Capítulo 26
Narrador: Béatrice Marie
Dejando de lado lo sucedido con el esposo de Adrienne, la fiesta se siente cómoda y segura para mí. Incluso tomo, tomo más de lo que suelo hacer donde hay hombres. Tomas me ha dado advertencia sobre el consumo de alcohol en fiestas donde se pudieran aprovechar de mí, pero con ellas me he sentido tan en confianza que no he dudado en beber un poquito más. Quizás por esa razón doy un par de vueltas y termino pegada a Anaïs.
Todas se han marchado ya, solo hemos quedado Annie, Anaïs, June y Adrienne. Creo que es tarde, pero no sé por qué no me han venido a buscar, así que disfruto lo más que puedo
Un tema suave empieza a sonar y mis pies bailan lentamente. No identifico si se trata de la voz de un hombre o de una mujer, solo sé que es lento y se puede bailar como un vals.
Amo el vals. El vals puedo bailar con toda la confianza del mundo.
Tomo la mano de Anaïs y la distraigo de una charla que está manteniendo con Annie. Noto cómo se ve confundida ante mi atrevimiento pero luego le sonrío con torpeza y ella se acerca más a mí.
Aunque un flash nos detiene de bailar el vals. Annie nos acaba de sacar una foto. A mí no me importa, pero Anaïs se enoja bastante.
—¿Por qué hiciste eso?
—Solo me pareció una linda foto.
—Bórrala ya, si es que no quieres tener problemas.
—Anaïs...
—Solo era para conservar un recuerdo.
—Eso no me interesa, conserva un recuerdo de otra cosa.
—Vamos Anaïs, ¿por qué no puedes relajarte por una vez? —digo mientras me apoyo en sus hombros y la escucho suspirar—. Bailemos y olvidémonos de todo.
Y eso hacemos en cuanto la muevo entre mis brazos. Primero está enojada, pero luego empieza a dejar eso atrás para seguirme el paso y bailamos muy pegada, como si nada malo pudiera pasarnos.
Mientras estoy cerca de Anaïs, de su rostro firme y su respiración lenta, siento que estoy en mi lugar seguro. Y es aún más claro para mí cuando una melodía bonita empieza a sonar en mis oídos, porque está tan ensimismada en sí misma que empieza a tararear una canción que solo ella conocerá.
—¿Te quedarás conmigo como se queda Adrienne con June?
—Sí, Béa.
—¿Me lo prometes?
—Lo prometo.
Y para mí esa es la promesa más fuerte que pude tener, porque la imagen de Adrienne y June bailando me ha animado la noche por completo.
La luna las ilumina y ambas se ven tan cómodas riéndose con la otra que deseo atesorarlas por un tiempo más. Y cuando miro a Anaïs, ella está concentrada en lo mismo. Lo único que hay una diferencia: sus ojos irradian dolor. Ella no está pensando en un futuro positivo, yo sí.
Y como un tonto instinto, beso sus labios, intentando distraerla de esa vista que la pone triste. Pero tonta de mí al esperar que me correspondiera, porque ella me observa sorprendida y luego se ríe.
Solo me queda reírme junto a ella como si hubiera sido una tonta broma.
¿Por qué haría eso si no fuera como broma?
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