Sinceridad

"Uno le inventa nombres a la gente para apropiarse de ella.

Nombre con los que nadie más los llama sólo tu."

Diablo Guardián

Había despertado antes, en realidad no había podido dormir. Mis pensamientos divagaban entre lo sucedido ayer y lo que iba a hacer ahora. Pensaba en cada camino, en cada opción tratando de llegar a cual era el mejor camino para que nadie saliera perjudicado. Pero cada opción tenía una parte que podría salir mal. 

Nahek descansaba tranquilamente al lado mío. Apenas me moví, no quería despertarlo. Sólo quería mirarlo. Su mentón definía perfectamente su rostro. Sus labios estaban rosados, quizás habían sido los besos lo que le habían dado ese color rosado. Me parecía sorprendente tenerlo ahí a mi lado, junto a mí. A mi parecer era más parecido a un ángel. En realidad había sido una idiota al tratar de huir de él. Ahora tenía ganas de morir de risa cada vez que recordaba como huía de él. Nahek había sido paciente aunque no supiera que fuera eso.

Tenía tantas ganas de saltarle encima y besarle, pero me resistí. Quería que ese momento durará un poquito más. Quería recordarlo así, quería seguir observándolo. Sus pestañas eran largas, aunque no rizadas. Sus cejas no eran gruesas ni delgadas, con destellos grises. Quizás su pelo grisáceo, blanquizco y sus ojos azules eran lo que le daban ese aire angelical. Era atractivo a su manera. No era el estereotipo rubio, y cuerpo atlético. Pero sin duda era atractivo, tenía ese aire lleno de misterio, varonil que atraía.

Quizás Nahek sintió que lo observaba, se empezó a remover entre las sábanas. Yo reprimía la risa que estaba a punto de salir de mí, pero perdí la batalla.No pude seguir guardándola, estaba feliz de estar con el.

Nahek hizo una mueca de disgusto, quizás por que había interrumpido su sueño. Después abrió sus ojos. Esos ojos azules me miraron y automáticamente sonrió, aunque tenía cara de sueño aún.

Me acerqué a su cuerpo y me abracé a él. Sentí su brazo alrededor de mí, dejé que me apretujara contra su cuerpo. 

  — ¿Podemos quedarnos aquí?— Le pregunté con inocencia. Nahek suspiró. Su pecho subía y bajaba. Puse mi mano sobre este, y así acompañar sus latidos con mi mano. Era irreal que pareciera humano. 

 —Tenemos una eternidad Adara. La tendremos.—  Me contestó, aunque en realidad estábamos evadiendo la realidad. ¿Y quién quería regresar a la realidad? 

  — Pensé en lo que dijiste, y creo que tienes razón. Me he distraído de mis deberes y ahora necesito hacerme cargo de todas esas almas que han escapado.

  — Nahek... Yo tengo una pregunta... Es simple curiosidad. ¿Cómo es que tu recolectas las almas?—  Le pregunté curiosa. Quizás era un tema del que no le gustará hablar. Pero en realidad tenía muchas dudas. ¿Cómo es que esto existía? ¿Cómo lucía como una casa humana?

 — Creí que preferías evitar hablar de ello. Me temías por ello, por ser lo que llaman la muerte.—  Me contestó con seriedad. Yo lamenté mis palabras dichas. En realidad estaba asustada, sin embargo ahora no veía a Nahek de esa forma. Me apresuré a poner mi dedo sobre sus labios.

— Nahek, quiero saberlo por que será también mi responsabilidad. Además tengo tantas dudas, preguntas. Soy curiosa y lo sabes.—  Le dije con emoción.

— Dejarías de ser tú, Adara.—  Dijo sonriendo.

— Nahek, sé que quizás te herí al querer huir de ti. Pero agradezco infinitamente que no te hayas dado por vencido conmigo. Sé que parecía que quería huir, y lo más lógico era que te dieras por vencido conmigo. Cuando en realidad, estaba herida. Y tenía tanto tiempo estando sola tuve miedo. Miedo de enamorarme de ti, miedo de lo desconocido. Gracias por no rendirte conmigo mi ángel. Quizás hubiera sido lo mejor, pero sentir esto, experimentar esto a tu lado lo vale.—  Le confesé.

Ahora me daba cuenta de la probabilidad de que él se diera por vencido conmigo. De que pensará que no pudiera enamorarme de él. Digo ¿una humana enamorada de la muerte? Y aún menos probable la muerte enamorada. De todo lo que nos hubiéramos perdido. Seguro fue difícil para Nahek lograr que abriera mi corazón, pero lo logró. Él también me había liberado de mis miedos.

— Dale.... Dispara.—  Contestó. Yo reí con sus respuestas. Nahek era tan lindo cuando quería hablar como un humano. Prefería más su seriedad y propia forma de hablar.

— Me gusta más como hablas como tú. 

— ¿Como yo? ¿Que quieres decir?

— Con propiedad, como si fueras un caballero de esos libros que tienes en tus estantes.

— Yo sólo quería saber ¿cuáles son tus dudas? Quise decir que me preguntarás y veré cuáles puedo responder y en que momento lo haré, ya que hay unas que son más fácil enseñártelas... Y sobre lo otro, creo que fui muy insistente. Demasiado ahora que lo pienso, tenía miedo de que salieras huyendo cuando te hable tan claro. Sin embargo creo que no lo entendías o no querías hacerlo. Creo que no podías creer que te hablará así desde un principio. Y también tenía miedo de ser demasiado mortal para ti. Tenía miedo de que en mi capricho acabará con tu vida. Lo dudé Adara. Temí hacer daño a lo único que no había llevado a las sombras de la muerte.

No podía darme por vencido contigo. Aunque tenía miedo de que me odiaras, de que me rechazaras. Lo que hiciste y me hirió, pero comprendí que era una reacción humana. Así que sólo te espere a que estuvieras lista. A que pudieras aceptar que ambos podíamos llegar a esto.—  Las palabras de Nahek me hicieron pensar en cómo lo había tratado. En realidad era muy boba para eso del amor. La prueba era que sólo había amado a Adam. Y ambos habían luchado por entrar en mi difícil y distraído corazón. 

—Ahora estamos aquí ¿no? Y soy lo más parecido a ser la esposa de la muerte.—  Decidí usar esa palabra, ya que parecía que Nahek aún no estaba cómodo con esa parte. Era la muerte, quien lo representaba, pero ahora era más que eso. 

—Creo que hay algo en lo que estaba equivocado Nahek. Dijiste que no eras ni ángel ni demonio. Pero a mis ojos eres más cómo un ángel. Por eso es que te llamo mi ángel oscuro. Adoro ese misterio a tu alrededor. Mi ángel. —  Nahek sonrió, era una sonrisa amplia y agradecida.  

— Adara... Mi Adara.—  Adoraba que me llamará así. Me sentía tan suya, me sentía yo en realidad. Sólo yo.  — ¿Vas a preguntar?— Prosiguió.

— En realidad son varias.... ¿Cómo te llevas las almas? ¿Cómo es que esto luce cómo una casa terrenal, humana? ¿Que hay de tu pasado? ¿De tú origen? ¿Lees, es decir, tienes tiempo?—  Nahek sólo me miraba sorprendido y expectante. En realidad no creía que estuviera prestándome atención. Quizás era despistada con cosas relacionadas al amor, pero podía jurar que sólo miraba mis labios.

— ¿Acaso estás escuchándome Nahek?— Le pregunté con seriedad.

— Lo hago, pero no puedo evitar pensar en que nunca se te quitaría esa manía de hablar tan rápido. Que te ves linda así y que quiero besarte.— Fue lo que dijo Nahek.

 — ¡Genial! Ahora sí eres humano Nahek.—  Le dije mientras me acercaba a besarlo. Moría de ganas de hacerlo. Sentía que teníamos poco tiempo. Y esa sensación la sofocaba cuando estaba con él.







 




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top