El impertinente
Volví a aspirar el olor del ambiente, olía delicioso y se sentía igual. Sentía como mis preocupaciones se iban con el viento salado llevando consigo también una que otra pizca de arena que se alojaba en mis púas, sin seguir esperando mucho me apresure a quitarme la ropa y tirarla sobre la silla que estaba en frente de la entrada de la choza, quedando en traje de baño, había venido preparado, tome la tabla de surf del interior del recibidor y corrí hasta la orilla. Me zambulló entre las pequeñas olas que se forman en la orilla como si de mi vida dependiera de ello. Bueno, no exactamente mi vida, seria más mi tranquilidad mental, estar tanto tiempo en una ciudad enorme, llena de ruido y personas irritadas era demasiado para mi joven mente.
Volví a concentrarme en lo que hacia cuando el agua tibia salpico sobre mi rostro, pase mi mano retirando el agua y vi al frente, una ola inmensa comenzaba a asomarse lejos de donde yo estaba. Inmediatamente comencé a remar con los brazos acostado sobre la tabla. Sinceramente daban ganas de quedarme así y dormir aquí mismo pero sabia que si lo hacia una ola terminaría arrastrándome hacia la orilla nuevamente, no quería eso, cuando estuve más cerca de la ola me incorpore sobre la tabla y comencé a equilibrarme surcando así el agua a una velocidad considerable.
Era simplemente magnifico ver el agua azulada en su manera más pura y cristalina, cuando el agua empezó a descender nuevamente un anillo se formo a mis espaldas, he oído que algunos se han atrevido a hacer una maniobra tan arriesgada como es surcar una ola en medio de su punto inestable, pero nunca lo había visto con mis propios ojos. No habían muchos surfistas en esta playa.
Cuando la ola llego a su final quede en medio de la ahora calmada agua, asumí que la marea había bajado ya por lo que me dispuse a esperarla acostándome sobre la tabla. Mis orejas se movían de un lado a otro escuchando el sonido de las gaviotas revoloteando o las hojas de las palmas moviéndose con el viento. Aspire hondo:
— Esto es vida. — Susurré, a la vez colocaba mis brazos atrás de mi cabeza, sirviendo así de almohada.
Pase un largo rato así hasta que empecé a escuchar nuevamente las olas venir, me incorpore y gire sobre la tabla con cuidado de no caer, la ola que comenzaba a formarse parecía prometedora, sin pensarlo comencé a remar de manera rápida. Volví a repetir la acción de ponerme de pie sobre la tabla y comencé a surcar el agua, moviendo la tabla con mi peso de un lado a otro haciendo figuras momentáneas sobre el agua, imaginaba como si una gran multitud me viera desde la orilla, apoyando con gritos y aplausos. Pero la fantasía se quebró cuando otro surfista paso con rapidez a mi lado, haciendo que pierda el control y el equilibrio de la tabla por la impresión. Segundos después sentí como mi cuerpo era revolcado por la ola, y como si no fuera suficiente, cuando salí a la superficie nuevamente otra ola me golpeo.
Cuando salí a la superficie, esta vez sin que otra ola me arrastrara, inhale con fuerza, comenzando a toser el agua poco después. Cuando estuve meramente recuperado comencé a buscar mi tabla, temiendo que las olas la hubieran quebrado con su fuerza, de repente sentí como algo golpeaba mi hombro.
— He, crió. — No pasaron minutos cuando identifique al otro surfista que había hecho que perdiera el control, me extendía la tabla sobre el agua mientras estaba sentado sobre la suya. La tome del borde y la aleje un poco de él antes de subirme con algo de dificultad, agradecí internamente al caer en cuenta de que había quedado ilesa. — Menuda revolcada que te has echado, eh. — Lo mire con molestia mientras intentaba sacar el agua que había quedado atrapada en mis orejas.
Su pelaje era de color verde y llevaba sus púas hacia atrás, habían dos perforaciones debajo de su labio inferior y otra en su oreja, se notaba a leguas que era mas alto que yo, pero no más robusto, y aun así eso no le impedía tener un cuerpo de infarto, como lo describiría mi hermana mayor si lo tuviera en frente. Me observaba con sus ojos celestes a manera de burla.
— Creo que si tomaras una fotografía seria mejor tío. — Y si, también tenia acento, mi hermana se volverá loca cuando lo conozca, ¿Pero en que chichas estoy pensando ahora? ¡Debería y voy a joderlo!
— Ninguna fotografía — Respondí molesto, señalándolo con el dedo —, ¡Acaso no viste que estaba en esa ola, literalmente pasaste como una rayo y me hiciste caer! — Su sonrisa burlona desapareció cambiando a una de molestia al igual que la mía.
— ¡Pero si ni siquiera te he empujado para hacer que te caigas! — Exclamo, moviendo de manera frenética tus brazos para enfatizar sus palabras. — ¡No es mi culpa que andarás de idiota fantaseando o divagando con tu cabeza!
— ¡Yo no estaba fantaseando — Mentira. — , tú tienes la culpa por andar de impertinente!
Abrió sus ojos, indignado aparentemente por mis palabras.
— ¡Eres un- — Se detuvo en seco cuando giro su cabeza hacia atrás. Mire sobre su hombro y vi ante nosotros como una ola inmensa se posaba sobre nosotros, dejándonos sin oportunidad de sobrellevarla, sentí mi cuerpo chocar contra la arena varias veces hasta que volví a la superficie, me incorpore sintiendo las raspaduras de la arena sobre mi cuerpo, especialmente sobre mi abdomen. Busque por instinto al impertinente, mis ojos dieron con su cuerpo también en la orilla solo que boca abajo, aproveche para tomar mi tabla que había quedado un poco más allá de la orilla y empecé a caminar hacia su posición.
Sonreí con burla cuando escuche sus insultos aún estando boca abajo sobre la arena. Tuve que resistirme a patearle arena encima hasta que empezó a levantarse, su nariz junto con su pecho y brazos estaban raspados por la misma arena.
— Que me lleva la puta con su rechingada arena, ¿Donde esta mi puta tabla? — Me observó molesto, a lo que yo solo apunte a sus espaldas, donde estaba su tabla sobre la orilla. Camino hasta ella e intento tomarla, pero se detuvo y soltó un grito cuando un cangrejo que estaba sobre ella lo pico con su pinza. — ¡¿Tío pero y a este que le pasa!? ¡Es que todos me odian o que!
— Quizás solo quiere ser un impertinente de las olas, como tu. — Respondí mientras tomaba la tabla del otro extremo y hacia que el cangrejo se bajara de ella, me dio un poco de lastima cuando se quedó ahí unos segundos Como diciendo: «¡Mi tabla, estúpido!» Y finalmente volvió a su hueco en la arena.
— Dime que no estabas fantaseando con que ese puto cangrejo hablara. — Mire a un lado con el ceño fruncido, reprimiendome internamente por ser tan obvio a veces. Negué con la cabeza y hable:
— ¿Vas a disculparte de una vez o qué?
— ¿Disculpa?
— Te perdono. — Dije, con una sonrisa de victoria en mi rostro, cuando cayo en cuenta de lo que pasaba sus púas se agitaron demostrando que estaba molesto.
— ¡Que yo no tengo la culpa joder!
— ¡¿Oh, entonces yo tengo la culpa!?
— ¡Si, tú eras el que estaba fantaseando en vez de estar concentrado en surfiar de manera decente, porque lo haces horrible! ¡Ya lo he dicho!
Abrí mi boca indignado ante sus palabras, yo no surfiaba horrible, era como un surfista promedio, y a hasta que creó que superior. Sin pensarlo mucho arroje sin cuidado la tabla a la arena y coloque mis manos sobre su pecho empujándolo hacia atrás, no hubo otra reacción por su parte más que mirarme con sorpresa.
— ¡Surfeo como cualquier otra persona lo haría! — Grite, mirándolo desde arriba.
Estaba harto. Tome una vez más mi tabla y corrí nuevamente hasta la cabaña, corría por lo molesto que estaba, y estaba molesto porque ese tipo arruino una parte de lo que yo pensaba, seria el mejor día en la playa.
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