Capítulo 4.

Hace dos semanas que Javier había estado yendo a la pastelería muy seguido. Y ya eran tres veces las que me invitaba a dar un paseo.

Eso no me disgustaba en absoluto, de hecho era todo lo contrario.

La vida no sería tan mala si mis hermanos no me hubieran dejado en la escuela, a la mitad del pasillo con un monstruo llamado Blanca Márquez aproximándose.

Hora de salir de aquí.

— Elsa Anderson, que gusto verte— dijo con malicia.

No le hice caso, pasé de largo y me encaminé hacia la salida.

Para mi mala suerte ella me siguió

— ¿A caso te has quedado muda?— volvió a hablar.

Yo seguí sin hacerle caso, sólo quería llegar al patio.

Cuando conseguí mi objetivo me acerqué a la orilla de la calle y me quedé sorprendida al ver a Javier parado ahí, sonriendo.

— Javier— no pude evitar el tono de asombro en mi voz.

— Hola, oye espero que no te moleste, es que hoy no hemos tenido ensayo y todos mis colegas se han ido a jugar fútbol. No tenía nada que hacer y me pareció buena idea venir a verte.

No pude creerlo.

Mi corazón empezó a latir con más fuerza.

— No me molesta— aclaré— de hecho que bueno que hayas venido porque mis hermanos se han ido a no sé dónde y me han dejado aquí abandonada.

Él sonríe, como siempre.

Creo que es una persona feliz.

— ¡Anderson!

Me giré al reconocer la voz.

Pero claro, Blanca no tenía pensado dejarme en paz.
Por instinto, retrocedí hasta que mi espalda casi roza el pecho de Javier.
Blanca siguió acercándose a mí con una expresión que no sabría descifrar.

— ¿Desde cuando me ignoras?— preguntó al llegar a donde yo estaba.

— No tengo nada que hablar contigo Blanca, así que no entiendo porque me sigues.

Pero ella ya no me estaba escuchando, ahora su atención la tenía en el chico que estaba detrás de mi.

¿Tengo derecho a molestarme por eso?

¿Y tú quien eres?— preguntó ella enredando un dedo en la punta de su pelo.

Javier me miró y después dijo:

— Soy Javier

— Oh, hola, yo me llamo Blanca.— mencionó la pelinegra sin dejar de tocar su cabello.— ¿Eres de por aquí?

— No, soy de España.

Blanca abrió la boca con sorpresa y su sonrisa se ensanchó.

— ¿España? ¿enserio?

— Si.

— ¿Y, piensas quedarte mucho tiempo?— volvió a preguntar la pelinegra.

— El necesario.

— Te me haces conocido— ella puso una mueca de duda— ¿nos hemos visto en otra parte?

— No lo creo

— Siento que te he visto en otra parte. Oh espera, ya recuerdo, te he visto en las redes sociales, acaso tú eres...¡Oh por Dios! ¡Tú eres Javier, el cantante de la banda Inmortales!.

Javier sonrió y asintió.

De pronto me sentí como si sólo estuviera de adorno y tuve ganas de irme, sobre todo al ver la sonrisa que Javier le dedicó a Blanca.

Aunque no puedo culparlo por tener la sonrisa tan hermosa.

— Oh, que alegría. Oye, eres alguien muy interesante, me gustaría que pudiéramos conocernos mejor, pero no aquí, en otro lado. ¿qué te parece si vamos por ahí a dar un paseo y charlar?

¿Enserio? Pero que aventada.

Al menos que espere pasar un día.

No lo creo posible, le prometí a Elsa que iríamos a dar un paseo y no pienso fallarle.— Javier posó un brazo en mis hombros

El corazón me dio un vuelco.

Blanca pareció percatarse de que aún seguí allí porque se le borró la sonrisa al verme.

— Oh, lo entiendo— dijo con cierto reproche.

Se marchó de ahí después de lanzarme una mirada que de ser posible me hubiera asesinado.
Me quedé callada al no tener nada más que decir.

— Ya vámonos— Javier empezó a avanzar.

— ¿A donde vamos?

— A mi casa.

— ¿Qué?

¿Y lo decía tan tranquilo?

— Pero...no puedo ir a tu casa, es decir, ¿Así? ¿Con el uniforme de la escuela?

Él solo se limitó a mirarme y me mostró una sonrisa.

Me encanta su sonrisa

¿Por qué deberías preocuparte por tu aspecto o tu ropa? Así estás perfecta.

Intenté que eso no me afectara, aunque sentí que mis mejillas ardían.

No sabría que hacer si me seguía diciendo eso.

Y de pronto me sentí mal por eso, porque no le estaba mostrando todo mi ser. No le estaba mostrando mi verdadero yo y dolió, me dolió que no lo supiera.
Si tan solo pudiera contarle mis inseguridades. Pero no, no podía decirle eso.

— No soy perfecta Javier— murmuré.

El no me respondió, supuse que se había distraído con otra cosa.

— Dijiste que en tu casa no había nadie— dije, intentando alejar mis pensamientos.

— Cierto, pero para cuando lleguemos ya estarán allí.

— Okey.

Todo el camino nos la pasamos hablando de nada en concreto, él solo me contaba ciertas experiencias que había tenido con la banda, así como cuando aprendió a cantar.

La verdad es que yo no tenía mucho que decir, así que sólo me limitaba a escucharlo y a reír sobre ciertas cosas mientras tomábamos un taxi que nos llevó hasta su casa.

Media hora más tarde llegamos a un lugar alejado del centro de la ciudad y entramos en un terreno de tierra y césped.
Nunca había estado en ese lugar, claro porque no solía pasearme por toda la ciudad.

Por un momento consideré que tal vez si quería secuestrarme.

Logré divisar una casa color anaranjada que era el triple de grande que mi casa.

— ¿Ésta es tu casa?— pregunté, sin poder evitar el tono de sorpresa.

Lo escuché reír

— Si, ésta es mi casa.

— Es enorme.

— Tenía que ser así, para poder vivir todos juntos.

— ¿Así que viven todos juntos?

— Si, es algo bueno, sabes que tendrás compañía durante el día, la mayoría siempre está en sus cosas pero se siente bien. A veces es deprimente vivir sólo.

No supe que decirle, así que solo lo seguí, admirando la elegante casa

El jardín de la casa era hermoso. Tenía rosas rojas, que me recordaron al color de mi pelo.
El césped estaba bien cortado y una pequeña fuente del lado derecho le daba un toque perfecto.

Era hermoso.

Javier se adelantó a abrir la puerta y me indicó que entre.

Abrí la boca al ver la sala. Era tan elegante que ni siquiera se notaba que fuera la casa de un rockero.

Los sillones eran de color blanco, había una pantalla colgada en la pared.
Por dentro la casa era blanca, y se veía bonito.

— ¿Sorprendida?— la voz de Javier me sacó de mi asombro.

— Si te soy sincera, yo esperaba una casa color negro.

Javier rió y me sentí algo avergonzada.

— ¿Javier, es ella?— escuché una voz atrás de mi y me di la vuelta para saber de quién se trataba.

Vi a una chica de pelo azul acercándose a nosotros con una sonrisa en el rostro.
Estaba vestida con unos pantalones de cuero color negro y unas botas rockeras muy bonitas. Una blusa que tenía el logo de alguna banda de rock y una chaqueta de cuero igual.

— ¡Hola!— casi gritó, pero no borró la sonrisa— Javier nos dijo que traería a una chica.
No sabes la sorpresa que me dio.
Por cierto, soy Patricia Guzmán.

— Yo soy Elsa.

— Que gusto conocerte—me observó mejor y luego habló de nuevo—me gusta el color de tu pelo, ¿Te lo has teñido?

— No— contesté — es natural.

— ¡Que guay! Yo te diría lo mismo del mío pero no te lo creerías.

Fruncí el ceño

Claro que no me lo creería. ¿Qué ser humano en el mundo nace con el pelo azul?

— Patricia

Javier le dice con la mirada que se calle.

— Te presentaré al resto del grupo.— está vez me miró a mi.

Asentí

Todos sus compañeros resultaron ser agradables y divertidos.

Me los presentó uno por uno.

Jesús el baterista, Carlos el guitarrista, Manuel el de los teclados, Francisco el bajista, Fernando el de la flauta, Joshua el de los teclados y finalmente Patricia— a quien ya había conocido— otra que toca la guitarra y segunda voz de la banda.
No hizo falta que lo dijera, Javier era el cantante principal.

Alguno de ellos estaba vestido como rockero, todos los demás tenían ropa casual, incluso uno de ellos tenía puesto el pijama.

Debo confesar que me sentí bien al estar rodeada de todos ellos.
Me incluyeron en todas sus conversaciones y me dijeron que era bienvenida cuando quisiera.

Para ser el primer día de conocerlos, me sentí realmente bien, no me hicieron sentir excluida en ningún momento. Y por eso me lamenté cuando llegó la hora de despedirme.

— Te llevaré a tu casa— se ofreció Javier— sólo dejame ir a por las llaves del auto.

Se fue en busca de esas llaves dejándome sola afuera de la casa.
Me quedé observando el hermoso jardín que tenían.

— ¿Sabes? Cuando Jav dijo que traería a una chica, creí que estarías llena de tatuajes y piercings.

Me sobresalté al escuchar una voz femenina, resultó ser Patricia.
Ese acento español le quedaba muy bien

— ¿Qué?— pregunté confundida.

— No pensé que fueras a ser una chica de casa, me refiero a que pensé que serías una de esas chicas que se la pasan viviendo en la calle, tomando y drogándose.

Su voz no transmitía reproche o algún otro sentimiento negativo. Al contrario me di cuenta que lo dijo porque en verdad lo había pensado y además estaba sonriendo.

— Pues ya ves que no es así.— le contesté imitando su sonrisa.

— Me caes bien Elsa, me alegro que no seas ese tipo de chica.

— ¿Acaso ese es el tipo de chica que busca Javier?

— No— se rió— de hecho no creo que él tenga un tipo. Es que nunca había salido con alguien desde que lo conozco. Bueno si había salido con alguien pero no estoy segura de que haya sido algo serio.

— Oh.

— Me gusta tu ropa.— comentó divertida, mirando mi uniforme.

Sentí mis mejillas arder de la vergüenza.

— En mi defensa diré que Javier no me dio tiempo ni de respirar.— me expliqué

Ella se soltó una carcajada.

Javier llegó a mi lado y se disculpó por haber tardado tanto.
Subí a su coche— el cual no sabía que tenía— y me llevó hasta mi casa.

Me estaba costando despedirme de él pero al final lo hice.

— ¿Te veo mañana después de la escuela?— me preguntó

— Si quieres.

— Ok.

Me dedicó una sonrisa de ternura y me dieron ganas de tomarle una foto.

Tan mala fue mi suerte que justo antes de que se diera la vuelta para irse, la puerta se abrió y la figura de mi padre apareció en la entrada.
Quise que la tierra me tragara en cuanto ví la cara que puso mi padre.

Eso no iba a terminar bien.

                               — ♪♪♪ —

— ¿Así que, dieciocho años eh?— preguntó mi padre.

Luego de que mi padre nos encontró afuera pidió explicaciones e hizo que Javier entrara a mi casa para cenar con nosotros.
Desde el momento uno lo tuvo acorralado con preguntas.

¿De donde eres? ¿A qué te dedicas? ¿desde cuando conoces a mi hija?

Sólo faltaba que le preguntara si también respiraba.

No quiero ni imaginar lo incómodo que debió sentirse Javier ante tal situación.
Yo me sentía muy avergonzada por todo eso, no sabía que hacer.

— Si señor, tengo dieciocho años.— Javier estaba contestando a todas sus preguntas sin titubeos.

— Bien, ¿y que se supone que son ustedes?

— Papá, somos amigos— aclaré.

— Si padre, ¿por qué serían algo más?— intervino Oliver— Todos aquí sabemos que Elsa no tiene suerte para los novios.

Le lancé a mi hermano una mirada asesina al tiempo en el que sentía mis mejillas arder por tal comentario.

— Cállate Oliver.— mascullé.

— En fin, espero que en verdad sean sólo amigos— sentenció mi padre.— no quiero encontrarlos besándose.

Estoy segura de que mi cara se volvió del mismo color de mi pelo.

— ¡Papaaá!— chillé

                              — ♪♪♪ —

Después de esa vergonzosa cena con mi familia por fin pude librarme de todos ellos y ahora me encontraba nuevamente afuera con Javier.

— Te pido perdón otra vez por lo que pasó— pedí una disculpa por quinta vez.

— No te preocupes, fue como una entrevista— dijo sonriendo

— Si pero es que no puedo evitar sentirme avergonzada por eso, como pudiste darte cuenta no tengo una familia muy normal que digamos.

Soltó una risa.

— Puedo acostumbrarme a eso.

Nos despedimos y lo vi desaparecer entre las calles con su auto.

Entré nuevamente a la casa y subí a mi habitación

En el camino me encontré con Jessica.

— Han espantado a mi único amigo— le reclamé.

— ¡Yo no he dicho nada!— respondió

— Él es mi primer amigo y tomando en cuenta lo sucedido, estoy segura de que será el último.

— A veces eres algo dramática. Y debes saber que eso pasó debido a tu escasa vida social.

— Lo sé.

— ¿Está soltero?— preguntó.

— ¿Por qué quieres saber eso?— pregunté alzando una ceja.

— antes has dicho que sólo es tu amigo, supongo que no te molestará que le coquetee un poco ¿o sí?

No sé que cara puse porque ella comenzó a reírse.

— Es divertido verte celosa.—  se burló

— ¿Celosa yo? Estás loca Jess.

— Elsa, eres mi hermana, no intentes engañarme.

— Lo conozco desde apenas dos semanas, ¿por qué estaría celosa?

— Eso dímelo tú. Pero ahora ya vete a dormir. No quiero tener que despertarte con un sartén y una cuchara de nuevo.

Oh, ese día

— Hasta mañana Elsita.

— Hasta mañana, y deja de usar ese diminutivo.

Se fue a su habitación ignorándome.

Leí un un libro bastante cliché y al final decidí acostarme a dormir.

Antes de hacerlo tomé un lápiz y un papel y escribí:

Eres la luz en medio de la oscuridad
Eres el aire que necesito para respirar.
Eres tú y sólo tú, la razón por la cual todos los días quiero despertar.


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