90% de los vivientes odiaban la llegada de la mañana de un lunes. El profesor de historia parecía ser el que más sufría con el arribo del lunes, en especial porque tenía que escuchar la voz de pito de Fanny, quien no perdía oportunidad para quejarse de cualquier cosa durante su cátedra.

—¡Profesor! ¿Por qué no repasa más la Segunda Guerra Mundial en vez de la Tercera?

Risas silenciosas.

—Fanny, la Segunda se estudió el año pasado. Y no se llama "Tercera", se llama Guerra Fría —contestaba fríamente, agarrándose la frente con ambas manos en un intento por no exasperarse. Violet estaba segura de que él tomaba una pastilla para el dolor de cabeza antes de clases y después de clases.

Sin embargo, el profesor de historia no era el único que empezaba con el pie izquierdo. Violet, apenas había dejado sus libros sobre su escritorio cuando se dio cuenta que sobre la mesa alguien había escrito con plumón permanente:

"Perra bonita".

Y luego tacharon el «bonita» y a su lado escribieron fea. Fanny había sido, no cabía duda, y se lo fue a echar en cara justo antes de que el profesor entrase.

—¿Por qué has escrito eso en mi banco?

—¿Acaso es mentira? —preguntó a su vez, enarcando una de sus cejas, que eran de un rubio un poco más oscuro que su cabello, pero que seguían dentro de la gama del blanco.

—¿Acaso andas diciendo esas cosas de mí a mis espaldas?

—¿Por qué te ves tan sorprendida? —se encogió de hombros y miró hacia su propia mesa, impecable —. De todas formas, no tienes cómo probar que fui yo.

Violet frunció los labios y rápidamente abrió el cuaderno de historia de Stephanie que se encontraba sobre su mesa, sin darle tiempo de reprochar. En cuanto vio una de las páginas, pudo enseguida comparar las letras y darse cuenta que efectivamente había sido ella.

—Es la misma tipografía —le cerró con fuerza el cuaderno, tensando los pómulos —. Prefiero que a la próxima me lo digas de frente. No quiero tener esas cosas que dices sobre mí escrito en mi banco.

Fanny abrió los labios, parpadeando, como si quisiese decir algo o respirar hondo. El profesor llegó entonces, arruinando todas las ganas que tenía de insultarla.

—Vuelve a tu asiento, koala en celo —solo pudo ordenarle.

Asqueada, la muchacha volvió a su puesto, sin poder evitar ver esas horribles palabras escritas con plumón negro. Con saliva intentó quitar el horrible sobrenombre que ella había escrito, pero todo pareció quedar peor. Incluso Kris intentó ayudarla mojando sus dedos con saliva también.

—Es inútil —masculló, abriendo el libro y tapándolo con éste.

Pasar el día en la escuela con un «perra» escrito en la mesa no era muy alentador, menos cuando había que prestar atención para las semestrales. Casi podía oír el insulto en la boca de todos los profesores al dar su cátedra.

—La clase pasada, hablamos de "Perra" Neruda y leímos uno de sus "perras" de amor. ¿Lo recuerdan? —el apuesto profesor se paseaba por los asientos —. Es uno de mis "perras" favoritos. Ahora, ¿qué significado le pueden dar al verso: "Te amo como se aman ciertas cosas oscuras"?

"Joder. No estoy entendiendo nada", pensó, mirando su lápiz.

—¿Violet?

—Perra —susurró para sus adentros.

La clase se giró hacia ella de golpe.

—¿Sí, Violet?

—¿Ah? —sacudió la cabeza, sintiendo un calor en las mejillas —. Este... ¿el orgullo de amar?

—¿Es una pregunta o una respuesta?

Violet se tocó sus mejillas coloradas como fresas.

—Respuesta.

—Bien —afirmó categóricamente. Se llevó el dedo índice sobre su labio superior, pensativo —. Justifica tu respuesta.

La clase entera se había vuelto a verla, lo que la ponía aún más nerviosa. Ella se limitaba a mirarse los nudillos, porque detestaba hablar en público y también detestaba el hecho de haberse distraído con el sobrenombre de Fanny cuando la clase hablaba de algo tan bello como los poemas de Neruda.

—Bueno, Neruda habla de amar sin saber cómo, ni cuándo, ni dónde. Sin problemas ni orgullo —tragó saliva con dificultad y se giró a ver a su compañero de puesto. Él le sonrió casi con ternura —. Nunca nadie ha expresado el amor de manera más sentida.

—¿Tú también piensas lo mismo, Kris? —preguntó el maestro.

—Bueno, como dice Violet, cuando se logra amar sin problemas, ni orgullo, vale la pena amar y ser amado —dijo, implacable.

El profesor asintió, totalmente de acuerdo.

—Sí. Y como dije la semana pasada, uno no se detiene a pensar lo que es el amor. Uno lo vive. ¿Recuerdan?

Asintieron, pero Fanny fue la que asintió con más ganas, volteándose para admirar a su novio que se sentaba junto a Sean unas mesas más atrás. Estaba distraído mandando mensajes en su celular.

—¿Qué piensas de eso, Violet? —insistió el maestro, como si le hubiese gustado escucharla hablar por primera vez en su cátedra —. ¿Estás de acuerdo con que el amor se vive o piensas distinto?

Violet recordó algo de súbito, mientras jugueteaba con una de sus trenzas.

—Mi padre suele decir: "Cuando sepas decir por qué amas a alguien es porque has dejado de amarle" —le sonrió al hombre —. A él le gusta la literatura.

No recordaba al autor de esa cita de la cual su padre era fanático.

—Es una gran cita —murmuró el maestro, al parecer también olvidándolo.

No dejaron de mirarla. Su postura era el de una persona tan incomodada, que el hombre volvió a tomar el control de la clase.

—El otro día me llegó una pregunta que me dejó pensativo todo el fin de semana —sus ojos dieron a parar a Zack, quien apartó la mirada a la ventana, sonrojado —, y su pregunta era, ¿qué sucede cuando estás en una oscuridad y no puedes amar ni ser amado?

La clase se hundió en el silencio. Nadie supo cómo contestar, lo que, en vez de molestar al maestro, le sacó una sonrisa.

—¿De verdad nadie lo sabe?

Tímidamente, Violet alzó la mano. No estaba segura de la respuesta, pero quería intentarlo. Era su oportunidad para que no la tildaran de la tonta que estaba reprobando todos los ramos.

—Dime, Violet.

—Desde mi opinión —comenzó a hablar —, la oscuridad nunca dura para siempre, aunque hay gente que no lo sabe, porque las circunstancias no se lo permiten, y es muy entendible, pero... creo que cuando uno está solo y perdido, la única forma de salir a la luz es con amor. El amor logra derribar hasta las más densas tinieblas.

Nadie hizo comentarios, pero parecían sorprendidos, lo que ya era un premio grande para Violet y el propio profesor de literatura, quien, antes de cambiar de tema, volvió su rostro a la chica y asintió con su cabeza.

—No podría estar más de acuerdo, señorita Henley.

-xxx-

—¡La odio!

Violet soltó el lápiz, que golpeó la mesa y salió volando hacia el suelo alfombrado de la biblioteca. Zack arqueó una ceja en silencio.

—Yo no recogeré eso.

Hace casi media hora que se encontraban estudiando otra vez, retomando sus clases. Las heridas del rostro de Zack estaban curando rápidamente. Solo tenía una que otra cicatriz. Además, su sien izquierda estaba de un color medio amarillo claro, pero muy leve. También sus colores volvían a su tonalidad normal.

Violet se levantó a recoger el lápiz, molesta.

—¿A quién odias? —escuchó que le preguntaba.

—A Fanny —contestó con expresión fría, sentándose nuevamente —. Hoy escribió «perra» en mi mesa.

Zack negó con la cabeza, continuando con el ejercicio que hacía, taciturno.

—Ha escrito "perra bonita" —siguió explicando Violet, resolviendo el ejercicio de matemática también —. Pero luego lo ha tachado y ha puesto "perra fea". Al menos en eso coincidimos.

Zack frunció el ceño, alzando su mirada lentamente.

—¿Qué?

Violet lo miró, sin entender su rostro interrogante.

—He dicho que...

—He escuchado bien lo que has dicho —sus pómulos se tiñeron de un matiz rojo como el crepúsculo y soltó un bufido de molestia, lo cual la intimidó, más con esos ojos tan penetrantes —. Lo que no entendí es la parte de por qué estás de acuerdo con esa lunática.

Le agradó que la apodase así, aunque no pudo hacer más que mirarse una hilacha rebelde de su falda beige.

—Bueno, es que pasaba llamándome bonita, bella, hermosa... —se cansó de solo decirlo —. Es una mentirosa. Me estresa de solo recordarlo, porque lo dice en un tono como... si se estuviese riendo de mí por no verme como ella.

—¿Una mentirosa? —volvió a preguntar Zack, escribiendo en su cuaderno el resultado de la ecuación —. ¿Cuánto te dio?

—Me dio 0 —contestó y él asintió sin mirarla, confirmando que estaba correcto. Ambos resoplaron —. Y sí, es una mentirosa. No hace falta ni conocerla para darse cuenta.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —repitió ella, indignada —. ¿Cómo puede llamarme bonita en ese tono de burla? ¡Es totalmente ridículo! Ya sé que ella es preciosa y que jamás me veré así, pero no es necesario que se burle de cómo me veo para hacerme sentir inferior y...

—Eres bonita, no entiendo por qué te estresa tanto y actúas así...

Sus miradas se encontraron en un silencio incómodo. El corazón de Violet subió de golpe a su garganta, casi provocándole un infarto.

—¿Qué? —articuló a duras penas, intentando mantener la compostura y rogando para no ruborizarse.

—No creo que te esté mintiendo —contestó él, tranquilamente, sin que la voz o los labios le temblasen —. A excepción de la parte de "perra". Eso se lo puede adjudicar a ella misma.

Violet parpadeó, inhalando profundamente.

—Sé bien que no es así...

—¿Lo sabes? —fijó su mirada en ella —. Si te consideras fea el mundo no tiene por qué hacerlo.

Se quedó muda.

—Y como consejo —continuó diciendo —. Creo que deberías comenzar a creértelo.

Sus mejillas comenzaron a arder sin que ella pudiese evitarlo. Zack sonrió como campeón al verla.

—Zack 1 – Violet 0.

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