Capítulo 8.

Cuando llegamos a su habitación lo primero que hice fue soltar un wow que hizo que Javier se riera.
Su habitación era simplemente encantadora, como toda la casa, pero su cuarto en específico. Estaba lleno de pósters de bandas de rock de los 80's y más. En especial de Guns'N Roses.
Había un piano al fondo de la habitación, lucía especialmente cuidado y sin ningún defecto.
Me pregunté si las habitaciones de los demás chicos sería parecida.

Me volteé para ver a Javier y lo vi parado junto a la consola, tenía un a sonrisa en el rostro, parecía que jugar videojuegos realmente lo hacía feliz.
Me acerqué a él lentamente.

— ¿Es tuya?

— Si — la acarició con sumo cuidado — no podía dejarla en España, la tengo desde los diez años.

— Wow, parece nueva.

— La cuido bien.

— Se nota.

Después de eso me explico algunas cosas sobre como jugar, me dejó elegir un personaje y jugamos.

Creo que no hace falta decir quién perdió.

— No entiendo cómo es que puedes entender eso— me quejé —No has tardado ni cinco minutos en ganarme.

— Simple práctica — me contestó él.

— Claro.

Pero había una cosa que me tenía aún más intrigada.

Aquel piano al fondo de su habitación, el que parecía muy bien cuidado, me provocaba una sensación de curiosidad.
Me imaginé a Javier tocando ese piano, solo, concentrado en aquellas teclas, creando una hermosa melodía.

Y lo deseé.

Deseé verlo tocar.

Al final no pude resistirme y le pregunté.

— ¿El piano es tuyo?

Él, que estaba distraído por ahí, me miró y luego miró a aquel instrumento.

— Si, es mío — respondió.

— Jamás te he visto tocarlo.

— Porque solo toco para mí.

— ¿Nunca lo has usado en algún concierto?

— De eso se encarga Joshua, para eso está.

— Pero...

— Lo sé— me cortó— me gusta tocar el piano pero no como profesión, sino como algo mío, algo único que hago solo para mí.

— Entiendo.

En esos momentos estábamos sentados en su cama— muy blanda por cierto — de pronto Javier se levantó y me ofreció su mano.

— Ven— me dijo— ahora también tocaré para ti.

Intenté que eso no me afectara tanto, pero lo hizo, sentí una emoción enorme.

Avanzamos hasta aquel instrumento y nos sentamos en la banca que allí estaba.
Primero acarició las teclas, como si temiera que sí las presionaba más fuerte éstas fueran a romperse.
Después presionó una, que dejó un leve sonido, después presionó otra y luego otra. Hasta que creó un sinfín de notas musicales que se calaron hasta lo más profundo de mi ser.

No conocía la canción, pero me gustó.

Y allí, en ese momento tan mágico lo ví. Vi al chico de ojos marrones perderse entre la melodía que el mismo creaba. Lo vi sumergirse en ese mundo al que la música te transporta.
Lo entendía, yo también lo sentía, con los libros. El saber que por un breve instante te olvidarás de la realidad para sumergirte en otra mejor, una tuya. Una menos dolorosa.

Quizás por eso estábamos los dos allí y no en otro lugar, quizá por eso el destino entrelazó nuestros caminos y los hizo uno solo.
Porqué éramos parecidos, porque ambos deseábamos perdernos unos instantes en otro mundo, él con la música y yo con la lectura. Ambos creamos mundos nuevos, él cantando, tocando, y yo escribiendo.

“Yo escribiré versos de amor y tú los harás canción"

Frente a mi estaba Javier, el chico de ojos marrones que llegó a mí vida para cambiarla totalmente, frente a mi estaba la verdadera versión de él, él chico que se deja llevar por una simple nota musical. Y no podía sentirme más afortunada.

Cuando terminó de tocar me miró con los ojos llenos de ilusión, yo le sonreí. Una sonrisa sincera.

— ¿Que te pareció?— preguntó.

— Hermoso— respondí yo— ¿que canción es?

— No tiene nombre.

— ¿Qué?

— Es una partitura que compuse hace poco.

— ¡Es increíble!

Entendí por qué no conocía la melodía, él mismo la había compuesto y ahora me la estaba mostrando.

— ¿Has pensado en algún nombre?— pregunté.

— Noche de estrellas es un buen nombre— dijo encogiendo los hombros.

— ¿Noche de estrellas?

— Supongo que es el nombre que llevaría si algún día le sumo una letra a la canción.

— Suena genial.

— Sí.

Nos miramos durante unos segundos.
Me gustaba observar sus ojos, me gustaba pensar que podía mirar a través de ellos, observar su interior.
Si me preguntaran que es lo que más me gusta de él respondería tres cosas.

Sus ojos
Su sonrisa
Su voz.

Sobretodo su voz.

— ¿Has escrito algo nuevo?— me preguntó de pronto.

— No, he estado pensando en algo pero no estoy muy segura.

— Sobre que deseas escribir.

— Cuatro hermanos, cada uno con el poder de controlar cuatro elementos y las cuatro estaciones del año. La primera chica controlará la primavera y la tierra; su hermano mayor controla el verano y el fuego, el hermano menor el otoño y el viento; y por último la chica que controla el invierno y el agua.

— Una historia de fantasía — dice él.

— Si, aunque se me ocurre que los tres de enamoren de una persona humana, excepto Tamara, ella se enamorará de su mejor amigo y él de ella, lo cual a ella no le traería tantos problemas ya que su mejor amigo también es un ser mágico. Pero los demás sí que tendrán problemas a causa de que las personas de las que se enamorarán serán humanos.

— Me parece perfecto.

— No es una historia muy buena.— dije.

— Cualquier cosa que tú escribes es buena.

Sonreí sin ganas, era cierto que me gustaba escribir, pero no estaba segura de que fuera lo bastante bueno. De todos modos Javier lo veía como algo bueno.

— Es extraño — lo escuché decir.

— ¿Qué es extraño?

— Cuando llegué a México no tenía ni idea de que hoy estaría sentado aquí en mi habitación contigo. Es más, cuando te invité a salir aquella tarde no pensé que fueras a aceptar salir con un desconocido.

Lo medité unos segundos, él tenía razón, nadie lo hubiera dicho.

— Yo tampoco tenía idea de lo que pasaría, acepté dar un paseo contigo por impulso.

— Supongo que es así, un día puedes estar hablando con una persona por casualidad y al otro esa persona puede ser tu mundo entero.— No pregunté a qué se refería con eso, por ende siguió hablando— Nos topamos con personas a diario, en el metro, en alguna panadería, en la calle y luego por casualidad te encuentras a una persona, chocas por accidente, pides disculpas e inicias una conversación y así la vas conociendo y te das cuenta de que esa persona te hace sentir bien.

— La vida es así, tan impredecible.

El asintió dándome la razón.

♪♪♪♪♪♪

Más tarde decidí volver a casa y Javier se ofreció a llevarme en su auto, como casi todas las veces que lo veía.
Llegamos a casa, sintiéndome un poco nerviosa por qué la última vez que me llevó a mi casa él terminó besándome.
Sobre eso no hablamos, creo que los dos evitamos tocar el tema, y creo yo que era lo mejor.

— Debo volver— empezó él.

— Si— No supe que más decir.

Ambos nos quedamos callados, mirándonos. Al final fue él quien rompió el silencio y habló.

— Adiós Elsa, tengo cosas que hacer hoy en la noche.

— Bien, adiós.

Se alejó de ahí, dejándome sola, ya había empezado a anochecer, y el viento frío me hizo estremecer. Entré a mi casa, el calor de está me acogió en seguida. Encontré a mi padre sentado en la sala, bebía café.

— Hola papá— me quité el abrigo.

— Ese chico es muy amable ¿no es así?— los nervios me invadieron cuando pronunció aquellas palabras.

— ¿Que chico?— me hice la ingenua.

— Sabes perfectamente de quién estoy hablando. — le dio un sorbo a su café y siguió hablando — espero que te trate bien.

— Lo hace, es muy atento.

— ¿Atento?

— Me refiero a que es un chico respetuoso y amable. Nunca falta al respeto.— expliqué.

— Si, supongo que quiere quedar bien conmigo.

— ¿Qué?

— ¿No estás saliendo con él?— sentí el calor en mis mejillas cuando lo mencionó.

— No, él y yo no estamos saliendo. Es solo un amigo.

— Así que aún es tu amigo— su tono me sorprendió.

— ¿Aún?— yo estaba confundida— ¿A qué te refieres?

Mi padre miró atentamente y una sonrisa se asomó en su rostro, antes de levantarse e ir por más café, evitando mi pregunta. Me dio la sensación de que él sabía algo que yo no, pero no me dio tiempo a preguntar nada.
Mi madre me encontró y me informó que la cena ya estaba lista, así que preferí la exquisita sopa de mi madre.

Más tarde, me encontraba en mi habitación abriendo mi laptop y empezando el prólogo de mi nueva historia. La inspiración había llegado nuevamente y quise aprovecharla al máximo, después de todo, eran vacaciones.

La princesa de la primavera canta al oído de aquel chico
Cada vez que la soledad llegue a tu alma,
cuando sientas que no puedes más,
ven,
te abrazaré, te protegeré, y te llenaré de esperanza.

Y el verano nunca volverá a cubrirse de hielo, una mano cálida hará que se derrita,
sus ojos bellos y su inocencia harán que él abandone su oscuridad.

El silencio del chico de otoño será roto por aquella voz que canta, ámame,
su vida será salvada, su corazón por fin será domado.

Nada está perdido todavía, aún hay luz en la oscuridad.
aún hay esperanza de que el corazón de la reina del hielo vuelva a amar,
el hielo que cubre su corazón se derretirá.

El legado de los hermanos Black, comenzará.

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