Capítulo IV: Destino.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Parte II.
—Bueno, escucha atentamente lo que haremos— le propuso la rubia, y al decir esas palabras, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. Si Obito era demasiado lento para dar el primer paso, ella le daría un pequeño empujón.
—¿Será nuestro secreto?— susurró Hiro, aunque sabía que no había nadie más en la casa, no era buena idea hablar tan fuerte y correr el riesgo de ser descubiertos, su padre siempre llegaba a casa a esas horas.
—Lo será— Ino le siguió el juego, acercándose al rostro de Hiro para entre ambos murmurar su plan —No podemos decirle a Obito, ¿Entendido?— Ino fue muy específica en ese punto, si Obito se enteraba de lo que intentaban hacer, se enfadaría demasiado.
—Entendido— respondió el Uchiha, realizando hacia Ino un saludo al estilo militar. Aunque su abuelo lo amenace sin galletas o su padre le impida ver su película favorita, él no delataría a Ino. Ahora eran cómplices en la misión de conseguir que su padre y su maestra sean novios.
La sonrisa de Ino se volvió más grande, tenía una buena corazonada en su gran plan.
Porque en ocasiones, el destino tenías que crearlo tú mismo.
Los pequeños alumnos de Hinata hablaban entre sí, impacientes por recibir otra indicación de su maestra, que les dijera que su fiesta ya iniciaría es lo único que deseaban. Hiro era uno de esos niños que se encontraba más emocionado, había convencido a Hinata de que su prima Sarada se uniera a la tarde de películas de su salón, y a su vez Hinata convenció Iruka, el profesor de Sarada. Al ser un año menor que el grupo, Sarada no estaba muy cómoda alrededor de tantos niños que desconocía, llegó a pensar que no fue buena idea pedirle a Hiro que la invite, empero, su primo se encargaba de tenerla cerca de él y ofrecerle bocadillos o presentarle a sus amigos.
—Niños, ya que están todos aquí, debo dar las instrucciones de nuestra fiesta— Hnata elevó su tono de voz con la clara intención de que sus alumnos prestaran atención a sus palabras, los niños poco a poco se volvieron para verla —Primero todos debemos mover nuestras sillas a los alrededores— y para enfatizar su argumento, la ojiperla ayudó a uno de sus alumnos a mover su silla.
—¡Listo!— los pequeños rápidamente imitaron los movimientos de su maestra, intentando al mismo tiempo no chocar con otros de sus compañeros. Hiro también obedeció las instrucciones de su maestra, aunque a diferencia de sus amigos, él se entretuvo ayudando a su prima Sarada, su amiga Azami y a la niña nueva que entró unos días antes.
—Muy bien, niños. Ahora debemos colocar nuestras sábanas y almohadas en el suelo para poder recostarse. Recuerden que se debe limpiar antes el suelo, y nosotros ya lo hicimos— la Hyūga tomó su cobertor del escritorio y caminó hasta el extremo opuesto del salón para establecerse ahí, de nuevo estaba mostrando con el ejemplo lo que sus alumnos deberían hacer.
—¡Sí, Hinata-sensei!— los niños se agruparon con al menos cuatro compañeros, todos con el propósito de ayudarse entre sí y facilitar a su maestra la tarea de su supervisión. Hinata los veía y ayudaba al que creía podría tener más problemas.
—Perfecto, niños. Antes de tomar nuestras botanas y bebidas, hay que limpiar nuestras manos— la mujer extendió sus manos y las movió lentamente frente a las atentas miradas de los niños, que rápidamente invitaban sus movimientos —En grupos de tres irán saliendo al baño, sólo cuando yo lo indique. Al estar todos listos, será momento de iniciar nuestra función de películas— explicó amablemente Hinata al mismo tiempo que intentaba formar en una fila a los grupos que se iban formando.
—¡Entendido!— contestaron todos en voz alta.
—Formen una fila— la ojiperla continuaba con sus intentos de organizarlos, pero algunos niños estaban demasiado inquietos —Ustedes tres pueden salir— les dijo al primer grupo que esperaba impaciente su orden, los niños salieron corriendo en cuento escucharon la voz de su maestra.
La Hyūga observó a otro grupo partir y de inmediato fue de nuevo a su escritorio, ahí estaban las frituras, galletas, refrescos y demás botanas que juntaron gracias a los padres de familia del grupo, incluso lograron ordenar pizza a petición de los niños, Hinata debió ordenar para ir repartiendo los niños que iban regresando. Hiro, Sarada, Azami y Amaya, (su nueva amiga), fueron los que se acercaron a su maestra para ayudarle, claro que fue después de haberse limpiado sus manos. Los grupos siguieron saliendo, y cuando volvían al salón de clases, Hinata y sus alumnos los esperaban con botanas y les indicaban cuál sería su sitio. Sarada no podía evitar ver demasiado a la maestra de Hiro, esa era la mujer a la que había visto consolar a su madre en muchas ocasiones, se habían reencontrado cuando la ojiperla llegó esa escuela para dar clases, y Sarada creía que fue bueno para su madre verla otra vez.
—Hinata-sensei, estamos listos— Hiro se acercó a su maestra y tiró de la tela de su pijama para obtener su atención, la ojiperla le sonrió como respuesta, haciendo sonrojar al pequeño Uchiha.
—Excelente, es momento de que se acomoden donde más les agrade. Yo estaré aquí, junto a ustedes— la ojiperla les dió botanas a Hiro y las niñas que le ayudaban, también tomó algunas para ella y caminó hacia el que sería su sitio, ahí tema ya la laptop desde donde reproduciría la película que se vería en el proyector.
—¿Qué película vamos a ver, Hinata-sensei?— preguntaron sus alumnos con verdadero interés, las voces de los susurros de los niños comenzaron a subir, todos estaban ansiosos por saber cuál sería la primera película de su función.
—Su nombre es Majo no Takkyūbin— la ojiperla sonrió al ver que sus alumnos se emocionaban, a su lado, Hiro no dejaba de hablar con su prima y amigos sobre lo feliz que estaba por la elección. La semana anterior Hinata y sus alumnos tuvieron un pequeño receso de las clases para acordar las películas que verían, aunque fue la Hyūga quien escogió el orden en que se proyectarían.
—Me gusta esa película— aprobó Hiro en voz alta, siendo apoyado rápidamente por Sarada y sucesivamente por sus otros compañeros.
—Sí, vamos a verla— aprobó contento el pequeño del cumpleaños, y por tratarse de él, los demás que no se decidían aceptaron la propuesta.
Hinata se inclinó un poco para presionar la película desde su ordenador, cuando las luces se apagaron gracias a uno de los niños y la puerta del salón se cerró, todos los alumnos comenzaron a murmura emocionados y siendo silenciados por otros. La película recién iniciaba, captando pronto las miradas de lo infantes, que se ensuciaban las manos con las frituras que comían.
—Hinata-sensei— el Uchiha movió el brazo de su maestra, que de inmediato se giró a verlo, el niño que había apartado un poco de Sarada para estar más cerca de Hinata, lo cual no pasó desapercibido por la niña.
—¿Qué sucede, Hiro?— indagó Hinata mientras tomaba más de sus frituras, le agradaba ver qué todos estaban entretenidos, también que el pequeño Uchiha no decidió apartarse de su lado.
—Necesito decirle un secreto— Hiro cubrió su boca con su mano, porque de esa manera creyó que nadie más lo escucharía o tendría oportunidad de leer sus labios. Aunque notaba que Sarada trataba de saber que decían, Hiro se esforzaba por susurrar en ví más baja, le había prometido a su abuela Ino que no le diría a nadie sobre lo que harían.
—Ah, claro. Dime qué sucede— la ojiperla sonrió, tocando por un momento los cabellos azabaches del niño que intentaba llegar a su oído para continuar manteniendo la discreción de su conversación. Hinata se inclinó para escucharlo mejor, lo que provocó que Sarada les observe con más atención.
—Es Otōsan— le dijo Hiro, y con la sola mención de Obito, el rostro de Hinata se tornó rojo en segundos —Le gusta a mi padre, Otōsan está enamorado de Hinata-sensei— confesó al fin el pequeño, siguiendo al pie de a letra la instrucciones de su abuela Ino y los diálogos que había memorizado. Aprendió todas las posibles respuestas que diría dependiendo del comportamiento de su maestra, y no siquiera debió anotarlo, con sólo escucha a Ino era suficiente.
—¿Obito-san...?, ¿Obito-san enamorado de mí?— su corazón latía con más fuerza que antes, llegando incluso a sentirlo cerca de sus oídos, no le sorprendería que Hiro se asuste al oírlo también —Debes estar confundido, Hiro— se obligó a mantener la calma, lo cual no era sencillo, extrañamente quería saltar y festejar que un hombre, que admitía le atraía, estaba interesado en ella.
—¡No, no!, Es verdad— insistió Hiro asintiendo rápidamente, mentir no era bueno según su padre, pero su abuela Ino decía que técnicamente no mentía, para ella era obvio que su padre quería que su maestra sea su novia —Todos en mi familia lo saben, pero Otōsan es muy tímido. Sarada podría confirmarlo— se arriesgaba al incluir a Sarada siendo que ella no estaba enterada del plan, pero por tener a Hinata como su madre oficialmente haría cualquier cosa. Hinata divisó a la pequeña Sarada, sin embargo, no quiso preguntarle por vergüenza.
—Hiro, esos son temas de adultos... No creo que tu padre esté feliz si cuentas sus secretos— la Hyūga jugó un poco con sus manos entrelazadas, comenzaba a creer que las palabras de Hiro eran ciertas, y de serlo, su corazón saltaba de alegría. No le desagradaba la idea de seguir conociendo a Obito para averiguar hasta donde podían llegar sus sentimientos, no le importaba no siquiera el hecho de que él era padre de uno de sus alumnos.
—Otōsan quiere invitarla al cine, lo haría cuando pase a recogerme, pero yo le gané— Hiro se señaló orgulloso, había sido difícil ocultar el boleto que le dió su abuela Ino, empero, finalmente consiguió engañar a su padre. El menor buscó entre el bolsillo izquierdo de su mameluco, retirando de el uno de los dos boletos que compró Ino. Su abuela sin duda era la persona más inteligente de su familia.
—¿Obito-san lo compró para mí?— los ojos perla de Hinata se abrieron más al recibir el boleto que Hiro le mostraba, leyó la fecha, la hora y la película que verían, la función sería en unos días. Se sonrojó todavía más al notar una nota junto al boleto, "cita con Hinata", se podía leer, por lo que imaginó que Obito lo colocó para no olvidarlos.
—¡Sí!, Él quiere que se vean en el cine— continuó explicando Hiro, avergonzando más a Hinata, el menor se alegraba porque su maestra no rechazó el boleto —Es tan tímido que la abuela Ino debió ayudarle a comprar los boletos, Otōsan estaba muy nervioso— de nuevo se convenció de que no estaba mintiendo, era verdad que su padre solía ser tímido con su maestra Hinata, y siempre que Ino preguntaba por ella hablaba cosas sin sentido.
—Y-yo... No sé qué decir— murmuró la Hyūga, apretó su boleto inconscientemente, quizá fue bueno que Hiro haya robado el boleto, puesto que si sea Obito quien la invitaba, creía que sería muy posible que termine desmayada.
—Acepte, Hinata-sensei— pidió Hiro con cierto temor, su maestra se había quedado un poco confundida, o más bien pensativa, y aunque la luz no era muy buena, lograba notar su sonrojo.
—Una cita... Obito-san y yo— repitió las palabras más de una vez, estaba verdaderamente feliz, Obito le gustaba, y que él corresponda a sus sentimientos le hacía pensar que todavía era tiempo de darse una oportunidad. Por fin el amor no le daría la espalda.
Al escuchar que su maestra aceptó, Hiro sonrió entusiasmado y se abrazó a ella, casi toda la película estuvo acurrucado junto a la ojiperla, aunque después de contar el secreto si invitó a su prima Sarada a acercarse más a ellos. No le molestaba compartir a su madre con Sarada, porque estaba seguro de que Hinata se convertiría en su madre oficial, sólo faltaba que su abuela Ino realice la siguiente fase del plan. Ino acompañaría a Obito cuando deban llevar a Hiro a la escuela o recogerlo, y entonces podría hablar sobre Hinata para poner nervioso a Obito y que la ojiperla se percate de que Hiro no mintió. Obito estaba interesado en ella, se volvía nervioso siempre que la veía o hablaban, e incluso cuando el Uchiha no era una persona tímida, con Hinata no podía pensar con claridad.
Tenten observaba con atención el video tutorial en la pantalla de su ordenador, después de pausar buscaba entre el maquillaje que Hinata y ella compraron de último momento lo que necesitaría para imitar el procedimiento en su amiga. Finalmente, Hinata tenía una cita, con tantos años que habían pasado sin que Hinata se interese en otros hombres, Tenten consideraba este suceso como un milagro.
—Hinata, por fin tendrás una cita de verdad— la castaña hacía su mejor esfuerzo para conseguir el delineado perfecto, ella tampoco era una experta en maquillaje, pero al menos tenía más práctica que su mejor amiga. Hinata apenas y sabía usar un labial.
—Estoy muy nerviosa— confesó la ojiperla apenada, tal vez Obito le agradó desde que lo conoció, había guardado el abrigo que le prestó hace años esperando poder devolverlo, y ahora que tenía la oportunidad no lo hacía porque deseaba conservar su recuerdo. ¿Sería incorrecto?
—¿Él te gusta?— Tenten se detuvo un instante para observar mejor a su amiga, quien se sonrojó al estar bajo la intensa mirada de la castaña. Hinata no era buena mintiendo, mucho menos a una persona tan cercana.
—Todavía no nos conocemos bien, pero él me agrada mucho— admitió en voz baja, no le mentía pero tampoco le decía que si comenzaba a sentirse atraída por él, sentía que todo sucedía muy pronto y no quería arruinarlo —Es una persona amable, y es muy cariñoso con su hijo— no le molestaba el hecho de que Obito tenga un hijo, al contrario, era imposible no querer al pequeño Hiro.
—¿Cuántos años tiene su hijo?— preguntó Tenten dejando de lado el delineador para pasar a usar el rizador de pestañas, la mujer debía tratar de no reír cada que Hinata hacía un gesto que muestre su incomodidad.
—Seis, su nombre es Hiro— se alegró que de verdad el hijo de Obito sea tan lindo con ella, era uno de sus alumnos que más la respetaban y ayudaban a que los demás niños sigan sus instrucciones, Hiro era simplemente un niño increíble, tratando a todos con amabilidad y mostrando empatía hacia sus compañeros.
—¿Él niño cámara sobre el que me hablaste?— Tenten se mordió el labio con el último intento de dejar perfectas las pestañas de Hinata, su amiga realmente no cooperaba demasiado, le apartaba las manos cuando ya no soportaba tenerla sobre su rostro.
—No lo llames así, te dije que se dice memoria fotográfica— reprendió la Hyūga mientras un pequeño mohín aparecía en su rostro, Tenten le restó importancia y le obligó a cerrar los ojos de nuevo para continuar con una máscara para sus pestañas.
—¿Y?, ¿Lo tiene?— se separó un poco de su amiga para volver a reproducir el video y ver las sugerencias de color para un labial que se adapte al maquillaje que ya habían aplicado. Le agradaba como es que iba quedando la apariencia de Hinata, que sin duda impresionaría a su cita.
—Ya no tengo demasiadas dudas, Hiro literalmente aprende todo lo que observa— Hinata intentó tocar su barbilla, empero, Tenten rápidamente le hizo desistir con un ligero golpe del que no tardó en quejarse. A su amiga no le gustaba que toquen su cara mientras maquilla, según ella era de mala suerte —Le he prestado cuentos cortos, sabe leer bien, él puede repetir cada palabra que leyó— le explicó a su amiga, Hiro desde el principio le pareció un niño muy atento e inteligente, pero ahora estaba segura de que sus habilidades eran más de lo que se esperaría de un niño de su edad.
—Memorizar y entender es muy diferente— le dijo Tenten, quién ahora le pedía cerrar los ojos con un gesto de sus manos, necesitaba que Hinata lo hiciera para poder aplicar el fijador de maquillaje en su rostro. Su amiga obedeció a su petición.
—Lo sé, por eso es que intento ayudarlo a agilizar su mente con algunos ejercicios— Hinata debió esperar a que su amiga termine de rociar su cara con el fijador para poder hablar, aunque ya no se escuchaba la botella expulsando el líquido, podía sentir pequeñas gotas cayendo directo a su piel.
—¿Su padre lo sabe?— Tenten dio algunas palmadas suaves en el hombro de su amiga para hacerle saber que estaba lista, a su cabello todavía no sabía que hacerle, así que le mostró la plancha y la tenaza. Hinata señaló la plancha, su cabello ya era lacio, así que no tendrían demasiados problemas para arreglarlo.
—No se lo he comentado, no quiero confesarlo hasta estar completamente segura— suspiró al mismo tiempo que sentía a Tenten detrás de ella, sujetando y separando su cabello en seccionas para que se más sencillo tratarlo —¿O crees que deba decirle?, Podría hacerlo en la cita— Hinata juntó sus manos y las colocó a la altura de su abdomen, comenzaba a sentirse nerviosa por su cita, hace años que no tenía una y no sabía que debería hacer o decir. Temía arruinarlo de alguna forma, era muy pronto para que no funcione.
—Hinata, no le hablarás como la maestra de su hijo. Él quiere salir contigo, conocer a la verdadera Hinata— la castaña golpeó la cabeza de su amiga con el cepillo, la ojiperla intentó frotarse el área afectada, empero, Tenten de inmediato la apartó con el pretexto de que arruinaría el peinado que ya había hecho. Hinata no entendía como lo afectaría si solamente le planchaban el cabello, pero prefirió dejarlo pasar.
—Sí, tienes razón Tenten— murmuró la ojiperla sonriendo, quizá hablar sobre cómo le iba a Hiro en la escuela no era su mejor idea, es algo que le era posible comentar a Obito en otras ocasiones, no ahora que tendrían su primer cita. Hiro deseaba que ella conozca a su padre, no solamente como el padre de uno de sus alumnos, y para ser sincera con ella misma, Hinata también esperaba ser más que una conocida, incluso estaría bien siendo sólo una amiga. No le sorprendía nada a esas alturas, ya conocía bien su mala suerte en el amor.
—Aunque pedirle a su hijo que te invite por él... Debo decir que eso fue extraño— Tenten pasó de un mechón de cabello de su amiga a otro, estaba un poco desesperada para terminar, no le gustaría que Hinata llegue tarde a su cita por su culpa, así que terminando iría de inmediato a llevar a su amiga en su auto.
—Su abuela me explicó que Hiro escuchó hablar a su padre con ella, por eso tomó el boleto y quiso adelantarse a su padre— la Hyūga tocó sus dedos índices, le avergonzaba cada ocasión que recordaba cómo es que la abuela de Hiro le contó la historia de los boletos que llegaron a manos de sus nieto, la madre de Obito era muy joven para parecer la abuela de Hiro, y su actitud tan extrovertida la convertía en una persona única —Obito-san está muy avergonzado, tanto que se apena cada vez que me mira— y se sentía nerviosa al respecto, no consiguió hablar con Obito antes de la cita, sólo tenía su boleto y la hora en que se verían, y pensar en enviarle un mensaje le atemorizaba.
—Oh, Hinata. Encontraste a alguien igual que tú— se burló Tenten de ella, dejando la plancha del cabello en su mesita de noche y acercándose a Hinata para apretar sus mejillas, su amiga se ruborizó por tal afirmación.
—Tenten— se quejó Hinata al mismo tiempo que trataba de apartar a su amiga, que insistía ahora en levantarla de su silla.
—No te molestes, tan sólo observa— la sonrisa de Tenten se volvió más grande cuando su mejor amiga la siguió y se detuvieron frente al espejo —Te ves hermosa— con la mano derecha escondió un poco del cabello de Hinata detrás de su oreja, de esa forma era posible apreciar de mejor manera su rostro angelical.
—¿De verdad lo crees?— Hinata tocó suavemente sus mejillas, el maquillaje era lo que ella buscaba, algo no tan extravagante pero sí que resalte sus ojos, Ino le confesó que a Obito le gustaban mucho, por lo que aprovecharía esa información. Observó con cuidado su vestido color morado y sus medias más claras, el ambiente era un recordatorio de la llegada del invierno, y Hinata deseaba usar un atuendo adecuado a la estación del año. La tela del vestido era gruesa, e incluso tenía mangas largas y cuello alto para mantener el calor, la ojiperla se encontraba simplemente fascinada.
—Por supuesto. Lo dejarás impresionado— la voz de su amiga le ayudó a disipar un poco sus nervios, tenía un buen presentimiento de esa noche.
Ino secó sus manos en el delantal que usaba esa noche para no ensuciar su ropa mientras preparaba la cena, Obito y Hiro se habían ofrecido a ayudarle, pero ella se negó con el propósito de que Hiro no sacrifique sus horas de estudio con su padre, y para qué negarlo, también quería preparase con el plan de la cita de su hijo. Necesitaba una excusa, y elaboró una más que perfecta con la ayuda de Kakashi sin que el peliplata estuviera enterado de lo que sucedía en realidad. De hacerlo, seguramente estaría en grandes problemas.
Suspiró y descartó todas las ideas negativas que invadían su mente en el momento más difícil, no podía dar marcha atrás, no lastimaría a la maestra de Hiro en nombre de Obito si a su hijo se le ocurría no asistir a la cita. Caminó para salir de la cocina, avanzando por los pasillos en dirección a la habitación de su nieto, donde claramente podía escuchar a padre e hijo conversando entre sí. Se detuvo en el marco de la puerta, recargando su peso hacia la pared, observando con una sonrisa como Obito y Hiro estaban sentados sobre el suelo, con bloques de colores para armar y muchos papeles de tarjetas, además de otras figuras de números y letras, si ambos estudiaban juntos era al menor por más de una hora.
—¿Dos por dos?— Obito pasó a otra de sus tarjetas, al mismo tiempo que movía las figuras de los números para mostrarle a su hijo, que miraba atentamente cada movimiento de su padre.
—Cuatro— contestó cuando el mayor terminó de colocar las figuras frente a él, ya sabía cuáles eran los números, también había memorizado las tablas de multiplicar de los carteles que su maestra Hinata colocaba en el salón de clases, empero, no le diría eso a su padre. Le gustaba repasar con él las tablas de multiplicar, leer cuentos o libros para mejorar el aprendizaje, amaba estar a su lado y que él le ayude a estudiar.
—¿Tres por seis?— continuó Obito aumentando un poco la dificultad, esa es la tabla que habían estudiado hace apenas un día, así que dudaba que Hiro lo recuerde, aunque le gustaría ver a su hijo batallando un poco para pensar la respuesta, siempre hacía gestos adorables cuando eso sucedía.
—Dieciocho— respondió Hiro antes de que Obito pueda colocar las figuras de los números en el suelo. Su padre se detuvo, incluso su sonrisa se borró, su hijo lo había sorprendido, puesto que no esperaba que le conteste.
—¿Tres por ocho?— en esta ocasión no colocó las figuras de los números, en cambio cuidó bien las tarjetas en donde tenía sus preguntas de matemáticas e historia para comprobar que Hiro no estaba haciendo trampa.
—Veinticuatro— Hiro lo dijo sin pensar demasiado, sonriendo al comprender que su padre se sorprendía de su progreso, no deseaba dejar de estudiar con Obito si él descubría que ya no necesitaba repasar las tablas de multiplicar, sin embargo, si su padre le preguntaba algo era casi imposible no responder.
—¿Cuándo es el aniversario de bodas de tu abuela Ino y el vago de Madara?— Ino se unió a la conversación de Obito y Hiro, provocando que los dos se den la vuelta para verla, ninguno se había percatado de su presencia al estar tan concentrados en su sesión de estudio.
—¡Trece de Agosto!— Hiro se emocionó porque su abuela se unía a ellos, se levantó de su asiento y elevó sus brazos dando un pequeño salto. Obito debió tomarlo antes de que se tropiece con los bloques de construir que le había llevado ese día como recompensa por ser comprometido con sus horas de repaso.
—Lo sabes mejor que tu abuelo, mañana tú te quedas con su postre— la rubia guiñó con su ojo derecho, acción que hizo reír mucho a Hiro, ambos tenían una relación que en ocasiones le causaba miedo a Obito, Ino y Hiro solían hacer demasiadas travesuras a Madara.
—Todo lo del abuelo Madara siempre es mío— comentó con gran decisión, el pequeño azabache cerró ambas manos y movió sus brazos para intentar escapar de su padre y reunirse con su abuela Ino, lamentablemente su padre no tenía intención de dejarlo ir.
—¡Eso, Hiro!, ¡Justo como yo te enseñé!— celebró Ino levantando su mano hacia el techo, acción que Hiro imitó de inmediato. La rubia siempre trataba de que su nieto no se deje intimidar por el semblante frío de su abuelo, aunque la verdad es que pocas veces Hiro tenía miedo de Madara, el Uchiha se convertía en una persona dulce cuando se trataba de su nieto.
—Ino, en ocasiones me pregunto si eres buena influencia para mi hijo— Obito entrecerró los ojos, abrazando más a su hijo contra su cuerpo, no podía creer que Ino le enseñe eso a Hiro. Él era demasiado inocente y manipulable, y su madrastra se aprovechaba de ello para mostrarle que podía usar la debilidad de Madara contra él, y para buna suerte de Hiro, la debilidad de su abuelo era su único nieto.
—Me ofende que lo dudes— Ino se acercó a los dos Uchiha, golpeando a Obito en la cabeza con su mano extendida y cubriendo los ojos de Hiro para evitar que vea —Por cierto, Kakashi llamó— cambió de tema para tratar lo que realmente quería, aunque debía fingir cierto desinterés con la intención de no levantar sospechas.
—¿Ah, sí?, ¿Qué dijo?— Obito soltó a Hiro y frotó su cabeza adolorido, Ino había usado más fuerza de la que debería, pero al menos se aseguró de que su hijo no mire esa escena. El menor ayudó a su padre a recoger su material de estudio y los juguetes que usaron, incluso Ino se unió a ellos.
—Quiere que vayan al cine, compró las entradas y envió la tuya a mi correo— la rubia tomaba los juguetes que Hiro le pasaba y los colocaba dentro de una caja, cuando Obito parecía distraerse guardando otros de los materiales, Ino le hacía señas a su nieto para hacerle entender que el plan comenzaba.
—¿Por qué a tu correo?— Obito se dio la vuelta para mirar a su madrastra, Ino y Hiro se sintieron descubiertos y quedaron inmóviles por un instante. El Uchiha quiso decir algo, pero no entendía que era precisamente lo que ambos hacían, Ino le pedía silencio y Hiro trataba no reír.
—Porque yo si contesto, no como tú— se apresuró a decir la rubia, consiguiendo con su ataque que Obito se olvide de preguntar porque actuaban tan sospechosos. Tanto Ino como Hiro volvieron a su labor de ayudar a Obito a guardar los últimos juguetes, sonriendo de manera cómplice para el otro.
—Oye, tranquila— el Uchiha parpadeó sorprendido por el cambio de actitud de su madrastra, y para evitar conflictos, decidió dejar pasar lo sucedido anteriormente —¿Te dijo a qué hora?— indagó Obito, aceptando que si le agradaba la idea de salir a distraerse del estrés de su trabajo. Era fin de semana, hacía falta un poco de descanso.
—Es a las nueve— habló Ino feliz, eran apenas las seis de la tarde, por lo que Obito tendría tiempo suficiente para arreglarse e irse en el auto hacia el cine. Hiro y ella manejaron su plan con tanto cuidado que sus probabilidades de éxito eran muy altas.
—Me da tiempo de darme un baño, ¿Continuamos mañana, Hiro?— Obito revisó rápidamente la hora en el reloj de su muñeca, su pequeño hijo se sentó con él a su lado para ver la hora también. Al Uchiha le parecía un poco extraño que Kakashi no le haya avisado directamente, empero, imaginaba que se trataba de uno de esos días en que su amigo se sentía avergonzado de invitarlo a salir.
—Está bien— aceptó su hijo asintiendo varias veces, le emocionaba saber que su padre se reuniría con su maestra Hinata para tener una cita.
—Vístete presentable— le aconsejó Ino, porque aunque su hijo pensaba que iría a ver a su mejor amigo, la verdad es que tendría una cita romántica después de tantos años.
—Sí, sí...
Obito le restó importancia a la petición de Ino y tomó su toalla de baño, buscaba ropa entre su armario, y simplemente opto por unos jeans y su camiseta azul favorita. Hiro e Ino lo miraron partir con su canastilla, esa donde guardaba algunos jabones y cremas, el menor de los Uchiha no paraba de saltar contento.
—¿Otōsan tiene una cita con Hinata-sensei?— Hiro cubrió su boca y susurró lo más bajo que podía, no se arriesgaría a que su padre regrese por algún objeto que le faltó y los escuche.
—Sí, Obito tiene una cita con Hinata-san— celebró Ino igual de emocionada que su nieto, ambos se tomaron de las manos y comenzaron a contar sus expectativas sobre la cita. Finalmente Obito saldría con una buena mujer.
La entrada del cine se encontraba despejada, algo que alivió a Obito, puesto no tendría que caminar entre los mares de gente que siempre se formaban en ese tipo de sitios. Kakashi había elegido una película de terror que se estrenó hace sólo unos días, y aunque a su mejor amigo no le gustaba demasiado ese género, Obito lo disfrutaba, quizá esa era la razón de que haya sido la película seleccionada. El Uchiha continuó caminando hacia el sitio cercano en donde vendían palomitas, buscaba a Kakashi y al no encontrarlo decidió que sería mejor llamarle por teléfono para acordar su punto de reunión.
Antes de que pueda tomar su celular, éste comenzó a emitir el tono que tenía para las llamadas de Ino, se apresuró a alcanzarlo del bolsillo de su abrigo, atendiendo rápido para evitar que las personas a su alrededor lo miren por culpa del ruido. Maldijo en voz baja por haber olvidado poner su teléfono en vibrador.
—¿Ino?— susurró el Uchiha cubriendo su boca y dándose la vuelta en un intento de tener más privacidad.
—Obito, Kakashi acaba de llamar. No sé siente bien, así que te pide una disculpa por no asistir— habló Ino subiendo el tono de su voz, en la sala de su hogar Madara había puesto una vez más la película favorita de Hiro en la televisión, y su pequeño nieto no paraba de ir y venir por aquel espacio con tal de hacer sonreír a Madara. Ella llevaba las palomitas y caminaba hacia el sofá para reunirse con su familia, al mismo tiempo sostenía su celular entre su hombro y su cabeza.
—¿Es en serio?, ¡Ya estoy aquí!— se quejó el Uchiha gritando y levantando su brazo izquierdo al aire, al otro lado de la línea, Ino debió separarse el celular del oído.
—Lo siento, Obito. Kakashi de verdad está muy apenado, dormirá temprano después de tomar su medicina, así que no te preocupes— Ino intentó ser muy convincente, no se arriesgaría a que Obito pregunte más y descubra que estaba mintiendo, mucho menos que se entere de que su hijo estaba relacionado en ese enredo. Mentirle a Obito nunca fue sencillo, lo amaba como a su propio hijo, a pesar que la diferencia de edad entre ellos no era demasiada.
—Da igual, regresaré a casa— le dijo Obito un tanto desanimado, le habría gustado ver la película que escogió Kakashi, aunque no se sentía correcto divertirse mientras su mejor amigo pasaba la noche enfermo en casa.
—Espera, ¿Por qué no te quedas?— le preguntó la rubia inocentemente, Madara trataba de saber porque Hiro había dejado de posar con su trajecito de marinero para él y salió corriendo a sentarse a lado de su abuela, ese pequeño traidor lo estaba cambiando —Es bueno que puedas distraerte un poco— continuó ella con el propósito de convencer a Obito, no cedería ni por error. Madara trataba de acercarse a ella, pero su nieto se interponía entre ellos.
—Hiro me necesita— le recordó el Uchiha, ahora la única idea aceptable que llegaba a su mente era regresar a casa para estar junto a su hijo, tal vez podrían continuar con su sesión de estudio o preparar más palomitas para desvelarse con su familia.
—Vamos, Hiro ni siquiera te extraña. Es un niño grande, ¿Cierto, Hiro?— Ino separó su celular de su oreja y encendió la pantalla para poner el altavoz, de esa manera Hiro podría participar en la llamada, también su entrometido esposo.
—Soy un niño grande— le dijo Hiro a su padre, el menor reía junto a su abuela y cubría su boca, Madara debió tomarlo para evita que vaya a dar al suelo con tantos de sus inquietos movimientos.
Su abuelo no entendía que ocurría, Hiro saltaba demasiado y se removía como si se tratara de un resorte, es como si hubiera comido demasiados dulces y refrescos, ¿De dónde obtuvo tanta energía?
—Oye, eso dolió— contestó Obito herido, su hijo era muy pequeño como para decir que ya no lo necesitaba. Llegando a casa debería hablar seriamente con Ino sobre lo que le enseñaba a Hiro.
—No te preocupes, Hiro estará bien con nosotros. Diviértete un poco, ya estás ahí— lo animó Ino, que de inmediato debió colocar su dedo índice sobre sus labios para indicarle a Hiro que debía guardar silencio, el menos asintió y se dejó abrazar por su abuelo.
—De acuerdo, pero llamen si Hiro necesita algo— les pidió Obito, siendo casi una súplica, normalmente no le gustaba estar fuera de casa sin su hijo, ya tenía suficiente con que su trabajo no lo deje pasar tantas horas con él, no quería sumar a eso algunas salidas nocturnas.
—Claro— aseguró su madrastra sin agregar algo más, ella solamente deseaba terminar la llamada para que Obito se encuentre con Hinata.
—Gracias— Obito desbloqueó su celular para revisar la hora, tenía tiempo de sobra para comprar palomitas y formarse en la fila de las personas que verían su misma función.
—Adiós— se despidieron Ino y Madara, el Uchiha continuaba sin comprender las acciones de su esposa y su nieto, empero, Ino prometió explicarle después.
—Adiós, Otōsan— Hiro agitó su mano, aunque su abuelo tomó su brazo y le dijo que Obito no lo miraba. Ino terminó la llamada después de la despedida, cruzando los dedos al igual que su nieto, ambos con el deseo de que la cita de Obito funcione.
Muy cerca del mismo sitio donde Obito se encontraba, Hinata esperaba sentada en una de las mesas que eran para dos, aquellas que estaban cerca del área de dulcería, que para sorpresa no estaba repleta de familias. La lluvia afuera del cine quizá tenía que ver, las personas no solían salir con ese clima, y eso le hizo preguntarse si Obito sería de ese tipo, ¿Y si cancelaba su cita?
—Me preguntó si debo comprar palomitas— habló Hinata para sí misma, observando de reojo las pocas personas que estaban formadas para esperar algún combo de palomitas con refrescos y dulces —Tal vez llegué muy temprano— colocó ambos codos sobre la mesa, recargando sus barbilla en sus manos, estar ahí desde hace casi media hora no fue tan buena idea después de todo, se sentía muy nerviosa al esperar a Obito.
Obito se detuvo al ver a Hinata en una de las mesas cerca de la dulcería, había caminado hasta esa área sin esperar encontra a algún conocido, menos a la maestra de Hiro, con la que no se había comportado de manera correcta durante los últimos días. Eso era principalmente culpa de Ino, su madrastra siempre le hacía actuar sin sentido, diciendo cosas sobre lo linda que se veía la Hyūga o si ella les prestaba atención. Él ya sabía que Hinata era hermosa y admitía que despertaba sentimientos en su persona, Ino no tenía por qué recordárselo.
El Uchiha se apresuró a alejar esos pensamientos, necesitaba estar tranquilo para poder acercarse a Hinata sin temor a decir algo tonto. Movió sus brazos en el aire con la intención de llamar su atención, y cuando por fin los ojos de Hinata se posaron sobre él, ella se levantó de su asiento rápidamente, como si alguien le hubiera pellizcado.
—Obito-san— susurró nerviosa cuando lo miró caminar hacia ella, se había preparado mentalmente para su encuentro, y ahora todos sus enseños anteriores se alejaban de ella como si sólo se trataran de un sueño.
—Hinata, que bueno es verte— sin que la ojiperla lo espere, Obito la abrazó y besó su mejilla, Hinata fue capaz de sentir la calidez que desprendía y su aroma a menta tan agradable —¿Qué película te gustaría ver?— le preguntó escondiendo su boleto, esperaba que Hinata no esté acompañada, así le podría invitar a entrar juntos a cualquier función que ella elija.
—Tengo este boleto— ella se desconcertó un poco por su pregunta, pero aun así respondió a su pregunta y le mostró el boleto que Hiro le entregó hace unos días.
—¡Oh!— el Uchiha se sorprendió al mirar mejor el boleto y descubrir que Hinata estaría en la misma función que él, incluso en el asiento a su lado. Sus mejillas se pintaron de un suave color rojo al creer que era el destino quien lo reunió esa noche con Hinata, era la mejor coincidencia que le ocurrió en todo el mes —¿Te gustaría que compre palomitas para nosotros?— ofreció amablemente, era su manera de invitarla a acompañarlo, y no es como que no tuvieran que estar juntos más tarde.
Hinata asintió sonriendo —Yo podría comprar los refrescos— propuso ella levantándose de su asiento, y buscando en su cartera algo de dinero, Obito impidió que lo hiciera tomando sus manos.
—Si quieres me formaré yo, así tú puedes esperar aquí— le ofreció amablemente, todavía sin soltar sus manos, acción que aceleró el corazón de Hinata. Ninguno se atrevía a apartarse del otro, aunque eran conscientes de que ya habían permanecido de esa manera por más tiempo del necesario.
—Lo siento, debí formarme antes— se disculpó Hinata tímidamente, estaba tan nerviosa por su cita que no se atrevió a enviarle un mensaje a Obito en ningún momento, ni siquiera para preguntar si venía en camino o si le gustaría que compre palomitas.
—No te preocupes por eso, todavía tenemos tiempo— Obito soltó las manos de Hinata para revisar la hora en su reloj, no era tarde, así que él podría formarse y comprar lo que quieran consumir durante la función —Regreso en un momento— le garantizó el Uchiha feliz, había revisado la fila, y no eran más que tres personas. Afortunadamente se trataba de un día tranquilo.
—De acuerdo— aceptó Hinata viendo a Obito partir.
La Hyūga miró la pantalla de su celular y lo desbloqueó solamente para enviar un mensaje a su mejor amiga, le contó que Obito sí asistió a su cita y que en unos minutos ambos entrarían a ver su función. Guardó de nuevo el teléfono, observando a su alrededor y deteniéndose en una máquina de peluches, los pequeños animales de felpa eran tan adorables que deseó en ese momento buscar monedas en su cartera para hacer un intento.
—¿Quieres uno?— Obito habló al llegar a la mesa de Hinata y colocar la bandeja en donde llevaba sus palomitas y refresco, la ojiperla le miró sorprendida por su repentina aparición. Al Uchiha le parecía tierna la manera en que Hinata veía con entusiasmo a los peluches.
—¿¡Eh!?, Y-yo no...
—El truco está analizar primero y escoger el peluche correcto— Obito tomó la mano de Hinata y le obligó a levantarse de la silla, invitándola a seguirlo, y ella así lo hizo. Acompañó al Uchiha los pasos que le faltaban para llegar a la máquina de peluches, que afortunadamente no era demasiad distancia, desde ahí podían tratar de ganar y cuidar sus palomitas.
Obito analizaba con cuidado cada uno de los peluches, intentando encontrar el que sería más sencillo de atrapar, al por fin creer encontrarlo, señaló una tortuga a Hinata, que asintió contenta por su elección. Lamentablemente para Obito, (que deseaba quedar bien con la mujer que le gusta), su primer intento fue todo un fracaso.
—De nuevo— habló molesto por los ruidos de risas que hacía la maquina cuando perdió, se negaba a quedar en ridículo frente a Hinata.
Hinata no hizo más que darle ánimos.
—Este sí— murmuró con más enfado que antes, todos sus intentos terminaban con el mismo resultado, esa máquina era toda una estafa.
—Obito-san, ya es suficiente... Ha gastado demasiado— la Hyūga tomó sus brazos, lo que funcionó para detenerlo. La tortuga de peluche se movía en cada intento de Obito, pero comenzaba a parecer imposible que puedan ganar.
—Quiero ganar esa tortuga para ti— confesó el Uchiha con gran determinación, con cuidado se había apartado de su acompañante e intentó de nuevo, la mala suerte le hizo perder otra vez, y su buena suerte le permitió ser consolado por la hermosa Hinata.
—¿Puedo intentarlo yo?— preguntó la ojiperla nerviosa, el adorable juego de sus dedos índices chocando uno contra otro hizo sonrojar a Obito.
—Claro, toma— Obito buscó entre sus monedas y le entregó una a Hinata que le serviría para jugar, ella le agradeció con una corta reverencia.
Sucediendo de la misma manera que a Obito, Hinata perdió su encuentro contra la máquina de peluche. Un adorable mohín se formó en su rostro, ese juego no era para nada justo, es como si estuviera alterado con el propósito de no tener la fuerza de sostener bien los peluches.
—¿Quieres intentar uno más?— él le mostró una moneda, pasándola entre sus dedos en un intento de hacer su oferta más atractiva.
—Ahora sí lo conseguiré— Hinata apretó sus manos y movió ligeramente sus brazos, ese pequeño gesto provocó que Obito recuerde a Hiro, ahora sabía de donde lo había copiado su hijo.
—Tienes que vengar mi derrota, Hinata— el Uchiha posó su mano derecha sobre su torso y la izquierda en su frente, su actuación tan fingida hizo reír a la Hyūga.
La ojierla se mordió el labio inferior, colocó una moneda en el espacio correcto y tomó los controles de la máquina. Se concentró bien en ese intento, no se apresuró, no lo pensó demasiado —¡Gané!— saltó varias veces antes de retirar el peluche que la máquina le entregó.
—¡Lo lograste!— Obitó colocó sus manos sobre la cintura de Hinata, elevándola en el aire y dando vueltas con ella entre sus brazos. Los dos celebraban que finalmente habían ganado.
En el momento en que bajó a Hinata de nuevo a la seguridad del suelo, ella se mostró avergonzada, sus mejillas rojas y el hecho de que haya bajado la mirada la delataba. Obito también se sintió nervioso, pensó que tal vez había actuado de forma inapropiada y ahora Hinata podría molestarse.
—Es para usted, gané la tortuga para Obito-san— no se atrevió a levantar la mirada, continuaba demasiado nerviosa por tener a Obito tan cerca. Le extendió el peluche cerrando los ojos y haciendo una pequeña reverencia, moría de vergüenza pero estaba segura de su decisión.
—¿De verdad?— el Uchiha se señaló a sí mismo, aunque era consciente de que su cita no lo veía, Hinata asintió rápidamente, aún sin abrir los ojos y con ese tierno rubor en sus mejillas —Gracias, Hinata— Obito se sonrojó y apartó la mirada unos segundos de ella, aceptó con gusto el peluche de tortuga, sólo esperaba que Hiro no quiera quitárselo.
Hinata se enderezó por completo después de que Obito aceptó su obsequio, los ojos perla de ella se abrieron más al notar el color rojo en la cara del Uchiha. Con cuidado se acercó al rostro de Obito, preocupada por su tono —¿Se encuentra bien, Obito-san?, Creo que tiene fiebre— imaginaba que por el ambiente tan helado dentro del cine gracias al aire acondicionado, Obito debía sentirse mal, quizá se estaba enfermando.
Obito interpuso su boleto entre ambos, le intimidaba tener a Hinata a sólo centímetros de él, los labios de la Hyūga se volvían más tentadores —Estoy bien, descuida— se apresuró a decir, aunque sin lograr convencer a la mujer frente a él.
—¿Está seguro?— Hinata bajó el papel que le impedía ver a Obito, se asustó al descubrir que el sonrojo de su cara no hizo más que aumentar.
—Sí, tranquila— Obito caminó hacia la mesa donde tenían las palomitas que compartirían, tomó una de ellas y la llenó del queso de las frituras que también pidió, comer le evitaba sentirse tan cohibido —Quien me preocupa eres tú— le confesó, repasando una vez más el lindo atuendo de la ojiperla.
—¿Yo?, ¿Por qué?— la Hyūga se miró a sí misma, su vestido le agradaba al igual que sus medias, no entendía porque Obito la veía preocupado.
—Con el aire acondicionado encendido hace demasiado frío, adentro de la sala se sentirá más— le explicó Obito mientras se quitaba su propio abrigo para dárselo a Hinata, quería que ella se sienta cómoda cuando la función empiece —Llevas un vestido muy bonito, pero creo que mi abrigo te protegerá más— el Uchiha sonrió, haciendo sonrojar a Hinata por su cumplido. Para Obito, Hinata se veía muy linda con su vestido, empero, prefería sacrificarse en no disfrutar de la vista con tal de que ella no esté pasando frío por un ambiente helado.
—Gracia, Obito-san— las mejillas de Hinata se pintaron de nuevo con un suave tono rosa, Obito le ayudaba a colocarse de manera correcta su gabardina, incluso abrochaba los botones uno por uno.
—Toma los boletos y mi tortuga, por favor. Yo llevaré las palomitas y los refrescos— Obito le entregó su boleto y el peluche para después agarrar la bandeja donde llevaban sus bocadillos.
—De acuerdo— Hinata lo siguió de cerca, hablando ocasionalmente con Obito sobre la película que verían. La Hyūga no la conocía, pero su acompañante parecía ser un experto en el tema.
Al terminar su cita, Obito se ofreció a llevarla a su casa, Hinata aceptó contenta. Los dos lo miraban como una oportunidad de estar juntos por más tiempo, y si alguien era lo suficientemente valiente, probablemente podrían acordar otra cita para el futuro.
El frío de la noche le hacía caminar más rápido, solamente deseaba entrar a su casa y preparar una taza de té para obtener un poco de calor. No se arrepentía de cederle su abrigo a Hinata, más porque de recordar cómo se veía ella con su ropa puesta... Negó repetidamente y golpeó sus mejillas antes de abrir la puerta de la entrada de su hogar, apenas sus pies tocaron el suelo cálido, (eso gracias al tapete que Ino colocó esa semana), Obito se quitó los zapatos y los colocó en la estantería junto a otros pares de su familia. Buscó en los bolsillos de su pantalón su celular, y al encontrarlo de inmediato presionó en su pantalla la aplicación de mensajes, abrió su conversación y le envió un pequeño texto en dónde le avisaba que había llegado a casa y se encontraba bien, tal como ella lo pidió.
Me alegro, Obito-san. Gracias por lo de hoy.
La ojiperla no tardó en contestar, lo cual le hizo sonreír a su celular, tal vez ella estaba esperando a que él esté a salvo en su hogar.
Por nada.
Notó el aviso en la pantalla que le informaba que Hinata estaba escribiendo, fue deslizando la espalda por la puerta hasta que se sentó en el suelo, miraba con insistencia su celular para leer el nuevo mensaje de la Hyūga.
Obito-san
Dime.
Me gustó. Me gustó salir con usted.
El Uchiha se sonrojó fuertemente por la confesión de Hinata, saber que a ella le gustó su cita lo convertía en el hombre más feliz.
A mí también me gustó. Tal vez deberíamos repetirlo otra noche.
Me encantaría.
Se levantó de un salto al leer su respuesta, saltó algunas veces más con su celular en mano y elevándolo hacia el techo. Hinata aceptó, la dulce Hinata había aceptado otra cita con él.
Buenas noches, Hinata.
Buenas noches, Obito-san.
Al guardar su celular nuevamente en los bolsillos de su pantalón, Obito se percató de que las luces de la cocina estaban encendidas, temiendo haber despertado a su hijo o alguien más, el pelinegro avanzó con cuidado hacía aquella habitación. Ahí miró a Ino sentada frente a la mesa, recargando su rostro en su mano derecha e intentando no dormir.
—¿Ino?, ¿Por qué todavía estás despierta?— el Uchiha se acercó a su madrastra, tocando su hombro y agitando su cuerpo ligeramente, su madrastra bostezó y frotó sus ojos irritados.
—Te estaba esperando, necesito estar segura de que llegas bien— le dijo Ino sonriendo, desde el incidente de Obito en el auto que terminó marcando su rostro, ella se sentía culpable. Es por eso que no lograba descansar si sabía que su hijo no se encontraba en casa o en su departamento con Hiro.
—Lamento preocuparte— Obito se inclinó levemente para rodear a Ino entre sus brazos y besar su frente. Ella correspondió feliz a su afecto.
—¿Te divertiste?— Ino pareció despertar al hacer esa pregunta, se había levantado de su asiento para retirar un poco de agua de la cafetera y preparar unas tazas de café al comprobar que el agua estaba caliente.
—Sí, yo... Estuve en una cita— confesó Obito dándole la espalda a su madrastra, había caminado a la alacena para tomar las galletas que le compraban a Hiro, y ahora no se atrevía a dar la vuelta.
—¿Qué?, ¿Cómo sucedió eso?— Ino dejó las tazas de café sobre la mesa, su sonrisa s hizo más grande por lo contenta que se sentía, su plan resultó ser una maravilla. La rubia corrió hasta su hijo y prácticamente lo obligó a ir y sentarse con ella en la mesa.
—Me encontré a Hinata en el cine, ella tenía el boleto del asiento a mi lado, ¿Puedes creerlo?— le contaba Obito emocionado, bebiendo un poco del café que Ino preparó y dando una mordida a una de las galletas. Aún no podía entender porque tenía tanta suerte, pero no se quejaría, había tenido una cita con la mujer que le gustaba, y ella realmente disfrutó de su compañía.
—Es el destino, Obito. Si se encontraron es por una buena razón— Ino se debió esforzar para que su sonrisa no la delate, su juego de crear el destino de Obito y Hinata resultó bien, su hijo ni siquiera sospechaba que todo era obra de Hiro y ella.
—Fue lindo, me gustó estar con ella...— admitió el Uchiha desviando la mirada, Hinata era muy dulce y amable, el peluche de tortuga en sus manos lo comprobaba. No había querido separarse de el, es como si todavía pudiera percibir el aroma de Hinata en su obsequio.
—¿Te gusta?— fue directa con él, desde hace tiempo lo había observado y llegó a la conclusión de que su hijo tenía sentimientos románticos por la maestra de Hiro, y que Hinata haya aceptado la cita era señal de que Obito e correspondido. Por eso continuó arriesgándose tanto con ese plan para unirlos aunque sea una noche, aunque debía admitir para sí misma, que muy en el fondo deseaba que Obito no hubiera llegado a casa por haber dormido con Hinata.
—¿Y a quién no le gustaría?, Es tan tierna y amable— observó una vez más la tortuga en sus manos, acarició su cabecita y recordó el momento en que acarició el cabello de Hinata, puesto que cuando entraron a la sala del cine jugaron a lanzar palomitas a la boca del otro, y él no mostró buena puntería en su primer intento. Probablemente sólo fingió para tener una excusa y acercarse a ella —Ino, es muy fácil enamorarse de ella— se liberó por fin de sus sentimientos, porque sí, no servía de nada engañarse, lanzó esa palomita al cabello de Hinata para tratar de estar a centímetros de su rostro y poder besarla. También guardó su boleto con la intención de recordar el día de su primera cita.
—¿Y por qué no pareces muy feliz al decirlo?— la rubia lo miró fijamente, queriendo descubrir que era lo que Obito estaba ocultando, saber el motivo que preocupaba a su hijo respecto a su amor a Hinata.
—Tengo miedo, no quiero enamorarme y arriesgarme a que vuelvan a romperme el corazón— suspiró profundamente, todavía sin atreverse a ver a Ino, sólo en una ocasión se enamoró realmente de una mujer, y ella le rompió el corazón, lo único bueno que obtuvo de esa relación fue su hijo Hiro.
—Obito, ¿Sabes cuántas veces Madara me rompió el corazón?— hizo una pregunta retórica, y con ello consiguió la atención del Uchiha —Menos de las que yo le rompí el corazón a él— guiñó con su ojo derecho, no mentía al decir que ambos se lastimaron en ocasiones por querer mantener a salvo al otro, afortunadamente Madara y ella lograron conversar y terminar con sus temores. Es lo que a Obito le hacía falta.
—¿En serio?— Obito rió ligeramente, no podía visualizar a su padre sufriendo por una mujer.
—El amor es complicado en ocasiones, pero no significa que no vale la pena arriesgarse. Hinata no es ella, tú también mereces ser feliz— Ino posó su mano sobre la de Obito, el Uchiha se negó a ver a su madrastra. La rubia intentaba hacer reaccionar a su hijo, sin embargo, no estaba teniendo éxito alguno.
—Pero Hiro, él... No quiero lastimarlo, si Hinata y yo no funcionamos, Hiro estará muy triste— apartó sus manos de Ino y se frotó el rostro frustrado, por supuesto que le encantaría seguir saliendo con Hinata, explorar hasta dónde podrían llegar, no se atrevía por temor. Su hijo vivía fascinado con Hinata, y si ella en el futuro no quisiera verlo a él, eso complicaría su relación con Hiro.
—No tienes que decirle, no a menos que sea algo seguro— le aconsejó Ino, el punto que explicaba el Uchiha lo comprendía, pero Hiro no debería se un impedimento para que Obito busque su felicidad.
—No me gusta mentirle a Hiro— le dijo Obito sin estar convencido por la idea de su madrastra.
—Ya lo haces, le ocultas saber de su media hermana— ella se cruzó de brazos, mirando a Obito con cierto enfado, hasta la fecha no estaba de acuerdo con esa decisión de su hijo —Y ahora incluso tiene un hermano más— su molestia continuó creciendo, odiaba a la ex de Obito, no entendía como era capaz de tener otra familia sin pensar nunca en el hijo que abandonó.
—Lo hago porque no quiero que ella se involucre en la vida de Hiro y lo lastime, además, ella firmó la renuncia a su custodia— se defendió rápidamente ante la mirada y las palabras de desaprobación que recibía de su madrastra, antes prefería que lo lastimen a él que a su hijo, Hiro no tenía porque recibir el rechazo de su madre.
—Cambias el tema— lo acusó Ino para rápidamente regresar a lo que en verdad le interesaba, ella estaba lejos de querer conversar sobre la ex de su hijo, la mujer que prácticamente tenían prohibido mencionar en esa casa —Si Hinata te gusta, no lo pienses demasiado. Puede llegar alguien más que si se atreva a hacer lo que tú tanto temes— le advirtió, porque para nadie era un secreto que Hinata era una mujer increíblemente hermosa, e Ino ya le conocía algunos pretendientes, o mejor dicho, competencia para Obito.
—Ino...
—Enamorarse de ella nunca será un error, yo sé que lo puedes ver— Ino volvió a pisar su mano derecha sobre el hombro de Obito, que no se resistió a su contacto.
—Desde la primer vez que la miré— Obito se cubrió el rostro con ambas manos, avergonzado por hablar sobre su amor por Hinata con la mujer que consideraba una madre.
—No lo pienses tanto, Obito— habló Ino preocupada, las dudas de su hijo le hacían sentir un mal presentimiento.
Extra:
Hiro jugaba con la pelota que Hinata le había obsequiado ese día, claro que lo hizo cuando sus otros compañeros se retiraron junto a sus padres, no quería que haya celos entre ellos, pero quiso tener un detalle especial con el pequeño Uchiha por haber obtenido la mejor calificación en ese periodo. El menor ahora esperaba a que su padre llegue por su prima Sarada y él, y mientras eso sucedía, ambos niños jugaban en el patio de la escuela.
Sarada se encontraba desanimada porque sus padres no pasaron a recogerlos, incluso cuando prometieron a su tío Obito que ellos llevarían a su primo Hiro a casa. La niña en cierto momento observó a la maestra de Hiro hablando por teléfono, la mujer de lindos ojos le avisó a su tío que debería ir por Hiro y ella. Y casi después de terminar la llamada con el padre de su primo, de nuevo marcó a un número en su celular, y por lo que logró escuchar, debía tratarse de otros padres.
—Sarada-chan, presta atención o la pelota se irá— la niña parpadeó y corrió detrás de la pelota para evitar que termine en el lodo, como era el nuevo juguete de su primo, debían cuidarlo mucho. Más por el hecho de que Hiro estaba muy emocionado por ser un obsequio de su maestra.
—¿Entonces Hinata-sensei es tu mamá?— Sarada pateó con fuerza la pelota, obligando a Hiro a correr más de un metro. Fue gracioso verlo intentar no tropezar con sus botas de lluvia.
—Sí, Hinata-sensei es mi mamá— declaró Hiro orgulloso, no existía otra mujer más maravillosa que su madre, su pelota y el peluche que le regaló a su padre era una muestra de ello.
—Es muy bonita, ¿Ella es la esposa del tío Obito?— de nuevo Sarada debió correr detrás del balón, y aunque tropezó y cayó en el césped, rápidamente se levantó para continuar jugando con su primo. No siquiera le dió oportunidad a Hiro de preocuparse.
—No, Okâsan no es esposa de Otōsan— Hiro se arrodilló sobre el suelo para atrapar la pelota que Sarada lanzó, no fue difícil hacerlo, pero ahora su pantalón estaba manchado por culpa del césped húmedo.
—Ah, ya entiendo. ¡Son amantes!— cuando le preguntó a su padre que significaba esa palabra y porque su madre le reclamaba por tenerlo, él le explicó que se trataba de dos adultos que se amaban pero no eran novios ni estaban unidos en matrimonio. También dijo que ella escuchó mal y su mamá nunca lo culpó de tener alguno.
—¿Qué es eso?— indagó confundido, pues hasta ahora su padre y él no habían visto el significado de esa palabra en sus sesiones de estudio, y eso que pasaron la letra "a" en el diccionario desde hace tiempo.
—Es cuando los adultos se aman pero no están casados— le explicó Sarada, sorprendiendo en gran manera a su primo, que sonrió por aprender una nueva palabra.
—¡Entonces sí!, ¡Hinata-sensei es amante de Otōsan!— exclamó feliz el Uchiha al mismo tiempo que lanzaba su pelota con mayor fuerza, a Sarada le fue imposible detenerla.
Una de las compañeras de Hiro fue quien logró atrapar la pelota, la niña esperaba cerca de ellos, viendo con impaciencia a la puerta de entrada y sin prestar atención a los dos niños que jugaban. Ver la pelota rodando y a su nuevo amigo Hiro y su prima pidiéndole que los ayude le obligó a detener por un instante la espera de su madre.
—Aquí tienen— Amaya extendió la pelota a sus amigos, que habían corrido hasta ella para intentar alcanzar su nuevo juguete. La niña se sorprendió cuando Hiro tomo su muñeca en lugar del objeto en sus manos.
—¿Por qué no juegas con nosotros?— le propuso Hiro sonriendo, Sarada asintió para mostrar su acuerdo con su primo, incluso tocó la otra muñeca de Amaya y la invitó a unirse a ellos.
—Está bien— la niña accedió, sonriendo feliz por su amable invitación. Esperar a su madre no sería tan divertido como jugar con Hiro y Sarada.
—¿Puedo unirme yo también?— los niños se alegraron al escuchar a Hinata detrás de ellos, la ojiperla caminaba en su dirección, y al llegar acarició con cariño el cabello de los tres. Un pequeño gesto en que mostraba su aprecio.
—¡Sí!— aceptaron los tres niños gritando con gran emoción, los juegos son su maestra eran muy entretenidos.
Cerca de ese sitio, Obito corría atravesando la puerta de la entrada, su respiración agitada fue lo que provocó que debiera detenerse un momento para apoyar sus manos en las rodillas y tomar aire. Creyó que llegaría más tarde, pero afortunadamente no hizo esperar demasiado a Hiro y Sarada. Su vista se detuvo en el lugar que Hinata jugaba con Sarada, otra pequeña y su hijo, ese simple escenario se ganó por completo su corazón.
Notas de la autora:
• Puede contener errores ortográficos.
• Tarde pero seguro, lamento mucho la demora 🙇♀️
• Para este capítulo hice dos dibujos :3 uno de la escena dónde Obito interpone su boleto entre Hinata y ella para ocultar que está avergonzado y otro en que trate de plasmar sus atuendos durante la cita. No es mucho pero es trabajo honesto 🤠❤️ espero les guste ✨
• Amaya es un nuevo personaje que introduzco un poco, ella será muy buena amiga del pequeño Hiro 🙊 ojalá les agrade 💜
Dejen sus votos y comentarios 💖
Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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