Béatrice Marie

Para Navidad recibo una carta de Eugene y una noticia de Tomas a su vez. La carta de mi hermano habla sobre las bendiciones que me desea toda la familia y viene incluida con una fotografía en la que puedo apreciar a mis padres, ya un poco más envejecidos.

"Ellos te extrañan, goldy, no creas que no, pero te están esperando para sentir tu presencia de forma física" está escrito al final y eso me saca un par de lágrimas. Creo que por eso Tomas se compadece de mí y me dice que "más bien" tiene dos noticias.

—Bueno, primero, te prestaré mi auto para que visites a tus padres en la fecha que mejor te parezca, excepto Año Nuevo. Si quieres ir con Gerard mejor.

—Pero Gerard es tu guardaespaldas.

—Sí, pero sirve más como consuelo tuyo que mío.

Es bastante cruel, pero ya me he acostumbrado a ello. No odia a Gerard, lo quiere mucho, solo que está pensando en lo mejor para ambos, ya que él no querrá que yo vaya al campo sola.

—Segundo... Ve empacando tus cosas.

—¿Me vas a echar del hotel?

—No, yo me mudo de hotel. Aquí ya es muy controversial con todo esto de tu internación. Y tú... Te vas a vivir con Maxime.

Ah, bien, una noticia buena y una en la que ni me pide la opinión para estas cosas. Creí que Tomas tenía un poco más de alma, pero noto en su mirada que está tan decidido que ni mil enfados míos podrían frenarlo.

Quiero patalear, empezar a gritarle que se vaya a la mierda con esa clase de decisiones estúpidas y mil cosas más. Pero al final solo asiento con la cabeza, sin disimular mi expresión disgusto ni tampoco exagerándola.

Parece que el hecho de que no reaccione con palabras lo deja en una situación complicada, porque me mira intentando sacarme palabras.

—Sé que es un baldazo de agua fría, pero créeme, tu relación es puro marketing. Sales con él y ganas mucho. Serás actriz.

—No te pedí que me convencieras. Es más, no me opuse.

—Pero no hay que ser un genio para darse cuenta de que no te gusta la idea.

—Si de todas formas no te importa la opinión de una mujer, Tomas.

—¿Dije eso?

—Hace ya unos meses.

Parece genuinamente sorprendido de que lo recuerde, pero hay algunas cosas que no sabe de mí: como la libreta que hago de personas que me parten el corazón o lo resentida que soy, que incluso recuerdo frases completas.

Uno no olvida fácilmente. Yo usualmente recargo todo lo que siento y lo transformo en sonrisas, pero nunca suelto lo sucedido. Me siento rara pensando que puedo avanzar.

Hay días en los que no me pongo a prueba con nada y hay otros en los que simplemente me estreso por recuerdos.

No estoy tan mal, creo.

Cuando termino de hacer mis maletas y de doblar los vestidos de la forma más pulcra posible, con la ayuda de Francesca, me marcho sin siquiera saludar a Tomas. Al menos le veré la cara durante mucho menos tiempo.

Y el marcharme significa parte de mi libertad... He conseguido una libertad muy temprana. Eso me alegra bastante. No creo que muchas se vayan a poder dar este lujo.

Bueno, no es como tal libertad cuando veo la casa preciosa que tiene Maxime y el mérito que hace de que ahora es "nuestra".

Hubiera preferido algo para mí sola. Aún así, no me cae mal, es un bonito lugar, incluso Maxime me está recibiendo mucho mejor de lo que esperaba.

—Y por último, nuestro cuarto... Ya sabes, dormiremos juntos.

—Sí, no me parece mal.

Él se sienta por un momento en la cama y se pasa las manos por el cabello, se le nota ansioso por la sonrisa y como una forma de apoyarlo me siento a su lado y le tomo la mano.

Me mira y sonríe con esa calma que lo caracteriza, la calma que me llevó a quedar fascinada por él. Calma que solo tiene durante ciertos momentos o en sus papeles.

Está mucho más lindo que cuando lo conocí. Su piel es más suave, duerme mejor y parece realmente encantado por la fama buena. Incluso ahora noto que tiene un cierto parecido a Anaïs a juzgar de sus bucles y los ojos tono avellaneda.

Tiene sus días, claro, porque también tengo que soportarlo en muchos momentos donde no puede dormir por culpa de las pesadillas o cuando necesita sentirme cerca.

Nuestra relación parece muy de marketing. Y es como si él me leyera el pensamiento.

—¿Sabes? Esto no se siente como una relación real.

—¿No?

—Creo que nos falta disfrutar un poco más, estar más atento al otro y a sus necesidades.

Bueno, yo no es que no he estado atenta a él. Pero tampoco quiero pelearle, así que le doy la razón, ignorando que me mete en el problema que solo es de él.

—Solo quiero que seas feliz mientras esto dure, Béa.

Y su mirada tierna me invade el alma, quizás porque he estado esperando recibir eso de Anaïs, quien ni siquiera me la ha brindado cuando empezamos a salir. Nunca he recibido lo mismo que recibo de Maxime, ni esa clase de discusiones ni tampoco esas miradas, al menos no de una forma tan romántica.

En este poco tiempo hablé con Anaïs sobre los límites de nuestra relación y ella me ha aclarado que yo puedo salir lo que quiera con hombres, siempre y cuando todo sea por marketing o por querer mantener en alto mi imagen. "Si te gustara en serio Maxime... No hay posibilidades que te guste en serio. Pero si te llega a gustar en serio, es marketing cualquier cosa que hagas. Recuérdalo, no es como lo nuestro" escribió como una advertencia a mis sentimientos y me sentó un poco mal. Un poco bastante.

Veo que mi futuro con Maxime no va a durar mucho, que Tomas y Anaïs tienen otros planes para mí..., pero eso no me molesta en lo absoluto.

Se me hace, extrañamente, encantador, porque eso significa disfrutar de su relación como si fuera la última.

Por esa misma razón, mientras acaricia mis dedos y se acerca más a mí, busco su boca con la mía. No soy una experta en esto, pero la verdad es que me gusta cuando Maxime es el chico de mis sueños.

Si todo es marketing para ella, si yo solo soy un objeto que todos los hombres quieren tener, ¿por qué no cumplir alguna de mis expectativas? ¿No darme el placer de acostarme con Maxime?

Si a ella le dará lo mismo.

Aunque mientras lo observo más me perturba el parecido. ¿Acaso me lo estoy imaginando? Debe ser producto del placer.