Culpa
Pude sentir su ira, enojo. Celos.
Esa era la sensación que sentía cada vez que veía la muerte de Adam a través de los ojos de la muerte.
Cuando había escudriñado dentro de sus pensamientos. De sus sentimientos, o al menos lo que nosotros llamamos de esa forma. Pude sentir, ver. Toda su soledad, su tristeza. Algo de lo que él no era tan consciente. Y luego entre sus memorias, sus recuerdos, estaba el momento de la muerte de Adam.
Trataba de encontrar una justificación, pero no la había. Él había provocado el accidente de Adam. La muerte había adelantado la fecha de su muerte. Él había quitado a Adam de su camino. Había sido una decisión premeditada... Dejarlo morir y llevárselo. Evitar que esos sentimientos que habían nacido en mí por Adam dejarán de florecer.
Simplemente cortó de tajo esa relación.
Sentí un nudo en la garganta. Era la culpable, era la causa de que Adam estuviera muerto, de que Amelia no tuviera a su hermano.
De nuevo empezaba ese ataque de pánico... Quería llorar, quería justificarlo, encontrar una razón. Pero una parte de mí quería odiarlo, por lo que había hecho... Me había quitado al primer amor de mi vida, se había llevado la vida de un ser humano, de un joven. Él era la razón de mi culpa, de la muerte de Adam. Yo era indirectamente la responsable de la muerte de Adam.
Estaba como una loca sentada en la banqueta bajo la lluvia. Hasta que salí del shock y paré un taxi. Hice que me llevaran a casa.
Al llegar a mi destino, solo entré y tomé las llaves del auto, sin decir ni una sola palabra. Así mojada subí al auto y conduje en medio de lluvia hasta el cementerio. Tenía la necesidad de hablar con alguien... La muerte no podía ser, y el que quedaba era Adam.
Aunque tenía que decirle lo que había descubierto.
Iba manejando con lágrimas en los ojos.
Al llegar toqué el claxon. La reja se abrió, el cuidador me había reconocido. Me hizo señas para que el entrara con el auto.
Al bajar se acercó a mí.
—Una buena noche para venir a ver a los muertos.—Dijo con ironía.
Yo no supe qué decir, él tenía razón, no eran ni las horas, ni el día.
—Necesito pensar... Solo quiero pensar...—No se me ocurría qué más decir.
—A veces los muertos son mejor compañía, ¿no crees?—
Solo sabía que Adam era mi mejor compañía ahora.
—Puede pasar. Solo prometa que antes de irse aceptara una sopa y ropa seca. Así usted irá a pensar y yo mientras calentaré la cena.¿Esta bien?—
Yo solo asentí.
—Gracias.— Dije con sinceridad.
Caminé hasta la parte trasera. La lluvia empezaba a parar, solo había gotas finas, aunque caían sin dar tregua.
Fui directo a la tumba de Adam. Sin poder evitarlo me deje caer de rodillas sobre el piso de piedras. Y lloré sobre la lápida con su nombre grabado.
Yo no había pedido nada esto, empezaba a creer que lo mejor era que yo nunca hubiera sobrevivido a esa noche.
De pronto sentí una mano en mi hombro. Miré hacia arriba y ahí estaba él, sequé mis lágrimas y me abalancé sobre él.
Mi llanto se hizo más intenso... No era capaz de articular una sola palabra... Todo lo que salía de mí eran sollozos y su nombre era la frase más larga que podía decir.
Adam en cambio solo me abrazaba, no me pedía alguna explicación, quizás lo había visto todo... Quizás no.
Conforme avanzaron los minutos mi llanto cesó y Adam y yo terminamos sentados sobre su lápida. Mientras yo me refugiaba en su pecho. ¡Dios! ¡Extrañaba su aroma, sus brazos.
Al final Adam se había dignado a preguntarme.
—¿Qué es tan importante, como para venir a molestar a los muertos?—Dijo mezclando su pregunta con un tono de broma.
Me mordí los labios, no sabía como decirle... ¿Y si el también se iba? ¿Si él me dejaba sola?
—¡Vamos Ángela! Algo debió de haber pasado, como para arriesgarte a que los muertos te den un buen susto o quizás algo peor... Ángela puedes enfermarte.—Dijo más como un regaño.
—Adam... Tu muerte... Yo había estado soñando con tu muerte.—Le dije, quizás debía de empezar por el principio.
Adam suspiró.
—Eso lo sé, solo una vez que pude llegar a ti, estabas dormida pero hablabas en sueños... Y dijiste algo así, comprendí que te culpabas... Pero fue un accidente.—
No podía mentirle o esconderle la verdad... Al menos eso le debía.
—Adam... Es que soy culpable, es mi culpa que tu estés muerto... Aún no era tiempo, había tiempo para los dos... Había tiempo para querernos... Y eso fue precisamente la razón por la que él te apartó de mí. Él te quería lejos... No quería que yo te amará.—
Hablé tan rápido. Adam no estaba entendiendo nada, su rostro solo mostraba confusión.
—Él te llevó a su mundo para alejarte de mí, por eso no deja que te acerques a mí, por eso no quería que viniera a buscarte... Él está celoso, y esos celos, esos sentimientos desconocidos para él lo llevaron a...—
—Matarme—Concluyó él.
¡Listo! ¡Me odiaba! ¡Yo me odiaba! ¡¿Cómo podía esperar que él no?!
Se hizo un silencio. El vaivén de su pecho se detuvo, aunque creo que ese movimiento era por inercia, más de lo que él necesitaba respirar.
Adam se levantó y enseguida yo lo hice. ¿Que era lo que estaba pensando? ¿Me odiaba? Porque de ser así, no podría lidiar con ello. No podía pasar de sentirme culpable, a encontrarlo... Y de encontrarlo a perderlo de nuevo... Y volver al mismo punto, volver a la culpa que no me dejaba en paz.
Pero sobre todo la idea de perder el amor de una de las personas... O seres que más me han querido para convertirse en odio, acabaría conmigo. ¿Todo ese amor se podría convertir en odio?
Pasaron minutos que se hicieron eternos en silencio, no me atrevía a acercarme a él. Así que esperé a que él me diera alguna señal, de lo que quiera que estaba pensando.
—Creo que es algo que ya sabía... Hay pocas cosas que recuerdo de mi muerte, y no es agradable recordarlo... Pero hay una cosa que aún muerto no me deja... Esos ojos... Mirándome, sin hacer nada, sólo miraban...—
No sabía qué decirle, qué hacer.
—Merezco que me odies... Y si es así quiero saberlo, quiero saber si tú...—
Adam volteó al oír mis palabras. Solo me miraba, y yo sentía como un frío recorría mi cuerpo, y mis manos temblaban. Temía lo que el podía decirme.
—Ángela... No puedo odiar lo que más he amado... Y quizás suene estúpido o de lo más presuntuoso, pero aún después de muerto sigo sintiendo esto por ti... Sigo...—
Adam dudó en lo que iba a decir, aunque en realidad podía imaginar que cosa iba a salir de su boca, pero no sé si quería escucharlo.
—No sé si los muertos, los que ya no estamos vivos sólo conservan sus sentimientos anteriores o pueden llegar a tener nuevos sentimientos.—Adam se quedó callado, se acercó a mí y puso su mano sobre mi mejilla derecha, donde me acurruque.
—¡Oh Ángela! ¿A que te han condenado? Es demasiado peso sobre ti, has estado demasiado sola...—
¿No estaba molesto? ¿No me odiaba?
—¿No me odias?—Le pregunté en un susurro.
—Ángela, hay muchas cosas que tienen arreglo, pero la muerte no creo que sea una de ellas. ¿Que puedo ganar enojandome, odiando? Si estoy muerto... Y muerto me voy a quedar. Sé que te sientes culpable... Siempre te has culpado, pero no quiero que sea otra excusa para que sigas culpándote... ¡Estas viva! ¡Eso es lo más importante!
No puedes culparte por las acciones de otros, tú no querías que yo muriera... Al contrario, tú fuiste de las que más ha sufrido, viviendo atormentada por mi muerte, por que pensabas que algo podías haber hecho... Pero ahora sabemos que aunque lo hubiéramos querido, la muerte no nos hubiera dejado.-
Adam tomó mis manos y las entrelazo con las suyas. A pesar de todo Adam me amaba, a pesar de todo aún lo tenía a él.
—No he estado sola Adam. No desde que te conocí.— Le dije mirándolo a los ojos, esos ojos cálidos y achocolatados.
—Solo puedo ver el lado positivo de esto.— Dijo con media sonrisa. Adam siempre trataba de ver las cosas positivas a todo, era lo que hacía que me sintiera protegida a su lado, a pesar de todo podía sentir que todo saldría bien.
—Tú me amaste. Me amaste tanto que hasta la muerte estuvo celoso de ese amor.—
Dijo casi entre lágrimas. Jamás lo había visto así.
Entonces no pude evitar sonreír, aunque con cierto sabor amargo.
Nos miramos, quizás era el momento, mis sentimientos hechos un desastre o la necesidad de sentirme conectada a algo que sin pensarlo, me acerqué y lo besé.
Un beso desesperado, un beso que buscaba saciar mi soledad, mitigar mi culpa y buscar respuestas. Ambos necesitábamos ese beso, un beso que deseábamos, que nos exigimos en ese momento, era un beso también con anhelo... Anhelo por lo que pudo ser, y nunca fue.
Pero uno nunca sabe quien mira, quien observa lo que pasa.
El amor es uno de los sentimientos que puede mover montañas, es un sentimiento que permanece. Pero también hay sentimientos opuestos al amor...
La avaricia, envidia... Odio, rencor... Y ¿por qué no?... Celos
¡Oh! ¡Los celos! ¡Odio! Que sentimientos más fáciles de incitar.
WAAAAAAA!!!!!!!! Pues no pude resistir!!! Subí nuevo capítulo.
Por que.... HOY!!!! Cuando la muerte se enamoré esta en el #10 !!!!!!!!!!!!!!!!!!
Gracias a todos los que me leen, leen las babosadas que escribo. Gracias a todas las que están desde el principio cuando estaba emocionada por 22 lecturas!!!
Así que en modo de agradecimiento, le subo nuevo cap, ahora que secuestré una compu de el salón de cómputo :P
Y espero les haya gustado...
¿Quien sera? ¿Quién será el susodicho que vio a este par besándose? Oh gosh!!
Dejen comentarios, sugerencias, observaciones, preguntas XD Lo que gusten y manden.
Esta novela es para ustedes... Y gracias!
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