Capítulo 12

Narrador: Béatrice Marie

Me despido de Anaïs con un beso en la mejilla, pero en cuanto me subo al vehículo Tomas se baja y se pone a hablar con ella. No llego a escucharlos, pero se nota que ella no está contenta con lo que le está diciendo. Le muestra una carta y listo, ahí termina la conversación.

—Ay, esa Anaïs, es una aguafiestas.

—¿Qué pasó?

—Nada, solo estaba pidiendo su asistencia en un cumpleaños. Será un cumpleaños masivo.

—¿En serio?

Siento cómo empieza a latir mi corazón de la simple emoción que me genera y creo que Tomas lo nota porque acaricia mi cabello.

—En serio. Tu primer cumpleaños masivo. Esta va a ser una fiesta más que deseada y para nuestra suerte hemos sido invitados. Bueno, era obvio que me invitaría, después de todo tenemos un trato.

—¿Quién es?

—Arnold o Ronald Durand. Usualmente la gente se confunde con su nombre. Yo al menos le digo Ronald.

—Ya veo... ¿Y quién es?

—Es el esposo de una bailarina y actriz polaca reconocida que a día de hoy solo se la llama: Mora. Es más, ella lo llevó a dónde está él, pero no le digas esto a nadie.

Pone su dedo en la boca como si fuera un secreto y yo le sigo la corriente. Me gusta la complicidad y el tener conversaciones que los otros no pueden saber.

—Arnold y Mora... Muero de ansias por conocerlos mejor.

—Oh, Mora te va a caer bien. Es una feminista reforzada y, a pesar de que estas mujeres son odiadas, todos la adoran. Nadie la toma muy en serio.

—Anaïs me ha hablado del feminismo.

—Lo supuse.

—¿Qué piensas tú al respecto?

—No me interesa. Soy un hombre y según sus dichos no puedo opinar de algo que no sufro. Tienen razón.

Tomas acepta las cosas con mucha facilidad. Es como si nada le importara realmente o eso siento cuando no se escandaliza por el tema. An me ha advertido de no hablarlo con ningún hombre porque podrían decir cosas muy hirientes o discutir por demás. Pero él no es este caso.

Aún no termino de entenderlo bien.

—¿Cómo te fue con Anaïs, la mia bella signora?

—¡Oh, excelente! Fuimos a ver una película y también nos encontramos a Gerard.

—¿Gerard? Seguro fue a ver a alguna chica.

—No lo creo porque se quedó con nosotras.

—Ah... Bien. ¿Qué vieron?

La plus belle fleur, protagonizada por el encantador Maxime Roger.

—No me digas que esa película te gustó.

—Sí y mucho más él.

—Eres una completa rarita, Béatrice. Pero se nota que lo disfrutaste. ¿Tanto te llamó la atención?

—Mucho. Es que actuó con tanto sentimiento y su rostro se me hizo magnífico, casi rozando lo femenino.

—Vaya descripción —dice mientras sigue con la mirada al volante, pero noto cómo se esfuerza por no girarse—. Entonces te premiaré por tu esfuerzo. Haré que se conozcan.

—¿Tanta influencia tiene usted?

—Más de la que podrías imaginar. Todo París podría estar bajo mi mando, si es que fuera un vil dictador.

—No entiendo, pero suena grandioso.

—Mejor no digas eso.

Asiento con la cabeza, totalmente entusiasmada por lo que él pueda llegar a mostrarme del mundo de la actuación. ¿Quién sabe cuánto actores parisinos más me gusten?

Aunque toda mi emoción se disipa cuando llego al hotel y recibo una carta de mis padres. No tengo buen presentimiento al respecto y lo termino de confirmar cuando leo sus crudas palabras.

"Te amamos, pero no podemos soportar esta distancia y tus cartas solo nos hacen daño. ¿Cuándo será el día que vengas a vernos? Veo que la sociedad parisina te gusta más. El día que vuelvas a dirigirnos la palabra esperamos que sea con tu presencia." Eso mismo dice y seguro ese fue mi padre. Es un desamorado, ni siquiera me deseó suerte a la hora de irme y ahora obliga a mamá a participar de su idea loca de no escribirme ni contestar mis cartas.

¿Acaso he olvidado a mis padres ante la emoción que me generaba la sociedad? Tan solo han pasado dos meses, pero veo que para ellos es crudo que no vaya cada domingo. Y lo haría, los visitaría... Solo que no puedo. No me veo en el deber de gastar todos los favores con Tomas ni mucho menos irme ahora que estoy volviéndome conocida.

Él me dijo que espere, pero me temo que mi hermano piense igual y no desee verme, incluso si se encuentra más cerca que ellos.

Ahora me siento muy culpable de disfrutar esta vida... Pero les prometí que en cuanto alcanzara el éxito los traería conmigo.

No puedo dejar de pensar en qué pasará si solo resulto una desilusión más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top