Un ángel para Ángela

¿Si pudieras ver a un ser querido que murió? ¿Cómo reaccionarías? ¿Acaso no estarías lleno de temor? ¿No sería todo confusión? 

Es decir. Todos quisiéramos ver a ese alguien de nuevo. Pero estoy segura que nuestra reacción sería huir, temer. Y no es porque les temamos a ellos. Es nuestro cerebro accionando la campana de alerta a lo desconocido. A lo que no entendemos. Algo que no es racional, o factible según lo que aprendemos o lo que nos enseñan, nos enseñan a que sólo lo que vemos, lo que es tangible es real.

Nuestro instinto es reaccionar así ante lo que desconocemos, es mera supervivencia. Aunque no siempre sea la reacción que otros esperan o lo que queremos hacer. 

Así fue cómo reaccioné, aunque no le tenía miedo a Adam, no podía creer lo que estaba sucediendo, lo que estaba viendo. Él estaba muerto.                                   

No era posible que estuviera viéndolo, ó hablando con él. Con el chico que había sido mi primer amor, del que nunca me había despedido. Ni siquiera podía entender cómo es que no recordaba aquella vez que me había llevado al cementerio. Mis recuerdos se volvían difusos, sin sentido, cómo un rompecabezas del cuál había perdido varias piezas y ahora no tenía sentido alguno. Sabía que ese recuerdo era real, lo recordaba por fragmentos y pedazos. Los sentimientos que estaban surgiendo de nuevo me decían que eran recuerdos reales.

Podía recordar ese beso, mi primer beso. Pero solo recordaba estar sobre él y haberlo besado. De acuerdo, ahora recordaba que ese ni siquiera había sido mi primer beso. Mis recuerdos eran confusos, creo que había elegido archivar su existencia.

Y ahora estaba de nuevo entre sus brazos, de alguna extraña manera podía sentirlo, sentir su calor rodeándome. 

Estaba tan confundida. ¿Cómo era posible que pudiera sentirlo?¿Que estuviera ahí? Las almas, los fantasmas o lo que quiera que fueran no podían tener un cuerpo físico, al menos por lo que había visto en el hospital. Aunque podía explicarse aquello con alucinaciones bajo el efecto de  los efectos de los tranquilizantes.

Pero Adam... ¿Adam era real?

Me separé de su cuerpo, y lo miré. Enterré mis dedos entre su pelo, para acariciarlo, mientras su cabello se deslizaba entre mis dedos, dejé que mi mano siguiera deslizándose hasta su rostro. Su piel era clara, levemente tostada, como recordaba, sus cejas un poco gruesas, solo lo suficientes para resaltar sus ojos. No podía creer que ne nuevo pudiera admirarlos, ver esa mirada que me enloquecía y que había hecho que me enamorara de él. Sus ojos avellana, con destellos achocolatados.

—Eres un hermoso desvarío. Un bello sueño.—Dije con una leve sonrisa para mí misma. Dudando de lo que estaba viendo, quizás debería de regresar al hospital para que revisaran de nuevo mi cerebro, quizás ese nuevo golpe había terminado por averiar lo.

Adam en cambio me sonrió con leve dolor, con resignación podría decirse que también.

—No me estás soñando. Estoy aquí. ¡Por alguna loca razón, estoy aquí! Puedes verme, incluso sentirme. Ángela, no estás desvariando.—

Yo me negaba a creerlo. A pesar de sentir sus manos entrelazadas con las mías, de sentir los relieves de sus manos como resultado de sus venas, lo que les daba la apariencia de unas manos fuertes y varoniles. Por alguna razón sus manos me enloquecieron siempre, cada vez que me acariciaban.  Está bien, para ser honesta seguían enloqueciendome, ahora que de nuevo estaban entre las mías.

Adam sonrió. Se acercó a mí, mientras deslizaba una mano por detrás de mi cuello, me acercó a él y lo sentí tan cerca, pude sentir de nuevo esa necesidad de tenerle cerca. Recargó su frente con la mía y me besó  tímidamente. Sentí sus labios tibios sobre los míos, su calor rodeándome. Esas mariposas atolondradas las volví a sentir. Volvía a sentir la chiquilla del Instituto, aquella que se había enamorado de él hace años.

Al principio parecía besarme con temor al igual que yo, pero termine por responder a ese beso cálido y tierno. ¿Cómo podía negarme? Un beso tierno, dulce. No pude evitar que una pequeña lágrima escapará de mis ojos. Extrañaba sentirme así de amada, querida. Lo extrañaba a él. Nunca me había despedido. 

¡Genial! No solo hablaba con muertos, ahora los besaba.

Eso de robarme besos en el cementerio parecía ser lo suyo.

Fui consciente que le estaba respondiendo el beso, así que me quité, en seguida le solté una cachetada. No supe bien porque lo había hecho, quizás temor, temor a lo que estaba sintiendo. 

—¡Auch!—Gritó, mientras se sobaba la mejilla enrojecida.

—No es posible ¡De verdad eres tú! — Dije, mientras para cerciorarme jalaba su rostro como si de una máscara se tratara.

—¡Por Dios! Extrañaba eso.— Dijo mientra, a pesar de la cachetada que le había acomodado, parecía alegrarse de que lo hubiera hecho. Mientras me sentía cómo una loca bipolar.

Caí en cuenta de verdad era él y yo había estado actuando como una tonta. Como una loca que era mucho peor.

—¡Eso dolió!— Dijo aún con su mejilla enrojecida.

—¡No puede ser! Yo lo siento. Es que ha pasado mucho... Y creo que esto me sobrepasa, así que puedes entender que ahora haya pasado por un pequeño brote psicótico. Pero es que aún no puedo creerlo. ¿Cómo es posible?

Otra vez hablaba rápido como si las palabras salieran de mi boca sin control alguno. Cuando estaba nerviosa no podía evitar que la verborrea saliera de mí, necesitaba hablar rápido.

—Lo sé. Sé que estuviste en el hospital. Siempre he estado contigo... Aunque ella no me deja acercarme a ti. Es por eso que estos últimos meses he tratado con más fuerza de que me vieras... Pero todo lo que he hecho ha sido en vano. Siempre llega ella y yo... Yo termino en algún lugar solo. En un lugar oscuro y frío. Después de un tiempo aparezco lo más lejos de ti. Ahí fue donde anoche de nuevo fui a parar.— Adam hacia pausas entre las palabras y otras veces hablaba rápido. Yo no entendía bien qué era lo que quería decir. ¿Ella? ¿Quién era ella?

—No entiendo... ¿Porque dices que anoche estuviste ahí? ¿Quien es ella?—Dije con curiosidad y preocupación. ¿Que me quería advertir? ¿Que me quería decir, como para arriesgarse a regresar a un lugar que por la mirada en sus ojos, parecía ser un lugar desolador.

—La muerte.  —Lo dijo en un tono sepulcral. Podía notarse la ironía. Entonces algunas piezas cayeron en su lugar.

—Fuiste tú. —Dije en un pequeño susurro.

—¡Eras tú! Anoche...— Claro que había sido él. Pero había algo que no cuadraba del todo.

—Si eras tú... ¿Por que creí verte con... Alas?—Dije incrédula de lo que acababa de decir.

—¿Pudiste verme? ¿Me viste?—

—No solo te vi, pude escucharte.—Le contesté mientras él estaba emocionado, casi como un niño pequeño, cuando logra su travesura.

—Pensé que no me habías visto. Y mucho menos escuchado. He intentado tanto y ... ¡Me viste!... Claro por eso ahora estaba mucho más enojada. —

¿Había sido capaz la muerte de mandarlo a aquel lugar? El mismo había dicho esa noche que ya se había encargado de ello.

Quería no pensar en lo que me había dicho aquel ser. Así que en vez de eso, me enfoque en algo que ahora me intrigaba mucho más. ¿Por que Adam tenía alas? ¿Era un ángel? ¿Pero ahora no las tenía.

Adam notó mi mirada curiosa.

—¿Que? ¡Se que estoy muerto! ¡Pero sigo igual de guapo!—Bromeó y yo no pude evitar sonreír. Seguía siendo el mismo chico que había conocido en el instituto.

—Creo que te vi, con algo...— Con mis manos hacia figuras, tratando de decirle de alguna forma "Enormes alas" haciendo círculos y aleteando mis manos.

—No entiendo.-—Dijo con seriedad, aunque podría jurar que en sus adentros se estaba divirtiendo a mis costillas.

—Eres entonces... Es decir ¿Tú ahora eres un ángel?—Me atreví a decirlo. Con un poco de despreocupación. Total... ¿Más loca podría estar?

—No. No lo soy. ¿Porque piensas que yo...? ¡Ya se a lo que te refieres! ¡Tú dices esto!—

Termino por decir Adam. Mientras daba un paso hacia atrás para alejarse de mí. Adam cerró los ojos y en breves instantes a mi alrededor empezaron a flotar pequeñas pelusas blancas. 

Cada vez fueron más y más juntándose a su alrededor, lo que daba un efecto maravilloso, esas pequeñas pelusas parecían ser copos de nieve. Así que en instantes parecía estar nevando sobre nosotros, estaba nevando solo para nosotros.

Yo no podía más que ver lo que estaba sucediendo, atónita.

Miré a Adam. Él estaba tranquilo con las manos en sus pantalones. Mientras todas esas pelusas se apretujaban en sus espalda, formando unas mullidas y blancas alas  que se iban apareciendo en su espalda. Eran tan blancas que parecían resplandecer solas. No pude quedarme con la curiosidad y las toqué con mis manos.... Eran suaves, tenían la textura de algodón. ¿O quizás plumas? No podía describirlas con exactitud, era algo único.

Adam movió las alas de manera que estas me acercaron a él, mientras a mi alrededor sus alas habían hecho una muralla a mi alrededor. ¡Era una locura!

Ahora estaba tan cerca de él, mientras sus alas me rodeaban. De alguna manera podía sentirme tan segura del mundo exterior. ¿Por que si la muerte era así, le temíamos tanto?

—Te diré un pequeño secreto del mundo de los muertos.—Dijo con sonrisa con complicidad. Como si estuviera a punto de revelarme un descubrimiento único.

—Algunos de nosotros, que obtuvimos mayores gracias en el mundo terrenal, podemos llegar a desarrollar ciertas habilidades, para interactuar con aquellos vivos, que a veces logran vernos. En esos breves instantes en que se conectan con el universo, por así decirlo.

Y para no asustarlos, preferimos presentarnos como algo conocido, algo que no cause temor. ¿No es mejor haber creído ver un ángel, que un fantasma?—

—Por eso te vi con alas. ¿Creíste que sería menos impactante?—

—Bueno era mejor intentarlo... Además tu reacción me dió la razón... Quizás debí usarlas al presentarme ante ti.—Dijo con sinceridad.

—Es sólo que verte con mi hermana. Es decir... Espere mucho para que vinieras a verme.—

Había tristeza en su voz, y no lo culpaba. En vida estaba claro que me había querido mucho y ahora... Creo que Adam seguía teniendo los mismos sentimientos por mí. ¿Los muertos podían seguir amando? 

—Lo siento... Yo no sabía dónde estabas... Dónde estaba tu tumba.—Lo último lo dije en voz baja y dudosa. ¿No sonaba acaso de lo más extraño decirle eso a alguien? ¿Para empezar hablar con un muerto ya era de lo más extraño.

Él asintió. Y pude ver una media sonrisa.

—Decidiste mejor olvidarme. Y nadie puede culparte... Aunque creo que no lo hiciste del todo. Después de todo sólo a mí me has besado. No ha habido nadie más.—

Pude sentir el calor subir a mis mejillas. Creo que eso de estarme vigilando era en serio.

—¿Cómo lo sabes? ¿En serio me has estado espiando? Además... No es del todo cierto.— Adam se acercó más a mí, hasta que me susurró algo en mi oído.

—¿Has besado a alguien más?—

¿Acaso esa pregunta era retórica? Podría decirse que humano, con un corazón que late, y que respira oxígeno como yo, si era al único al que había besado. Pero si contábamos mi pequeño beso mortal. Ese beso que me había dado aquel ser. Es decir... La muerte. No había sido el único exactamente.

Me hice la desentendida. Como si le estuviera hablando a la pared. Cosa difícil. Por que me rodeaban sus hermosas alas y por otra parte me miraba atento, y que me hablara al oído me había causado una sensación que hace mucho no sentía. Esa pequeña descarga eléctrica en mi cuerpo, hace mucho no la sentía.

—¿Como sabes que es "La Muerte"? Es decir... ¿No podría ser un él?— Su rostro cambió drásticamente.

Creo que la había regado. Ese momento mágico Adam-Ángela se había roto por mi culpa. ¡Bravo Ángela! Has agarrado un gran alfiler y sin titubear has pinchado la burbuja de un momento épico. Era experta en arruinar los momentos más interesantes.

Quería evitar contestar esa pregunta. ¿Qué podría decirle? ¿La muerte me besó? Suena tan lógico y razonable. ¿A quien no le pasa? Sucede todo el tiempo. ¡¿Si claro?!

Sus alas dejaron de  rodearme y las llevó hacia su espalda, y se volteó. Dándome la espalda a mí, mientras sus alas desaparecían.  ¡¿Que había hecho?! ¿Acaso esas hermosas alas iban de la mano con su estado de ánimo?

La pelusilla empezaba a caer, se convertía en algo parecido a ceniza u hollín, y al caer al piso solo se volvía polvo.

Polvo eres y a polvo volverás... Pensé.

—Entonces sería verdad.—

—¿Que es verdad?—

—Lo que en este mundo se empieza a decir.—

Adam se giró hacía mí. Ahora me veía con gran preocupación. Tomo mis manos entre las suyas.

—Ángela, todos empiezan a hablar de ti en el mundo de los muertos.—

Sentí un extraña sensación en la garganta. Y un hueco en el estómago.

Presentía que esto no iba a ser bueno.

Espero les este gustando la historia. Espero ver más estrellitas. Y comentarios. De verdad es importante. Es inspiración para mí.

Siento no haber podido actualizar pronto, pero me había quedado sin cargador, y pues sin lap como consecuencia.

Intenté escribir en el celular, pero soy un poco torpe en él, y ya que había quedado no se que hice y se borró. Así que este de hecho es otra versión del capítulo original.

Y nada... Espero sus comentarios, preguntas, dudas. Todo es bienvenido.

Mil disculpas. 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top