¡Sonríe!


Habían pasado ya algunas semanas desde todo aquel desastre.
Y fueron unos días casi insoportables.
Terroríficos.
¿Cómo puede algo tan bello convertirse en algo tan triste?

Vida caminaba nostálgicamente por el reino de Ithis, había enviado a sus sirvientes a hacer su trabajo en la tierra, se había tomado unas vacaciones por así decirlo, unas vacaciones bastante tristes y solitarias.
Vacaciones sin Muerte.
Una eternidad sin Muerte.
Llegó a la Biblioteca de la Iluminación, tocó a la puerta y un Playbot le abrió.

-Su Alteza, adelante por favor- la voz robótica proveniente de la máquina hizo que Vida sintiera un atisbo de familiaridad.

Entró y encontró la amplia biblioteca totalmente silenciosa, caminó por los amplios pasillos rodeados de librerías con la única compañía del sonido de sus propias pisadas.

-¿Sab?- El sonido de su voz lo extrañó bastante.

En ese momento una sensación de soledad inmensa lo abatió, se sentía tan pequeño, tan diminuto en aquel amplio espacio... Se sentía como cuando los demás Dioses no existían y él estaba solo en la gran oscuridad del universo.
Tan insignificante como una partícula de polvo.

-¿Vida?- una mano le tocó la espalda, rompiendo así la melancolía que comenzaba a ahogarlo.

Era Sabiduría, el verde pareció calmado al verlo.
Últimamente sentía que, al igual que Muerte, los demás podrían simplemente desaparecer algún día, debería quizá llorarlos uno por uno y se quedaría solo... Otra vez.

-Sab, qué bueno encontrarte- dijo sonriendo tímidamente.

Sabiduría le sonrió y le dió un pequeño abrazo, esos días todos habían llenado al verde de mimos y cariños con tal de hacer menor el dolor y el calvario por el que cruzaba.
El rubio lo hizo sentar en un sillón, además hizo que le trajeran bebidas.

-¿Y Locura?- preguntó un tanto extrañado de no ver al peliblanco por allí.

-Duerme- respondió el otro- Anoche se quedó hasta tarde, me pidió que le leyera y se desveló.

-Ya veo...- Vida tomó un sorbo a su bebida.

Sabiduría notó que Vida quería decirle algo, pero decidió no preguntar, sabía que el verde sólo estaba organizando lo que iba a decir.

-Sab... Tengo algo que decirte.

-Lo sé.

Sabiduría notaba que cada vez las lágrimas de Vida eran menos, todos pensaron que estaba recuperándose un poco, pero en el fondo sabían que al menos pasarían mil millones de años antes de que quizá dejase de llorar.
Vida solamente había dejado de llorar en público.

-Yo... Tengo... Miedo- susurró, la bebida temblaba en sus manos.

-Todos tenemos miedo, Vida- dijo el rubio- La cuestión no es que tengas miedo, si no a qué temas.

-Tengo miedo de la muerte- susurró -ahora que sé que podemos morir... Tengo miedo.

Sabiduría se levantó del sofá en el que estaba para sentarse junto al verde.

-He escuchado decir a Ithis algunas veces que la muerte no es más que otra transformación y es cierto; cuando los humanos mueren, se transforman en Mariposas de Alma si han sido soportables durante su vida y en plagas si se corrompen por su maldad, esas almas... Se convierten en vidas nuevas.

-Me sé ese procedimiento- dijo Vida con tono amargado.

-Por consiguiente, la ciencia dice que todo está hecho a base de materia y la materia es energía... "La energía ni se crea ni se destruye; sólo se transforma" y si algo está hecho de energía no puede simplemente desaparecer, se transforma.

-¿Y con eso quieres decir...?

-Significa que al morir no nos vamos Vida... Simplemente nos transformamos. La muerte nos nos hace desaparecer, sólo cambiamos.

Vida quedó pensativo, Sabiduría se levantó y caminó hacia un librero del cual extrajo un libro delgado.

-Locura en estos últimos meses ha estado pidiéndome que le lea este libro, "El Principito" lo conoces bien, ¿Verdad?

-Sí- Susurró Vida.

-Hay una parte que dice "Lo esencial no es visible para los ojos" lo que realmente importa sólo se ve con el corazón... Muerte era algo esencial para ti, Vida, ahora que se ha transformado no lo busques con los ojos, búscalo con el corazón con el que tanto lo amaste y lo encontrarás.

-¿Muerte está en alguna parte?

-Sí- dijo el rubio acomodándose los lentes- Pero no físicamente, búscalo en los lugares que más quiso y en las cosas que más amó y allí lo encontrarás.

-Suena a una larga búsqueda- el Dios verde sonrió melancólicamente.- ¿Cómo o dónde encontraré fuerzas para eso?

-Sonríe.

-¿Sonriendo?

-Sí, la sonrisa es el arma más poderosa jamás creada y la más fuerte de las murallas, sonríe, Vida, además... Muerte amaba verte sonreír, los ojos le brillaban cuando te venía reír.

-Sonreír ahora sería mentirme a mí mismo y a los demás.

-Lo sé, Vida, a veces sonreímos para engañar o convencer a otros de que estás bien. Esta vez, aunque lo creas imposible, intenta convencerte de ser feliz sólo un poco más.

-Un poco más, sólo un poco más... Lo intentaré, buscaré.

-Búscalo, hazlo y quizá... Te encuentres a tí mismo también.

Vida se puso de pie, sentía una nueva vitalidad recorrer cada centímetro de su cuerpo, cada átomo, cada molécula parecía ahora llena de una energía misteriosa y una pequeña sonrisa se estampó en su rostro.

-Gracias, Sabiduría.

-Por nada- el rubio se levantó y dió un abrazo y unas palmaditas al verde- y recuerda, ¡Sonríe!

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Nim estaba sentado cómodamente en la gran estructura donde Ithis habitaba, era extraño que él estuviese ahí, pero últimamente habían pasado demasiadas cosas raras y ya realmente nada extrañaba demasiado a nadie.

Una amplia puerta se abrió y de allí salió el gran Ithis, Nim se levantó al verlo y caminó a su encuentro.

-¿Y bien?- preguntó cuando lo tuvo cerca- ¿Cómo está?

-Confundido- respondió simplemente Ithis.

Hubo un silencio incómodo, un silencio tan pesado que podía cortarse con un cuchillo.
Se escuchó un suspiro e Ithis decidió romper el silencio.

-¿Hicimos lo correcto?

-No lo sé, es correcto dependiendo de donde se mire- el oscuro caminó hacia el ventanal, mirando la lejanía- y es incorrecto dependiendo de donde se mire.

-No lo sé, Nim... El que se va no vuelve aunque regrese- Ithis buscó lugar junto a Nim- ¿Qué nos hace creer que será el mismo?

-Tampoco quiero que sea el mismo, el cambio no siempre es malo.

-Lo creamos, lo destruiste, lo volví a armar... ¿Eso acaso no será algo traumático?

-O algo increíble.

Ithis volvió a suspirar, Nim y él eran tan contrarios y tan parecidos a la vez.
Como las dos caras de una moneda, pero sin ambas caras ya no sería una moneda, ¿Verdad?

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Vida caminaba lentamente por Ithis, había pasado horas, quizá días caminando por todo el mundo, buscando lugares que le trajeran de vuelta sentimientos y recuerdos ligados a su adorado Muerte, pero aunque le llegarán recuerdos, todos los sentimientos que encontraba eran negativos.
Y él no quería que los recuerdos que poseía junto a Muerte estuvieran manchados con malas sensaciones.

"Busca lo bueno, Vida, lo malo ya quedó atrás... El pasado ya no importa más."

Ya algo agotado, se sentó junto a la sombra de un gran árbol, se recostó y cerró los ojos un momento, hasta que escuchó murmullos cerca, se puso de pie rápidamente en posición de guardia, al parecer no había peligro, sólo unos cuantos Cupidos que caminaban en la lejanía.
Y donde habían Cupidos, estaba Amor.

-¡Hey, Cupidos, aguarden!- Vida corrió tras ellos.

Los Cupidos caminaban tranquilamente llevando cosas en sus manos, al acercarse Vida observó que se dirigían hacia la casa de Muerte.
Al llegar vió a Amor recibiendo las cosas traídas por los Cupidos, al parecer eran cosas para limpieza y eso, la pequeña morena llevaba puesto un delantal y tenía una escoba en las manos.
Al ver a Vida, esta sonrió un poco y caminó hacia él.

-Hola Vida, ¿Cómo estás?- Amor sabía muy bien cómo debía de estar el verde, pero hacía días que no lo veía y no perdía nada con preguntar.

-Estoy... Bien- Vida sonrió a la pequeña- ¿Qué haces en la casa de Muerte?

-Ah, eso...- la pequeña miró los elementos de limpieza tras ella- Pensé en que la casa de Muerte debería quedarse tal y como está, pensé en limpiar y organizar un poco y que quede aquí como recuerdo... Ya sabes.

Vida comprendió lo que la pequeña decía, la mansión de Muerte era lo único que quedaba de él en Ithis y los dioses no querían desprenderse del recuerdo del alto Dios de ojos ambarinos.

-Entiendo... ¿Necesitas una mano?

Vida estaba buscando recuerdos junto a Muerte, esta era una buena oportunidad... Aunque le causara nostalgia y tristeza.

-Claro, claro, ven, ponte un delantal y ayuda- Amor le colocó un delantal al verde para luego darle una escoba y un trapeador.

Vida entró y vió a los Cupidos junto a las Parcas limpiando los ventanales, poniendo flores en los jarrones y quitando el polvo acumulado.
El Dios verde no sabía por dónde comenzar, el lugar estaba impregnado del aroma del Dios ausente y eso lo distraía, de repente muchas emociones, sensaciones, sentimientos y recuerdos invadieron su mente y su corazón, llenándole los ojos de lágrimas.

-¿Estás bien?- Amor pasó junto a él.

-Sí... Lo estoy- Vida comenzó a barrer- Es normal, creo, ¿Acaso no te dan ganas de llorar igual?

-Sí, ¿Sabes? A veces... Cuando hago fiestas del té, dejo un espacio vacío y espero a que él vaya y se siente a mi lado- admitió la pequeña morena.

Amor se sentó en un mueble y lo acarició con la punta de los dedos, mirando a Vida con algo de nostalgia y pesar.

-A veces siento que él está ahí conmigo, o tengo la sensación de que llegará en algún momento, de que le pondré vestidos y hablaremos sobre el amor o la vida en general... Siento que vendrá de nuevo.

-¿Le ponías vestidos?- Vida en ese momento estaba luchando entre reír o llorar de mera tristeza- Me habría gustado ver eso.

Amor sonrió y comenzó a reír, para que luego por sus mejillas rodaran lágrimas.

-Lo extraño tanto...- Murmuró mientras que con su vestido limpiaba algunas de sus lágrimas.

-Yo también, Amor- Vida sentía un nudo en su garganta- Yo también... Lo extraño demasiado.

Vida dió un abrazo a la pequeña, se hubiese puesto a llorar en aquel momento de no ser porque vió a un Cupido a punto de tirar un montón de cosas.
Entre esas cosas estaba una amapola seca.

-¡Hey, espera!- Vida evitó justo a tiempo que el Cupido tirase aquella amapola a la basura- ¿Dónde encontraste eso?

-En la mesa del comedor, Alteza- respondió.

-No la tires, dámela por favor- Vida tomó delicadamente aquella flor muerta entre sus manos.

-¿Para qué quieres eso? Esa amapola está seca, Vida- Amor se acercó lentamente.

-Fui yo quien dejó esta amapola para Muerte- explicó el verde- yo... Solía dejar cosas cerca de él, esta es una de ellas, Muerte las recogía y las guardaba.

Vida acarició con ternura las hojas marchitas y frágiles de la flor disecada, el nudo en su garganta amenazaba con ahogarlo.
Recuerdos de besos, de abrazos, de momentos, de lágrimas, de peleas, de discusiones... Todo aquello guardado en una flor muerta.

-Amor, vine buscando algo que me recordase a Muerte y todo lo que juntos vivimos- el verde levantó la mirada- Y creo que lo he hallado, Muerte no se ha ido, él siempre estará aquí... Con nosotros, estoy seguro.

Amor asintió esbozando una pequeña sonrisa, Vida se quitó el delantal dejándolo en las manos de la morena.

-Gracias por todo, Amor, ahora debo irme.

-Está bien, Vida, gracias a tí por venir.

El verde salió de la mansión de Muerte, en sus manos llevaba delicadamente aquella amapola, amapola que en un momento no significó mucho y ahora lo significaba todo.
Antes de darse cuenta, estaba sentado en una pequeña colina verde con vista a un campo florecido y hermoso, no había un alma en los alrededores, Vida miró la amapola, saboreando aquellos recuerdos que de forma vívida parecían brotar de esta.

-Muerte, Aún no entiendo porqué si la ausencia es vacío está tan llena de tí.

Podía sentir su presencia en el viento tibio de la tarde, en el danzar de las mariposas y abejorros sobre las flores, en las nubes del cielo y las aguas de los ríos y océanos.
Podía verlo en la sonrisa de los niños, en la luz de una vela e incluso en la más profunda de las tinieblas...
Ahí estaba él.

"Lo esencial no es visible a los ojos"

Vida se recostó sobre la hierba con la amapola sobre su pecho, miraba el infinito cielo azul y en los rayos del sol veía los hermosos ojos ambarinos de su amado Muerte.

Entonces escuchó pasos.
¿Acaso sus recuerdos se estaban volviendo tan fuertes como para traspasar a la realidad?
No, aquellos pasos eran muy reales, pasos que iban directo hacia él.

Vida suspiró, si iba a voltear debería estar resignado a vivir con lo que se topara, si iba a voltear debería conformarse con lo que veía, si iba a voltear debería estar totalmente decidido a reír o a llorar por igual.

"¿Estoy listo para eso?"

Los pasos eran cada vez más cercanos, el verde podía escuchar las hojas y las hierbas ceder ante las pisadas en un pequeño chasquido.

"Estoy listo."

Volteó.
Y sonrió.

¿Fin?

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Realmente no haya mucho que decir.
Sólo esperar.

Feliz cumpleaños a mí~

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