Silencio
Adam desapareció, le conté acerca de Xilonen, y al igual que yo, él trataba de entender todo este enredo, lo que había de cierto es que la historia del pasado afectaba este futuro.
Apenas podía creer que existiera la posibilidad de que Lilith fuera... Ni siquiera podía pronunciar la palabra. ¿Y si era verdad? ¿Si solo yo podía enfrentarla? Por más que pensaba en eso no me veía a mí misma derrotando a Lilith. Pero si me veía defendiendo la vida de Nahek, de mi esposo. Ahora comprendía que mi verdadero infierno había sido estar separada de él. Pero eso también me había hecho fuerte. La pregunta era ¿era lo suficientemente fuerte para enfrentarme a la madre creadora?
Esa mujer me hacia erizar la piel, había algo oscuro en ella, en su presencia. Como lo había dicho al final las reinas son de las piezas más poderosas en el ajedrez, y ahora así me sentía, sentía que Lilith había acabado con todos los peones, quedaban los alfiles y los caballos, sabía que no duraría mucho, que ella querría al rey, ella desea la muerte del Rey y yo no iba a permitir eso, si eso significa que debía de haber una lucha reina contra reina, lo haría. Y no iba a dejar que lastimara a mi rey.
Entró Nahek de nuevo en la escena, estaba perdida en mis pensamientos cuando escuché su voz, me deje ir en sus brazos. Sentí su aroma, su respiración y su calor corporal.
—Nahek ¿En que momento esto se volvió una locura?— Le pregunté, mientras tomaba aire y lo sentía entrar por mi nariz. Necesitaba respirar, tomarlo con calma. Había sido mucha información.
—El amor es una locura, así que pienso que todo esto es tu culpa. — Dijo casi como una broma. ¡Un momento! ¿Acaso Nahek, el señor seriedad estaba bromeando? Antes de romper el momento le di un pequeño golpe y luego lo besé.
—Te amo Nahek — Le dije mientras separaba mis labios de los suyos. — ¿Y si escapamos a nuestro hogar?— Continúe. — Sé que no es la solución, pero no puedo evitar sentir esto, tengo miedo de acabar de recuperarte y perderte. Es sólo que... Nahek, no pasaste por ese infierno, tu no acabas de volver. Si supieras el trabajo que me cuesta alejarme de ti. El esfuerzo que hago para no pensar que algo se acerca y no podemos detenerlo. — Nahek me interrumpió, puso sus manos sobre sus mejillas y en el vi esa tierna que amaba.
— Comprendo, porque yo también tengo ese miedo, era el miedo que sentí cada vez que quería acercarme a ti. Es el miedo que sentí cuando me dejaste, pero lo superé. Y quería gritarte y enojarme contigo, pero no puedo Adara.
— Bueno yo quiero secuestrarte y no puedo, creo que eso no pone en la misma situación. — Le contesté, no era buena idea que nos fuéramos a la guerra, por así decirlo.
—Entré en terror cuando llegué y no te vi, salí a buscarte y estabas perdida, estabas tan indefensa, sentí que debía de protegerte, que te había fallado. No podía creer que estabas de vuelta, tenía miedo de que te quebraras, pero ahora veo que siempre fuiste tan fuerte. Sobreviviste cuando eras una bebé, cuando te besé y te llevé al límite. Y saliste de ese lugar. Así que no vuelvas a decir que no estas preparada, porque lo eres, eres una mujer increíble Adara. Y eres perfecta para mí.
El momento se deshizo, quizás era mucha miel, pero habíamos estado separados. Canek interrumpió nuestra cursi escena.
— Bien es hora, tenemos que ir al hospital, la ventaja es que esta alejado de la ciudad, eso nos dará tiempo.— Dijo aquella serpiente. Por más que los miraba no había ningún parecido entre ellos, ellos no podían ser hermanos.
— ¿Tú vendrás? ¿Tú?— Dije tratando de comprender.
— Si. ¡Vamos! ¡Todos queremos lo mismo! ¡Queremos encerrar a Lilith de nuevo! Lo siento Adara, llegas tarde a la sesión de terapia familiar, en dónde describí mi historia familiar y la razón de odiar a mi madre. Así que si quieres el chisme completo preguntale a tu... esposo
Canek tenía una peculiar forma de narrar la historia, creo que en el fondo no quería hablar de ello. Sé que Lilith era aterradora, pero era su madre. Debió de haber hecho cosas terribles para que la encerraran ahí.
— Bien, está bien mientras más seamos, será más rápido. Supongo que entonces iremos Adam, Nahek, tú y yo. — Dije sin muchos ánimos, sería divertido verlos a los tres juntos.
— Creo que algo podemos agradecerle a Lilith y es ver el gran milagro de que ustedes tres hagan equipo.
— Bueno sólo falta uno, falta Leo para completar este lindo cuadro. ¿No crees Adara?— Canek lanzó ese comentario de manera mordaz, y yo me quedé inmóvil un instante, trague saliva. Quería saber si Leo estaba bien y a la vez quería huir de él, no quería enfrentarlo, no quería... Sé que no tenía ya mucho que esconder o tratar de ocultar que sentía algo por él, pero no iba a lastimar a Nahek, además tenía que decirle a Nahek la verdad, tenía que decirle la forma en la que había salido.
—¡Bien! ¡Vamos! Adam estará allá.
Nahek asintió, seguíamos tomados de la mano y así estuvimos hasta que aparecimos en la parte alta lejana de la ciudad. A los alrededores del hospital, quizás en alguna parte del bosque que rodeaba al hospital.
Lo que vi me hizo sentir tan triste e impotente, mi ciudad, la ciudad en la que había crecido estaba desapareciendo se estaba cayendo a pedazos, parecía como si la ciudad hubiese sido hecha de arena que se desmoronaba. Se veían espirales de luces azuladas que flotaban y llevaban los restos de mi ciudad a un punto en concreto, una luz intensa que cintilaba en medio de la ciudad, apenas se empezaba a ver una nueva construcción, una que era ajena a ese paisaje que había visto durante años.
—Es peor de lo que pensé, o quizás más bien era negación. — Dije como un susurro, más bien mi boca dijo lo que estaba pensando.
—La recuperaremos. — Me susurró Nahek.
— Entraremos, hay pocos devoradores. — Dijo Adam.
— ¿Devoradores?— Pregunté.
— Así les dice Adam. — Contestó Canek. — Creo que solamente les puso así porque los convierte mi querida madre, en esas cosas oscuras.
— ¿Cómo es que lo haremos?— Preguntó Canek.
— Propongo que la dama de los muertos vaya por su Romeo, mientras nosotros rescatamos a los demás. — Dijo la serpiente con ironía, intentaba sacarme de mis casillas.
—¿Olvidas que soy la dama de los muertos? Nahek es mi esposo, no tiene nada de sentido lo que has dicho.— Sentencie.
—Está bien, solo era una broma — Se disculpó. ¿Había sobre reaccionado yo?
—Bien yo iré con Canek— Dijo Adam poco convencido.
— Iré con Nahek, buscaremos a Amelia.
— Bien, nosotros iremos por Romeo.
—¡Leo!— Dijo Adam frustrado.
— Es mejor Romeo
Todos lo miramos de mala forma.
—Bien, entonces ¡hagamoslo!
Caminamos entre los árboles, todo estaba muy quieto, demasiado para mi gusto, estaba helando. Podía sentir la gélidez del viento erizando mi piel. Había desechado ese vestido blanco de manta, no era mi estilo, no me sentía cómoda en el, así que los jeans, una cazadora y botas era lo que llevaba, y lo agradecía, la temperatura era muy baja. Íbamos en silencio, era lo mejor, estábamos nerviosos, pendientes de lo que sucedía a nuestro alrededor.
—¿No necesitamos espadas, dagas... algo?— Pregunté, para evadir los nervios.
—Eres la Diosa de los muertos, técnicamente — Me contestó Canek.
— ¿Técnicamente? ¿Eso que significa?
— No eres por completo la Diosa de los muertos, y debes serlo.— Continuó Canek ignorando a los demás. Quería decirme algo, pero no alcanzaba a comprender, necesitaba hablar a solas con esa serpiente.
—No le hagas caso Adara, solo intenta molestar como siempre. — Nahek me miró e instantáneamente le sonreí.
Me quedé a su lado y deslice mi mano en la suya, como respuesta el la besó.
—¿Te volviste cursi?— Continúo Canek.
— Ja, ja eres tan divino Canek.— Le contesté.
Caminamos hasta que se pude ver entre los árboles la construcción grisácea del hospital. Entonces fue que comenzó a brillar de nuevo la maldita cadena dorada.
—¡Auch!— Se quejó Nahek — Tu mano me acaba de quemar. — Se quejó.
— No fue mi mano, fue...— Dejé la frase a medias.
— Es él. — Sentenció.
Yo no supe que contestarle, la culpa que sentía de no haberle contado lo que pasó entre Leo y yo, se atoró en mi garganta.
—¿Y el plan es entrar, gritando trecientos y ya?— Dijo esta vez Adam
— El plan es que los guerreros se lleven a casi todos esas cosas que están haciendo guardia, aunque seguramente habrá más adentro. — Contestó Nahek, ignorando el mal chiste de Adam.
El hospital estaba en completa oscuridad, al menos eso parecía, no tenía lógica, Lilith no se arriesgaría a dejar solo el hospital y así estaba.
—No será necesario eso Nahek, Lilith no ha dejado tantos problemas. Creo que solo nosotros estará bien. — Les dije, mientras caminaba hacia el hospital, la cadena brillaba más y sentía que se acortaba y me jalaba.
Salí del bosque, un lugar seguro dónde me cubrían los árboles. No sucedió nada, sentía las miradas de los demás clavadas en mí, como si temieran moverse, yo seguía caminando, sentía esa necesidad de seguir, quemaba y me jalaba hacía el hospital.
Pronto estaba en la puerta del hospital, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Trague saliva, me quedé unos instantes parada ahí, quieta. No se escuchaba nada en el interior, el lugar me dio más terror del que me daba cuando estaba lleno de enfermeras, doctores y pacientes.
Escuché que a lo lejos Nahek me llamaba y luego escuché sus pisadas cada vez más aprisa, y empuje la puerta para entrar.
No había nada más que silencio, solo se escuchaba el eco de mis pasos sobre el piso blanco del hospital, todo estaba penumbras la poca luz provenía del exterior, los rayos de la luna proveían la luz que entraba por los grandes ventanales del ala inferior del hospital. Seguí caminando hasta que sentí algo pegajoso y espeso debajo de los botines que llevaba, al mirar abajo y detenerme vi que había una plasta gigante oscura, era viscosa. Saque mi pie de aquella plasta de la que me había embarrado, al dar el paso fuera de la espesa cosa negra pude darme cuenta que estaba mezclado con sangre. Sentí que el estomago se me revolvió, trague saliva, había algo mas conmigo, lo supe cuando sentí esa sensación escalofriante subir por mi espalda. Me quede quieta, como si eso me volviera invisible, hubo un momento en que esa sensación se agudizo. Sabía que no debía de mirar pero lo hice, me gire lentamente. Y al hacerlo me tope con una figura mucho mas alta que yo, oscura, su cuerpo parecía emanar aquella sustancia pegajosa, mi instinto me hizo retroceder. Al hacerlo pude mirar con detenimiento aquel ser, el aroma que salia de ese cuerpo era fuerte, me recordaba al liquido espeso y caliente que usaban para pavimentar las calles, le llamaban chapopote. Eso era, olía exactamente a eso, y si era eso...
Aquella figura se estaba acercando a mi, parecía solo una montaña espesa que pronto se fue transformando en un cuerpo que parecía humano, sin ojos, solo una boca gigante de la cual daba la impresión que vomitaría en cualquier momento algo pegajoso. Se abalanzo sobre mi y me tomo del cuello, sentí que su tacto me quemaba, estaba quemándose, aquella cosa espesa negra con la que estaba hecha estaba hirviendo.
Sentía el calor concentrarse en mi garganta
Trate de zafarme pero mis manos solo lograban embarrarse en su cuerpo y perdía movilidad, el aire se estaba acabando, y fue cuando vi a Nahek, se acerco a el, a la vez que su rostro se llenaba de aquellas lineas negras que zigzagueaban en sus mejillas,aquella criatura se fue secando como si fuese una planta, hasta quedar en un débil trozo de algo hueco que se trozo y que caí al suelo.
Respire de forma irregular,el aire me faltaba y ardía la garganta.
—Estas loca, te dije que esperaras y no escuchabas, después no podíamos entrar. No vuelvas a hacerlo.—Escuché que Nahek decía enojado.
No pude decir nada me ardía la garganta. Nahek había llegado a tiempo para salvarme, me había puesto sola en peligro, no podía evitarlo, sentía que algo me atraía y me jalaba a este lugar. Detrás de Nahek, entraron Adam y Canek, ambos veían con curiosidad aquel cuerpo que ahora se desmoronaba, ahora entendía a Nahek cuando decía que su toque podía ser mortal, el podía matar lo que tocaba,y por eso tenia miedo de que me acercara a el en un principio.
Nahek me miraba desesperado y enojado, me sentí como una niña regañada.
—Estarás bien, tu piel empieza a sanar, el ardor pasara pronto. — Me dijo Nahek mientras veía con detenimiento mi cuello y rozaba mi piel cerca de donde me ardía.
—Gracias Nahek — Fue lo único que pude decirle, y que salio de mi garganta lastimada.
Me puse de pie con la ayuda de Nahek, quería hablar pero apenas salia mi voz, así que mejor me quede callada.
—Son cuatro pisos, empezaremos por este, y yo iré con Canek al segundo piso.
Jale a Adán y negué con la cabeza, no iba a dejar a Adán sólo con esa serpiente, además necesitaba hablar, si eso se podía decir con Canek. Tenía muchas preguntas, y seguro el tenía respuestas.
—No— Dije con la voz rasposa.
Me voltearon a ver, quizás pretendían intimidarme pero no me dejé, y Canek se rindió.
—Esta bien iré con ella, creo que ella no confía en mí como para que sus protegidos vayan a solas conmigo. — Se quejó.
—Adara, por favor déjame ir contigo.— Susurro Nahek, pero me negué.
—Iré con Canek... Cuida a Adam.— Le dije arrastrando mis palabras. Nahek se rindió y acepto, había aprendido que a veces era tan terca, y que si no cedía lo más probable es que los cuatro termináramos juntos en el mismo piso y seria más tardado.
— De acuerdo, yo subiré con Nahek al cuarto dónde estaba Leo, mientras ustedes pueden terminar de revisar el este piso.— Dijo Adam.
Yo asentí, besé a Nahek y después me fui hacia donde estaba Canek. Me miró con curiosidad, pero no le hice caso, simplemente seguí caminando, mientras escuché que Adam y Nahek subían las escaleras al piso superior, la cadena ya no estaba, así que no había forma de saber si Leo estaba en el piso superior. Tampoco es que tuviera ganas de verlo, quería saber que estaba bien, pero no tenía cara para verlo, ese beso no debió de haber pasado, no debí de haberme dejado llevar. Lo peor es que no estaba completamente segura de arrepentirme y eso solo me hacía sentir peor. El infierno me había trastornado definitivamente.
—¡Vamos! ¿Que quieres decirme? Aunque dudo que ahora seas la mejor conversadora, bueno no es que alguna vez lo hayas sido.— Dijo con algo de ironía, y podía apostar a que también lo decía con una gran sonrisa en su rostro. Pero tenía razón, no es que pudiera hablar libremente.
—Tú debes explicarme muchas cosas.— Dije con voz ronca, no dije más, no podía hacerlo, me ardía la garganta al hablar.
—¿Si? ¿Crees que yo debo explicaciones? ¿Y que me dices de ti?¿Tuviste una pequeña aventura en el infierno? ¡Oh, vamos! Prometo que Nahek no sabrá nada si me lo cuentas. Pero el infierno como tú viste, puede jugar con tu mente, puede hacerte caer. ¿Acaso eso fue lo que hiciste? ¿Caíste?
Sus palabras me dejaron pensando.
— ¿Caer?— Dije con una voz grave, no estaba mejorando, el ardor seguía en mi garganta.
—Sigues sin entenderlo Adara, esta frente a tus ojos pero no lo comprendes o quizás lo haces, pero prefieres negarlo. No eres la heroína de este cuento Adara, creo que estas lejos de serlo. Tienes esa idea romántica de la mujer que se sacrifica, y no estas lejos de la verdad. Hay algo en lo que tus ancestros no se equivocaban, hasta los dioses se sacrifican Adara, pero no siempre por las razones correctas, también erramos, también nos equivocamos.
Mi padre se equivoco al subestimar a mi madre, se equivoco al defender a este mundo y sin embargo estoy aquí defendiéndolo de ella. Y tú Adara dime ¿cuál será tu error?
La muerte era algo que se recibía como si fuera un privilegio, la vida después de esta era la más valiosa para tus ancestros. Y morir, morir era un honor. Luego nos olvidaron, nos desterraron de su vida, y fue mejor así, vivir en el anonimato. Pero ya no hubo razones para que ustedes creyeran, para que apreciaran su vida. Se quedaron huérfanos de alguna forma. Y ahora el tiempo de los dioses quizás ha llegado de nuevo. Quizás hace falta un último sacrificio.
Y tú naturaleza Adara es oscura, es la muerte. Siempre estarás tentada a caer. No pediste esto, ni ninguno de nosotros, y hubo un tiempo en que los dioses intercedían con amor, pero se dieron por vencidos, al ver que la humanidad no tenía remedio. Muchos dioses murieron para que los patéticos humanos pudieran seguir jugando a destruir este mundo, a destruirse entre ellos.
Tal ven tenía razón, no era una heroína, estaba lejos de ser eso, pero me quedaba algo, me quedaba Nahek.
— Amor— Dije lo mas claro posible. Mientras seguíamos caminando por la oscuridad del hospital, era una construcción enorme.
— Te digo que te has vuelto cursi para ser la dama de los muertos. El amor, la fuerza última del mundo. Quizás tienes razón Adara, pero verás el amor también nos hace monstruos, el amor también puede corromper el alma, sobre todo si pierdes a quien amas.
Las palabras de Nahek me hicieron pensar. No debía olvidar que Canek aunque momentáneamente estaba de nuestro lado, odiaba a Nahek.
— El amor es una fortaleza, pero también te hace débil. Dime Adara... ¿Seguirías amando a alguien que por tu culpa se ha convertido en un monstruo? ¿Amarías a alguien que ha sido capaz de tantas atrocidades por ti?
Eso fue lo que me sucedió, hice tantas atrocidades por amor. Porque me arrebataron a la persona que más me importaba. Aunque los dioses sabemos desde antes que lo peor que puede pasar es dejarte llevar por las emociones, las emociones solo traen caos.
Al final ese amor es devastador, aberrante y cruel, pero sigue siendo amor. ¿O no?
No supe que contestarle, creo que todo eso me lo estaba diciendo para asustarme. Para atemorizarme.
— Fuste tú, tú fuiste el que me susurró su nombre ¿no es así?— Mi voz salió un poco más clara, pero Canek se detuvo y me hizo guardar silencio.
Habíamos llegado a la puerta que conducía al sótano, dónde se encontraba el estacionamiento subterráneo del hospital, estaba demasiado oscuro. Canek me hizo una seña con su mano derecha para que mirara el piso. Este estaba repleto de la misma cosa pegajosa negra de la que estaba hecha aquel monstruo.
Ambos nos miramos, la conversación quedaría para después.
— ¿No es hora de que hagas algún truco de magia?— Dijo apresurado, mientras me miraba como si esperaba que sacara una lámpara de alguna parte o chispas.
— ¿Acaso crees que soy Mary Poppins?— Le dije con voz más alta de lo que quise.
—Realmente eres un caso perdido. ¿Como te soporta Nahek?—
Nos estábamos reclamando babosadas cuando se escuchó un crujido en el parte de abajo, y eso llamó nuestra atención, dejamos de discutir y nos miramos.
Las luces se fueron encendiendo, sé que la lógica era correr en el lado contrario, pero nos gusta el peligro. Así que bajamos despacio las escaleras.
Al bajar un olor intenso era como el olor de las gasolineras, pero más concentrado, casi insoportable. Ambos nos tapamos la nariz, lo que vimos a continuación no podíamos creerlo.
Había un montón de huesos por todo el piso, mientras aquellas criaturas enormes que ahora tenían forma de babosas gigantes oscuras devoraban personas. Aquellas personas parecían estatuas, esperando a ser tragadas.
Por un momento pensé que iba a vómitar, quería hacerlo. Ver esa escena me había dado nauseas y eso que había estado en el infierno. Pero ver como personas eran devoradas por esas cosas grotescas, mientras estos crecían en tamaño, me produjo arcadas.
Canek y yo nos quedamos quietos, alcancé a ver que Canek me hacia señas para retroceder. Y lo hice poco a poco subí las escaleras en reversa. Fue entonces que algo rodó, no supe bien si fui yo o Canek. Aquellas bestias reaccionaron al sonido y supimos que era tiempo de correr.
Canek y yo subiamos las escaleras a prisa, al menos había seis de esas cosas, no podríamos contra ellos.
— ¡La cocina! ¡Corre a la cafetería!— Grité como pude.
Ambos corrimos a la cafetería que habíamos pasado de largo hace unos instantes. Llegamos, estábamos agitados, Canek corrió a cerrar y trabar las puertas transparentes que dividían a la cafetería del hospital.
— ¡Genial! Estamos atrapados, aquí no hay salida. Esas cosas, no vamos a poder detenerlas. Será mejor que huyamos, podremos aparecernos en el piso superior.
— No pretendo hacerlo.— Le dije.
— ¿Acaso quieres morir?
— No, solo necesito fuego— Le contesté con mi voz ronca, mientras corría hacía la cocinas, necesitaba un encendedor o cerillos. Pero no había nada.
—Quizás deberías hacer un truco de magia Canek.— Le dije para que dejara de verme y no me pusiera más nerviosa.
—¡Al fin!— Corrí a girar las las perillas de la estufa para dejar escapar el gas. Se escuchó un golpe seco, seguro ya habían tirado las puertas.
— Cuando te diga, nos llevas al piso de arriba.— Le dije más como una orden a Canek y este asintió.
Aquellas cosas se acercaban, iban entrando a la cafetería.
— Aun no, deja que se acerquen más, todos tienen que arder.— Canek quizás al fin había comprendido que pretendía hacer.
Aquellas cosas dejaban un rastro oscuro, mezclado con sangre. Pensaba en todas las personas que habían devorado y entonces lo saqué, había encontrado una caja de cerillos. Pero necesitaba que no se apagara.
Vi un trapo en la cocina y lo lancé, este se prendió y a la vez le grité a Canek.
— ¡Ahora!
Sentí que me tomó del brazo y después se escuchó un ruido estrepitoso. Habíamos hecho volar la cocina con esas cosas adentro. Se oía chillidos, quizás eran esas babosas gigantes.
— ¡Genial! Ahora todos saben que estamos aquí, me miró Canek enojado.
Quizás esa parte debía de haberla pensado antes mejor.
Hola!!!!
Se que querian cap, pero tambien tengo tareas, ya en estas dos semanas seguramente subiré el final, espero lo disfruten, he tratado de hacerlos más largos.
Dejen estrellitas, comentarios y todo!!!!
Además me quedé sin phab, es triste....
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