Capítulo II: Hiro Uchiha.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
—¡Hiro!— tanto el niño como su maestra se separaron para ver a la persona que se detuvo en el marco de la puerta, el niño sonrió feliz de ver a su padre.
Los ojos perla de Hinata se abrieron en gran medida, al igual que los oscuros de él. La Hyūga lo reconoció de inmediato, era el hombre que pasó la noche consolándola por el abandono de su prometido, el hombre del que todavía guardaba el abrigo que le prestó para protegerse del frío y la lluvia. Estaba muy sorprendida al encontrarse nuevamente con él, después de que pasó casi un mes asistiendo al teatro o caminando por los lugares en que estuvieron juntos, sólo con la esperanza de verlo y agradecerle su ayuda. Después de seis años, todos los recuerdos de ese hombre volvían en un torrente de emociones diferentes. Él se veía distinto a la primera vez que se conocieron, el lado derecho de su rostro estaba marcado por grandes cicatrices.
Quería decir algunas palabras, pero su estado de shock le impedía hacer más que seguir viéndolo, abriendo la boca y volviendo a cerrarla. Los intentos por hablar fueron en vano, Hinata Hyūga había quedado con la mente en blanco.
—Otōsan— el pequeño Uchiha tomó la manga del abrigo de su padre, la movía de abajo hacia arriba con tal de llamar su atención. Obito se había perdido en sus recuerdos, también en los hermosos ojos de la mujer que acompañaba a su hijo.
—Lamento haber tardado, Hiro— Obito se arrodilló sobre el suelo para alcanzar la estatura de su hijo, el niño aceptaba su disculpa con una gran sonrisa.
—No importa, así pasé más tiempo con Hinata-sensei— el niño señaló a su maestra y después regresó su vista hacia su padre, no entendía muy bien porque parecía que Obito no quería apartar sus ojos de su maestra.
—Gracias por esperar junto a mi hijo, lo siento si la he incomodado— Obito se aclaró un poco la garganta antes de hablar, por culpa de un sensación desconocida, se sentía avergonzado. Se decía que se debía a qué llegó muy tarde por Hiro, aunque es algo que no fue a propósito, la lluvia lo retrasó.
—No se preocupe, no me molesta esperar junto a Hiro. Es un niño muy inteligente y respetuoso— Hiro sonrió gracias a las palabras de Hinata, era agradable saber que ella pensaba de esa forma. Obito a su vez, se contagió del lindo gesto de felicidad relajado en el rostro de su hijo.
—¿Ah, sí?, ¿Te comportas tan bien que tu maestra se expresa de esa manera?— Obito desordenaba el cabello del pequeño Uchiha, acción que le hacía reír. Hinata estaba maravillada al ver que ambos se querían demasiado, era al primer padre que miraba mimar tanto a su hijo en público. Normalmente, eran las madres quien más mostraban su afecto hacia sus hijos.
—¡Sí!, Soy muy bueno— Hiro extendió sus brazos para que Obito lo cargue, su padre no se negó a hacerlo. El niño estaba feliz de estar reunido nuevamente con su padre.
—A Ino le agradará escuchar eso— Obito apretó ligeramente sus mejillas y después tomó con su mano libre la mochila de rueditas que Hiro había dejado sobre el suelo. La sonrisa de Hinata se borró al escuchar el nombre de una mujer.
—Quiero que la abuela Ino me ayude a preparar un pastel de cumpleaños— Hinata comenzó a recoger su material de regreso a su maletín, no quería escuchar la conversación de su alumno con su padre, pero resultaba inevitable no hacerlo. Y una silenciosa parte en su interior se alegró de que el nombre de Ino se refería a la abuela de Hiro.
—¿Por qué?, Tu cumpleaños es hasta el veinte de marzo, y él mío ya pasó— Obito dejó de observar los movimientos de Hinata para centrar su atención en su hijo, no tenía duda de que ella era la mujer que alguna vez ayudó, solamente sentía curiosidad por saber si ella lo recordaba.
—¡Para Hinata-sensei!— exclamó Hiro mientras agitaba sus bracitos, Obito debió sostenerlo con ambas manos para evitar que se cayera.
—¿¡Eh!?— las mejillas de Hinata se cubrieron de un rojo intenso, lo que la hizo sentirse más apenada. Ella había dejado ese hábito de sonrojarse por todo, ¿Verdad?
—No entiendo— murmuró Obito, alternando su mirada entre su entusiasmado hijo y su avergonzada maestra.
—Hinata-sensei nos dijo al principio de la clase su nombre completo, también la fecha de su cumpleaños— trató de explicar Hiro, su padre jamás había estado tan distraído. Constantemente debía estirar de su bufanda para que gire su cabeza en su dirección.
—Hiro, no lo dije porque quería algún regalo, solamente me presentaba— la Hyūga miró hacia el suelo, frotando su cuello y evitando a toda costa los ojos oscuros de Obito, le hacía sentir muy apenada, seguramente debía creer que se aprovechaba de la inocencia de los niños para conseguir regalos —Además, probablemente estaremos de vacaciones en esa fecha— continuó tratando de convencer a Hiro de ceder a su idea, pero el niño estaba lejos de querer hacerlo.
—No importa, yo quiero darle un pastel a Hinata-sensei— insistió el pequeño Uchiha, ahora incluso levantaba sus brazos hacia ella para que lo tome. Obito de inmediato lo impidió, riendo nervioso por la petición de su hijo.
—Creo que le agradas demasiado a mi hijo— Hiro todavía quería soltarse de los brazos de su padre para ir con su maestra, por lo que Obito debía sostenerlo con más fuerza. Llegó a un punto en que debió cargarlo a manera de que le diera la espalda a Hinata.
—Lo siento, no quiero molestarlo…
—No me molesta, descuida. Me alegra saber que Hiro se llevará muy bien con su maestra— la maestra anterior de Hiro fue destituida por las constantes quejas de los padres debido al trato con sus hijos, a Obito lo aliviaba ver con sus propios ojos que la nueva maestra de su hijo resultaba ser una persona amable. Probablemente muy linda con sus alumnos, de ahí el motivo por el cuál Hiro estaba tan emocionado.
—¿Si podemos hacer un pastel?— preguntó Hiro intentando darse la vuelta, no era justo, su padre lo mantenía de esa forma porque quería toda la atención de Hinata-sensei para él. O al menos eso es lo que Hiro creía.
—Claro, ve pensando en el sabor— Obito seguía sonriendo nervioso, Hiro estaba muy inquieto, algo poco habitual en él. Se removía en sus brazos, inclusive daba pequeños golpes a su hombro derecho.
—Ah disculpe, no me he presentado— Hinata recogió su cabello detrás de su oreja, después lo regresó a su lugar. No conseguía quedarse quieta, de alguna forma debía mantener sus manos en constante movimiento.
—Llevas seis años sin presentarte, es de muy mala educación…— Obito la miró fijamente, tanto que Hinata sentía que trataba de ver a través de ella. No podía ser cierto, él no le había olvidado.
—Usted… ¿Lo recuerda?— se atrevió a preguntar, sus tiernas mejillas rojas llamaron la atención de Obito. La pequeña mujer parecía en mejor estado de ánimo que aquel día, aunque sus bonitos ojos seguían estando tristes.
—Sí, lo recuerdo bien— la Hyūga sintió que sus piernas temblaban con esa confesión de su parte, el padre de uno de sus alumnos, la vió llorar mientras usaba vestido de novia. No podía imaginar situación más vergonzosa que esa.
—Hinata… mi nombre es Hinata Hyūga— se presentó ella, por fin después de seis años, Obito conocía el nombre de la mujer a la que ayudó a salir de la intensa lluvia.
—Un placer, Hinata— Obito asintió con la cabeza, habría hecho una reverencia de no tener a Hiro en sus brazos. Hinata estaba más concentrada en la gran sonrisa del pelinegro.
—¿Cuál es su nombre?— indagó tímidamente, y hasta ese momento, Obito fue consciente de que tampoco se presentó hace seis años. Al parecer, él tampoco fue muy educado.
—Obito Uchiha, Otōsan se llama Obito Uchiha— Hiro respondió antes que su padre, agitando sus brazos para llamar la atención de los adultos. Deseaba ser parte de la conversación de nuevo.
—Así es, ese es mi nombre— Obito frotó la cabeza de su hijo al mismo tiempo que le decía que no debía interrumpir a los adultos. Hiro no estuvo contento con esa petición.
—Me alegra conocerlos a ambos— Hinata realizó una pequeña reverencia, con su espalda recta en un ángulo prácticamente perfecto. El Uchiha le dedicó una sonrisa, casi igual que la del primer día que se conocieron.
—Espero que mi hijo pueda aprender mucho gracias a ti— Obito acomodó a Hiro cuando sintió que él ya no se removía tanto, su hijo estuvo feliz de poder ver nuevamente a su maestra.
—Por supuesto, ambos haremos nuestro mayor esfuerzo, ¿Verdad, Hiro?— la ojiperla se dirigió al menor, el niño de inmediato se contagió de la forma tan positiva en que Hinata estaba actuando. Le agradaba mucho su nueva maestra, al igual que a todos sus compañeros. Seguramente iba a impresionar a sus amigos cuando les dijera que Hinata-sensei era su mamá.
—¡Sí!— Hiro volvió a alzar sus brazos en dirección a Hinata, y otra vez, Obito debió evitar que lo siguiera haciendo. De verdad que no entendía lo que sucedía con su hijo.
—A todos los padres les he dado mi número, cualquier duda con sus hijos pueden consultarlo directamente conmigo— habló Hinata a Obito, el Uchiha asintió rápidamente. Ese era el proceso que se repetía desde que llevaba a Hiro a la guardería. A decir verdad, le gustaba tener el número de las personas que cuidaban de su hijo, así podía informarles cuando Hiro faltaría o llegaría tarde.
—Me parece perfecto— respondió Obito en total acuerdo.
—Hinata-sensei, ¿Puedo escribirle yo también?— preguntó Hiro entusiasmado, llegando a casa le pediría a su abuela Ino que le enseñe a enviar mensajes de texto. De esa manera él podría estar en contacto con su maestra aun estando lejos. Es como Hiro veía que su abuela se comunicaba con su abuelo Madara cuando éste estaba en su trabajo.
—Claro, Hiro. Intentaré responder rápido a tus mensajes— Hinata se acercó a ambos Uchiha para frotar con cariño el cabello del menor, Hiro sonreía feliz al tener la atención de su maestra.
—¿Viste, Otōsan?, Hinata-sensei si me quiere— el pequeño le habló a su padre, y ver la cara de emoción de su hijo, hizo sentir muy bien a Obito. Hiro solía ser muy amistoso, pero ahora incluso parecía que tenía demasiado aprecio a la mujer de ojos perla.
—Es muy fácil hacerlo, eres muy buen niño— Obito se quedó observando a Hinata por más tiempo del que debería, le gustaba que sus ojos se sentían tan cálidos. Podía asegurar que Hiro también lo notaba, ella desprendía ese aire de ser tan amigable, que a su hijo le resultaba sencillo congeniar con ella.
—Gracias por ser tan amable— le agradeció Obito, refiriéndose al hecho de que trataba muy bien a su hijo. Las mejillas de Hinata se llenaron de un pequeño rubor, ninguno de los dos comprendía del todo porque se sentía nervioso ante la mirada del otro.
—Ya, Otōsan. Escribe el número de Hinata-sensei— Hiro usaba sus manitas para tratar de mover un poco a su padre, que le dejaba de prestar atención cada que miraba fijamente a su maestra.
—¿Cuál es su número?— preguntó Obito después de reír nervioso por la desesperación que mostraba Hiro, al mismo tiempo buscaba su celular entre los bolsillos de su abrigo.
—Cinco, cinco, seis… Siete, seis, cinco— respondió Hiro a su padre, ambos adultos guardaron silencio un momento. Obito giró en dirección a Hinata, esperando una confirmación de su parte.
—Hiro… ¿Memorizaste mi número?— la Hyūga no ocultó su asombro, no creyó que alguno de sus alumnos prestara atención a ese detalle. En la mañana, ella había escrito en el pizarrón su número de teléfono cuando se presentaba, aunque lo borró después de unos minutos para seguir escribiendo otros datos de la clase.
—Sí, es fácil— Hiro sonrió, a él no le resultaba difícil aprender las cosas que miraba, solamente creía en lo que su abuela Ino le decía, debía seguir practicando su lectura.
—¿Es correcto?— quiso saber Obito, necesitaba verificar que Hiro no se equivocó antes de escribir el número en un nuevo contacto de su celular.
—Lo es— fue la respuesta de Hinata.
—Bien, entonces ya lo tengo— Obito debía mantener su celular alejado cuando escribía el número, puesto que Hiro insistía en inclinarse para ver lo que su padre hacía. El pequeño también quería guardar el número de su maestra.
—Gracias, Hinata-sensei— Obito debió hacer que Hiro le diera la espalda de nuevo a Hinata, de verdad que lo estaba avergonzando al querer que ella lo cargue cada que él se descuidaba. Hinata reía discretamente, esos dos le parecían muy adorables.
—No es nada. No olvides traer la fruta que compartirás mañana con tus compañeros— le recordó Hinata mientras terminaba de tomar algunas carpetas de su escritorio para guardar todo junto a su maletín. La ojiperla se encontraba muy feliz con su nuevo trabajo, los niños de ese salón de clases no eran tan inquietos como en su aula anterior, y se mostraron muy interesados ese día.
—No lo haré— aseguró Hiro levantando sus pulgares, no sabía si su maestra lo podía ver o no, por la forma en que su padre lo sostenía, Hinata quedaba a su espalda.
—¿Tienes manera de irte a casa?— Obito desvió la mirada en el instante que hizo esa pregunta, ella y sus ojos perla le hacían sentir de una manera extraña. Probablemente, se debía a que deseaba que fueran amigos —Podemos llevarte si lo necesitas— insistió el Uchiha al no obtener una respuesta de la maestra de Hiro.
—Sí, Sí— el niño alzaba sus manos y movía sus piernas en un intento por bajar de los brazos de Obito —Quiero que Hinata-sensei nos acompañe— pidió, aunque no fue consciente de que Obito y Hinata no prestaban suficiente atención.
Ella se sonrojó al escuchar a padre e hijo, quería negarse para que no piensen que se estaba aprovechando de ellos, pero la verdad es que no tenía como regresar a casa. Su auto todavía seguía en reparación, y tardaría mínimo una semana en estar listo —¿No es una molestia?, Yo podría…
—No lo es, te lo aseguro— Obito colocó su mano sobre su hombro, soltando por un momento la mochila de Hiro. Hinata dejó de ver al suelo, elevando sus hermosos ojos perla hacia él. Blanco y negro entraron en contacto, y ninguno quería mirar en otra dirección.
—Muchas gracias— con la sonrisa de la Hyūga, Obito terminó por sonrojarse.
La casa de Madara Uchiha e Ino Uchiha constantemente era el lugar al que Hiro quería asistir, al pequeño le encantaba visitar a sus abuelos siempre que tenía oportunidad, Madara siempre horneaba galletas un día antes para él, e Ino preparaba los mejores fideos caseros. Al ser el más pequeño de la familia, tanto su padre como sus abuelos solían prestarle más atención.
—Abuela Ino, abuela Ino— el pequeño Uchiha se soltó de la mano de su padre cuando cruzaron la puerta de entrada, lo primero que hizo después de dejar sus zapatos en su lugar, fue ir corriendo a buscar a su abuela.
—Mi pequeño Hiro, ¿Cómo ha estado tu nueva maestra?— Ino acarició el cabello del niño cuando éste se abrazó a sus piernas. Atrás de Hiro, venía Obito concentrado en su celular, Ino imaginó que tenía alguna noticia de su trabajo en el hospital.
—Es muy buena y amable, también tiene lindos ojos— respondió rápidamente Hiro, a Ino le fue un poco difícil entender correctamente debido a la velocidad con que habló. Al parecer, a su nieto le agradaba su nueva maestra.
—¿De verdad?— preguntó Ino con la intención de seguir hablando con Hiro. El niño se dejó hacer cuando su abuela lo levantó del suelo para sentarlo en una silla alta frente al comedor. Hiro notó pronto el delantal que usaba Ino, lo que significaba que preparaba una comida deliciosa para ellos.
—Sí, son muy bonitos. ¿Verdad, Otōsan?— Hiro llamó la atención de su padre, que continuaba muy concentrado en la pantalla de su celular. Obito observaba la imagen de contacto que le aparecía de Hinata, era una fotografía de ella junto a un hombre y mujer de cabello castaño y ojos parecidos a los de la Hyūga.
—Claro, es un color muy llamativo— admitió el Uchiha, guardando su celular de nuevo en su abrigo. Jamás había visto antes ese color, y en lugar de parecer extraño, le resultaba maravilloso.
—Con que llamativo, ¿Eh?— Ino se acercó rápidamente a Obito, golpeando su costado derecho con su codo y mirándolo de manera pícara. El Uchiha retrocedió al mismo tiempo que un fuerte color rojo invadía su rostro.
—Ah por favor, sólo estoy…— intentó defenderse, pero su madrasta lo interrumpió antes de tener oportunidad de decir algo que tuviera sentido.
—¿Y por qué te sonrojas?— Ino prosiguió con su pequeño juego, era muy divertido molestar a Obito con esos temas, puesto que nunca tenía muchas oportunidades de hacerlo. Desde que Hiro llegó a sus vidas, Obito solía rechazar a las mujeres que se acercaban a él con otras intenciones que no fueran entablar una amistad. Su pretexto para ello, era que no quería que Hiro resulte herido.
—Iré a buscar ropa limpia para Hiro— Obito cruzó sus brazos y le dio la espalda, esperando que eso fuera suficiente para dar por terminada la conversación. Ino alcanzó a darle una palmada en la espalda antes que el Uchiha decidiera abandonar la estancia.
—Por supuesto, huye igual que tu padre— le gritó la rubia, que pronto comenzó a reír al ver que Obito no soportó por mucho tiempo su inocente broma. Hiro no comprendió porque su padre tomó la opción de retirarse, aunque no se quejaría de poder estar junto a su abuela Ino.
—Abuela Ino, mi maestra dijo que debemos llevar una fruta mañana— Hiro habló al ver el frutero en el centro de la mesa del comedor, había grandes manzanas y plátanos, también una extraña piña que su abuelo Madara había llevado para que él la deguste por primera vez. Hiro sentía curiosidad por saber cómo sería su sabor.
—¿Por qué?— Ino acomodó un poco su mantel antes de acercarse a Hiro para pasarle un plátano, al pequeño Uchiha le encantaban, y en ese momento no era la excepción. El niño había estado estirando sus manos para alcanzar alguno desde hace unos minutos.
—Vamos a compartir con algún compañero, y así haremos más amigos— con cuidado, Hiro fue retirando la cáscara del plátano que comería antes del platillo que su abuela Ino estaba reparando.
—Parece buena idea, Hiro— Ino se concentró de nuevo en el contenido de las ollas encima de la estufa, aunque eso no significó que dejó de prestar atención a su nieto. Solamente requería un momento para asegurarse de sazonar correctamente el platillo favorito de Hiro.
—¿Puedo llevar una fruta para Hinata-sensei también?— el niño dio un bocado de su plátano después de terminar de hablar, se preguntaba cuál sería la mejor opción para llevar a la escuela. ¿A Hinata-sensei le gusta la manzana o el plátano?, ¿Podría llevarle la piña?
—Oye, realmente te agrada— reconoció Ino impresionada, ella también se estaba haciendo algunas preguntas sobre esa mujer, esperando que a Hiro y sus compañeros les fuera mejor por lo que restaba del año.
—No es como nuestra maestra anterior, Hinata-sensei es muy cariñosa con nosotros— Hiro sonrió al terminar el plátano que comía, realmente se encontraba muy contento. Durante el descanso, una de sus amigas se tropezó en el patio raspando su rodilla, su maestra la había atendido rápidamente e incluso se quedó a su lado hasta que se sintió mejor. A Hiro le agradó que ella estuviera consolando a su amiga, fue en ese instante que comprendió que quería que su maestra sea quien cuide de él cuando también se lastime.
—Tenía miedo de que no fuera alguien bueno, pero parece que todo irá bien ahora— Ino sintió como si de pronto su respiración se facilitara, ya no tenía esa constante preocupación que perduró por toda la mañana. Tal vez a Hiro y sus compañeros ya les iría mejor.
—¡Sí!, Ahora sí aprenderemos mucho— el niño levantó sus brazos hacia el techo, si su abuela Ino estaba feliz, él también.
—Una noticia muy buena— la rubia se movió por la cocina para buscar algunas especies en la alacena, Hiro no apartaba su vista de ella.
—Yo te ayudaré, abuela Ino— el Uchiha trató de bajarse de su silla para acercarse su abuela y brindarle su apoyo, aunque siendo su silla muy alta, no era un trabajo sencillo.
—Primero ve a darte un baño igual que Obito, para que ninguno de ustedes se enferme— Ino se acercó a él al ver sus intenciones, y quitando el seguro de la silla, tomó a Hiro para bajarlo. El niño se dirigió al bote de basura cuando sus pies tocaron el suelo y su abuela Ino lo soltó, necesitaba tirar la cascara del plátano que se terminó.
—Está bien— accedió Hiro.
Había pasado más de un mes desde que Hiro tenía una nueva maestra, Obito ocasionalmente la saludaba al llevar a su hijo a la escuela o al pasar a recogerlo. Justo ese día, al terminar las clases, Obito llevó a su hijo a su departamento para comer junto a él y ayudarlo un poco con sus tareas escolares. Ese día tenía algunas horas libre porque alguien más cubriría parte de su turno, uno de sus compañeros necesitaba un poco de dinero extra, y Obito quería pasar unas horas más conviviendo con Hiro.
—¿Tu sopa está muy caliente?— Obito decidió romper el silencio que había entre ambos desde que se sentaron a comer, no sabía si su hijo no comía por lo caliente que podía estar o simplemente porque no le gustaba el sabor.
—No, está bien— Hiro se quejó un poco cuando su lengua sintió el contenido caliente de su cuchara, no quería distraer a su padre, sólo terminar pronto para juntos hacer alguna actividad.
—¿Te gustaría quedarte este sábado con tus abuelos?— el Uchiha mayor se cambió de lugar para quedar más cerca de Hiro, de esa manera podría ayudarle a enfriar un poco su comida, al menos hasta que fuera tolerable para él comer.
—¿Cómo siempre?— murmuró su hijo con cierto toque de decepción, le gustaba estar con sus abuelos, pero también quería pasar más tiempo con su padre.
—Sí, este sábado también iré unas horas como voluntario con los bomberos— su padre sonrió cuando trató de darle a probar otro bocado de la sopa, Hiro giró su rostro para rechazar su oferta —Pero terminando mi servicio podemos ir al parque, debemos jugar con esa pelota que te compré ayer— Obito intentó hacer sentir mejor a su hijo, sabía que a Hiro no le gustaba que estuviera ocupado los fines de semana.
—Yo quiero ir contigo— Hiro tomó su cuchara para comer por sí mismo, deseaba que sea posible ira a trabajar junto a su papá. No era justo que ocuparan tanto el tiempo de su padre, él lo necesitaba más que los pacientes del hospital o los bomberos.
—No puedo hacerlo, Hiro. No se permiten niños— su hijo pronto dejó de comer para girar a verlo, los ojos tristes de Hiro fueron como un golpe directo a su corazón.
—Pero tampoco puedo acompañarte en tu trabajo— insistió el pequeño Uchiha, sin apartar su mirada de él.
—No es tan divertido cómo crees, los hospitales son aburridos— le dijo Obito con el único motivo de convencerlo y persuadirlo de no querer ir a su trabajo, algo que no estaba funcionando tan bien como pretendía.
—El abuelo Madara dice lo mismo— Hiro giró en dirección a su plato de sopa, removiendo su contenido constantemente pero sin querer probarlo. Ya no tenía demasiada hambre, ahora prefería estar jugando con su padre para no perder más tiempo.
—¿Lo ves?, No te estoy mintiendo— Obito acarició su cabello a manera de consuelo, posteriormente regresó a su actividad anterior, que era comer de su propia sopa.
—Quiero pasar el sábado con Okâsan— el menor seguía concentrado en todo menos en ver a Obito, demostrando que todavía estaba inconforme por los horarios tan difíciles de su padre.
—¿Qué?...— la cuchara que Obito sostenía se cayó de su mano cuando escuchó a su hijo hablar, no podía ser cierto, ella no debía regresar —¿La viste?, ¿Por qué no me dijiste que la conociste?— el Uchiha tomó los hombros de su hijo y lo sacudió un poco, queriendo que centrara su vista en él. No entendía cómo fue que esa mujer se acercó a su hijo sin que estuviera presente. La quería lejos de Hiro, no permitiría que le hiciera daño a su querido hijo.
—Otōsan… Me abrazas muy fuerte— el niño sollozó, estaba asustado porque su padre jamás había tenido esas reacciones con él. Obito fue consciente de que lo sostenía con más fuerza de la necesaria, y por tal motivo lo soltó de inmediato.
—Lo siento, yo… No llores, no quise asustarte— murmuró Obito preocupado de haber dañado a Hiro, el pequeño permitió que su padre lo abrace mientras trataba de controlar su llanto.
—¿Okâsan no te agrada?— se limpió la nariz con la maga de su chaqueta, no entendía porque su padre reaccionaba así, él había imaginado que le agradaba su nueva mamá. Siempre miraba que Obito la saludaba cada que tenía oportunidad.
—Hiro…— no encontró palabras correctas para explicarle a su hijo, no podía decirle que su madre era una mala mujer que decidió abandonarlo cuando solamente era un bebé.
—Tú dijiste que tiene ojos lindos— los sollozos de Hiro eran cada vez más pausados, lo que significaba que estaba controlando su llanto, para gran alivio de Obito.
—¿Ojos lindos?— repitió el Uchiha confundido, no tenía sentido. Él nunca le habló de su madre antes —¿De quién estás hablando?
—Hinata-sensei, ella me permite decirle Okâsan. Quiero estar el sábado con ella— tal declaración por parte de Hiro sorprendió a Obito, no imaginó que su hijo apreciaba tanto a Hinata hasta el punto de quererle decir madre. Imaginó que se trataba solamente de una etapa, como esas en las que los niños de prescolar llamaban madre a la maestra por error.
—No, Hiro. Ella debe estar demasiado ocupada ahora— Obito fue amable y paciente al explicarle, ahora que sabía que lo de su madre fue una falsa alarma, sentía un gran alivio recorriendo su ser.
—No es verdad, le puedo preguntar si quiere…
—No está a discusión, Hiro. No te llevaré a casa de tu maestra, es amable al permitir que le llames madre, pero no debes excederte— lo reprendió Obito, y por su tono, Hiro entendía que su padre no cedería. El Uchiha suspiró al ver el ceño fruncido de su hijo, ya veía venir alguna rabieta de su parte.
—No es justo— le reprochó Hiro de inmediato.
—Te llevaré a casa de tus abuelos, y después iremos al parque a jugar— fue la última oración de Obito, su hijo no tenía otra opción más que volver a comer su sopa.
Otra tarde más en que Obito Uchiha debía pasar su horario del almuerzo en casa de sus padres, Ino siempre tenía el detalle de preparar algo para que pudiera comer y después regresar al trabajo. En ocasiones comía junto a toda su familia, pero en ese día, Hiro estaba tomando una siesta. Obito no quiso despertar a su hijo, prefirió dejarlo descansar un poco más, ambos siempre se levantaban muy temprano por las mañanas. Al Uchiha le gustaba preparar el almuerzo de su hijo para cuando asista a su escuela, y a Hiro no le agradaba que su padre lo hiciera todo él solo, por eso siempre se despertaba junto con Obito. Aunque fuera solamente para ayudarle a pasarle ingredientes o alguna cuchara.
Mientras el pelinegro se dedicaba a su comida, Madara e Ino se miraban entre sí y segundos después a Obito, sin que él se percatara de ese detalle. La rubia daba discretos golpes con su brazo a su esposo, el Uchiha no tenía idea de cómo comenzar a hablar.
—Obito, quería hablar sobre algo contigo— Madara tomó un poco de su vaso de agua con la intención de distraerse y evadir la mirada de su hijo, Obito había dejado de ver la pantalla de su celular para centrar su atención en él.
—¿Qué sucede?— el Uchiha daba algunos golpes a su pecho con la palma de su mano, Ino debió pasarle otro vaso de agua para que no se ahogue con la comida.
—Sucede que…
—Debemos hablar sobre Hiro, creo que se está encariñando mucho con su maestra— Ino tomó la palabra en vista de que Madara no continuaba su oración, no sabía qué es lo que su esposo debía decirle a Obito, pero estaba segura de que no era algo bueno. Suspiró profundamente, sería otro día en que Madara Uchiha guardaría silencio.
—¿Eso es lo que quieren decirme?— inquirió Obito mirando a ambos con desconfianza, tanto Madara como Ino actuaban de forma extraña desde hace unos días.
—Sí, estoy preocupado por Hiro— Madara agradeció en silencio que su esposa lo salvó por esa ocasión, además de su talento natural para conseguir engañar a Obito. Madara ni siquiera pensaba en la maestra de su nieto, según sabía por Ino que era una buena persona.
—Yo también lo he notado, pero no puedo hacer nada. Además, no considero que sea tan malo que se lleve bien con Hinata— les intentó explicar Obito, si bien al principio le resultaba extraño que su hijo la quisiera tanto, pronto descubrió que no era algún sentimiento que represente una amenaza o alerta. Los otros compañeros de Hiro también parecían quererla mucho, un día que llevó a su hijo a clases observó a un par de niñas que le llevó una corona de flores. Fue lindo descubrir que Hinata la tenía toda la mañana con ella, él lo notó cuando pasó a recoger a Hiro, y la mujer de ojos perla todavía usaba la corona de flores.
—¿En serio?— Madara le miró con más interés, le parecía interesante que su hijo la llamara por su nombre y no con algún sufijo.
—Sí, no la conozco muy bien, aunque la he visto tratar de buena manera a los niños. En la última reunión de padres de familia, ninguno tenía quejas de ella, al contrario, parecía que todos estaban maravillados con su desempeño— el Uchiha se consideraba uno de esos padres en estar maravillados, no podía estar más feliz de que ella sea la maestra de Hiro. La anterior, tenía fama de tratar mal a los niños, incluso un padre se quejó y acusó a aquella persona de usar castigos físicos hacia su hijo. Afortunadamente, Hiro nunca sufrió de agresiones, y es por eso mismo que nunca se percató de algo irregular.
—No dudo que sea mala maestra, o que sus intenciones con los niños no sean buenas… Es sólo que Hiro la mira como una madre— Ino frotaba sus manos por debajo de la mesa, estaba un poco nerviosa por tener que mentirle a Obito. Ella no estaba demasiado preocupada por la relación de Hiro con su maestra, le parecía adorable como su nieto contaba que sus clases ahora eran más entretenidas.
—No me había percatado de eso— mintió Obito desviando la vista, sabía que Hiro le decía madre a Hinata, pero por más que trataba de hablar con su hijo, él no entendía que no debía hacerlo.
—Resulta muy evidente, y temo que Hiro se lastime al comprender que ella no es su verdadera madre— su madrastra tenía su vaso de agua en su mano, lo movía de un lado a otro y se quedaba viendo cómo el líquido se inclinaba hacia un costado. Obito comprendió que trataba de evadirlo de alguna manera.
—Nunca había preguntado por su madre, ¿Por qué hasta ahora?— el Uchiha se cruzó de brazos, aunque se esforzaba por tratar de entender a Hiro, no lo conseguía. Cuando su madre murió, él no le buscó un reemplazo, pero claramente era una situación diferente a la de su hijo. Hiro nunca conoció a su madre, incluso cuando comenzaba a hablar, llamaba mamá a Ino.
—¿Y por qué ella?— Madara concordó con su hijo.
—Esto podía suceder, algún día preguntaría por su madre— les dijo Ino, los tres sabían bien que existía una alta posibilidad de que ocurriera.
—¿Creen que debo prohibirle que se relacione más con Hinata?— preguntó Obito, él no creía que esa era la idea correcta. Tal vez sólo provocaría que Hiro quisiera estar más cerca de ella.
—No intentamos decir eso, solamente vigila que no sea tan afectuoso con ella— le pidió Madara a su hijo, el cual asintió sin estar demasiado convencido.
—Bien, lo pensaré— accedió Obito, dando por terminado ese tema.
—¿A qué hora termina tu horario de comida?— indagó Madara para continuar con el cambio de conversación, algo que le ayudaba a sentirse mejor, y no le estaría mintiendo a Obito.
—A las…— Obito guardó silencio al ver la hora en el reloj de su muñeca, de inmediato se puso de pie y recogió su plato y cubiertos —Maldición, se me hace tarde.
—¿No terminarás tus fideos?— Ino también se levantó de su asiento a ayudarle a acomodar su ropa y también para quitarle los trastes sucios de sus manos. Si Obito ya iba tarde, ella podría ayudarle a lavar su plato, o tal vez a ordenarle a Madara que lo hiciera. Sí, definitivamente le gustaba más su segunda idea.
—No llegaré a tiempo si me quedo, Ino— le respondió Obito después de tomar sus mejillas y besar su frente, verdaderamente quería a Ino casi como una madre.
—Por favor, conduce con cuidado— le suplicó la mujer con su tono de preocupación de siempre, desde el accidente de hace unos años, siempre se sentía nerviosa cada que Obito conducía con prisa. Su hijo asintió y volvió a besar su frente, lo que consiguió aliviarla un poco.
—Llega a tiempo para nuestra noche de películas con Hiro— le recordó Madara antes de que Obito abandonara la cocina. Sabía que su hijo ya quería ir a cepillar sus dientes para regresar al trabajo.
—Madara prometió hacer palomitas para nosotros— el Uchiha asintió por las palabras de su esposa, Obito entendió que solamente trataban de animarlo a pasar la noche en familia, en lugar de que lo hiciera solo en un departamento triste. Sería más solitario de no tener a Hiro con él.
—Lo haré, suena a un excelente plan— Obito tomó su celular de la mesa y partió con dirección a otra habitación, después de limpiar su boca, le gustaría ir a despedirse de su hijo. Con suerte ya estaría despierto.
—Madara, no se lo podrás ocultar por mucho tiempo— habló Ino al estar segura de que Obito ya se encontraba lejos, a ella no le gustaba todo el misterio que se traía su esposo entre manos. No siquiera le quería decir a ella que lo tenía tan intranquilo.
—No quiero que se preocupe— confesó Madara, no deseaba darle motivos a Obito para alterar su estabilidad.
—Es mejor decírselo— Ino se acercó a él para abrazarlo, a Madara le pareció muy reconfortante sentir todo el apoyo que su esposa le brindaba.
—Dame un poco más de tiempo— murmuró mientras acariciaba sus brazos.
Cómo en cada pequeño descanso que tenía dentro del hospital, Obito aprovechaba el tiempo para enviarle mensajes a Ino, ella siempre cuidaba de Hiro y lo mantenía en contacto con su hijo. Ese día no fue la excepción, y mientras esperaba alguna respuesta de su familia, no podía evitar a su mente divagar en la maestra de Hiro. A esas horas la mayoría de los pacientes estaban en sus sesiones de lectura, y él no estaba encargado de ese taller, debido a ello prefería esperar sentado en una de las tantas mesas del comedor.
—Obito…
—¿Mmm?— no estaba seguro de en que momento había llegado Kakashi a su lado, pero podía asegurar que no se iría sin al menos hablar algunos minutos con él.
—Obito— volvió a llamarlo, el peliplata cambió de asiento con el propósito de llamar su atención. Ahora se encontraba justo frente a su mejor amigo.
—Ah, lo siento, estaba distraído— se disculpó el Uchiha, le había costado alejarse de sus propios pensamientos para volver a la realidad.
—Puedo notarlo— Kakashi recargó su barbilla sobre su mano derecha, imitando la posición de su amigo sin ser completamente consciente de eso. Obito no se percató de ese detalle.
—¿Qué me decías?— Obito le dió una rápida mirada a su celular, seguía sin obtener respuesta de Ino y Hiro. Probablemente debían estar ocupados en algo muy importante.
—Te dije que me gustaría ir a cenar cuando termines tu turno— mientras Obito trabajaba como enfermero dentro de un hospital psiquiátrico, Kakashi asistía para dar algunas clases de música a los pacientes. Era la manera que el Hatake encontró para no estar tan lejos de su mejor amigo.
—Está bien, ¿A dónde te gustaría ir?— el pelinegro accedió sonriendo, salir con Kakashi siempre le parecía entretenido. Después de todo, él era su mejor amigo.
—Pensaba en ir por fideos, hace tiempo que no probamos un buen plato de ramen— los fideos le recordaron su conversación de esa tarde con sus padres, trayendo a Hiro y Hinata de nuevo a su cabeza.
—Sí…
—Ya dime que te tiene tan preocupado— Kakashi no evitó el suspiro que escapó de sus labios, Obito estaba tan distraído que era posible que un paciente se escape y pase a su lado, y él no se daría cuenta.
—¿Se nota demasiado?— Obito se tocó el rostro asustado, si la jefa de enfermería le veía sin concentrarse correctamente era capaz de regresarlo a casa. Obito lo que menos necesitaba es que le descuenten horas de su sueldo.
—Siendo sincero… Sí— admitió Kakashi, ya que de nada serviría negarlo. Obito se hundió más en la silla en que se encontraba sentado.
—Lo lamento, estoy preocupado por Hiro— de nuevo observó su celular, ya llevaba demasiado tiempo sin una respuesta, así que imaginó que Ino no tenía su celular a la mano. Solamente esperaba que le avisé pronto que todo iba bien con ellos.
—¿Qué sucede con él?— Kakashi mostró interés en saber lo que le ocurría a su mejor amigo y su hijo, Hiro esa un niño al que apreciaba en gran manera. El pequeño hijo de Obito incluso lo llamaba tío.
—Ino dice que Hiro está muy encariñado con ella— y Obito sabía bien que era cierto, no necesitaba que otros se lo hicieran saber. Él se percataba de que Hiro siempre miraba con ese pequeño toque de ilusión a Hinata, estaba sucediendo lo mismo que hace un tiempo, cuando su hijo llamaba madre a Ino.
—¿Con quién?— Kakashi sentía como si se estuviera perdiendo de algún detalle importante, su amigo hablaba como si creyera que él estaba enterado de toda la situación.
—Con Hinata, su maestra— le dijo Obito, un tanto molesto de que su mejor amigo no lo estuviera siguiendo. Le llevó unos minutos recordar que no le había contado antes a Kakashi sobre ese asunto.
—¿Y es verdad?— Kakashi miró cómo Obito respondía los mensajes de alguien en su celular, y el nombre de Ino rápidamente llegó a su mente. Aunque parecía que Obito no le prestaba atención, Kakashi sabía que lo escuchaba bien.
—Sí, todas las mañanas me pide que le preste el celular para escribirle— Obito sonrió al ver los mensajes de su madrastra, ella se había quedado dormida al igual que Hiro. Rápidamente cambió de contacto para comprobar de nuevo los últimos mensajes que su hijo le envío a su maestra, le preguntaba sobre una tarea y al final, le llamó mamá cuando le agradeció —Y cuando está con Ino, ellos hacen una videollamada— su madrastra le contó que desde hace dos semanas, Hiro usaba de pretexto tener preguntas sobre la escuela para llamar a Hinata.
—Bueno, es normal que esté tan emocionado por su nueva maestra, la anterior tenía fama de ser muy cruel— Kakashi no lograba comprender porque a Obito lo tenía inquieto ese "problema", si en su opinión era mejor saber que la nueva maestra de Hiro resultaba ser todo un encanto.
—Pero imaginé que su emoción pasaría en una semana, ya se cumplirán casi dos meses y él continúa muy feliz— le dijo Obito a su amigo, el Uchiha estaba impaciente porque Hiro regrese a la normalidad por su cuenta. Ya había intentado explicarle que Hinata Hyūga no era su madre, pero Hiro no quería entender razones.
—¿Y no se supone que deberías estar feliz también?, Hiro lo es— Kakashi removió un poco su cabello plateado, no comprendía el sentir de Obito.
—Ino dice que Hiro piensa en ella como su madre— se sentía mal por su pequeño hijo, no había punto de comparación entre esa amable maestra y su verdadera madre. Obito no quería romperle esa ilusión a su hijo pidiendo a Hinata que no le permita a Hiro que le llame madre, al menos no todavía.
—Oh, ya veo el problema— murmuró Kakashi un tanto preocupado por su mejor amigo y su hijo.
—¿Y si el próximo año no le toca la misma maestra?, Hiro estará muy triste— continuó hablando Obito, estaba seguro de que Hiro estaría decaído si su relación con Hinata se veía interrumpida. Y el Uchiha no quería llegar a ese punto, no soportaba ver a su hijo tan desanimando.
—Bueno, puedes pedirle que sea tu amiga. Así Hiro seguiría conviviendo con ella si lo desea— le propuso Kakashi, de momento le parecía la mejor medida para mantener a Hiro feliz. Tal vez con algo más de tiempo, le sería sencillo ir perdiendo el interés en tener a su maestra como madre.
—¿Y crees que funcione?— indagó el Uchiha sin estar demasiado convencido de la opción que le presentaba su mejor amigo.
—No pierdes nada intentando— el peliplata alzó sus hombros, la verdad es que no veía algún inconveniente en que Obito intente tener una nueva amiga.
—Supongo que tienes razón, es sólo que... No estoy seguro de querer ser su amigo— era un poco extraño, a pesar de que Obito miraba a Hinata actuando muy feliz ante sus alumnos, él lograba ver esas expresiones de tristeza que en ocasiones cubrían su rostro. Ella necesitaba un amigo alegre, que le hiciera sentirse mejor, n alguien como él. Obito Uchiha tampoco era feliz, y no conseguiría ayudarla a ella, no cómo imaginó hace unos años.
—¿Y por qué no?, Aparentemente trata muy bien a Hiro— Kakashi resaltó lo obvio, en su opinión, Obito sólo le estaba dando pretextos. Existía una razón por la que Obito sentía temor de ser amigo de esa mujer, y él intentaría descubrirlo.
—Creo que... Me recuerda a ella— Kakashi le miró incrédulo, Obito le estaba mintiendo.
—¿A la madre de Hiro?— el Uchiha asintió como respuesta, consiguiendo que Kakashi se interese más en esa extraña conversación —Por favor, tú no crees eso. Dime qué sucede en realidad— Kakashi se quedó a quince centímetros de tocar la mano de Obito, no creía que sea el momento indicado o la forma correcta de mostrarle su apoyo.
—Ah, está bien, me recuerda a mí. Ella me recuerda a mí aquel día— admitió por fin Obito mientras pasaba sus manos por su oscuro cabello, era casi como si estuviera desesperado —Cuando mi padre me presentó a Hiro... Tan sólo unos momentos antes conocí a una mujer. Ella lloraba y se veía tan destrozada, después yo terminé exactamente igual— eran idénticos, ambos con sueños destrozados. Obito no quería manchar la vida de esa amable mujer con una presencia tan oscura como la suya.
—Obito, a todos nos han lastimado el corazón algún día. No la puedes juzgar por ello— Kakashi intentó hacerlo entrar en razón, algo que creía muy difícil. Cuando una idea cruzaba por la mente de su mejor amigo, resultaba difícil hacerlo cambiar de opinión.
—No pretendo juzgarla, solamente siento que me veo en un espejo. Ella no es feliz, y yo tampoco lo soy— en su vida familiar si que era feliz, tenía el apoyo de sus padres y el amor incondicional de su hijo. Sin embargo, su vida personal era un auténtico desastre. Tenía muy pocos amigos, trabajaba horas en un empleo que nunca fue su primera opción, y lo peor era hablar sobre sus sueños. Lamentablemente, el día que conoció a Hiro fue también el momento en que sus sueños se vieron enterrados, desde entonces jamás volvió a tocar su instrumento favorito.
—Sabes bien que yo puedo intentarlo, me gustaría hacerte feliz— el Uchiha reaccionó al sentir la mano de Kakashi sobre la suya, miró ese pequeño contacto entre ellos y después los ojos negros de su amigo. Sabía que Kakashi era sincero cada que le confesaba sus sentimientos.
—Kakashi... Ya hablamos de esto antes, no me gustan los hombres— Obito apartó la mano de Kakashi con delicadeza, no quería ser grosero o lastimar a su amigo. De verdad lo intentó, Ino era testigo de que en algún momento de su vida quiso corresponder los sentimientos de Kakashi debido a la gratitud que sentía hacia él, no funcionó. No podía obligarse a sentirse atraído por los hombres, simplemente no era algo que podía programarse en él, Ino le había convencido de que no debía seguir con ello, o solamente terminaría lastimando a ambos.
—No me puedes culpar por seguir intentando— su sonrisa fue triste, aunque quería olvidar su amor por Obito, no le resultaba cómo quería.
—No lo haría, aunque creo que es momento de que busques una persona que realmente te pueda corresponder— le aconsejó Obito, no encontraba otra manera de ayudar a su mejor amigo. Debía entender que jamás le podría corresponder, no tenía sentido que siguiera esperando por alguien que no le daría lo que tanto anhelaba.
—No es sencillo, en el amor no se puede elegir. No funciona de esa manera— pretendientes no le faltaban, y aún teniendo a tantos esperando por él, Kakashi solamente tenía ojos para Obito Uchiha.
—Ya lo creo— Obito estuvo de acuerdo con las palabras de Kakashi. De ser posible elegir a la persona que amarías, el Uchiha habría escogido a una mujer amable como Hinata en lugar de fijarse en la madre de Hiro.
—Entonces, ¿Vamos al puesto de Ramen de Teuchi?— Kakashi decidió cambiar de tema al pasar varios minutos bajo un silencio incómodo, pensó que después de esa conversación su cita sería rechazada.
—Sería un idiota si no acepto— Obito se esforzó por sonreír, cautivando a su mejor amigo en el proceso.
El restaurante de Teuchi había crecido mucho con los años, ahora tenía más de diez mesas en dónde los clientes podían disfrutar de sus deliciosos platillos, fue necesario encontrar empleados que le ayudaran a mantener el buen ritmo de sus atenciones. Obito recordaba que cuando estudiaba, también trabajaba a medio tiempo como mesero, Teuchi fue el único en ofrecerle una oportunidad. Existían recuerdos muy lindos en ese lugar, cuando era un adolescente siempre iba por un platillo, a su amiga Rin le facinaba, necesitaba comer un buen tazón de ramen al menos una vez por semana, lamentablemente su amistad con Rin se vió interrumpida cuando la castaña se despidió de Kakashi y él para estudiar la universidad en otro país. En ocasiones se contactaban con ella, aunque naturalmente no era igual a cuando los tres estaban juntos.
Obito solía pensar que fue correcto que Rin no perdiera esa oportunidad, de esa forma superó su enamoramiento por Kakashi, y ahora incluso estaba casada y tenía dos lindos niños. Su amiga había regresado sólo una vez a Japón, cuando él estuvo una temporada en el hospital por culpa del accidente que sufrió en su auto, aquel día en que Hiro llegó a su vida. Rin había estado increíble ese día, como le contó Kakashi después, su amiga había obligado a la madre de Hiro a dejar el lugar en la orquesta que quiso robarle. Nunca pensó que Rin sería una persona vengativa, pero lo era, y hasta el día de hoy, Obito no sabía bien que fue lo que le hizo a esa mujer.
La hija de Teuchi interrumpió sus recuerdos, Ayame había llegado con dos órdenes de Ramen, el humo que salía constantemente del platillo le indicó que podía estar recién hecho. Obito y Kakashi rompieron sus palillos para poder iniciar a comer, el olor era tan magnífico que el estómago de Obito emitió un sonido de felicidad, (según el propio Uchiha).
—Está muy caliente— Kakashi cubrió su boca y buscó la jarra de agua para servirse en un vaso, estaba demasiado entusiasmado en probar sus fideos que no sopló ni un poco.
—Debes soplar antes, Bakakashi— se burló Obito al ver que Kakashi hacía muecas graciosas debido al dolor que sentía en la lengua.
—Si se enfría no sabe igual— se defendió el peliplata, le gustaba ver reír a Obito, pero no si significaba que se burlaba de él.
—Entonces no te quejes— el Uchiha volvió su atención a su propio plato, reír a costa de Kakashi ya no era tan divertido como al principio —Ah… Sólo sopla un poco— se desesperó viendo cómo su mejor amigo volvía a quemarse, Obito le arrebató los palillos y comenzó a soplar un poco para después darle a probar a Kakashi.
—Obito…
—Aquí tienes— Obito le extendía algunos fideos con ayuda de los palillos y una cuchara, el peliplata se sonrojó al ver sus intenciones.
—Nos están viendo— susurró Kakashi apenado, la acción de Obito había atraído varias miradas, haciéndolo sentir más avergonzado. Es como si no pudieran darles un poco de privacidad, debía esforzarse por imaginar que solamente eran Obito y él. ¿Cómo pretendía su mejor amigo que no se enamore de él?, Si siempre lo trataba muy bien, además de que lo aceptaba justo como era. Ante Obito no debía fingir nada, era la persona que lo apoyó a pesar de sus preferencias, incluso mejor que su propia familia.
—No me interesa que…— el Uchiha dejó de hablar de pronto, sus ojos oscuros estaban puestos en la entrada del restaurante. Los palillos que sostenía para Kakashi habían caído de su mano a su plato —No puede ser— Obito se levantó de su asiento y se escondió debajo de la mesa, atrayendo nuevamente miradas de otros clientes.
—¿Por qué te escondes?— Kakashi se agachó ligeramente para poder ver a su amigo, Obito se mostraba muy nervioso, lo que no era común en él.
—Es Hinata— le susurró Obito mientras trataba de dar una mirada rápida a la ojiperla, al querer levantarse, terminó golpeando su cabeza con la mesa.
—Ah, ¿La maestra de Hiro?— su mejor amigo asintió al mismo tiempo que frotaba su cabeza para aliviar el dolor del golpe —Sigo sin entender porque te escondes.
—Bueno, yo… No he firmado el permiso para que Hiro asista al museo con sus compañeros— le mintió Obito, si era sincero, ni él mismo entendía bien porque decidió esconderse de la Hyūga. No es como si ella lo iba a saludar fuera de la escuela o sin estar Hiro presente, ¿Verdad?
—Ella se sentó lejos de nuestra mesa, no te puede ver desde su lugar— Kakashi le extendió su mano derecha, como una silenciosa invitación a salir de su escondite. Pensó que Obito debía estar muy retrasado con ese permiso, y por tal motivo se sentía tan avergonzado.
—¿Estás seguro?— Obito dudó en tomar su mano, desde su sitio debajo de la mesa, no podía ver a Hinata.
—Sí, sal de ahí ahora mismo— su mejor amigo agarró su mano antes de que él siguiera pensando en su hacerlo o no, ayudándole a salir de ese lugar que no debería estar muy limpio, en opinión de Kakashi.
—¿Crees que me haya visto?— de nuevo en su asiento, Obito Uchiha trataba de ver entre los clientes, buscando únicamente a la mujer de lindos ojos perla.
—Lo dudo mucho, está más distraída con sus amigos— el peliplata hizo una rápida revisión a la mesa que la maestra de Hiro compartía con otras personas, sabía que era ella porque Obito la había señalado. En total eran cuatro personas contando a Hinata, dos mujeres y dos hombres, Kakashi imaginaba que se trataba de alguna cita doble.
—Amigos— repitió las palabras de su mejor amigo, observando también en dirección a la mesa de la Hyūga —¿Crees que ella esté saliendo con alguno?— la amiga sentada a lado de Hinata era una mujer de cabello castaño sujetado en una linda trenza, frente a ellas estaban dos hombres, uno de extrañas marcas rojas en las mejillas y otro de lentes muy oscuros.
—No lo sé, ¿Por qué te interesa?— Kakashi dejó de ver en dirección a Hinata y sus amigos para centrar su atención en Obito, que estaba actuando extraño desde que ella apareció.
—Nada importante— el Uchiha le restó importancia para continuar con su platillo, era cierto que ella no podía verlo, así que no entendía porque sus nervios no desaparecían por completo.
—¿Hoy es noche de películas?— su mejor amigo terminó su pregunta y bebió un poco de agua, el frío de la cuidad siempre se alejaría de su cuerpo si asistía al restaurante de Teuchi a comer un buen tazón de su Ramen favorito.
—Sí, mi padre rentó de esas películas animadas que tanto le gustan a Hiro— no logró reprimir la sonrisa que se instaló rápidamente en sus labios, le encantaban las noches de películas con su familia, ese instante en que su hijo se quedaba dormido sobre él y debía a cargarlo hasta su cama era de sus favorito. Adoraba la expresión que tenía al dormir, con sus mejillas ligeramente infladas y sus ojos cerrados con fuerza. También amaba ver como sus ojos se iluminaban con cada escena que trascurría en la película.
—¿Cuál película verán hoy?— Kakashi siguió hablando sobre ese tema, puesto que quería que Obito ya no se distrajera con la maestra de Hiro.
—Gake no ue no Ponyo*, como siempre— el pelinegro rió un poco de sólo recordar a su hijo, no había noche de películas en que no quisiera ver ese mismo filme, y a Madara le irritaba tener que mirarlo todas las semanas.
—A Hiro le encanta esa película— su mejor amigo también estaba sonriendo, al hijo de Obito le gustaba tanto esa cinta, que les insistió en que la temática de su fiesta de cumpleaños del año pasado fuera de esos personajes. Y Hiro lo consiguió para gran disgusto de Madara.
—Le fascina, me hizo comprarle un peluche— la conversación que nacía entre ellos terminó en el momento que Obito volvió a ver hacia Hinata, le parecía extraña que la hija de Teuchi se hubiera acercado a ella para susurrar en su oído.
—Obito— lo llamó Kakashi, consciente de que no estaba concentrado en él.
—¿Sí?— los ojos oscuros siguieron la dirección en que Ayame señalaba con su dedo, también el recorrido que hizo Hinata para salir del restaurante.
—¿Por qué sigues tan distraído?— cuando Hinata salió de su rango de visión, regresó su atención a su mejor amigo, Kakashi tenía su barbilla sobre su mano izquierda.
—¿Distraído?— la mirada de Obito constantemente se desviaba hacia el lugar por donde se fue Hinata, no comprendía porque sentía un mal presentimiento, o tal vez solamente sentía curiosidad por saber que estaba haciendo ella.
—Tu plato está vacío, y sigues buscando algo en el— le indicó Kakashi señalando con sus palillos su plato vacío, Obito se percató de que era verdad. Su plato se encontraba sin rastro de ramen, pero él continuaba moviendo sus palillos dentro del contenedor.
—Ah, es verdad, no lo había notado— rápidamente dejó de hacerlo, colocando sus palillos y cuchara a un costado de su plato. Se sentía un poco tonto al dar ese espectáculo frente a su mejor amigo.
—¿Está todo bien?— quiso saber Kakashi, obteniendo una sonrisa forzada por parte del Uchiha. Obito era pésimo mintiendo, sus facciones siempre lo delataban antes de que siquiera intentara ocultar la verdad.
—No, debo ir al servicio— Obito tomó su celular de la mesa y lo guardó en el bolsillo de su abrigo, no le gustaba separarse de el cuando estaba lejos de Hiro. Así sentía que podía estar al pendiente de cualquier cosa que su hijo necesite.
—¿Quieras que pida otro tazón por mientras?— Kakashi suspiró al terminar su pregunta, tenía esa sensación de que su cena ya había llegado a su fin, todo desde que llegó Hinata.
—Sí, gracias— el Uchiha se levantó de su asiento y comenzó su camino hacia el baño, sin percatarse de que Kakashi seguía cada uno de sus movimientos.
Obito se fijaba en todas direcciones para asegurarse de que nadie lo vería salir por la misma puerta que Hinata, y afortunadamente creyó que así fue. Avanzó algunos pasos cuando unas voces a la vuelta de la esquina del restaurante le hicieron detenerse. Hinata Hyūga no se encontraba sola, con la mayor discreción que podía manejar, Obito buscó la forma de ver la escena sin que ellos se dieran cuenta. Un hombre acompañaba a la ojiperla, uno alto y de cabello rubio, su elegante vestimenta no hacía juego con la deprimente decoración de ese callejón.
Sabía que estaba mal, jodidamente mal, pero aunque su cabeza le ordenaba salir de ese sitio, sus pies se negaban a responder. No tenía porque quedarse a espiar su conversación, y se engañaba a sí mismo diciendo que solamente lo hacía para ofrecer su ayuda si ese hombre intentaba excederse con ella.
—Hinata-chan, me alegra encontrarte. Cuando Ayame me dijo que estabas aquí, no pude evitar venir a verte— su ex prometida rechazó su contacto cuando quiso abrazarla, la expresión en su rostro mostraba gran repulsión, y eso consiguió afectar el frágil corazón del rubio.
—Te he dicho que ya no me busques, ¿Por qué no puedes entenderlo?— ella retrocedió otros pasos más, marcando una gran barrera imaginaria entre ambos. Si Naruto volvía a cruzar ese límite, no dudaría en empujarlo y salir corriendo. Con sólo entrar al restaurante podría pedir la ayuda de Kiba, Shino y Tenten.
—Por favor, Hinata, te suplico que me escuches— Naruto hablaba desesperado, sabía que Hinata estaba en su derecho de odiarlo, pero quería que mínimo le diera una oportunidad de explicarse para obtener su perdón. El Uzumaki no se sentía bien al recordar que lastimó a una buena mujer, alguien que jamás le hizo daño.
—Yo no tengo nada que oír de ti— la ojiperla se esforzaba por mostrarse indiferente ante él, aunque la verdad es que por dentro quería encerrarse dentro de alguna habitación para poder llorar en silencio. Siempre que veía a Naruto, volvía a tener presente que el amor no era para ella, que sólo se burlaba en su cara.
—Nos íbamos a casar, tenemos mucho de qué hablar— Obito se sorprendió al escuchar al rubio, era él, la persona por la que Hinata lloraba con su vestido de novia puesto hace seis años era él. La pobre chica sufrió mucho aquella noche, y cuando la imagen de una linda ojiperla desconsolada llegaba a su mente, Obito apretaba sus manos con fuerza.
—No, nuestra amistad se terminó en el momento que decidiste burlarte de mí al igual que tu amigo— tal vez podría perdonarlo, pero eso no quería decir que alguna vez volverían a ser amigos. Hinata prefería tener a Naruto Uzumaki lejos de su vida, y si para hacerlo debía alejarse de su padre también, lo haría —Ahora no eres más que un desagradable conocido.
—Yo también estoy sufriendo, ¿De acuerdo?— le gritó Naruto, el eco de su voz se escuchó por todo el callejón. No pedía demasiado, sólo poder disculparse con la mujer que probablemente seguía amando. Naruto sabía que de haberse quedado con Hinata, ahora estarían teniendo una linda familia.
—No me interesa, Naruto. Sé feliz con él y déjame a mí en paz— Hinata apretó su pequeño bolso, queriendo poder gritarle todo lo que sentía pero sin atreverse a hacerlo. Reclamarle por haberla engañado ya no tenía sentido a esas alturas.
—Ya no estamos juntos— confesó Naruto, sorprendiendo un poco a Hinata con esa declaración —Hinata, yo solamente quiero que tú...
—Ya estoy aquí, Hinata— Obito hizo su aparición, interrumpiendo las palabras de Naruto en el proceso. No soportaba seguir escondido sin hacer nada para ayudarla, ese hombre debía entender que ella no quería nada de él —Lamento hacerte esperar— la ojiperla se sonrojó al sentir que Obito rodeaba sus hombros con uno de sus brazos. Le avergonzaba imaginar que tanto había escuchado de su conversación, pero estaba más confundida preguntándose qué hacía en ese lugar.
—Obito-san— susurró Hinata cohibida.
—Oye tú, ¿Estás molestando a mi novia?— se dirigió a Naruto ahora, su voz y postura eran una muestra clara de que quería intimidarlo. El Uzumaki si debió retroceder algunos pasos, por la forma en que lo veía, presentía que no dudaría en golpearlo si se acercaba más a Hinata.
—¿Novia?, ¿Hinata es tu novia?— Naruto miró hacia el suelo, en todo ese tiempo que pasó lejos de Hinata, creyó egoístamente que ella lo seguiría esperando. Al final, ella también rompió sus promesas de amor eterno.
—¿Algún problema con ello?— le retó Obito sin soltar a Hinata, Naruto negó con la cabeza a manera de respuesta. Ella se sentía más segura si el Uchiha estaba a su lado, creía que Naruto se iba a ir pronto —Desaparece de mi vista ahora— le ordenó molesto, no entendía porque ese hombre aún no se retiraba. ¿No comprendía que su presencia no era bien recibida?
—¿No sabes quién soy?— preguntó el Uzumaki con un toque de esperanza en su voz, si Hinata le había hablado a su novios sobre él, era posible que no todo esté perdido.
—No, no tengo idea de quién eres— no mentía, realmente desconocía quién era él. Solamente sabía que se trataba del hombre que rompió el corazón de una mujer muy linda y amable —Probablemente nadie importante, porque Hinata nunca te ha mencionado— trató de herir su orgullo, y funcionó mejor de lo que esperaba.
—¿No te ha hablado de mí?— Naruto ya no se atrevía a verlos, sentía que sólo estaba presentando un acto patético bye ellos. Para Hinata, él no significaba nada importante en su vida, ella ya le había reemplazado. Siguió adelante, justamente cómo él no podía.
—No, en todos los años que hemos estado juntos ella no habló de ti— su corazón se iba rompiendo con cada palabra, es como si ese hombre disfrutaba de pisar sus sentimientos una y otra vez. ¿Así se habría sentido Hinata cuando la abandonó? —¿No lo entiendes?, No eres alguien valioso para Hinata, a ella no le interesas.
—¿Es verdad, Hinata?
—Lo es, yo sólo… Estoy con Obito-san ahora— el Uchiha la sintió temblar, presentía que era cuestión de tiempo para que comience a llorar, y Obito no le quería dar el gusto a Naruto de ver sus lágrimas. No permitiría que él piense que podía seguir alterando la vida de Hinata cada que desee.
—Ya la escuchaste, ahora aléjate y no vuelvas a acercarte a ella— Obito soltó q Hinata solamente para tomar a Naruto por el cuello de su abrigo y estrellar su cuerpo contra la pared detrás del rubio —Si te veo aunque sea a tres metros de Hinata, juro que romperé tu cara— Hinata observó como Obito empujaba con brusquedad a Naruto y lo hacía caer al suelo, su ex prometido no hizo ningún intento por levantarse.
—Lo siento, Hinata— se disculpó sin verla, sus manos se habían ensuciado con la caída, empero, poco le importó.
—Vete, Naruto-kun. Hace tiempo que deje de esperar tus disculpas— Hinata no volteó a verlo, no deseaba sentir ni siquiera lastima por el hombre que alguna vez amó con todo su ser.
Naruto abandonó el callejón sin decir otra palabra o mirar hacia atrás, ya no tenía sentido tratar de obtener el perdón de Hinata y buscar la manera de recuperarla. Ella ya no lo amaba, los abrazos, besos y esas tiernas noches en que se quedaban solos para amarse hasta el amanecer, ya le pertenecían a otro.
Justo como había hecho Obito anteriormente, Kakashi Hatake también apareció cerca de ese callejón, oculto en las sombras y esperando ver qué es lo que hacía su amigo. Hinata Hyūga no le agradaba, porque sabía bien que estaba viendo a su nueva rival. No era tonto para no entender que Obito se sentía atraído por ella, pero Kakashi no estaba dispuesto a perder.
—Gracias por ayudarme, e-esto es muy vergonzoso— Hinata no se atrevía a verlo, no podía creer que el Uchiha presenció e incluso fue participe de una escena como esa. De ser avestruz, seguramente tendría la cabeza bajo tierra.
—¿Por qué?— Obito no sabía si acercarse a ella o no, ahora no existía el pretexto de estar protegiéndola de alguien.
—Apenas lo conozco, y es el padre de uno de mis alumnos… ¿Qué va a pensar de mí?— su voz se fue apagando hasta el punto de volverse un susurro, las lágrimas pronto hicieron aparición en los bellos ojos de la Hyūga. Ella volvía a estar triste, no igual a hace seis años, pero su recién encuentro con Naruto le afectó lo suficiente para quebrar sus defensas.
—Pienso que eres una mujer muy fuerte, también increíblemente amable— se decidió a dar los pasos que le faltaban para llegar a ella, y sin importarle lo nervioso que se sentía, la abrazó fuertemente. Sería mejor arriesgarse a ser rechazado que quedarse sin consolar a esa linda mujer.
—¿Incluso si ahora estoy llorando?— ella sollozó contra su pecho, llenando su abrigo con sus constantes lágrimas. Usaba sus manos para limpiar sus ojos, empero, el fuerte abrazo de Obito reducía sus movimientos.
—Incluso si ahora estas llorando, no dejas de ser una buena persona— no podía verlo, pero sentía una agradable calidez vas que él acariciaba su cabello o espalda. Era casi igual que aquel día, nuevamente estaba siendo consolada por Obito Uchiha.
—Obito-san…
—Aunque el cielo brille gracias al sol, también tiene momentos opacos debido a la lluvia, e incluso cuando la lluvia cae, el cielo no deja de ser perfecto— un sonrojo se apoderó de sus mejillas, ¿Quería decir que ella era perfecta?, Sin importar que en ese instante sus ojos estuvieran rojos e hinchados por su llanto.
—Gracias, gracias por ayudarme hoy al igual que antes— las palabras de Obito funcionaban para reconfortarla. Le gustó esa frase, Obito era una persona increíble. La ayudaba sin esperar obtener algo a cambio.
—Lo volvería a hacer— le prometió el Uchiha, sin apartarse de su lado, abrazándola todo el tiempo que era necesario.
Ya después podría llevarla a casa.
Notas de la autora:
• Puede contener errores ortográficos.
• Perdonen la tardanza, como les comenté anteriormente en mi perfil, no pasaba por un buen momento.
• ¿Pueden adivinar que es lo que Madara quiere decirle a Obito?
• En este capítulo descubren que Obito trabaja como enfermero en un hospital psiquiátrico, les dejo una imagen de cómo sería su atuendo:
• ¿Imaginan por qué no volvió a tocar su instrumento favorito?
• Confirmando posibles dudas del capítulo anterior, Kakashi si está enamorado de Obito.
• Se supone que no sería un capítulo tan largo, pero a veces cuando planeas algo sale otra cosa completamente diferente xd
• Hiro le tomó cariño rápidamente a Hinata, ¿Ustedes qué opinan sobre eso?, ¿Les agrada el personaje?
• Si Hinata se ha dejado consolar es debido a que son momentos dónde se encuentra muy vulnerable.
• Gake no ue no Ponyo/ Ponyo en el acantilado. Es una película del estudio Ghibli.
• Para quienes siguen mi historia, "¿Y si te pido que te quedes?", Creo que será la siguiente que intente actualizar 💜
Dejen sus votos y comentarios 💖
Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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