Omitir no es mentir Mentir
No me había gustado que Nahek tratara de decirme que hacer. Era frustrante, era su compañera no alguien a quien daba ordenes. Me limité a no contestar, no por temor a él, sino a lo que pudiera hacer. No tenía animo de pelear con él y definitivamente había cosas más importantes que debían ocupar nuestra cabeza, además no sabía cuánto tiempo me quedaba con Nahek, iría por Leo. Pero no sabía el precio de esa decisión. No iba a dejarlo ahí sólo porque Nahek no estaba listo para enfrentar sus inseguridades. Esto era algo que debía hacer sola, a pesar de las consecuencias.
Solo asentí y no dije nada. Caminé hacia las escaleras para bajar. Nahek se quedó mirando sin decirme nada y creo que fue lo mejor. No quería seguir discutiendo, las peleas nunca son buenas y no quería pelear después de lo que había sucedido entre nosotros. ¿Como podía dudar de que lo amaba? Cuando yo...
Tomé una gran bocanada de aire para calmarme, en seguida empujé la puerta de salida. Tenía que pensar, tenía que saber más acerca de lo que ocurría. Caminé hacia la avenida principal, pasando por la gran reja que custodiaba el hospital. Aproveché para caminar con tranquilidad por esa parte semiurbana podría decirse, ya que aún era boscosa en los alrededores de aquella construcción.
Solo se escuchaban mis pasos. Mi cabeza estaba revuelta, algo de soledad no me vendría mal. Mi mente divago de una cosa a otra. Habían ocurrido tantas cosas demasiado rápido.
Lilith era de quien debíamos preocuparnos. ¿Que significaba su presencia? Además de problemas, claro. En aquel momento una pregunta cruzó por mi mente. Si era vida por vida ¿Sacar a Leo significaba que Lilith regresaría sin más?
No podía ser tan fácil, había alguna trampa en todo esto. Llegué a la avenida más cercana. No tenía idea de cuanto tiempo había pasado desde que había salido del hospital. Paré un taxi y pedí que me llevara a casa. Necesitaba el auto para lo que quería hacer, había alguien que podía darme más información, sacarme un poco de mi ignorancia. Aquel hombre extraño recluido por voluntad propia, Silas. Él podía decirme más acerca de Lilith, el debía de saber algo de ella. Podía apostar que él no era sólo un nahualli, algo escondía, pero no podía imaginar qué.
Cuando subí al taxi fui consciente de que no llevaba dinero o llaves. Así que al llegar a casa, saqué la llave que estaba escondida en el número de la casa, y entré a tomar efectivo para pagar el pasaje.
Cuando terminé de pagar el taxi, fui directo a mi cuarto, dejándome caer en la cama como una piedra. Necesitaba un momento de paz y soledad. Habían pasado tantas cosas, y ahora resentía aquellos sucesos. Mi mente estaba aturdida.
Sin embargo mi tranquilidad fue perturbada por el crujido de la madera. Aquel ruido tan cercano a mí me hizo reaccionar.
Mi pensamiento más lógico fue que Nahek me había seguido. Así que suspiré y algo molesta empecé a hablar.
— Nahek, no quiero discutir. Te lo ruego— Dije irritada sin abrir los ojos.
— Yo tampoco quiero discutir Ángela... Perdón... Adara.— Esa voz me tomó por sorpresa. Esa en definitiva no era la voz de Nahek. Sólo podía ser Adam.
Abrí los ojos y rápidamente me puse de pie. Efectivamente ahí estaba parado, recargado junto al armario blanco de madera que se extendía desde el suelo hasta el techo.
— Yo... Pensé que eras Nahek— Contesté con sinceridad.
— Lo sé, no esperabas que justo yo me apareciera aquí en tu habitación. Créeme si no fuera porque te necesito, no estaría aquí.— Sus palabras me dolieron. Quería tanto que fuéramos amigos, una pensamiento ingenuo al parecer.
— Adam, sabes que a pesar de todo puedes contar conmigo.— Dije tratando de hacer menos incómoda la situación.
—No vine a hablar de algo que ya no tiene remedio Adara. Creo que ahora eres más Adara que Ángela. Ese nombre me facilitara las cosas para romper el vínculo.— Me contestó Adam de una manera fría, distante.
Tragué saliva, era verdad que estaba dispuesto a romper todo vínculo conmigo. Y no podía culparlo, ni hacer nada al respecto.
—¿Entonces dime en qué puedo ayudarte?
— Ayúdame a salvar a Leo— Dijo tajante. Suspiré decidida a contarle lo que sabía, o ¿acaso ya estaría al tanto?
—En realidad justo estaba pensando en Leo, en cómo sacarlo de ahí. E incluso estaba a punto de ir a ver a aquél hombre en el psiquiátrico, Silas. Esperaba que el pudiera ayudarme, decirme lo que sabe. Mi intriga que incluso Canek está interesado en que yo vaya y eso me pone nerviosa.—Le dije con sinceridad. El interés de Canek en el asunto me molestaba y no sabía exactamente por qué.
—¿Canek? ¿Has visto a Canek? Ya pasado tiempo, era de esperarse que se apareciera a la primera oportunidad. — Concluyó Adam.
—¿Adam, crees con sinceridad que Lilith y Canek estén relacionados?
—No lo sé Ángela, quien podría saber es... Él.— Escuchar el nombre de Ángela me resultó extraño, ahora me parecía ajeno. Mi ex amor había vuelto a la costumbre de llamarme por ese nombre. De alguna forma me sentía dividida, sentía que Ángela le había pertenecido, pero la nueva versión mía era exclusivamente de Nahek. Adam no quiso pronunciar su nombre, pero sabía que se refería a mi ángel oscuro.
—No estoy segura que él quiera ayudarme con esto, incluso me prohibido ir en busca de Leo.— No sabía si decirle lo último o no, al final decidí mencionárselo esperando que guardará en secreto mi plan de ir por Leo. Al menos hasta que indagara más y pudiera saber con exactitud que era lo que iba a hacer.
— ¿Lo harás a escondidas de él?— Preguntó con curiosidad.
— No... Precisamente, sólo lo omitiré por un tiempo hasta que pueda decirle que así el se oponga, iré.— Dije titubeando. — Omitir no es mentir, no quiero mentirle, pero él cree que yo... — Dejé la frase inconclusa.
— Es sólo que no me cabe en la cabeza que después de todo él, crea que entre Leo y yo hay algo.— Dije frustrada.
— Es que lo hay, aunque no quieras aceptarlo, tal vez no sea amor, pero hay un lazo entre ustedes dos. Y él tiene miedo de perderte. Créeme lo sé, muy bien y lo entiendo.—
Había olvidado que él había quien le había contado ese cuento de las almas gemelas a Amelia. ¿Estaría enterado que yo debía ir en su busca?
— El que sea yo la que tiene que ir por ese extraño lazo, ha hecho que se comporte de esa forma. Y lo entiendo, pero es una locura que él pretenda que pueda sentarme sin hacer nada. No podría cargar con otra muerte más en mi conciencia.— Le dije gritando exasperadamente.
— Entonces no lo hagas. — Dijo Adam con una frialdad que me aterró. Sentía que algo estaba sucediendo con él, pero arreglar las cosas no iba a ser posible. La realidad es que mientras más me acercaba a mi ángel oscuro, más lejos estaba de él. Y ahora lo había perdido.
— Guardaré tu secreto y te ayudaré, iré contigo a ver al nahualli. Lo haré por él y por Amelia.—
Asentí. Se hizo un incómodo silencio. En seguida su mirada se quedó clavada en mi mano, específicamente en el dedo dónde llevaba el anillo de lapislázuli. Su rostro cambió drástica mente.
Quise esconderlo, para no lastimarlo, sentía que se lo estaba restregando en la cara. Y él tenía razón en odiarme al final había terminado en los brazos de quién había terminado con su vida. Si lo veíamos así, Adam tenía derecho a querer sacarme de su vida de forma definitiva. ¿Como es que puede a llegar ser un extraño a alguien a quién amaste tanto?
— Espero que esto no provoqué conflictos maritales— Dijo con media sonrisa. — Te espero en el hospital donde esta recluido Silas— Dijo fríamente, a la vez que desaparecía.
Su trato frío me había lastimado, Adam estaba muy cambiado, ahora estaba lleno de resentimiento, dolor que trataba de ocultar. Una sola lágrima salió de mí. Sabía que habría efectos colaterales sin embargo vivirlos era diferente. Si me dolía la indiferencia de Adam... ¿Cómo iba a ser la indiferencia de Nahek? Sería aún más dolorosa.
Sentí un hueco enorme. Si Nahek me amaba tendría que entender que no iba a cargar con ese peso en mi conciencia, además si leo se quedaba ahí ¿que pasaría con el lazo entre Nahek y yo?
Leo era mi guardián. ¿Que pasaría si uno de mis guardianes faltaba?
Por el momento me consolaba que sólo omitiría información. No iba a mentirle.
Respiré profundamente y quité el pequeño rastro de esa lágrima que ya casí se había evaporado.
Me puse la cazadora de color vino, busqué las llaves del auto que estaban en el primer cajón de mi escritorio.
Ya no iba a lamentarme. Era hora de dejar a esa niña atrás, de ahora en adelante sería solamente Adara, aquella mujer que poco a poco iba transformándose en la dama de los muertos. Y así como seguramente mi nuevo y flamante esposo iba a tomar decisiones como el señor de los muertos, yo las iba a tomar siendo su esposa. La esposa de la muerte.
Y eso incluía proteger a Nahek de él mismo, de esos sentimientos ingobernables para él ahora. Tendría que aprender a lidiar con ellos, pero ahora debía de protegerlo de ellos, de su humanidad.
Tenía una responsabilidad con cada uno de ellos, y debía actuar de ahora en adelante con inteligencia, con prudencia. Debía sacar de donde quiera que estuviera escondida a esa mujer que podría enfrentar esto como una verdadera gobernante. Eso era parte de ser la compañera de mi ángel oscuro.
Y lo primero sería traer a Leo, ya que él también estaba conectado a la posibilidad de regresar a Lilith a aquel lugar de donde no debió haber salido.
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